RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

viernes, 3 de noviembre de 2023

Carta de renuncia de Craig Mokhiber, Director de la Oficina del Alto Comisionado de las ONU

 Carta de renuncia de Craig Mokhiber, Director de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Nueva York


Esta será mi última comunicación oficial como Director de la Oficina de Nueva York de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH).

Le escribo en un momento de gran angustia para el mundo, incluidos muchos de nuestros colegas. Una vez más, somos testigos de un genocidio que se desarrolla ante nuestros ojos, y la Organización a la que servimos parece impotente para detenerlo.

Como alguien que ha investigado los derechos humanos en Palestina desde la década de 1980, vivió en Gaza como asesor de derechos humanos de la ONU en la década de 1990 y llevó a cabo varias misiones de derechos humanos en el país antes y después de esos períodos, esta situación me afecta personalmente.

También fue en estas oficinas de la ONU donde trabajé durante los genocidios contra los tutsis, los musulmanes bosnios, los yazidíes y los rohinyás. En cada caso, a medida que se asentaba el polvo sobre los horrores perpetrados contra poblaciones civiles indefensas, se hizo dolorosamente evidente que habíamos fallado en nuestro deber de cumplir con los imperativos de prevenir atrocidades masivas, proteger a los vulnerables y hacer que los perpetradores rindan cuentas. Lo mismo ha ocurrido con las sucesivas oleadas de asesinatos y persecución de palestinos a lo largo de la existencia de las Naciones Unidas.

Alta Comisionada, estamos fracasando una vez más.

Como abogado de derechos humanos con más de treinta años de experiencia en este campo, soy muy consciente de que el concepto de genocidio ha sido a menudo objeto de abusos políticos. Pero la actual matanza del pueblo palestino, arraigada en una ideología colonial etnonacionalista, una continuación de décadas de persecución y limpieza sistemáticas, basadas enteramente en su condición de árabes, y junto con declaraciones explícitas de intenciones por parte de los líderes del gobierno y el ejército israelíes, no deja lugar a dudas ni debates. En Gaza, hogares, escuelas, iglesias, mezquitas e instalaciones médicas están siendo atacados sin motivo y miles de civiles están siendo masacrados. En Cisjordania, incluida la Jerusalén ocupada, las viviendas son confiscadas y reasignadas únicamente en función de la raza. Además, los pogromos violentos perpetrados por los colonos van acompañados de unidades militares israelíes. En todo el país reina el apartheid.

Este es un caso de genocidio de manual. El proyecto colonial europeo y etnonacionalista de colonización en Palestina ha entrado en su fase final, hacia la destrucción acelerada de los últimos vestigios de la vida palestina autóctona en Palestina. Lo que es más, los gobiernos de los Estados Unidos, el Reino Unido y gran parte de Europa son totalmente cómplices de este horrible asalto. Estos gobiernos no solo se niegan a cumplir con sus obligaciones de "garantizar el cumplimiento" de las Convenciones de Ginebra, sino que arman activamente la ofensiva, brindan apoyo económico, inteligencia y encubren política y diplomáticamente las atrocidades de Israel.

De acuerdo con todo esto, los medios corporativos occidentales, cada vez más a instancias de los gobiernos, están violando completamente el artículo 20 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, deshumanizando incesantemente a los palestinos para justificar el genocidio y difundiendo propaganda de guerra y llamamientos al odio nacional. declaraciones raciales o religiosas que constituyan incitación a la discriminación, la hostilidad y la violencia. Las empresas de redes sociales con sede en Estados Unidos ahogan las voces de los activistas de derechos humanos mientras amplifican la propaganda pro-Israel. Los policías de Internet del lobby israelí y GONGOS acosan y difaman a los defensores de los derechos humanos, y las universidades y los empleadores occidentales colaboran con ellos para castigar a quienes se atreven a denunciar las atrocidades. A raíz de este genocidio, estos actores también tendrán que rendir cuentas, como fue el caso de Radio des Milles Collines en Ruanda.

En tales circunstancias, nuestra organización está más llamada que nunca a actuar de manera eficaz y basada en principios. Pero no estuvimos a la altura de ese desafío. El poder protector del Consejo de Seguridad ha sido bloqueado una vez más por la intransigencia de los Estados Unidos, el Secretario General está siendo atacado por sus mezquinas protestas, y nuestros mecanismos de derechos humanos están siendo objeto de ataques calumniosos apoyados por una red organizada en línea que defiende la impunidad.
Décadas de distracción por las promesas ilusorias y en gran medida decepcionantes de Oslo han distraído a la Organización de su deber esencial de proteger el derecho internacional, los derechos humanos y la propia Carta. El mantra de la "solución de dos Estados" se ha convertido en una broma abierta en los pasillos de las Naciones Unidas, tanto por su absoluta imposibilidad en la práctica como por su total fracaso a la hora de tener en cuenta los derechos humanos inalienables del pueblo palestino. El llamado "Cuarteto" no es más que una hoja de parra para la inacción y la sumisión a un statu quo brutal. La referencia (escrita por Estados Unidos) a "acuerdos entre las propias partes" (en lugar del derecho internacional) siempre ha sido un evidente juego de manos, destinado a fortalecer el poder de Israel contra los derechos de los palestinos ocupados y desposeídos.

