RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

lunes, 28 de agosto de 2023

EL BRICS SE AMPLÍA - LIC. CHRISTIAN CIRILLI

 

EL BRICS SE AMPLÍA 

 


 Desde el 22 y hasta el 24, ocurrió al fin, en Johannesburgo, Sudáfrica, la reunión del BRICS.

 Por si hiciera falta posicionarnos en la sigla y hacer un poco de historia, se trata de las iniciales de 𝐁rasil, 𝐑usia, 𝐈ndia, 𝐂hina y 𝐒udáfrica, en ese orden taxativo, las cinco naciones que conformaron tímidamente en 2006 un grupo de creciente importancia económica, pero que no se veía concretada (aun) en influencia sobre el orden establecido de las relaciones de poder.

 Si bien Rusia y China tenían, y siguen teniendo, un escaño permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, usualmente no estaban representadas en las decisiones de diseño global, fundamentalmente, en el espacio económico-financiero, y en la configuración de las instituciones regentes de gobernanza, por ello, su inquietud de protagonismo se plasmó en la colaboración mutua.

 Desde 1991, con la caída de la URSS y el desmoronamiento del bloque socialista, Occidente se vio cada vez más aventurado a acomodar caprichosamente sus objetivos a través de la manipulación de muchos espacios previstos para el debate, como la ONU misma, y cuando no pudo ejercer su dominio allí, entonces tomó medidas violentas, por motu propio, con el mero argumento de que la democracia, la libertad, los derechos humanos y el desarrollo, cuando no la voluntad divina, acompañaban el tenor de sus decisiones.

 Esta anomalía convertida en normalidad, en base a una abismal superioridad económica, tecnológica, propagandística y militar, fue el régimen de poder instaurado durante al menos 16 años, desde 1991 hasta 2007, cuando Vladimir Putin habló por primera vez de «multipolaridad» en la Conferencia de Seguridad de Múnich, asombrando a los oyentes occidentales, que lo tomaron un poco en sorna.

 Lo cierto, es que la citada conferencia o la delgada línea roja establecida un año después, en la guerra de Georgia del 2008, marcaba un límite a la retirada de Rusia y su reinicio como jugador global. Paralelamente, sobrevino también las primeras misiones internacionales chinas en búsqueda de «relaciones estratégicas», que parecieran haberse lanzado en consonancia con las Olimpiadas de Beijing, y asimismo, surgió una nueva proyección brasileña en el cono sur americano bajo una égida latinoamericanista, y se avizoraba una India con rasgos nacionalistas en su subcontinente, con una población y un PIB desbordante de vigor.

 En ese marco, nació el BRICS, en principio como un grupo de comunión entre miradas globales «desde el sur», como una necesidad de formar un espacio propio ante las políticas hegemónicas «basada en reglas» de Occidente, o como les gusta llamarse, «la comunidad internacional».

 Las naciones líderes de ese «Sur Global», que no es un concepto geográfico sino identitario, dicho sea de paso, entonces decidieron hacer reuniones de interconsultas para no estar tan atados a las vulnerabilidades que las crisis capitalistas – como la crisis de las hipotecas subprime y la quiebra del Lehman Brothers, que ocurriera en 2008. Justamente, fue un año después, en 2009, cuando aconteció su primera reunión oficial, en Ekaterimburgo, Rusia, por lo que se dice que ese fue formalmente su puntapié inicial.

 El objetivo inicial, entonces, no fue constituir un polo de poder confrontativo con el G7 o con las instituciones que reglan el poder global emanadas de Bretton Woods (como el FMI, el Banco Mundial, la supremacía del dólar) o las derivadas de la Carta del Atlántico (como la OTAN). En honor a la verdad, el BRICS nació como una cúpula de autoprotección, que intentaba fomentar un bloque entre las economías entonces llamadas «emergentes» para promover acuerdos bilaterales de comercio entre los países miembros y así sortear de la mejor manera posible los vaivenes de los mercados.

 Pero con el correr de los años, el BRICS se fue consolidando y asumiendo más desafíos globales. Y tuvo mucho que ver también el nacimiento equivalente de otras instituciones como la Organización de Cooperación de Shanghái o iniciativas comerciales como la Iniciativa de la Franja y la Ruta, dos espacios, uno político y otro económico, que empezaron a ser vistos por Occidente como polos de confrontación.

