RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

domingo, 14 de abril de 2024

APERTURA EDITORIAL PROGRAMA EL CLUB DE LA PLUMA 14-4-2024 - NORBERTO GANCI/GABRIELA FERNÁNDEZ

 

APERTURA EDITORIAL PROGRAMA EL CLUB DE LA PLUMA 14-4-2024

 

NUESTRO EDITORIAL… ¿PICANTE?

 

¡¡¡NO RECOMENDADO PARA OIDOS SENSIBLES…!!!!






PROGRAMA “EL CLUB DE LA PLUMA” EMITIDO EL DOMINGO 14 DE ABRIL DEL 2024 POR RADIO WEB “EL CLUB DE LA PLUMA” CÓRDOBA – ARGENTINA

 

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LA BANDA TERRORISTA OTAN EN SERBIA, AMÉRICA LATINA Y EL RESTO DEL MUNDO - PROF. VIVIANA ONOFRI

 

LA BANDA TERRORISTA OTAN EN SERBIA,

AMÉRICA LATINA Y EL RESTO DEL MUNDO 

 

 Un cálido abrazo a la distancia a toda la querida audiencia de EL CLUB DE LA PLUMA.

 Mi columna de hoy se apartará este domingo de la serie de reflexiones habituales, para centrarme en las acciones de la banda terrorista OTAN en Serbia, a 25 años del bombardeo que duró 78 días y, como temática impostergable para nuestra América Latina y Caribeña en estos momentos de máxima tensión mundial en una nueva Guerra Fría, no ya de Estados Unidos contra la Unión Soviética, sino de la OTAN/Estados Unidos/Reino Unido contra China y la Federación Rusa, Guerra Fría, reitero, en el escenario de nuestra maltratada y vejada América.

 

 Les recuerdo que los tiempos de la Geopolítica, Geoeconomía y Geoestrategia no se miden por meses ni años, sino por décadas y las acciones parecen imperceptibles, casi caprichosas y desconexas, pero todo forma parte de un plan planetario perverso, por lo tanto, no podemos restringir un verdadero análisis, si no tenemos en cuenta a todos los SUJETOS POLÍTICOS en la totalidad de nuestro planeta durante muchos, muchos años y saltando de un continente a otro, en un ida y vuelta en el tiempo y en el espacio

porque nos guía una visión conceptual, no recortes sesgados y malintencionados de lo que ocurre en la Tierra.

 

 La campaña de bombardeo de la OTAN sobre Yugoslavia comenzó un 24 de marzo de 1999, día macabro para recordar el inicio del ciclo más perverso de nuestra historia argentina, pero del año 1976. En el país de los Balcanes, Serbia, los bombardeos causaron al menos 1200 muertos, se arrojaron 9160 toneladas de bombas, daños para la salud y medioambientales con miles de toneladas de sustancias altamente tóxicas, incluyendo dioxina y mercurio y también municiones a base de uranio empobrecido. Tres meses de bombardeos, pulverizando cuarteles, puentes, carreteras, pero también escuelas, hospitales y viviendas. Yugoslavia obstaculizaba la expansión de la OTAN hacia el este, hacia la frontera de Rusia.

 

 Quizás estos hechos históricos no los recuerden, aunque tendrán muy presente por los informativos la locura de la OTAN en Europa que nos quiere llevar a una confrontación nuclear contra la Federación Rusa, pero América Latina y Caribeña no son nada ajenas de la amenaza potencial del monstruo de la OTAN. Claro, es menos visible, pero los fines y propósitos son tan macabros y espeluznantes como siempre.

 De permanecer fríos y distantes ante las acciones de la OTAN, nunca, por favor; Afganistán, Irak, Libia, Siria y Yemen nos lo recuerdan siempre. ¡Qué lejos están esos países: en Asia y, Libia, en el norte de África!

 En definitiva, nada de lo que ocurría allí nos involucraba directamente, ¿no?, y hasta permanecíamos indiferentes frente a la pantalla del televisor, pero la presencia militar de la OTAN en tierras de América del Sur y Central, aunque quizás ni nos enteramos, es creciente y poderosa.

 

 A finales de 2022, Estados Unidos tenía instaladas 12 bases militares en Panamá, 12 en Puerto Rico, 9 en Colombia, 8 en Perú, 3 en Honduras y 2 en Paraguay. En Argentina, en las aguas territoriales argentinas y en las Islas Malvinas en poder del Reino Unido, hay presencia de la OTAN, obviamente. Según el Departamento de Defensa de Estados Unidos, citado por el portal de Venezuela “Misión Verdad”, desde mayo de 2022, el Reino Unido está conformando un triángulo estratégico de control del extremo sur de Sudamérica.     Al sur de las Islas Malvinas, operan submarinos nucleares, además, Francia y Estados Unidos organizan regularmente maniobras militares en la región.

 

 Como acontecimientos que están ocurriendo ahora mismo en Argentina y sobre los cuales ustedes conocen más en detalle que yo que vivo en Europa: El ejército de los Estados Unidos ha tomado el control del río Paraná; la armada estadounidense está asentada en Tierra del Fuego; la DEA criminal ingresó en Córdoba; la CIA está afincada en la zona de la Triple Frontera y Marc Stanley tiene las llaves de la Casa Rosada.

 

 Y saltamos a otro continente: La Antártida. ¿Milei también va a regalar nuestro sector argentino de la Antártida y el paso bioceánico?

