“DE COMUNIDAD Y SOCIEDAD, ENTRE RAZÓN, ESTADO Y VERDAD”
Sin argumentación teórica, un simple, sencillo razonamiento (¿?) me lleva a hipotetizar sobre cuestiones de orígenes y significados.
Imagino que en un principio, o uno de los principios –pensar en varios principios me permite aventurar variables posibles de aceptar- en cuanto a lo colectivo, es la comunidad.
La concurrencia de varias personas, núcleos familiares, convocados por temas, problemáticas afines que pretenden encontrar una resolución.
Dicha concurrencia y el común denominador de las problemáticas, conducen a una unidad de hecho, una “sociedad” de individuos y familias.
Como aglutinante y provocador de esta formación, está la “razón”, motivo, excusa certera del conjunto.
Establecido el problema o razón de la conformación societaria, ésta interpreta la necesidad de un ejecutor, a fin de logar la resolución de las problemáticas planteadas…
Es allí en que nace la figura de “Estado”, y a partir de ello este corto cuento sobre un hipotético origen, comienzo a debatirme entre la verdad y la mentira de las concepciones trasladadas a través de los tiempos, en nuestras culturas…
Ya lo manifesté en anteriores oportunidades, pero vale la pena reiterar que, la concepción aristotélica sobre Estado y Sociedad, a pesar de considerarla en el mundo académico como la perfección político/filosófica, sienta las bases, convenientemente aceptadas, de la necesidad irrenunciable sobre la existencia y mantenimiento de la esclavitud.
Para el denominado mundo occidental, el poder sobre los habitantes fue cambiando, variando de personajes e instituciones alternándose en el control y sometimiento.
Las disputas entre los autodenominados embajadores de algún dios en la tierra, no han hecho más que revelar la miserabilidad de sus intereses.
Papas, señores feudales, primus interpares, burguesía generadora del lamentable sistema capitalista, se fueron sucediendo en el control y dominio de las sociedades, de las comunidades. Éstas últimas continuando con sus problemáticas comunes sin resolver…
Cuando la burguesía devenida en poseedora del poder del capital (dinero/metálico producto de la explotación del hombre), se instala, profundiza y perfecciona la concepción aristotélica: somete pueblos enteros en nombre de “bárbaro” progreso de la “civilización”; o del progreso de la civilización bárbara…
El poder continuó y continúa perfeccionando su sistema de dominación, explotación y control. Salvo honrosos intentos, los pueblos jamás se han alzado con el poder. Imposible olvidar el intento independentista haitiano, pocas veces referenciado como la muestra posible de lograr desprenderse del yugo imperial…
El pueblo, en su gran mayoría, jamás ha tomado el poder…salvo, por supuesto, los ejemplos cubano, boliviano, venezolano y ecuatoriano que en estos últimos tiempos dan cuenta también de la posibilidad de los gobiernos del pueblo para el pueblo.
Planteada la hipotética problemática. Debería continuar con, alguna posible propuesta de resolución…
Se me ocurre que, en primer lugar debería ocurrir una profunda concientización sobre los orígenes de nuestras sociedades, comportamientos, herencias y las manipulaciones que se produjeron y se producen para controlarlos…
La identificación del enemigo común, es indispensable para posicionarnos, acordar y actuar a fin de romper con la hegemonía del poder que, por siglos ha manipulado, explotado y aún continúa tenazmente en su cometido…
El empoderamiento, por parte de los pueblos, de las herramientas necesarias para transformarse así mismos, como educación, medios de comunicación, manejo de las culturas y la socialización de todo conocimiento en todas las áreas posibles, es indispensable para controlarse así mismos; y para controlar e impedir el continuo avance de los poderes hegemónicos.
Demasiadas experiencias hemos padecido a lo largo de la historia, que no sólo nos han brindado la tan necesaria memoria, nos han dado la aún por despertar concientización del lugar que debemos ocupar por derecho originario.
Los pueblos denominados indígenas, nuestros pueblos hermanos aún sin lograr el merecido reconocimiento de sus derechos, nos enseñan en cada una de sus luchas, históricas y actuales, la firmeza, tenacidad y convicción necesarios para lograr una total liberación e independencia de los opresores de siempre. Unirnos a sus luchas y tomarlas como propias sería uno de los caminos posibles para lograr la necesaria transformación.
La unificación de las luchas sociales para alcanzar dar vida al tan necesario “Hombre Nuevo”, la esperanza de una existencia sin dominados ni explotados son las tareas aún pendientes en los pueblos.
Sería bueno no demorarnos más para legar a las futuras generaciones, comunidades al servicio de sí mismas…
Que así sea.
NORBERTO GANCI –DIRECTOR- El Club de la Pluma
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