RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

martes, 20 de febrero de 2024

EL CLUB BILDELBERG - RED TAVISTOCK - Parte XXXIII - PROF. VIVIANA ONOFRI

 

EL CLUB BILDELBERG

LA ÉLITE QUE DOMINA EL PLANETA

RED TAVISTOCK

LAVADO DE CEREBROS A ESCALA PLANETARIA

El cambio de civilizaciones a través del prisma de los Proyectos Globales

Parte XXXIII

 

 

 Un cálido abrazo a toda la querida audiencia de EL CLUB DE LA PLUMA.

 Mi columna de este domingo será la continuidad de una serie de reflexiones iniciadas hace algunos meses, a partir de las conceptualizaciones del Dr. Daniel Estulin a través de los libros LA VERDADERA HISTORIA DEL CLUB BILDELBERG, EL INSTITUTO TAVISTOCK y METAPOLÍTICA.

 

 Hoy me referiré a los cambios de civilizaciones a través del prisma de los Proyectos Globales.

 En la columna anterior, me referí a la competencia entre los Proyectos Globales, específicamente, cuando coexistían el Proyecto Global capitalista y el Comunista o “Rojo”, hasta 1991, año en que se produjo el derrumbe de la Unión Soviética.

 

 La competencia entre Proyectos Globales puede suceder en tres áreas principales que, de manera general, son independientes e iguales. Estas tres áreas son la economía (de la cual se deriva el poder militar), la ideología y la demografía.

 Las estadísticas demográficas no sólo contemplan a la población, también incluyen su

compromiso con los valores del proyecto y, en particular, su disposición a dar la vida por ellos.

 

 La complejidad del proyecto occidental en Irak, por ejemplo, radica en que el Islam lleva la ventaja en el aspecto ideológico y cuenta con una base mayor de población, pero son rasgos que niegan por completo la abrumadora superioridad del proyecto occidental en la esfera económica y, por lo tanto, en el poderío militar.

 La confrontación a mediados del siglo XX entre los sistemas capitalista occidental y socialista soviético, más sus satélites, se debió a que, contrariamente a lo que sucedía con sus respectivos dogmas ideológicos, ninguno de los dos tenía una ventaja evidente.

 

 En la economía, prevalecía el proyecto occidental y, en la ideología, el proyecto Rojo comunista, pero en el aspecto demográfico había un empate.

 El primer proyecto registrado en la historia fue el Proyecto Global del Antiguo Testamento.

 ¿Lo llamaríamos “judío”? Este fue el proyecto que, por primera vez, no sólo ofreció a la gente el poder de las armas, sino también un sistema de valores. Como era de esperarse, luego fue necesario mejorar y reajustar la prueba inicial, lo que provocó que, en términos de sus mecanismos rituales, el proyecto resultara complicado y que, por lo tanto, tuviera una cantidad muy modesta de adeptos.

 

 Al nombrarlo como “judío” lo hice con una interrogación, porque a este proyecto se lo relaciona más con la religión que con la nacionalidad. Por otra parte, a la denominación “judío” o “israelita” tampoco le va bien a la descripción porque tanto el judaísmo como el Estado de Israel están vinculados con el proyecto “judío”, pero rara vez coinciden con él. De acuerdo con el economista Mikhail Khazin, la principal diferencia entre los proyectos cristiano y judío no radicaba en el dogma, sino en los rituales profundamente simplificados. Además, la prohibición de la usura era universal y eso condujo a que, ya desde la Edad Media, los representantes del proyecto “judío” desempeñaran un papel relevante en el control del sistema financiero.

 

 En el siglo XVI, tras la catastrófica “crisis dorada”, que ocurrió como resultado de una fuerte caída del oro, nació un nuevo proyecto capitalista que tomó la Reforma Protestante como su base ideológica. En términos doctrinarios, la renuncia al dogma de la prohibición de la usura y el permitir que el concepto de préstamo se convirtiera en la base de su ejercicio económico, con estos dos elementos, el Proyecto Global Capitalista se alejó de su base ideológica del sistema de valores bíblicos.

 

 Para el proyecto cristiano que en ninguna de sus variaciones tomó la forma de un proyecto global, la justicia es su base, pero para el proyecto capitalista la base es el interés personal y la rentabilidad.

 

 Actualmente el dólar estadounidense, una divisa creada de la nada por la Reserva Federal de los Estados Unidos domina el mundo, pero la Reserva Federal es una institución privada que les pertenece a los más grandes bancos de inversión de Wall Street. Y todo el sistema financiero mundial junto con sus instituciones como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y muchos otras, consideran que su tarea principal es la preservación del monopolio que tiene la Reserva Federal sobre las emisiones monetarias.

 

 Por supuesto, si durante la formación del proyecto capitalista no hubiera habido intereses por préstamos, este simplemente no habría existido. Y, de hecho, hoy en día, las principales decisiones de diseño en el proyecto occidental, las toma un pequeño grupo conformado por algunas decenas de miles de tecnócratas. A la caída de la Unión

Soviética en 1991, el proyecto Rojo, la modesta dimensión de la élite y la ausencia, aunque haya sido por un período breve, de enemigos reales con escala de proyectos, condujeron a la rápida transición del proyecto occidental a la etapa imperial. Y como era de esperar, los primeros obstáculos económicos le causaron dificultades a esa estructura imperial.