Señor Alto Comisionado, me incorporé a esta Organización en el decenio de 1980 porque encontré una institución basada en principios y normas que estaban decididamente del lado de los derechos humanos, incluso en los casos en que los poderosos Estados Unidos, el Reino Unido y Europa no estaban de nuestro lado. Mientras mi propio gobierno, sus instituciones subsidiarias y gran parte de los medios de comunicación norteamericanos seguían apoyando o justificando el apartheid sudafricano, la opresión israelí y los escuadrones de la muerte centroamericanos, las Naciones Unidas defendían a los pueblos oprimidos de esos países. Teníamos el derecho internacional de nuestro lado.

Teníamos los derechos humanos de nuestro lado. Teníamos los principios de nuestro lado. Nuestra autoridad estaba arraigada en nuestra integridad. Pero ese ya no es el caso.

En las últimas décadas, importantes miembros de las Naciones Unidas han cedido ante el poder de Estados Unidos y el miedo al lobby israelí, abandonando estos principios y renunciando al propio derecho internacional. Hemos perdido mucho en este abandono, incluida nuestra propia credibilidad global. Pero es el pueblo palestino el que ha sufrido las mayores pérdidas a causa de nuestros fracasos. Irónicamente, la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) fue adoptada el mismo año en que se perpetró la Nakba contra el pueblo palestino.

Al conmemorar el 75º aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, haríamos bien en abandonar el manido mito de que la DUDH nació de las atrocidades que la precedieron, y admitir que nació al mismo tiempo que uno de los genocidios más atroces del siglo XX, el de la destrucción de Palestina. En cierto modo, los autores de la Declaración prometieron derechos humanos a todos, excepto al pueblo palestino. Tampoco olvidemos que las Naciones Unidas cometieron el pecado original de facilitar el despojo del pueblo palestino al ratificar el proyecto colonial europeo que se apoderó de tierras palestinas y las entregó a los colonos. Tenemos mucho por lo que disculparnos.

Pero el camino de la expiación es claro. Tenemos mucho que aprender de la postura de principios adoptada en los últimos días en ciudades de todo el mundo, donde millones de personas se manifiestan en contra del genocidio, incluso a riesgo de ser golpeadas y detenidas. Los palestinos y sus aliados, los activistas de derechos humanos de todas las tendencias, las organizaciones cristianas y musulmanas, y las voces judías progresistas que dicen "no en nuestro nombre", están liderando el camino. Todo lo que tenemos que hacer es seguirlos.

Ayer, a pocas cuadras de aquí, la Grand Central Station de Nueva York fue completamente invadida por miles de defensores judíos de los derechos humanos, que se solidarizaron con el pueblo palestino y exigieron el fin de la tiranía israelí (muchos de los cuales corren el riesgo de ser arrestados). Al hacerlo, barrieron en un instante el argumento propagandístico de la hasbara israelí (y el viejo cliché del antisemitismo) de que Israel representa de alguna manera al pueblo judío. Este no es el caso. Y, como tal, Israel es el único responsable de sus crímenes. A este respecto, vale la pena repetir, a pesar de las calumnias del lobby israelí, que las críticas a las violaciones de los derechos humanos por parte de Israel no son antisemitas, como tampoco las críticas a las violaciones saudíes son islamófobas, las críticas a las violaciones de Myanmar son antibudistas o las críticas a las violaciones indias son antihindúes. Cuando buscan silenciarnos calumniándonos, en lugar de silenciarnos, debemos alzar la voz. Espero que esté de acuerdo, Sr. Alto Comisionado, en que esta es la esencia de decir la verdad al poder.

Pero también encuentro esperanza en todos los miembros de las Naciones Unidas que, a pesar de las enormes presiones, se han negado a comprometer los principios de derechos humanos de la Organización. Nuestros relatores especiales independientes, comisiones de investigación y expertos de los órganos creados en virtud de tratados, así como la mayoría de nuestro personal, han seguido defendiendo los derechos humanos del pueblo palestino, incluso cuando otros miembros de las Naciones Unidas (incluso al más alto nivel) se han inclinado vergonzosamente ante los poderosos. En su calidad de guardián de las normas de derechos humanos, el ACNUDH tiene el deber especial de velar por ellas. Nuestra tarea, creo, es hacer oír nuestra voz, desde el Secretario General hasta el último recluta de la ONU y horizontalmente, en todo el sistema de la ONU, insistiendo en que los derechos humanos del pueblo palestino no se debatan, negocien o comprometan en ningún lugar bajo la bandera azul.

