LA LUCHA CONTINÚA
Dice Foucault: 3 elementos conforman mi moral: un principio
de OPOSICIÓN, o sea un rechazo a todo lo que se nos impone y propone como
evidente. Un principio de CURIOSIDAD, es decir, la necesidad de analizar y
saber, ya que ninguna acción puede realizarse sin reflexión y comprensión. Y un
principio de INNOVACIÓN, que es la búsqueda en nuestras reflexiones de aquellas
cosas jamás pensadas o imaginadas. En síntesis: OPOSICIÓN, CURIOSIDAD E
INNOVACIÓN. Disculpen la cita, sólo la hacemos para señalar que no es una idea
nuestra, pero que la hacemos nuestra con gusto. Hoy decidimos dar un paso atrás
en nuestros planteos, no retroceder, sino volvernos a pensar desde la historia.
Cualquiera que lea esa historia sabe que la lucha de clases no es algo que se
ponga de moda o se abandone según el humor de la población. La lucha de clases
es inmanente a la existencia misma de clases sociales, por lo que la humanidad
lleva ya miles de años en esa tesitura, en la que se cuentan triunfos
despampanantes y derrotas dolorosísimas. Éste es un momento de la historia en
donde comienzan a pesar las historias “guardadas” de la lucha de clases. Un
aspecto central a tomar en cuenta es el sentimiento de masas, un aspecto
subjetivo que hoy cuenta como nunca, siendo la ideología dominante la que
intenta por todos los medios subestimar o -en todo caso- manipular esa
cuestión.
Un “abajo” muy ampliado está masticando bronca, debate en los
puestos de trabajo, en la vida cotidiana de la calle, en los hogares. La plata
no alcanza, la vida se hace insoportable.
Los da “arriba” mientras tanto, sean ellos grandes
empresarios, ministros, presidentes, parlamentarios,
eternos“sindicalistas”-empresarios, jueces, fuerzas represivas, viven una
primavera extendida a costa de ese dolor mayoritario.
Pero a no confundirse: esa arrogancia del poder -que va al
todo o nada- no ha podido “convencer” a este pueblo de las “bondades” presentes
y futuras, saqueo mediante de riquezas
humanas y naturales.
La propaganda de la clase dominante manipula y miente para sostenerse
políticamente como clase. “Triunfo electoral” parecería ser el emblema del
poder para afirmar que “la gente” va detrás de ese sueño.
Lo peor de todo ello es que a ese “aplauso” ninguna fuerza
política del sistema le hace asco. Por derecha o por izquierda lo fundamental
para ellos es sostener el sistema que los cobija, vociferan a los cuatro
vientos su defensa de la “democracia” burguesa y recurren a sus instituciones
controladas por el verdadero poder argumentando “defender” los intereses de la
clase obrera y el pueblo.
Pero una amplia mayoría
de la población está amasando esa bronca y ese odio, y lo manifiesta como
puede.
Es obviamente un momento muy difícil que se vive en la vida
cotidiana como para que del día a la noche esa situación se revierta hacia una
salida política con transformaciones de fondo. Pero la historia futura no está
escrita y cuando los de abajo mastican la bronca se experimentan acciones de
masas que no hay que subestimar. Es una resistencia compleja porque complejo es
el contexto de la lucha de clases.
Una realidad cruzada por el sentimiento del abajo a enfrentar
los planes del gobierno y de la clase dominante. Pero aún las nuevas fuerzas de avanzadas surgidas en años de acumulación tienen
que abrirse paso frente al populismo y el reformismo que aspiran a la
conciliación de clases. Su “amor” a la institucionalidad tiene ese carácter de
clase burgués y evita por todos los medios encender la mecha de la rebeldía de
la clase y del pueblo. Son arte y parte del juego “democrático”.
Es nuestra tarea persistir una y otra vez en revalorizar a
cada paso ese sentimiento que recorre el hogar proletario, aquí no cabe grieta
alguna y en ese caminar tenemos que seguir construyendo las fuerzas políticas
independientes bien pegados al abajo, a esos que la clase dominante desprecia.
Allí radica la fuerza fundamental del proletariado y en ese
camino se está experimentando. Unidad de clase, solidaridad de clase,
democracia directa, autoconvocatoria, son algunas manifestaciones que se
suceden en una acumulación de fuerzas para un plan que nada debe de tener
secreto.
En donde hay lucha, se enfrenta, el
abajo responde. Por el contrario, en donde el abajo olfatea que se lo subestima, se lo usa, no quiere ser
parte de movida alguna. Sabe o intuye que toda institucionalidad es alianza de
clases, aunque nunca haya escuchado esta frase. Sabe
que es un camino de derrota.
Pero, a decir verdad, no somos necios ni ciegos, cuesta
organizar políticamente estas fuerzas independientes que surgen por todos
lados, hay confianza en los que “conozco”, es lo que prevalece.
Es a partir de esa acumulación en el abajo proletario en
donde las fuerzas referentes surgidas del enfrentamiento tienen que tomar
iniciativas de caminar establecimientos y barrios lindantes con expresiones que
seguramente caminan por la misma vereda. No hay que esperar a “alguien”, a un
salvador, es tomar las riendas e iniciativas para un camino de unidad que nos
lleve al enfrentamiento para subir un peldaño la resistencia. Ir a ese terreno
de disputa seguramente elevará el estado de ánimo para las acciones
transformadoras. Aferrarse al terreno de las masas, golpear desde allí y unir a
un espectro amplio de todo ese espinel que amasa bronca.
Hoy, frente al nuevo despojo que significa la reforma laboral, tenemos una oportunidad de unir por abajo y en varias direcciones para golpear esa decisión política. A sabiendas que se gane o se pierda la resistencia a tal robo programado se dará porque se intentará elevar ese enfrentamiento al terreno político. En lo que no debemos retroceder un solo paso es en la convicción que ningún plan funcionará si no tiene en cuenta a la gran masa de trabajadores, se encuentre como se encuentre. Allí radica el nudo central a desatar cuando el concepto institucional fundamental desprecia o subestima la capacidad de las masas para transformar la realidad. El enemigo sabe, por supuesto, que esa capacidad está viva.
Desde Rosario- Militante Social

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