 

 En la primera década del siglo XXI, se hizo evidente que tanto el liderazgo de la Unión Europea, como el liderazgo de los Estados Unidos representado por el presidente George Bush, estaban considerando la posibilidad de abandonar las estructuras del proyecto occidental que dependían de ellos y de crear, en el primer caso, una superestructura supranacional, con un retorno a los viejos valores capitalistas y, en el segundo, un imperio nacional con el retorno, incluso parcial, de los valores católicos. Hay algo muy claro: el agudo incremento en los ataques terroristas en años recientes está relacionado con la crisis del proyecto occidental y es un intento, por parte de sus divididas élites, para inclinar la balanza a su favor y arrebatarle el control del proyecto a los círculos de élite occidentales.

 

 Fuera de Europa, en el siglo VII, surgió un proyecto basado en el sistema de valores bíblicos: el proyecto islámico, los musulmanes. Este proyecto se desarrolló paulatinamente durante casi mil años y sólo hasta el siglo XX, cuando los proyectos occidental y Rojo intentaron jugar la “carta islámica” en sus intereses, resurgió este proyecto en nueva edición. Su cualidad principal es su sólido componente ideológico y sus normas y reglas incluidas de forma directa en el Corán. Asia tuvo también otros proyectos que no contaban con una masa suficiente de seguidores, como los budistas, que son un buen ejemplo de ellos.

 

 China es la única excepción entre los Proyectos Globales que he mencionado.  Actualmente, se encuentra en una encrucijada. ¿Elegirá para sí misma el camino de desarrollo que implica la recuperación de la bandera caída del proyecto Rojo o permanecerá en la infraestructura de un imperio estrictamente nacional que, en principio, no se preocupará por los procesos que no afecten de manera directa los intereses nacionales? Hay suficiente evidencia que su objetivo no es el comunismo en su forma clásica.

 

 El comunismo tiene una actitud negativa frente a la usura, en particular, y China prefiere adaptar a fondo las herramientas capitalistas y conservar la parafernalia comunista exclusivamente como un amortiguador para la transformación de su sistema. Hasta la fecha, a China no le interesa crear su propio proyecto global ni sobre las bases del Rojo, ni sobre ningún otro, como por ejemplo, el budista-confuciano, lo cual limita significativamente su capacidad de controlar el mundo.

 

 Pero ahora regresemos a la revisión histórica. En el siglo XVIII, casi de manera paralela al surgimiento de la idea del capitalismo financiero, en las obras de los socialistas utópicos aparecieron ideas que llegaron a ser la base del desarrollo del proyecto Rojo. Desde el punto de vista del dogma bíblico, este proyecto fue un intento por hacer regresar la prohibición de la usura, bajo la forma de la socialización de los medios de producción, pero su ideología y sus mecanismos tecnológicos tienen, en comparación con los anteriores, una característica crucial que se traduce en un severo sesgo en la esfera social: el poderoso desarrollo de las tecnologías sociales.

 

 El punto débil del proyecto Rojo fue la completa ausencia de un componente místico en su práctica, a pesar de que en el dogma sí la hay. Y si volvemos al Islam, este proyecto no puede usar la experiencia del proyecto occidental, ya que en él se prohíben los intereses por los préstamos. Recordemos que el único caso en la historia en que una sociedad tecnológica fue construida sin usar los intereses por préstamo fue el de la URSS.  Vemos que la penetración del Islam en Europa es constante y podría empezar a adquirir una connotación socialista importante que, inevitablemente, se correlacionará

con el surgimiento de sentimientos similares en el contexto de una crisis económica global.

 

 Hoy por hoy, no solamente está en crisis el orden mundial configurado luego de los acuerdos de Bretton Woods, de 1941, sino que estamos ante la emergencia de un nuevo ciclo histórico. Nos referimos al cambio del centro del dinamismo económico internacional experimentado a partir de la crisis de las economías occidentales y el ascenso entre otros países, de China e India, una mudanza del centro del dinamismo geopolítico que da un giro desde el Atlántico hacia el Pacífico, una mudanza civilizatoria desde Occidente a Oriente.

 

 Ha comenzado la era de la DESOCCIDENTALIZACIÓN.

 

 Occidente no tiene manera de detener esta tendencia. Sintetizando, en estos momentos, estamos presenciando no sólo la crisis del Proyecto Global Occidental, sino un cambio civilizatorio, civilización que se inició más o menos hacia finales del siglo XV, porque existe un giro evidente hacia Oriente. Las ideas tienden a moverse de Occidente a Oriente, pero el caos y la renovación, en cambio, lo hacen de Oriente a Occidente. Luego el caos se desplazará a Europa, después a Estados Unidos y, más adelante, regresará a China y la rueda de la civilización girará.

 

 Me despido de nuestra querida audiencia, agradeciendo su amable atención, no sin antes introducir algo del tema musical que escucharán. “Cuando tengo momentos de angustia, la madre Mary se acerca a mí, diciendo sabias palabras. Déjalo ser. Y en mis horas de oscuridad, ella se queda delante de mí, susurrando sabias palabras. Déjalo ser. Y cuando los desconsolados que viven en el mundo se pongan de acuerdo, habrá una respuesta. Déjalo ser. Porque, aunque vivan separados todavía hay una posibilidad de que puedan ver.”

 

VIVIANA ONOFRI

Profesora en Letras

ex catedrática de la Universidad Nacional de Mar del Plata