RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

viernes, 28 de agosto de 2015

ALGUNA DEFINICIÓN NOS ESTÁ FALTANDO…

ALGUNA DEFINICIÓN NOS ESTÁ FALTANDO…


 Se ha hablado de ella desde hace mucho, mucho tiempo, se ha utilizado su nombre para indicar los motivos de luchas, enfrentamientos, guerras. Se lo utiliza para enmarcar slogans, frases, consignas. Algunas veces, por no decir la mayoría, no suelen representar el real sentido del término.
Se suele utilizar también en discursos proselitistas con el que pretenden sensibilizar a parte de la sociedad, cuando en realidad es muy probable que desconozcan, quienes lo enuncian, la real significación de esa palabra, tan profunda, tan sensible.

 Lo que intentamos es reflexionar sobre el término “Patria”. La pregunta se impone porque en su nombre se han cometido actos heroicos y actos rastreros y crueles. Para algunos, la patria puede ser simplemente aquello que designa la tierra natal o adoptiva por la que se experimenta un sentimiento, una pertenencia. Para otros va mucho más allá de ese vínculo entre sujeto y territorio; tiene implicancias más amplias, abarcativas, que mueven a acciones colectivas relacionadas a la valoración, defensa y sustento por el lugar, el espacio, la tierra. El componente emocional es lo que diferencia al término elegido con el de Nación, un tanto más abstracto si se quiere.

 Según Félix Adolfo Lamas: “…Hay una vinculación lingüística y nocional originaria entre el concepto de patria y la paternidad, que es común a todos los pueblos indoeuropeos. Tanto en griego como en latín, patria en un neutro plural que significa las cosas de los padres. No se trata en este caso de la paternidad en sentido biológico sino social, como cabeza, origen o autoridad de una estirpe o de una casa. El padre de familia encarna la continuidad de ésta, asegurada y simbolizada por el culto familiar. La familia así entendida excede el marco de la carne y de la sangre -aunque lo suponga- y propiamente consiste en el vehículo de inserción social e histórica del hombre en la vida política (…) La patria es algo más que la tierra donde se ha nacido, se vive o nacieron nuestros padres: es, aún, más que la tierra que se vincula como una cierta raíz existencial de nuestra vida. Es también más que el pueblo entendido como totalidad social o étnica. Tampoco puede reducirse al mero pasado de dicho pueblo o de su tierra.
Ni es tan sólo la cultura. Es todo ello: pueblo, tierra e historia y cultura vivificados por una tradición que les confiere un sentido espiritual…” (1)

 Cabe aquí detenernos para destacar, en tiempos donde la cuestión de género se discute en todos los ámbitos, se expone ante toda pretendida imposición terminológica, ya sea histórica y/o presente, esto de la imposición del término Patria y su reconstrucción propuesta y sostenida por varias autoras, entre ellas Isabel Allende, Virginia Woolf, por el de “Matria”. Éste último, si bien  refiere en su interpretación al mismo sentido o definición respecto de Patria, y teniendo en cuenta que se hacía referencia a ella desde la antigüedad para indicar la tierra donde se ha nacido o donde se pertenece, no sorprende cómo desde los sectores de poder a lo largo de la historia, se han empecinado en reemplazar un término por el otro, con la clara intencionalidad de despojar la raíz misma del concepto. Manifestar que se está por la “Matria” era asignarle a lo femenino lo inaceptable desde la patriarcalización de la vida.

 Según relata el Historiador Gabriel Di Meglio, el término Patria estaba incluido en una tríada que se anteponía para la justificación de cada acción en tiempos de la colonia, que le asignaba un valor, una caracterización igual a Dios y al rey. Una tríada que se desarma tiempo después de la Revolución. Sin cuestionar la importancia y figuración de Dios, se impone por sobre la figura del rey, La Patria en conceptos y motivos de los Revolucionarios de la época.
La Patria pasa de ser uno de los elementos a los que se debía “obediencia”, según la tríada citada, a ser el motivo fundamental de los sentimientos. Se responde a través del término Patria, no ya a un rey sino al Pueblo. (2)

 Por otra parte, y también vale rescatar que, a la par de la masificación del término Patria, hay uno vinculado fundamentalmente a la cuestión originaria, Nación. Los colonizadores se encontraron con un abanico de naciones en todo el territorio, denominado por los revolucionarios Patria Grande, representación del ideario libertario.
Y la conceptualización de Nación por los originarios difiere en mucho a la referida por quienes la conciben desde un punto fundamentalmente jurista, legal.
Podríamos acordar que, tanto Patria como Nación, desde las visiones revolucionarias y originarias, indicaban prácticamente el mismo sentido de pertenencia y sentimiento, salvo la diferencia profunda en relación a la mística de los originarios en relación a “La Madre Tierra”.