Entonces, ¿cómo sería una posición basada en las normas de la ONU? ¿En qué estaríamos trabajando si fuéramos fieles a nuestras exhortaciones retóricas sobre los derechos humanos y la igualdad para todos, la rendición de cuentas de los delincuentes, la reparación de las víctimas, la protección de los vulnerables y el empoderamiento de los titulares de derechos, todo ello en el marco del Estado de Derecho? La respuesta, creo, es simple: si tenemos la lucidez para ver más allá de las cortinas de humo propagandísticas que distorsionan la visión de justicia a la que hemos hecho un juramento, el coraje para abandonar el miedo y la deferencia a los Estados poderosos y la voluntad de levantar la bandera de los derechos humanos y la paz. Es cierto que se trata de un proyecto a largo plazo y de un camino empinado. Pero debemos empezar ahora, a menos que nos rindamos a un horror indescriptible. Veo diez puntos clave:

1. Acción legítima: En primer lugar, en las Naciones Unidas debemos abandonar el paradigma fallido (y en gran medida falaz) de Oslo, su ilusoria solución de dos Estados, su Cuarteto impotente y cómplice, y la subversión del derecho internacional a los dictados de sus supuestos méritos políticos. Nuestras posiciones deben basarse inequívocamente en los derechos humanos y en el derecho internacional.

2. Una visión clara: Debemos dejar de fingir que se trata simplemente de un conflicto territorial o religioso entre dos partes enfrentadas y admitir la realidad de la situación, que es que un Estado con un poder desproporcionado está colonizando, persiguiendo y despojando a una población indígena por su etnia.

3. Un Estado único basado en los derechos humanos: Debemos apoyar el establecimiento de un Estado único, democrático y laico en toda la Palestina histórica, con igualdad de derechos para cristianos, musulmanes y judíos, y, en consecuencia, el desmantelamiento del proyecto colonialista profundamente racista y el fin del apartheid en todo el territorio.

4. Lucha contra el apartheid: Debemos reorientar todos los esfuerzos y recursos de la ONU a la lucha contra el apartheid, como hicimos con Sudáfrica en las décadas de 1970, 1980 y principios de la de 1990.

5. Retorno e indemnización: Debemos reafirmar e insistir en el derecho al retorno y a la plena indemnización para todos los palestinos y sus familias que viven actualmente en los territorios ocupados, el Líbano, Jordania, Siria y la diáspora en todo el mundo.

6. Verdad y justicia: Debemos exigir un proceso de justicia transicional, que aproveche al máximo las décadas de investigaciones, investigaciones e informes acumulados por la ONU, con el fin de documentar la verdad y garantizar la rendición de cuentas de todos los criminales, la compensación de todas las víctimas y la reparación de las injusticias documentadas.

7. Protección: Debemos insistir en el despliegue de una fuerza de protección de la ONU con recursos suficientes y un mandato firme para proteger a los civiles desde el río hasta el mar.

8. Desarme: Debemos abogar por la retirada y destrucción de los arsenales masivos de armas nucleares, químicas y biológicas de Israel, evitando así que el conflicto conduzca a la destrucción total de la región y, quién sabe, más allá.

9. Mediación: Debemos reconocer que Estados Unidos y otras potencias occidentales no son mediadores creíbles, sino partes en el conflicto, que son cómplices de Israel en la violación de los derechos palestinos, y debemos enfrentarlos como tales.

10. Solidaridad: debemos abrir nuestras puertas (y las de la Secretaría General) a las legiones de defensores de los derechos humanos palestinos, israelíes, judíos, musulmanes y cristianos que se solidarizan con el pueblo de Palestina y sus derechos, y poner fin al flujo incontrolado de grupos de presión israelíes a las oficinas de los líderes de la ONU, donde abogan por la continuación de la guerra. la persecución, el apartheid y la impunidad, al tiempo que denigran a nuestros defensores de los derechos humanos por su postura de principios sobre los derechos palestinos.

Tardará años en llegar allí, y las potencias occidentales lucharán contra nosotros en cada paso del camino, por lo que tenemos que ser firmes. Debemos trabajar por un alto el fuego inmediato y el fin del asedio de Gaza, oponernos a la limpieza étnica de Gaza, Jerusalén, Cisjordania (y otros lugares), documentar el ataque genocida contra Gaza, ayudar a proporcionar a los palestinos ayuda humanitaria masiva y reconstrucción, cuidar a nuestros colegas traumatizados y sus familias, y luchar con todas sus fuerzas para garantizar que el enfoque de las oficinas políticas de las Naciones Unidas se base en principios.

El fracaso de las Naciones Unidas en Palestina hasta ahora no es razón para que nos demos por vencidos. Por el contrario, debería alentarnos a abandonar el paradigma del pasado que ha fracasado y a adoptar plenamente un curso de acción más basado en principios.

Como ACNUDH, unámonos con valentía y orgullo al movimiento contra el apartheid que está creciendo en todo el mundo, añadiendo nuestro logotipo a la bandera de la igualdad y los derechos humanos del pueblo palestino. El mundo está mirando. Todos tendremos que rendir cuentas de nuestra posición en este momento crucial de la historia. Pongámonos del lado de la justicia.
Gracias, Alto Comisionado Volker, por escuchar este último llamamiento de mi oficina. Dentro de unos días dejaré la Oficina por última vez, después de más de tres décadas de servicio. Pero no dude en ponerse en contacto conmigo si puedo ser útil en el futuro.

