UNA
FACCIÓN DE AL-QAEDA GOBIERNA SIRIA
NETANYAHU
Y SUS RELACIONES OCULTAS CON HAMÁS
GUERRAS
DE BAJA INTENSIDAD, INSURGENCIA: MECANISMOS PARA LOS CAMBIOS DE RÉGIMEN
Y EL
ATENTADO DE CROMAÑÓN (ARGENTINA)
Un cálido abrazo a
toda la querida audiencia de EL CLUB DE LA PLUMA. Un día más, nos encontramos
en este espacio de reflexión compartida en el que, la mayoría de las veces, desarrollamos
problemáticas que abarcan a la mayoría de la Humanidad.
¡Cuántas hipótesis!
Lo de Siria huele a pacto entre Washington y Moscú, un cambio de
“figuritas” con Ucrania de fondo. La rápida caída del
gobierno sirio ha sorprendido a todos.
En lugar de empezar
una batalla, Bashar al-Assad desaparece, se va a Rusia y cae Damasco; esto apunta
a un posible pacto entre Estados Unidos y Rusia con Irán, tampoco podemos
descartar la entrega por dinero de los altos mandos del ejército sirio.
La batalla de Irán y
Rusia con la OTAN para establecer la ruta del gas de Oriente Medio a Europa
pasando por Rusia con dos gasoductos, señala que Siria es un país clave para el
tránsito, conectando el Mar Caspio, el Mar Negro, el Golfo Pérsico y el
Mediterráneo.
Sumemos que Qatar que
es la tercera mayor reserva de gas natural del mundo, financia a Hamás y es
socio de Estados Unidos. Siria corta sus relaciones con Irak, que ahora firma
contratos con China y, con la salida de Assad, la OTAN recupera el gasoducto
sirio.
Y la crisis en la
Unión Europea continúa de manera galopante con el caos en Rumanía. “Para qué celebrar
elecciones, que nos digan los burócratas quién desean que gane”, en referencia
a la primera vez que se anulan las elecciones en la Unión y no por fraude, sino
por “intoxicación en redes” y Bruselas cierra la boca.
Lo que es una verdad
incuestionable es que Occidente festeja porque Siria ha quedado en manos de una
extensión del grupo terrorista musulmán asesino Al-Qaeda y que su líder
conocido como “Yolani”, había sido designado como terrorista desde 2013,
mientras que su organización fue prohibida por la administración Trump en 2018,
cuando se puso una recompensa de 10 millones de dólares por su cabeza. Si a
“Yolani” le quitamos la barba, parece Zelensky y ya dejó de ser, como “por arte
de magia”, un terrorista asesino y cruel, para transformarse en un defensor de
la libertad y la democracia.
Ahora, Estados Unidos
se plantea eliminar de la lista al grupo terrorista, busca garantizar la
estabilidad de Siria y, a partir de este momento, el diálogo del país del norte
será con los grupos terroristas musulmanes. No es el momento de hablar sobre el
gobierno de Bashar al-Assad, si era una dictadura o no lo
era; Jordania es una dictadura y a nadie se le “mueve un pelo”.
Tampoco plantearnos
si en Siria había corrupción, lo que sí había logrado el expresidente es que a
pesar de la destrucción del país y de las sanciones ilegales de Occidente, el país
gozaba de cierta estabilidad política, sin olvidar que era un país ocupado: en
la franja norte, por Turquía; en una parte de los Altos de Golán, por Israel y,
en la zona petrolera, por Estados Unidos y por grupos terroristas musulmanes,
más de cuarenta, financiados, entrenados y organizados por Occidente y no nos
olvidemos de las acciones de los kurdos en territorio sirio.
Parece que la masa educada
frente al televisor se olvidó cuando Occidente quiso llevar la democracia a
Afganistán, a Irak, a Libia y en qué se convirtieron hoy esos países. Ahora se
habla de que había que llevar la democracia y la libertad a Siria. ¡Imponer la
sharia o ley islámica que es el cuerpo del derecho islámico, una democracia
bárbara! ¡Y qué mentira es la pugna entre árabes y musulmanes, cuando Israel
coordina acciones con terroristas musulmanes y, ¡oh, sorpresa!, Hamás está a
favor de los terroristas yihadistas! Siria que era un Estado laico, ya comenzó
su proceso de islamización radical.
¡Qué pasará con los
varios tipos de comunidades cristianas que convivían pacíficamente con otras muchas
religiones en el país del Levante; qué ocurrirá en la Unión Europea expuesta al
terrorismo yihadista! ¿Más atentados en Francia o Bélgica? Parece que Occidente
se olvidó cuando en el inicio de la guerra en Siria, los terroristas
crucificaron cientos de cristianos y prendían fuego a los prisioneros. Ese es
el tipo de personas que gobernarán Siria.