 No obstante Matria o Patria, sin pretender entrar en una discusión sobre el género del término y significado, apostamos a una re-conceptualización de los mismos partiendo desde una discusión que refleje, dados los tiempos transcurridos, una nueva mirada, una nueva interpretación.
Creemos que se torna difícil referirnos a Matria o Patria sin vincularnos con nuestras esencias, nuestras raíces, nuestros orígenes y nuestros más profundos sentimientos.

 Percibimos que de alguna manera hemos comenzado a transitar un retorno a aquél sentido de pertenencia y origen concebido ancestralmente. Ese retorno no significa un retroceso, todo lo contrario, significa una renovación, un recambio conceptual relacionado a lo que nos han impuesto por siglos, por aquello que remite a una memoria colectiva, global.

 Un aporte para esta reconceptualización es pensar la Patria también en términos de frontera. Es altamente probable que lo que venga a la mente de cualquiera de nosotros cuando se nos nombra la Patria, sea el mapa de nuestro país o una bandera o una camiseta con todo su valor simbólico. Y así se incorpora la distinción: pertenecemos a una patria y no a otra, abrazamos una bandera y no otra. Esto cobra centralidad al pensar políticamente por qué América no es una patria: por qué territorios contiguos y continentales son pensados por nosotros ahora, en contraposición con San Martín y Bolívar, como otros, como patrias ajenas a nosotros. Esa fragmentación fue el gran logro de los imperios dominantes. Y tal vez desarticularla, borrar las fronteras y resetear esa fragmentación para pensar la patria sea lo verdaderamente revolucionario.
Entonces también nos plantearíamos pensar en términos de soberanía. Porque ser una patria soberana nos remite a defender una frontera con Chile, por ejemplo. Qué diferente habría sido la historia, si cuando habláramos de soberanía, no habláramos de Argentina, Chile o Paraguay, sino de América latina, de Nuestramérica, y los otros, los diferentes, fueran las banderas imperiales de cualquier origen.
 Tal vez sea este el giro que estemos necesitando para darle a la palabra Patria, para ser ciudadanos de un continente, para tener soberanía e impedir que nos pongan bases militares o nos “apoyen” con sus ejercicios en luchas que nos son ajenas. Porque necesitamos Patria, para dejar de ser “parias” en un mundo disputado por cuatro imperios que no tienen ningún respeto por la vida.

 Interpretamos que Patria o Matria ya son designaciones que nos completan como pueblos en un solo término.
No obstante tendríamos que colectivizar la propuesta de encontrarle alguna otra definición, tomando en cuenta todo lo expuesto y lo que cada una, cada uno elabore para alcanzar otra mirada, otra interpretación. Asimismo considerar eso de que Patria o Matria pueda ser despojada de todo tipo de frontera y entenderla como un todo.
Nuestra Matria, la Patria Grande, Nuestra Pacha merece un esfuerzo por resignificar y reconsiderar su alcance, su proyección, su impronta colectiva contemplada en la multiversalidad en toda nuestra geografía.

 Intentar plantearnos una discusión, un debate sobre re-definir aquello que nos contiene y nos agrupa, para despojarlo de convenientes imposiciones, urge en tiempos en que nuestras libertades y derechos están siendo amenazados.
Pensar a dónde y a qué pertenecemos asumiendo una integralidad colectiva, plural, nos puede dar la oportunidad de revalorizar nuestra existencia, con nuestro pasado y nuestro porvenir.
Hagamos que para Matria o Patria  valgamos el intento…

Que así sea.

NORBERTO GANCI –DIRECTOR-El Club de la Pluma
elclubdelapluma@gmail.com –elclubdelapluma@hotmail.com

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Notas, referencias y material consultado