Le ruego acepte, señor Presidente, la expresión de mis distinguidos saludos,
Craig Mokhiber



LA NECESARIA REVOLUCIÓN ÉTICA - Dr. MIGUEL JULIO RODRÍGUEZ VILLAFAÑE

LA NECESARIA REVOLUCIÓN ÉTICA

 

 A cuarenta años de la recuperación de la Democracia que nos costó lograr, sentimos, muchas veces, que el sistema no se nutre de la ética que lo justifica. Debemos tener presente que, desde siempre, la ética ha guiado el comportamiento humano y el desarrollo cultural.

 Sin embargo, en una perspectiva pragmática, sin juicio ético, hubo momentos en los que se nos hizo creer que, en nuestro país, para mantener esta Democracia, debíamos aceptar una dosis de corrupción, porque atacar los vicios existentes en el poder, en general, nos podría llevar al caos. Todavía resuena en los oídos esas opciones electorales que pregonaban que, entre la estabilidad monetaria dolarizada y la lucha contra la corrupción, la sociedad tenía que optar por lo primero. A su vez, ahora se nos invita a un “cambio”, pero sin una direccionalidad que nos oriente bien, parece más un salto al vacío, que un avance moral en civilización democrática.

           

 Todo ello planteado también, desde espejismos económicos mentirosos, que solo beneficiaron y benefician a pocos y nos endeudaron a todos/as, dejándonos en manos de la usura en general y los fondos buitres.

 Lamentablemente, el mensaje tramposo penetró hondo en la conciencia social. Ahora se sienten las consecuencias negativas de esas falsas opciones, intrínsecamente inmorales.

 A lo que hay que sumar, la crudeza con la que se trató y se trata de matar valores e ideales democráticos, con un pragmatismo individualista, bajo el pretexto de que han muerto las ideologías.

           

 En ese contexto, resulta inaceptable que se proponga como puntos referenciales, por parte del candidato a presidente Javier Miley, del partido La Libertad Avanza, por ejemplo, cuando dijo: “Si yo tuviera que elegir entre el Estado y la mafia, me quedo con la mafia, porque la mafia tiene códigos, la mafia cumple, la mafia no miente y, sobre todas las cosas, la mafia compite”. Esa propuesta tramposa, nos invita a formarnos en ámbitos criminales para hacer un Estado mejor, por supuesto, desde una ética delictiva lo que es inaceptable. Aún más, con tremendo mal gusto, llegó a decir que “El Estado es el pedófilo en el jardín de infantes con los nenes encadenados y bañados en vaselina”. Asimismo, sostuvo Milei que, “el Papa Francisco es el representante del Maligno en la tierra”, porque pregona la justicia social. Agrega que, “habría que informarle ‘al imbécil que está en Roma’ que `la envidia, que es la base de la justicia social, es un pecado capital´”. Aún ´más llega a afirmar que: “La venta de órganos es un mercado más” y otras incongruencias más.

           

 Todo lo antes referido implica la ruptura total de las brújulas esenciales que nos deben guiar, en un sistema Democrático respetuoso de los Derechos Humanos.

 

Revoluciones democráticas

 Tenemos que llevar adelante la necesaria revolución democrática faltante, en nuestro país.

 Repárese que la primera gran revolución democrática la dio la ley que instauró el voto universal, secreto y obligatorio, que permitió, en 1912, que los sectores marginados en la toma de decisiones políticas, particularmente, los gauchos, los inmigrantes y sus descendientes, lograran ejercer el derecho de participar activamente, ser tenidos en cuenta y contribuir, de manera eficaz, al engrandecimiento del país.

           

 Luego, vendría la segunda revolución democrática, en 1947, con la consagración del voto femenino. Ello incorporó a la mujer en las determinaciones democráticas. Se produjo otro importante avance que estaba, injustamente, demorado.

 Pero todavía no se ha podido profundizar el pacto que hace a la esencia de la Democracia, que es la revolución ética faltante.

           

 Por mucho tiempo hemos diferido encarar las aristas corruptas y viciosas que desnaturalizan el sistema democrático, y esa infidelidad con el mismo nos llevó a vaciarnos y vaciar de esperanza el futuro.

 En esa perspectiva, no se puede ignorar, entre otras realidades, la inmoralidad que implica aceptar la pobreza y el desempleo como una situación dada, cuya solución se deja librada solo al mercado.

 Hoy, es imprescindible, en Democracia y desde ella, encarar la revolución ética faltante. Debemos transformar en poder político la voluntad firme de toda la sociedad de dar vida y eficacia al contenido moral que presupone la plena vigencia del sistema institucional.

