¿HEGEMONÍA
O NADA?
VENEZUELA
SIEMPRE HABÍA SIDO
EL
“RANCHO” DE LOS ROCKEFELLER
Un cálido abrazo a
toda la querida audiencia de EL CLUB DE LA PLUMA.
De nuevo, nos encontramos
en este espacio de reflexión compartida, como todos los domingos.
En primer lugar, para
la apertura, para el título HEGEMONÍA O NADA, seguiremos las líneas conceptuales
del catedrático alemán, el profesor emérito Michael Brenner. En cuanto a la
temática sobre VENEZUELA, nos apoyaremos en las declaraciones del doctor
Alfredo Halife-Rahme, de la semana pasada.
¿La de China es una
amenaza tangible? Obviamente, no lo es, según el profesor Michael Brenner. La
amenaza china es una amenaza puramente existencial. Hablar de “amenaza” es una palabra
mal utilizada y sobreutilizada, pero es apropiada en este contexto, porque la
amenaza que representa China se basa, simplemente, en su existencia, eso es
todo, no tiene nada que ver con lo que China diga o haga.
El hecho de que
exista y tenga grandes y crecientes capacidades se vuelve intolerable tanto en
el pensamiento estratégico como en términos emocionales y psicológicos para
Estados Unidos que está aterrorizado. ¿Qué es la hegemonía?
La hegemonía es la forma extrema de seguridad que Estados Unidos quiere para su
país. Cada Estado-nación tiene dos obligaciones primordiales: proporcionar paz
y estabilidad y proteger a su país.
Desestimemos la
guerra contra México y las dos guerras contra España que no fueron por una
cuestión de seguridad estadounidense.
La Primera Guerra
Mundial no era amenazante para Estados Unidos, pero en la Segunda Guerra
Mundial, percibió su inseguridad amenazada por las potencias del Eje, por eso,
se involucró. La amenaza estaba representada por la Unión Soviética y su
bloque. El momento clave fue en 1949 cuando la Unión Soviética explotó su
primera bomba atómica. Los aviones podrían llegar a Estados Unidos y lanzar
bombas atómicas, lo cual implicaba un gran desafío para la seguridad
estadounidense.
Estados Unidos
siempre buscó la seguridad y esto influyó en la política estadounidense, desde
entonces, en su postura con el resto del mundo.
Cuando la Unión Soviética
colapsó, en 1991, Estados Unidos creyó que había alcanzado casi la seguridad
total. En ese momento, ya nadie podía amenazar a Estados Unidos. Pero algo
importante para este país, no olvidemos, es que esa seguridad tiene que ser
permanente.
Y volvemos a la
cuestión de la hegemonía que se puede definir como control. Lo importante es
tener el control de todo el planeta, mantener la superioridad militar en todo
el mundo. Este es el marco de la política estadounidense de los últimos treinta
años. Que no haya ningún país que pueda convertirse en una amenaza. Ahora bien,
volviendo a la política exterior del país del norte, dentro del poder en
Estados Unidos se está viendo la posibilidad de terminar la guerra en Ucrania,
para centrarse en el Pacífico, puntualmente contra China.
Entretanto, surgió en
Estados Unidos lo que vieron los señores de la guerra como la debilidad de
Rusia, pero subestimaron su poder. Rusia sería derrotada y su economía
colapsaría.
Eso es lo que
esperaban. Y luego irían por la guerra en China. Ciertamente no interpretaron
la realidad militar ni económica de Rusia. Una de las reflexiones más atrevidas
del profesor es que hay que reconocer que en Estados Unidos hay un pensamiento
anormal en su política exterior, porque no podemos comprender lo que está
sucediendo sin tenerlo en cuenta.
El juego está en
marcha, pero este es uno en el que Occidente no ganará. El ascenso de China es
la mayor amenaza existencial para Estados Unidos en su historia, no por peligros
de seguridad, económicos o epistémicos, sino puramente porque invalida la
autoconcepción de las élites de Washington.
El mero hecho de que haya
un concepto contrario en el escenario global que rivaliza con éxito con Estados
Unidos en todas las esferas, invalida su hegemonía y, por lo tanto, el núcleo
de autoimagen moderna de Estados Unidos. Resulta que la hegemonía, una vez que
la mentalidad ha echado raíces firmemente, socava los mismos cimientos sobre
los que se construye. O, dicho de otra manera, el éxito está cegando a Estados
Unidos hacia la derrota. Y la pregunta esencial, si no puede conservar la hegemonía,
¿Estados Unidos prefiere que no exista NADA?
Y hablemos sobre
Venezuela de la que el doctor Halife-Rahme expresa que está viviendo la “Etapa
Guaidó II”. Halife-Rahme no se atreve a decir que Venezuela es para Estados
Unidos lo que sería Ucrania para Rusia, pero no está lejos de esa situación.
Generalmente, el perdedor dirá que hubo fraude. Imaginen que Venezuela opine
sobre los resultados electorales en Estados Unidos.