 Volvemos de nuevo a América con un dato más que significativo que quizás hemos olvidado. Desde 2017, Colombia se unió a la OTAN como socio extracontinental y se convirtió en el primer y único país de Latinoamérica en obtener un acuerdo de ese tipo en la Organización del Tratado del Atlántico Norte, que fue firmado por el expresidente Juan Manuel Santos en Bruselas.

 Y en este saltar de un continente a otro, volvemos a los actos terroristas otanistas en Serbia, en la Europa de los Balcanes. Como ha señalado Noam Chomsky, fue una guerra justificada por propaganda engañosa: que el líder yugoslavo Milosevic estaba involucrado en una limpieza étnica de los albanokosovares.

 De hecho, los enfrentamientos étnicos se habían cobrado decenas de vidas en Kosovo el año anterior, que incluyeron masacres de civiles albanokosovares por parte del Ejército de Liberación de Kosovo, así como ataques de milicias serbias contras albaneses.

Como tantas otras veces desde entonces, las potencias imperialistas explotaron un conflicto local que implicaba diferencias étnicas y religiosas para promover sus propios objetivos geopolíticos, en este caso, la desintegración final del otrora Estado socialista multinacional de Yugoslavia.

 

 Este complejo conflicto local no se ha resuelto. La OTAN creó el Estado de Kosovo independiente a partir del territorio yugoslavo. Estados Unidos aprovechó ese “momento unipolar” tras la caída de la Unión Soviética en 1991 para hacer valer su voluntad por la fuerza donde quisiera y la desintegrada Unión Soviética no tenía el poder ni la fuerza necesaria para responder como correspondía ante su aliada Yugoslavia.

 

 La existencia de un plan en Serbia ha sido repetidamente cuestionada, también la autoría de la propia “masacre de Radak”, como tantos otros argumentos presentados por los Estados de la OTAN para justificar su intervención. De acuerdo con el relato de la Alianza Atlántica, la negativa del Gobierno de Yugoslavia a firmar los acuerdos de Rambouillet no dejó otra opción que la intervención, ya que Milosevic no entendía otro lenguaje que el de la fuerza.

 Hoy sabemos que aquellos acuerdos probablemente estuvieran redactados para ser rechazados por las autoridades yugoslavas de 30.000 soldados de la OTAN en su territorio a los que Belgrado debía garantizar el permiso de tránsito y plena inmunidad. “Fue una provocación, una excusa para comenzar el bombardeo” declaró después Henry Kissinger para el periódico The Daily Telegraph. Con la guerra, la OTAN siguió también el plan de marginar a Rusia de la competición mundial y enviar a China

una señal de advertencia.

 

 Fue bombardeada también la Embajada de China causando la muerte de tres periodistas. Se trataba entonces y sigue tratándose hoy de las diferentes rutas hacia Asia Central, de las rutas hacia las materias primas, también a través de la Europa de los Balcanes. El objetivo son los ingentes recursos naturales en forma de oro, uranio y hasta 30.000 toneladas de petróleo que se encuentran entre Turquía, el centinela de la OTAN, en Oriente Próximo y China y los territorios en torno al mar Caspio. También la guerra contra Yugoslavia puede interpretarse como una medida para complementar la nueva tenaza de la OTAN que se extiende desde los Estados bálticos (Estonia Letonia y Lituania) en el norte, Polonia, la República Checa y Hungría hasta Grecia y Turquía. De este modo, se rodea a Rusia, creando al mismo tiempo, un puente desde Europa a Oriente Próximo y Medio.

 

 Aquel 24 de marzo de 1999, Estados Unidos y sus aliados dinamitaron los cimientos de la arquitectura mundial de postguerra. La OTAN llevó a cabo el bombardeo sin contar con la autorización del Consejo de Seguridad de la ONU, por lo que puede considerarse, en arreglo a la Carta de las Naciones Unidas, como una agresión contra un Estado soberano.

 Si el bombardeo de Yugoslavia en 1999 constituía una agresión de acuerdo con el derecho internacional, puesto que Serbia no había atacado a otro Estado ni existía una resolución de la ONU que amparase la intervención, ¿cómo se podía convencer al público occidental que la apoyase?

 

 Primero se desplazó el lenguaje. Milosevic fue despojado en los medios de comunicación de su título de presidente de la República Federal de Yugoslavia para convertirse en “líder serbio”, un término con connotaciones claramente despectivas. De igual modo, su gobierno se convirtió en “régimen”, otro término negativamente connotado. Después, el bombardeo se convirtió en una “intervención humanitaria” con el fin de evitar un genocidio o, incluso, según la prensa alemana, de un “segundo Auschwitz”.

 

 En el proceso, se banalizó al nazismo y se ofendió a la población de Yugoslavia. La táctica no es nada nueva para nadie: Nasser, el presidente egipcio había sido calificado como “el nuevo Hitler”, de manera más o menos parecida hicieron con Sadam Hussein o el presidente sirio Bashar al Assad.

 

 Me despido de nuestra querida audiencia agradeciendo su amable atención, no sin antes invitarlos a una emisión de EL CLUB DE LA PLUMA, el próximo domingo. Y antes de terminar les traduciré una parte del tema musical que escucharán. “Pensé que era una pesadilla, pero es real.

 Me dijeron que no vaya caminando despacio, porque el Diablo anda suelto. Mejor corre por la jungla. Mejor corre por la jungla. No mires atrás para ver. Creí escuchar un gran estrépito llamándome por mi nombre. Hay dos millones de armas cargadas. Satán grita: ¡Apunten!

  

PROF. VIVIANA ONOFRI

Profesora en Letras

ex catedrática de la Universidad Nacional de Mar del Plata