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domingo, 15 de septiembre de 2024

EL CAMINO DE LA REBELIÓN - PEDRO RODRIGUEZ

 

EL CAMINO DE LA REBELIÓN



 Por estos días, en que se recuerdan los funestos días del golpe del asesino pinochet en Chile, nos admirábamos con los compañeros  con lo que sucedía en el ánimo de los chilenos por esa época.

 Es  sencillo demostrar que ese ánimo se extendía por toda Latinoamérica (o para decirlo como el gran José Martí: Nuestra américa), incluyendo a Argentina, por supuesto. Constatamos cómo, en una sola década, Chile mostró una efervescencia de creatividad, de arte, de belleza, de riqueza inmensa en su producción cultural, que es producción de excelsa humanidad, para sufrir el máximo horror del asesino que cortó abruptamente todo ese proceso fulgurante.

 

 Un rápido repaso de los hechos:

1963: nace el grupo Los Jaivas

1964: Violeta Parra expone en el Museo del Louvre, París

1965: Violeta funda la Universidad del folklore, y Patricio Manns estrena "Arriba en la cordillera". Sale el disco Cecilia la incomparable. Los huasos quincheros crean el clásico Si vas para chile, y se funda la banda Quilapayún

1966: un director teatral ya reconocido se lanza a la música con un disco que lleva su nombre: Víctor Jara

1967: Jara canta El aparecido, Neruda publica Fulgor y muerte de Joaquín Murieta y terminando el año se funda el grupo Inti Illimani

1968: el gran cineasta Raúl Ruiz estrena su película Tres tristes tigres y Patricio Manns canta Cautivo del Til til

1969: Jara canta Plegaria de un labrador y Te recuerdo Amanda, y Miguel Littin estrena El chacal de Nahuel Toro. Nicanor Parra recibe el premio nacional de literatura.

1970: entre otras grandes obras publicadas, Quilapayún hace conocer su Cantata de Santa María de Iquique

1971: Neruda recibe el Nobel de Literatura, y toda la fabulosa producción continúa en su apogeo hasta septiembre de 1973. Es una síntesis muy apretada de los hechos, por supuesto.

 

 La historia humana marcha en un inconcebible y complejo movimiento de avances, retrocesos, pasos al costado y pasos de baile o de monotonía mortal, casi siempre en contra de lo que los hombres y sus ideologías pregonan (y -ya que hablamos de septiembres históricos- el ejemplo lo pone Slavoj Zizek, cuando señala , a propósito del 11S : "usualmente la gente cree que el ‘89 es el fin del socialismo y, en un sentido, el fin de las utopías: aparece el realismo, tenemos que aceptar la economía de mercado y el fin de la ideología política. Pero yo creo -dice Zizek- casi todo lo contrario: la verdadera utopía era la de los años noventa, la de la economía global liberal capitalista, el fin de la historia de Fukuyama; Y si el 11-S nos dice algo es precisamente porque marca el fin de esa utopía (les duró también una década esa estupidez): ahora nadie puede pensar seriamente que la democracia burguesa sea una solución.

 

 Por nuestra parte, nos permitimos postular que, dada las coincidencias encontrables en la historia entre producción de belleza y rebelión, es necesario desarrolllarlas juntas, y es imprescindible pensarlas, elaborarlas, fundamentarlas, esto es, fundarlas, cuantas veces sea necesario.

 

 Albert Camus opone tajantemente lo sagrado a la rebelión. El hombre rebelde es el hombre situado antes o después de lo sagrado, y dedicado a reivindicar un orden humano en el cual todas las respuestas sean humanas, es decir, razonablemente formuladas. Desde ese momento toda interrogación, toda palabra es rebelión, en tanto que en el mundo de lo sagrado toda palabra es acción de gracias. Sería posible mostrar así, dice Camus, que no puede haber para un espíritu humano sino dos universos posibles, el de lo sagrado y el de la rebelión. La desaparición del uno equivale a la aparición del otro, aunque esta aparición puede hacerse en formas desconcertantes. La actualidad del problema de la rebelión depende únicamente del hecho de que sociedades enteras han querido diferenciarse con respecto a lo sagrado. Vivimos en una historia desconsagrada. Es cierto que el hombre no se resume en la insurrección. Pero la historia actual, con sus contiendas, nos obliga a decir que la rebelión es una de las dimensiones esenciales del hombre. Es necesario que encontremos en LA REBELIÓN nuestros valores.

 
 La solidaridad de los hombres se funda en el movimiento de rebelión y éste, a su vez, no encuentra justificación sino en esa complicidad. Tendremos, por lo tanto, derecho a decir que toda rebelión que se autoriza a negar o a destruir esta solidaridad pierde por ello el nombre de rebelión y coincide en realidad con un consentimiento homicida. Del mismo modo esta solidaridad fuera de lo sagrado sólo adquiere vida al nivel de la rebelión. Para ser, el hombre debe sublevarse pero su rebelión debe respetar el límite que descubre ella misma, allí donde los hombres, al juntarse, comienzan a ser. El pensamiento rebelde no puede, por lo tanto, prescindir de la memoria: es una tensión perpetua. Al seguirlo en sus obras y sus actos tendremos que decir siempre si permanece fiel a su nobleza primera o si, por cansancio y locura, la olvida contrariamente, en una embriaguez de tiranía o de servidumbre.

 
 Entre tanto, he aquí el primer progreso que el espíritu de rebelión hace realizar a una reflexión anteriormente imbuida de la absurdidad y de la aparente esterilidad del mundo. En la experiencia absurda el sufrimiento es individual. A partir del movimiento de rebelión, tiene conciencia de ser colectivo, es la aventura de todos. El primer progreso de un espíritu extrañado consiste, por lo tanto, en reconocer que comparte esa extrañeza con todos los hombres y que la realidad humana, en su totalidad, sufre a causa de esa distancia en relación con ella y con el mundo. El mal que experimentaba un solo hombre se convierte en una peste colectiva. En nuestra prueba cotidiana la rebelión desempeña el mismo papel que el “cogito” en el orden del pensamiento cartesiano: es la primera evidencia. Pero esta evidencia saca al individuo de su soledad. Es un lazo común que funda en todos los hombres el primer valor. Es, expresable en una fórmula sencilla: YO ME REBELO, LUEGO NOSOTROS SOMOS.

 

PEDRO RODRIGUEZ

Militante Social

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