Y recordemos que el
expresidente estadounidense Jimmy Carter en su momento había dicho que el sistema
electoral de Venezuela era el más perfecto del mundo. ¿Por dónde estará hoy
Guaidó? La cuestión de nuestro país hermano es el petróleo.
Vienen los tiempos
donde la energía verde está cayendo. Ya en Estados Unidos y en Europa la
energía verde se hunde. Y Venezuela es clave porque es la primera potencia
petrolera del mundo. Recordemos que Venezuela siempre fue el “rancho” de los
Rockefeller. Con respecto a las encuestas, Halife-Rahme es lapidario porque
dice que las encuestas, los sondeos, se hacen “a la carta”, te dan el resultado
que te guste, ya son una industria.
Y si se habla de la
superemigración de Venezuela, qué decir de Honduras, Ecuador, Colombia, México mismo;
cuarenta millones de mexicanos viven en Estados Unidos. Latinoamérica no está
bien y que los estadounidenses no nos vengan a hablar de democracia, por favor,
que dan risa. China, Rusia e Irán reconocieron a Maduro como presidente; por el
otro lado, el Occidente colectivo y mandatarios serviles, reconocieron al
antichavista como ganador de las elecciones.
Y a la riqueza del
petróleo de Venezuela hay que sumarle la del oro, las esmeraldas. Un país
inmensamente rico en recursos naturales. ¿A quiénes le van a interesar unas
elecciones de un pobre Estado que no tiene nada para robar? Y la locura feroz
antichavista continúa, financiada, planificada y organizada por el Estado profundo.
La oposición venezolana convoca otra concentración “mundial” para reivindicar
su triunfo, leemos en EL PAÍS del 13 de agosto.
Y ahora damos por
finalizada la conferencia del doctor Halife-Rahme e interpretamos las últimas
noticias sobre la cuestión de Venezuela que son que tanto Colombia, como
Brasil, México y Chile, con diferentes variantes, no aceptarán el fallo del
Tribunal Supremo de Venezuela. Si hablamos sobre Colombia, siempre hubo
litigios entre Venezuela y Colombia y no nos olvidemos que desde 2017, Colombia
se unió a la OTAN como socio extracontinental. Es fuerte, ¿no? Pero no entremos
en detalles de tal o cual país, eso es insustancial, y lo que los une a los
países de América latina no es ni el chantaje, ni la extorsión de Estados
Unidos, sino el infinito y omnipresente poder del Estado profundo, de ese
gobierno en las sombras que tiene más poder que Biden, Trump, Xi Jinping y
Putin.
Estoy hablando de la
élite satánica liberal bancaria financiera a la que nos hemos referido tantas
veces en estas columnas, que tiene más poder que cualquier gobierno sobre el planeta.
El gobierno de Estados Unidos también está sometido a la élite que gobierna el
mundo, ese es la idea clave que muchos especialistas en geopolítica parecen
desconocer.
Y en el escenario
geopolítico los tiempos son tan veloces y los hechos y acontecimientos se suceden
de una manera tan vertiginosa que a cada hora nos vemos en la necesidad de
actualizarnos.
Y, además, porque
algunas situaciones son tan anormales como la presencia de bombarderos nucleares
de Rusia y de China acercándose a Alaska, conjuntamente, y ese es un mensaje
muy contundente para Estados Unidos. Sumemos los buques rusos que han atracado
en Argelia y que llegarán también a Cuba en los próximos días, es decir,
armamento nuclear ruso cerca del Estado de Florida.
Son señales
inequívocas de la tensión actual. Saben qué pasa, ocurre que Estados Unidos desde
la disolución de la Unión Soviética, en 1991, se creyó el dueño del planeta y
podía “hacer cosquillas” aquí y allá, pero claro, ahora se siente muy inquieto
porque “las cosquillas” se las están haciendo a ellos. El mundo de los 90 no es
el de hoy. Antes, Estados Unidos podía ir libremente por el mundo, porque todo
el mundo era su casa, pero la realidad geopolítica actual cambió las reglas del
juego.
Y, por favor, que
nuestros dirigentes de la Unión Europea a los que nadie votó, dejen de hablar
de “teorías de la conspiración” porque hoy ya LA CONSPIRACIÓN SE HA HECHO TEORÍA.
Y no sé de qué se la dan, si los miembros europeos de la OTAN han sido
reducidos al nivel de Estados-clientes. ¡Oh, el suicidio de Europa, qué
delirio! Y la OTAN continúa apoyando dictaduras como la de Arabia Saudí y el
funcionamiento eterno del campo de tortura de Guantánamo.
Me despido de nuestra
querida audiencia, agradeciendo su amable atención, invitándola a otra emisión
de EL CLUB DE LA PLUMA, el próximo domingo.
Y como tema musical,
presentaremos “Everybody wants to rule the world”, en español, “todos quieren
dominar el mundo”, canción enmarcada en el escenario de la Guerra Fría.
PROF. VIVIANA ONOFRI
Profesora en Letras
ex catedrática de la
Universidad Nacional de Mar del Plata