 El BRICS, mientras tanto, daba un salto de calidad al incorporar a Sudáfrica, en 2011, que, si bien como economía no era demasiado relevante, sí constituía, como nación, una afiliación de gran relevancia estratégica pues llevaba implícito un gran valor simbólico, dado que no se puede representar al «Sur Global» sin la incorporación de África, el continente más relegado, omitido e invisibilizado en las decisiones de gobernanza global.

 Pronto el BRICS empezó a tener más y más atractivo: uno de los pasos fundamentales fue la creación del Nuevo Banco de Desarrollo, llamado vulgarmente «Banco BRICS», destinado a financiar proyectos productivos, sin injerencismos políticos ni condicionamientos estructurales, ni siquiera, alineamientos a una determinada política exterior.

 Mientras tanto, esas «economías emergentes» iban sumando éxitos y peso específico. Para 1995, años en los que Estados Unidos dominaba aun en todos los aspectos de la gobernanza global, los BRICS (que aún no estaban formados como tal) constituían el 16,9% del PIB PPA (paridad de poder adquisitivo) mundial mientras que el G7 significaba el 44,9%. Ya para 2010, a poco de su formación el BRICS representaba el 26,6% mientras el G7 el 34,3%. Ahora, en 2023, el BRICS ha superado al G7 representando el 32,1% contra el 29,9%. Esto marca el acelerado pivote del poder económico hacia la periferia, fundamentalmente hacia su puntal, China, que representa el mayor aportante a la cifra. Los datos que acabo de comentar los brinda el FMI, o sea, justamente un organismo creado por la Anglósfera en 1944.

 Con este notable vuelco en la producción de bienes y servicios, o sea, de riqueza, es lógico que el BRICS se plantee ahora mayor influencia en la toma de decisiones, algo que el G7, dominado por las naciones occidentales se niega rotundamente a admitir, utilizando, incluso, la amenaza de la fuerza para evitar esa declinación.

 Por supuesto, el artífice de esta construcción es el espectacular ascenso económico de China, que ha remodelado el comercio mundial, la inversión, la industria y las cadenas de suministro. Pero no solamente eso, sino su «diplomacia multipolar» basada en el respeto por las identidades nacionales, sus formas constitutivas de gobierno, sus articulaciones culturales y fundamentalmente por su política no excluyente, abiertas al diálogo y al intercambio productivo.

 No tan atrás está India, que sigue un camino similar, con una notable capacidad tecnológica que la posicionan como la segunda potencia económica del bloque.

 Pero más allá de las realidades están las potencialidades económicas. Los BRICS unidos poseen nada menos que el 29,5% de la superficie del planeta, con acceso a mares y océanos, y un mercado de más de 2.400 millones de habitantes, o sea, el 42% de la población. Para más ventajas cuentan con 26,5% de las tierras agrícolas y Rusia y Brasil se erigen además como países ricos en hidrocarburos. Encima, salvo Rusia, e increíblemente ahora China, todos tienen tendencias crecientes de la tasa de natalidad.

 Y tres de sus naciones tienen el dominio del átomo para fines bélicos. Rusia, tiene 5900 ojivas, China 350, India 160, todos con sus propios vectores de lanzamiento.

 En esta última reunión, la XV de las realizadas, se decidió por primera vez la expansión del Grupo, que seguirá probablemente con la misma denominación: se incorporaron Argentina, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Etiopía e Irán.

 Nótese la calidad de las naciones integradas: Arabia Saudita, Irán y Emiratos Árabes son grandes productores de petróleo, miembros plenos de la OPEP y fundamentales en cuanto a la ligazón del dólar al mercado energético. Al parecer, los arreglos logrados por China para «amigar» a dos aparentes enemigos irreconciliables rindió sus frutos y ambos ahora están en el camino del desarrollo conjunto. Ídem para Emiratos Árabes, que no hace mucho tiempo atrás, conspiraba y financiaba junto a los saudíes – bajo una línea de pensamiento occidental – para llevar a Siria a «la edad de piedra».

 Hoy todos abandonaron la idea de la confrontación y son recompensados con el ingreso a un grupo que ya excede el objetivo de progreso económico y se articula como un espacio de reflexión para la formación de un NUEVO ORDEN MUNDIAL.

 Se avienen al bloque también dos nuevas naciones africanas: Egipto, la nación más poderosa del África norte, por cuyo territorio atraviesa en Canal de Suez, y Etiopía, la nación independiente más antigua del continente, con influencia en la conflictiva zona del Cuerno de África. Y por Latinoamérica hispana, ingresa Argentina, quien aún con las dificultades de todo tipo que atraviesa es innegable su potencialidad industrial y su aun elevada capacidad humana para afrontar desafíos de todo tipo.