 

Rescatar la política de la corrupción

 Resulta importante rescatar la política como el instrumento que busca consensos y que ayuda a avanzar entre todos/as para el bien común. En ello no se puede asumir, necesariamente, la idea por la que se sostiene que todos los políticos son corruptos, tratados como “casta”, porque la generalización indiscriminada no es verdad. Lamentablemente, de esa manera, también se desvalorizan los valiosos esfuerzos y entrega a lo público de muchos/as. Además, ello facilita que se abra la puerta a los que no les importa nada, que logran, de esa manera, asumir a cargos representativos o de gestión gubernamental, sin pudores.

 A su vez, en el compromiso con su pueblo, se necesitan políticos que no sean construcciones en las que, como productos, se los impone, básicamente, con slogans edulcorados, en los que no se explican las propuestas, ni se debaten las mismas, eliminando el necesario intercambio democrático de ideas y planes.

           

 Las decisiones democráticas no pueden quedar sólo en manos de gurúes del marketing político. Esto último se transforma más peligroso, cuando los grandes costos que significa encarar propagandas reiterativas y abrumadoras, que aturden el juicio crítico, puedan terminar financiadas por el narcotráfico, las mafias o la usura, y de esta forma, se anuden compromisos con el poder político, de impunidad y complicidades inaceptables.

 Hay que trabajar una cultura de transparencia, de control y de rendición de cuentas gubernamental, porque la corrupción es hija de la oscuridad.

           

 También debemos comprometernos y participar en Democracia, como un imperativo moral y de ninguna manera decir que, necesariamente, entrar en la política es “tirar a los perros la reputación”.

 Además, en este momento, la tecnología digital nos propone nuevos desafíos, especialmente, para el desarrollo de una nueva sociedad basada, ahora también en la Inteligencia Artificial. En ella los aportes de la tecnología digital deben asegurar un modelo de sociedad, montada sobre valores éticos, no solo sobre algoritmos matemáticos.

 Queda claro lo imprescindible que es, que se encare la revolución faltante, transformando en poder político, la voluntad firme de toda la sociedad de dar vida y eficacia, al contenido ético que presupone la plena vigencia del sistema democrático y los valores que lo nutren.

 

 


Dr. MIGUEL JULIO RODRÍGUEZ VILLAFAÑE

Abogado constitucionalista

y periodista de opinión

 

 


EPISODIO V: EL IMPERIO CONTRAATACA - LIC. CHRISTIAN CIRILLI

 

EPISODIO V: EL IMPERIO CONTRAATACA

 

 Si algo faltaba para confirmar que el conflicto israelo-palestino es una forma de ratificar un esquema internacional de poder basado en inestabilidad y el escarmiento, es que ha estallado en medio de dos situaciones peculiares a considerar.

 

 Primero, el agotamiento total del esfuerzo de guerra ucraniano, conflicto que ha ingresado en una especie de túnel de silencio en los foros mediáticos, pero que continúa con una tendencia a favor de Rusia, que quedó evidenciada ya en el fracaso de la contraofensiva de verano. Tal es así, que los rusos han tomado la iniciativa en ciertas ofensivas limitadas, tanto en el Donbás, en los frentes de Marinka y Avdeevka, frentes que están casi unificados, así como en Kupiansk, un poco más al norte. Mientras en el frente de Zaporozhie, los paracaidistas rusos asolaron fuertemente las ciudades de Orejovsky y Piatijatki.

 

 Estos ataques concentrados de las fuerzas rusas no tienen por propósito la liberación urgente y definitiva del Donbás, sino básicamente mejorar sus posiciones defensivas en posiciones geográficas más convenientes, a la vez de eliminar las bolsas ucranianas todavía en condiciones de combatir. Estos lentos pero decididos avances rusos marcan el principio del final de la tendencia de la guerra. Los ucranianos ya no atacan, sino que intentan organizar defensas, y sus patrocinadores “huelen” una derrota en el mediano plazo. Quizás es por ello que las luces se enfocan sobre el Cercano Oriente y lo que ocurre en el mar negro se llena de sombras. Ahora pretenden salvar las apariencias en un genocidio de un pueblo indefenso, donde se puede obtener una victoria fácil y estremecedora.

 

 El gobierno aliado de Israel y los straussianos que dominan la política exterior estadounidense se manifiestan consolidados en su posición de aniquilar cualquier atisbo de resistencia palestina, llevándose en ese torrente a toda la población civil, con una clara predisposición a expulsarlos de Gaza hacia el Sinaí, algo que, dicho sea de paso, fue reconocido por muchos dirigentes hebreos. Así las cosas, lo que el imperialismo no pudo lograr en Ucrania por la notable resistencia de la potencia rusa, entonces, lo demuestra cobarde y colateralmente, en las tierras gazatíes y cisjordanas, como una forma de colgarse una medalla recordatoria de su poder.