Los grandes ganadores
de la cantonización o balcanización de Siria son Israel, Turquía, los kurdos y,
obviamente, Estados Unidos, pero hay alguien que actúa en las sombras y que no
se nombra: el Imperio británico.
Y la primera
consecuencia de las masacres que Israel está perpetrando en Gaza, Cisjordania, en
Líbano, en Irak, en Yemen no es lo que creíamos e Israel sigue bombardeando
suelo sirio. En este mismo instante, los criminales que detentan el poder en
Tel Aviv siguen adelante con sus planes de expansión y ahora comienza la rapiña
y el saqueo a nivel despiadado entre todos.
Los frentes de guerra
de Ucrania y Líbano se habían fusionado y se habían desplazado hacia Siria,
aliada de Rusia y, en Asia-Pacífico, en Corea del Sur, aliada de Occidente y
volvemos a Europa con la farsa, una auténtica dictadura liberal de la Unión
Europea, como la de Pinochet en Chile, la farsa de democracia con lo que
ocurrió en Rumanía que, como el resultado electoral no fue favorable para Occidente,
anuló las elecciones y recordando la “revolución de color” en Georgia, ese
pequeño país de la Europa del Cáucaso, que podría ser otro frente de choque
contra Rusia.
Lo de Georgia también
respondería a la idea de “guerras de baja intensidad” que los angloamericanos
han hecho tan famosas y populares en todo el planeta y, aquí, nos viene a la
mente, lo que ocurrió en Argentina en 2004, con el llamado “accidente” en la
discoteca Cromañón que aparece en escena, ¡oh, casualidad!, ante la carrera
estrepitosa de Aníbal Ibarra y un movimiento peronista tan, pero tan imparable
con una aceptación casi del 80% de sus ciudadanos; aclaramos, Aníbal Ibarra
estaba a cargo del gobierno de la llamada “Capital Federal” y Cromañón destruyó
su carrera política.
Aquí seguimos la
hipótesis de que Cromañón fue un atentado excelentemente planificado por los
servicios secretos angloamericanos y los sectores opositores a nuestro
movimiento nacional y popular de toda la vida, como los bombardeos de la Plaza
de Mayo de 1955.
Cromañón fue un
atentado, hipótesis defendida y confirmada por el compañero investigador
Guillermo Robledo que, en un documento de 54 páginas, demostró su hipótesis. Al
hablar de guerras de baja intensidad, nos referimos a movimientos de
insurgencia, entendiendo por estos las acciones que un grupo minoritario
realiza dentro de un Estado para forzar un cambio político mediante una
combinación de subversión,
propaganda y presión militar, persuadiendo o intimidando a
la gran masa de la población para aceptar dicho cambio. La organización, los
objetivos y las tácticas usadas pueden ser muy variadas y diferentes según los
grupos y las circunstancias. Cada insurgencia es única por la forma en que se desarrollan
y se combinan todos los factores que la constituyen. No obstante, podemos
afirmar que el objetivo final es obtener el poder político y, para ello,
intentará movilizar a la población para recabar su apoyo o, al menos, conseguir
su pasividad.
Luego del atentado de
Cromañón, apareció Macri en escena en el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
La doctrina de la guerra de baja intensidad y la doctrina de la decepción por
la política para condicionar a los países es otra forma de las guerras en
sentido estricto.
Y volvemos a Medio
Oriente. La teoría estúpida que Netanyahu utiliza hoy para justificar sus guerras
en siete frentes es la de que existe un choque de civilizaciones entre la
civilización occidental y las civilización islámica, china, etc. Sin embargo,
en 2014, Netanyahu se hacía fotografiar visitando en el Ziv Medical Center de
Zefat, a 500 oficiales de al-Qaeda heridos en Siria que recibían atención
médica en Israel. Nathan Sharanski quien fue ministro de Ariel Sharon, concibió
la narrativa según la cual no son ciertos dirigentes israelís quienes rechazan
la paz, sino todo el conjunto de los palestinos. También inventó después que
los revolucionarios iraníes querían echar a todos los judíos israelíes al mar,
a pesar de que en Irán existe toda una comunidad judía que vive allí
tranquilamente y que incluso está representada en el parlamento de la República
Islámica de Irán.