 La expansión del BRICS es coincidente con la mentalidad abarcadora tantas veces promulgada en discursos: ahora se hizo realidad y seguramente en las próximas reuniones se analizarán más incorporaciones, pues candidatos no faltan, entre los que se cuenta Venezuela, Bolivia y Cuba, para nombrar solamente los americanos. 

 Con más o menos bemoles en los tonos y las palabras los diferentes mandatarios enfatizaron que el modelo BRICS de desarrollo y crecimiento es contrario al enfoque de hegemonización de Occidente. En ese aspecto, Xi Jinping ha sido bastante duro al resaltar que «obsesionado con mantener la hegemonía, un país ha hecho todo lo posible para paralizar los mercados emergentes y los países en desarrollo», una referencia obvia a Estados Unidos. Además, dijo que la paz y la estabilidad, algo que interpretaron bien iraníes y saudíes, es una elección hacia el desarrollo, pero una nueva Guerra Fría, una polarización buscada por la agenda hegemónica, interrumpe el desarrollo soberano y el derecho a la prosperidad. 

 De esta manera, el BRICS se articula como un 𝑭𝒐𝒓𝒐 𝑨𝒏𝒕𝒊-𝑩𝒆𝒍𝒊𝒄𝒊𝒔𝒕𝒂, que repudia las acciones militares o de fuerza, que claramente, tienen destinatarios a aquellos países que pretenden ser beneficiarios de la riqueza, que muchas veces, generan y no tienen.

 Un tema fundamental que ha sido tratado fue el de la des-dolarización del comercio internacional, un tema que pone excesivamente nervioso al Hegemón estadounidense y que justamente es el argumento no declarado pero visible de sus acciones guerreristas y su mentalidad de compartimentación.

 El presidente brasileño Lula cree que tiene que ser BRICS quien emplee una «nueva unidad de referencia» para proteger así al comercio de la mayor volatilidad de la moneda de reserva. Y si bien no lo afirmó, es evidente que también se refería a la fusta de las sanciones, una política ilegal que es aplicada constantemente por aquéllos que dominan la emisión del dólar.

 Putin, que se dirigió en videoconferencia para no incomodar a Sudáfrica ante el surrealista pedido de captura de la Corte Penal Internacional, criticó a Occidente justamente por la política irresponsable de imponer sanciones como elemento de presión y extorsión, vulnerando las reglas del comercio libre (generando una especie de «proteccionismo encubierto») y causando inflación masiva, desempleo y desigualdad.

Agrego de mi autoría: No solamente se trata de las sanciones, sino también de los endeudamientos excesivos, a través de la implantación de burguesía-compradoras de mentalidad imperialista, pues con la deuda y las sanciones, Occidente manipula salarios, inflación y con ello, el humor social. 

 Gran resaltado para una frase de Lula, quien denunció con todas las letras el doble-rasero de la agenda de «energía verde» impulsada por Europa (fundamentalmente). Dijo: «Existe un neo-colonialismo verde de las grandes potencias como forma de enmascaramiento de políticas proteccionistas y los intereses propios del Norte Global» ... y ojo que lo manifiesta el primer mandatario del país poseedor gran parte de la cuenca del Amazonas.


Capítulo aparte para Argentina.

 El ingreso en BRICS, per sé, es una buena noticia, pero siempre y cuando el pueblo argentino elija un mandatario consciente de los increíbles y acelerados cambios en el esquema de poder económico y político que ¡ya! están sucediendo. Mientras las naciones del BRICS, hoy expandidas, plantean el fin del dólar como moneda hegemónica de intercambio y atesoramiento, existen candidatos presidenciales que atrasan 40 años y en una suerte de neo-menemismo promueven la dolarización, absolutamente a contramano de la realidad.

 De manera adicional, mientras se está armando una nueva arquitectura financiera global, con la aparición de nuevas instituciones y un entramado más equitativo y redistributivo, hay candidatos que sugieren mayor subordinación al FMI a través de nuevos costosos préstamos; costosos no solamente en tasa sino en cláusulas. 

 Mientras el BRICS habla de una derogación de la vieja División Internacional de Trabajo – por ejemplo dejando de lado el esquema tradicional de periferia-metrópoli y fomentando la industrialización compartida y los offsets, aquí hay candidatos que solo hablan de exportar commodities y de eliminar el 100% de las retenciones al agro.


LIC. CHRISTIAN CIRILLI

Analista Internacional

Licenciado en administración UBA De ciencias económicas