 

 El segundo hecho es que, mientras las potencias imperiales centrales, me refiero a EEUU, Reino Unido y Francia, vetaban en el Consejo de Seguridad una pausa humanitaria en la desbordada retaliación israelí, sucedía en Beijing el III Foro de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, donde se reunieron jefes de gobierno y altos funcionarios de más de 140 países y más de 30 organizaciones internacionales. La dicotomía es tan diáfana como obscena: mientras Occidente Colectivo propone guerras y negocios con la muerte, compartimentación ideológica y relaciones asimétricas, el “Sur Global” confirma un nuevo modelo de relaciones interestatales basados en principios como “apertura”, “beneficio mutuo” e “interconsultas”.

 

 Mientras Occidente propone un juego de suma-cero, donde lo que gana una parte es equivalente a la pérdida de la otra, el Foro OBOR (por One Belt, One Road) proyecta la idea de que el desarrollo de los países, en interdependencia, no es una amenaza ni un riesgo, sino una oportunidad mancomunada de prosperidad. Mientras la “comunidad internacional”, con Estados Unidos a la cabeza, brega por restaurar la hegemonía occidental en el mundo en términos de sujeción y genuflexión, llevándose en ese periplo el colapso del comercio mundial y el riesgo de una gran guerra mundial, las naciones de la Periferia bosquejan una versión alternativa de la globalización, sin uniformidad cultural, sin homogeneización ideológica, sin fusta financiera, sin sanciones y con una idea de equilibrio. No es casual, entonces, que aquello que empezó como un extraño atentado reivindicativo, raudamente se convierta en una guerra de aniquilación, casi, casi, como si hubiera estado planificada.

 Y tampoco es casual que esa guerra, que tiene como epicentro un verdadero Heartland geoestratégico, cercano al pentágono formado por las nuevas 5 naciones incorporadas al BRICS, esto es, Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Irán, Egipto y Etiopía, conlleve la extrema peligrosidad de generar una onda expansiva que se trague a todas las naciones cercanas y también lejanas al epicentro. La posición constructiva china, lejos de fraccionar, se articula justamente como una “Iniciativa”, esto es, abierta a quien quiera participar. El BRICS, asimismo, acaba de incorporar 6 naciones, muy disimilares entre ellas y con sus realidades particulares, pero que implica una noción de verdadera diversidad cultural, política y económicas, preservando la noción de soberanía.

 

 Estos conceptos contradicen la conciencia imperial o neocolonialista que Occidente está intentando reincorporar en el esquema de poder internacional… pero se está proyectando una nueva forma de gobernanza global, donde se reduzca la grieta norte-sur, se dé voz a los sin voz y se visibilicen los problemas en vez de barrerlos bajo la alfombra. Por supuesto, para que nazca ese mundo nuevo, debe morir el viejo. Y lo que está ocurriendo parecen ser estertores de un coloso que se resiste a morir, que está enquistado en sus modos de operar y que jugará sus cartas, con métodos destructivos, aun con el peligro de incendiarlo todo.

 

 Mientras las autoridades estadounidenses volaban a Israel, participando incluso del gobierno de excepción, léase, gabinete de guerra, dando su irrestricto e incondicional apoyo al masivo bombardeo sobre instalaciones civiles, Putin y Xi Jinping se reunieron en Beijing para seguir en su senda de asociación estratégica, que es la llave de una nueva fase de relaciones expandida. Con un olivo en la mano, para perseguir el desarrollo, y una espada en la otra, para no doblegarse ante las amenazas. Washington ya está hablando, para contrarrestar esa asociación, en una guerra simultánea en “dos frentes”. No hace falta ser muy perspicaz para saber de qué frentes habla.

 

 Tampoco hace falta ser muy inteligente para saber que el conflicto de Franja de Gaza podría desencadenar un conflicto regional con opción a global. El orden unipolar dominado por Estados Unidos, que está agotado, pero se resiste a fenecer, está siendo desafiado por un naciente, alternativo y mayoritario orden multipolar, que tiene un ritmo imparable en los motores ruso y chino, pero también en el iraní, el indio y el brasileño. La única manera, tosca, predecible, peligrosa de impedir ese nacimiento es atentar contra él. En ese marco emergen tensiones en el Pacífico entre China y Taiwán, en el corazón de Europa entre Rusia y Ucrania y en Oriente Medio, entre Israel y (a través de la atormentada Palestina) Irán.

 

 Les habló Christian Cirilli, les mando un abrazo grande y los espero, la semana que viene en el club de la Pluma, en oportunidad de una nueva columna de política internacional.

 

 


LIC. CHRISTIAN CIRILLI

Analista Internacional

 Licenciado en administración UBA De ciencias económicas

 

 

EL CLUB BILDELBERG - RED TAVISTOCK - Parte XXII - PROF. VIVIANA ONOFRI

 

EL CLUB BILDELBERG

LA ÉLITE QUE DOMINA EL PLANETA

RED TAVISTOCK

LAVADO DE CEREBROS A ESCALA MUNDIAL

Desde el Renacimiento, los proyectos de ingeniería social para estimular la destrucción del arte musical y sus consecuencias

Parte XXII

 

 Un cálido abrazo a la distancia a toda la querida audiencia de EL CLUB DE LA PLUMA.