La coalición
gubernamental israelí formada alrededor de Netanyahu, en realidad, continúa el
proyecto colonial de Vladimir Jabotinsky: la creación de un imperio que
abarcaría todos los territorios entre el Nilo y el Éufrates, es decir, desde
Egipto hasta Irak.
El proyecto de los
sionistas revisionistas, el “Gran Israel”, apunta a apoderarse de todos los
territorios del antiguo imperio asirio, imitando al protector de Jabotinsky,
Benito Mussolini, quien pretendía restaurar el antiguo imperio romano. Los
occidentales tratan ese conflicto como si fuese un problema étnico, como si la cuestión
fuera un enfrentamiento entre judíos y árabes, en lugar de tratarlo como la
cuestión política que es.
Y el gobierno iraní
se negó a apoyar a la resistencia libanesa frente a la invasión israelí. Una facción iraní en el poder incluso entregó
a Israel informaciones que permitieron asesinar a los principales responsables
militares del Hezbolá libanés, y a su líder, Hassan Nasrallah. Ya es evidente
que existe algún tipo de arreglo entre Washington, Teherán y Tel Aviv.
En Yemen, el movimiento
Ansar Allah, ya convencido del cambio de Irán, ha adoptado disposiciones
especiales de seguridad para garantizar la protección de su líder y evitar que
corra la misma suerte que el asesinado líder libanés, Hassan Nasrallah. No
existen buenos y malos: la realidad es caleidoscópica.
Una constante en el
comportamiento de los sionistas revisionistas israelíes es que se esfuerzan por
destruir pruebas materiales de sus mentiras. Los israelíes saben que Netanyahu
ayudó a Hamás desde que obtuvo el cargo de primer ministro hasta el 7 de
octubre de 2023. Él aseguraba que su estrategia consistía en favorecer a Hamás
como medio de luchar contra la Organización para la Liberación de Palestina de
Yasser Arafat, pero, los hechos demostraron que el objetivo de Netanyahu no era
destruir la OLP, sino impedir la creación de un Estado palestino. Netanyahu, inicialmente,
entregó dinero en secreto a Hamás y después comenzó a hacerlo oficialmente a
través de Qatar, unos 2500 millones de dólares, permitiendo a la organización
construir su red de túneles y armarse.
Netanyahu y Hamás
obtenían así el respaldo de los servicios secretos anglosajones, fieles a la
estrategia anunciada en 1916 por el británico Herbert Samuel: había que lograr
que el Estado judío y el Estado palestino nunca estuviesen en condiciones de
garantizar su seguridad por sí mismos. Como siempre, Gran Bretaña está de “los
dos lados del mostrador”.
Y la Argentina de Milei
está atada a esa red de terroristas asesinos sionistas y angloamericanos, de
igual manera, la Unión Europea. Creemos que piensan que el Imperio británico ya
no existe: un descomunal error.
En contra de la
opinión popular, el Imperio británico todavía existe y, en muchos aspectos, es
más global, poderoso y feroz que cuando estaba en su apogeo en los siglos XVIII
y XIX. Además, el Reino de Arabia Saudí, creado por el Imperio británico entre
1901 y 1932, es una prolongación clave de ese Imperio y, hoy, Londres es la
sede de decenas y decenas de las organizaciones terroristas internacionales más
sangrientas y despiadadas, financiadas y protegidas por el gobierno y por la
propia Corona británica.
Es importante que
reflexionemos que los problemas actuales en Oriente Medio son el resultado de
apenas tres décadas de presencia francobritánica que sembraron las semillas de
algunos de los conflictos actuales de la región. Al caer el Imperio otomano
tras la Primera Guerra Mundial, Francia y Gran Bretaña repartieron sus
territorios.
El Imperio otomano cayó
después de más de quinientos años y ahí había una unidad política árabe y
religiosa, musulmana. Las fronteras actuales son casi las mismas que las acordadas
en la década de 1920 y, además, gran parte de las tensiones comunitarias y
sectarias en la región surgieron en ese momento.
Siguiendo la premisa
“dividir para gobernar”, franceses y británicos privilegiaron a las minorías, ahondando
las antiguas diferencias y creando nuevos agravios y sumemos el reparto
arbitrario del territorio que impidió que la población se identificara con los
nuevos Estados, lo que sigue siendo un problema un siglo después.
Me despido de nuestra
querida audiencia, agradeciendo su amable atención, e invitándola a una nueva
emisión de EL CLUB DE LA PLUMA, el próximo domingo. ¡Hasta la victoria,
siempre, compañeros!
PROF. VIVIANA ONOFRI
Profesora en Letras
ex catedrática de la
Universidad Nacional de Mar del Plata