 Mi columna de hoy continuará con una extensa reflexión de la mano de los lineamientos conceptuales del Dr. Daniel Estulin en sus libros LA VERDADERA HISTORIA DEL CLUB BILDELBERG, EL INSTITUTO TAVISTOCK y METAPOLÍTICA. Hoy, en particular, ahondaremos sobre la música y el arte de destrucción. ¿Suena extraño, no?

 

 Comenzaremos con una retrospectiva que nos situará en noviembre de 1923, fecha en que los círculos de la alta sociedad de Nueva York bullen de emoción y regocijo. Vuelan los telegramas entre Nueva York, París y Londres llevando la noticia del importante hito que se ha alcanzado en la música de los Estados Unidos: el último grito de la cultura. La noche de la víspera, en Nueva York, la soprano Eva Gauthier había hecho lo impensable. En el recital que ha dado en un importante teatro de música clásica, ha interpretado una selección de temas de jazz, acompañada al piano por su autor, George Gershwin. Ese concierto representaba el fruto del esfuerzo realizado durante dos décadas por dichos círculos.

 Obviamente, hubo que adoctrinar a los críticos de Nueva York respecto de la manera correcta de interpretar el significado de ese concierto y los críticos respondieron obedientemente. Gershwin era un genio.

 

 En diciembre de 1925, la Filarmónica de Nueva York, estrenó el Concierto en Fa para piano y orquesta, una amalgama dulcificada con sacarina de melodías de jazz con ecos de blues y el estilo armónico de los modernos de París (Stravinski, Ravel). Desde luego, el giro dado por Gershwin no se libró de las críticas de algunos detractores.

 La vulgaridad musical de Rhapsody in Blue, que había sido el primerísimo intento que había hecho Gershwin de escribir algo que fuera más exigente que una canción popular, era tal que varios críticos se sintieron obligados a alzar una voz de protesta. El estadounidense medio además puso objeciones a las canciones de Gershwin por su contenido pornográfico.

 El tema Do it Again, estuvo prohibido durante años en las emisoras de radio por su descarada alusión al sexo. Y ese clima creado en la prensa y en los medios, por quienes fomentaron la fusión del jazz con la música “seria” hacía crecer las voces de la oposición, pero el jazz se había vuelto respetable y había entrado en las salas de concierto. Había que escribir jazz y no sólo canciones, sino también partituras para orquestas, músicos o lo que fuera.

 

 La fusión de temas populares americanos y música “seria” que lanzó Gershwin durante los años veinte, constituyó el punto de inflexión que situó a toda la música, no sólo a la de los Estados Unidos, sino a la del mundo entero, dentro de un marco filosófico y social estrictamente aristotélico, porque a resultas de que se aceptase la fusión del jazz y de los clásicos, rápidamente quedó eliminado de la música cualquier objetivo intelectual y moral. El adolescente drogado de hoy que, en un acto de rabia infantil y antisocial, afirma que tiene derecho a exhibir su propio gusto musical poniendo música rock a todo volumen para que se escuche a varias calles de distancia, no está haciendo otra cosa que llevar el legado de Gershwin hasta las últimas consecuencias.

 

 El oyente que tenga una relación especial con música de compositores como Haydn, Beethoven, Brahms, Bach, Mozart, comprenderá en el acto de qué estamos hablando. Casi todos los adultos, cuando se les recuerda el estado actual de los valores morales y el deterioro intelectual de los jóvenes, conceden de inmediato que diversas formas musicales de hoy en día, en tanto homólogas del jazz moderno representan un material cultural y recreativo lastimosamente degradado. Ni hablar del reggaetón.

 No obstante, el estadounidense medio se sorprendería y hasta podría escandalizarse, si se le dijera que casi todo lo que él cree que es música popular americana, no sólo tuvo sus cimientos en el fascismo, sino que además fue alimentada, poco a poco, por los círculos de poder de Gran Bretaña, que giraban en torno a la Clínica de Tavistock.

 

 Parte de su plan, a largo plazo, era subvertir la base cultural de la independencia americana. Los mismos círculos que defendían y dirigían la institución de los esclavos en Estados Unidos, así como el comercio de esclavos, cultivaron los elementos más retrógrados y supersticiosos de la cultura negra de los esclavos a través del patrocinio de las sectas fundamentalistas de los siglos XVIII y XIX. Esos mismos círculos, sirviéndose de la odiosa y racista tradición de imitar el rostro de un negro, parodiaron sádicamente la propia imagen de los negros que ellos mismos habían creado y Estados Unidos lo aceptó como espectáculo.

 Los mismos círculos construyeron a continuación un imperio de muchos millones de dólares sobre esa parodia racista, con el fin de fomentar una moral infantil y regresiva de la población en general y esa falsa imagen de los negros, con el objeto de continuar con ese proceso regresivo de la población, hasta el punto de generar una franca psicosis colectiva. Hoy se nos presenta la degeneración moral de la juventud como el fruto de todos esos esfuerzos.

 

 Y ese éxito de Grershwin en los años veinte, se debió exclusivamente al resultado de un premeditado plan de la cerrada oligarquía que tiene su centro en Londres, oligarquía que representa el más alto nivel en el diseño de políticas, a lo largo de los dos últimos siglos, el Imperio Británico. Dicha oligarquía lleva siglos, desde el Renacimiento europeo, empeñada en impedir la creación de repúblicas industriales modernas que tomen como ejemplo las circunstancias en las que se fundó Estados Unidos.

 

 El crecimiento de esos Estados nación, orientados hacia la ciencia, ha sido una continua amenaza para el fundamental requisito sociopolítico del gobierno oligárquico: mantener a la población de todo el mundo en un estado de atraso que les permita manipular e instaurar una economía feudal basada en el trabajo de los siervos.

 A lo largo de la historia, esta facción y sus ancestrales homólogos se han valido de diversas formas del arte para reforzar el pensamiento mágico, la superstición y las concepciones propias de las personas incultas, con el fin de inducir a un irracionalismo paranoico e infantil en las poblaciones que pretenden controlar. Pero el interés de Gran Bretaña por el arte no se limitaba a los Estados Unidos, también se llevaron a cabo esfuerzos parecidos en Francia y Alemania, que ya se perfilaban como repúblicas industriales.

 

 A partir de la segunda y la tercera década del siglo XIX, hubo personajes pertenecientes a los círculos dirigentes de Gran Bretaña que patrocinaron el movimiento “romántico-futurista”, centrado en París, de Franz Liszt y Richard Wagner, con el fin de subvertir la tradición musical de Bach, Mozart y Beethoven. Dicha operación fue financiada generosamente por la familia de banqueros Rothschild. La doctrina de la aniquilación del arte era tan solo el medio popularizado a través del cual la nobleza gobernante británica buscaba romper el espinazo a la élite política republicana que dirigía el progreso industrial y científico de Europa.

 

 Las músicas de Wagner, Liszt y Berloiz marcaban el ritmo. Durante ese período, los británicos lanzaron numerosas operaciones políticas dentro de las artes. Más avanzado en el siglo, se formó la secta profeudal de la Hermandad Prerrafaelista que fue la base de la escuela de música, pintura y literatura del París del siglo XX. Y así, dentro de esos círculos, asociada a la música de Wagner, basadas en las teorías de la raza aria presentes en sus dramas musicales, contribuyeron al movimiento de la Alemania nazi. Y, aunque parezca mentira, la música de Wagner también sirvió de inspiración al desarrollo del sionismo dentro del judaísmo.

 

 Gertrude Stein, más que ningún otro artista, tuvo un papel fundamental dentro del movimiento del arte primitivista durante las primeras décadas del siglo XX en París. Su influencia llegó a impregnar a los músicos negros de jazz entre los años treinta y cincuenta.

 

 Stein, todas las noches, en su salón de París, entretenía a un círculo frecuentado por los pintores Picasso, Matisse y Diego Rivera, los escritores estadounidenses Ernest Hemingway y Scott Fitzgerald, los compositores Maurice Ravel y Stravinski, y muchísimos más, que pronunciaban frases como: “Todos vosotros pertenecéis a una generación perdida” y “Vuestro arte es un arte de destrucción”, una y otra vez.

 

 La música invoca las emociones del ser humano de forma muy convincente y directa; educa y moldea en la persona el sentimiento de identidad que alberga. Así pues, alguien que se haya criado y educado en la tradición de la música polifónica basada en el método de Platón, interioriza un sentimiento de identidad que ubica al “yo” dentro del proceso de perfeccionar la humanidad en su conjunto respecto de temas universales. Esa persona se alzará en defensa de los menos privilegiados, según los valores universales, se subordinará a la idea de perfección de la especie humana, como un todo, de la que ninguna parte es prescindible.

 Desde este punto de vista, es de importancia crucial reconocer que la propia república de Estados Unidos no se fundó sobre el principio de “libertad, sino sobre el concepto humanista neoplatónico de la perfección.

 

 Perversamente, los músicos que contrataban las compañías discográficas para crear jazz y blues eran reclutados en el submundo del crimen organizado, el menudeo de drogas y la prostitución. Para crear blues, se hacía una selección de prostitutas y homosexuales negros, se trazaban los perfiles y se escogían los que eran capaces de transmitir la imagen más profundamente obscena de degradación personal.

 

 A principios de los años cincuenta, el proyecto de ingeniería social se centró, bajo la dirección de la Inteligencia Británica, en el infame programa MK-ULTRA que dio lugar en los años sesenta a la explosión del LSD, y en los setenta, a la epidemia de drogas que asoló a la juventud estadounidense.

 

 Me despido de ustedes agradeciendo su amable atención, no sin antes introducir el tema musical que escucharán. Se trata de una sonata de Mozart para piano y orquesta, conocida como la Marcha Turca.

 Espero, sinceramente, volver a encontrarlos en una emisión más de EL CLUB DE LA PLUMA.

 

VIVIANA ONOFRI

Profesora en Letras

 ex catedrática de la Universidad Nacional de Mar del Plata