EL CLUB
BILDELBERG
LA ÉLITE
QUE DOMINA EL PLANETA
RED
TAVISTOCK
LAVADO DE
CEREBROS A ESCALA PLANETARIA
El cambio
de civilizaciones a través del prisma de los Proyectos Globales
Parte
XXXIII
Un cálido abrazo a
toda la querida audiencia de EL CLUB DE LA PLUMA.
Mi columna de este
domingo será la continuidad de una serie de reflexiones iniciadas hace algunos
meses, a partir de las conceptualizaciones del Dr. Daniel Estulin a través de
los libros LA VERDADERA HISTORIA DEL CLUB BILDELBERG, EL INSTITUTO TAVISTOCK y
METAPOLÍTICA.
Hoy me referiré a los
cambios de civilizaciones a través del prisma de los Proyectos Globales.
En la columna
anterior, me referí a la competencia entre los Proyectos Globales, específicamente,
cuando coexistían el Proyecto Global capitalista y el Comunista o “Rojo”, hasta
1991, año en que se produjo el derrumbe de la Unión Soviética.
La competencia entre
Proyectos Globales puede suceder en tres áreas principales que, de manera
general, son independientes e iguales. Estas tres áreas son la economía (de la
cual se deriva el poder militar), la ideología y la demografía.
Las estadísticas
demográficas no sólo contemplan a la población, también incluyen su
compromiso con los valores del proyecto y, en particular, su
disposición a dar la vida por ellos.
La complejidad del
proyecto occidental en Irak, por ejemplo, radica en que el Islam lleva la
ventaja en el aspecto ideológico y cuenta con una base mayor de población, pero
son rasgos que niegan por completo la abrumadora superioridad del proyecto
occidental en la esfera económica y, por lo tanto, en el poderío militar.
La confrontación a
mediados del siglo XX entre los sistemas capitalista occidental y socialista
soviético, más sus satélites, se debió a que, contrariamente a lo que sucedía con
sus respectivos dogmas ideológicos, ninguno de los dos tenía una ventaja
evidente.
En la economía,
prevalecía el proyecto occidental y, en la ideología, el proyecto Rojo
comunista, pero en el aspecto demográfico había un empate.
El primer proyecto
registrado en la historia fue el Proyecto Global del Antiguo Testamento.
¿Lo llamaríamos
“judío”? Este fue el proyecto que, por primera vez, no sólo ofreció a la gente
el poder de las armas, sino también un sistema de valores. Como era de
esperarse, luego fue necesario mejorar y reajustar la prueba inicial, lo que
provocó que, en términos de sus mecanismos rituales, el proyecto resultara
complicado y que, por lo tanto, tuviera una cantidad muy modesta de adeptos.
Al nombrarlo como
“judío” lo hice con una interrogación, porque a este proyecto se lo relaciona
más con la religión que con la nacionalidad. Por otra parte, a la denominación
“judío” o “israelita” tampoco le va bien a la descripción porque tanto el
judaísmo como el Estado de Israel están vinculados con el proyecto “judío”,
pero rara vez coinciden con él. De acuerdo con el economista Mikhail Khazin, la
principal diferencia entre los proyectos cristiano y judío no radicaba en el dogma,
sino en los rituales profundamente simplificados. Además, la prohibición de la
usura era universal y eso condujo a que, ya desde la Edad Media, los
representantes del proyecto “judío” desempeñaran un papel relevante en el
control del sistema financiero.
En el siglo XVI, tras
la catastrófica “crisis dorada”, que ocurrió como resultado de una fuerte caída
del oro, nació un nuevo proyecto capitalista que tomó la Reforma Protestante
como su base ideológica. En términos doctrinarios, la renuncia al dogma de la
prohibición de la usura y el permitir que el concepto de préstamo se
convirtiera en la base de su ejercicio económico, con estos dos elementos, el
Proyecto Global Capitalista se alejó de su base ideológica del sistema de valores
bíblicos.
Para el proyecto
cristiano que en ninguna de sus variaciones tomó la forma de un proyecto global,
la justicia es su base, pero para el proyecto capitalista la base es el interés
personal y la rentabilidad.
Actualmente el dólar
estadounidense, una divisa creada de la nada por la Reserva Federal de los
Estados Unidos domina el mundo, pero la Reserva Federal es una institución
privada que les pertenece a los más grandes bancos de inversión de Wall Street.
Y todo el sistema financiero mundial junto con sus instituciones como el Fondo
Monetario Internacional, el Banco Mundial y muchos otras, consideran que su
tarea principal es la preservación del monopolio que tiene la Reserva Federal
sobre las emisiones monetarias.
Por supuesto, si
durante la formación del proyecto capitalista no hubiera habido intereses por
préstamos, este simplemente no habría existido. Y, de hecho, hoy en día, las
principales decisiones de diseño en el proyecto occidental, las toma un pequeño
grupo conformado por algunas decenas de miles de tecnócratas. A la caída de la
Unión
Soviética en 1991, el proyecto Rojo, la modesta dimensión de
la élite y la ausencia, aunque haya sido por un período breve, de enemigos
reales con escala de proyectos, condujeron a la rápida transición del proyecto
occidental a la etapa imperial. Y como era de esperar, los primeros obstáculos
económicos le causaron dificultades a esa estructura imperial.
En la primera década
del siglo XXI, se hizo evidente que tanto el liderazgo de la Unión Europea,
como el liderazgo de los Estados Unidos representado por el presidente George
Bush, estaban considerando la posibilidad de abandonar las estructuras del
proyecto occidental que dependían de ellos y de crear, en el primer caso, una
superestructura supranacional, con un retorno a los viejos valores capitalistas
y, en el segundo, un imperio nacional con el retorno, incluso parcial, de los
valores católicos. Hay algo muy claro: el agudo incremento en los ataques
terroristas en años recientes está relacionado con la crisis del proyecto
occidental y es un intento, por parte de sus divididas élites, para inclinar la
balanza a su favor y arrebatarle el control del proyecto a los círculos de
élite occidentales.
Fuera de Europa, en
el siglo VII, surgió un proyecto basado en el sistema de valores bíblicos: el
proyecto islámico, los musulmanes. Este proyecto se desarrolló paulatinamente
durante casi mil años y sólo hasta el siglo XX, cuando los proyectos occidental
y Rojo intentaron jugar la “carta islámica” en sus intereses, resurgió este
proyecto en nueva edición. Su cualidad principal es su sólido componente
ideológico y sus normas y reglas incluidas de forma directa en el Corán. Asia tuvo
también otros proyectos que no contaban con una masa suficiente de seguidores,
como los budistas, que son un buen ejemplo de ellos.
China es la única
excepción entre los Proyectos Globales que he mencionado. Actualmente, se encuentra en una encrucijada.
¿Elegirá para sí misma el camino de desarrollo que implica la recuperación de
la bandera caída del proyecto Rojo o permanecerá en la infraestructura de un imperio
estrictamente nacional que, en principio, no se preocupará por los procesos que
no afecten de manera directa los intereses nacionales? Hay suficiente evidencia
que su objetivo no es el comunismo en su forma clásica.
El comunismo tiene
una actitud negativa frente a la usura, en particular, y China prefiere adaptar
a fondo las herramientas capitalistas y conservar la parafernalia comunista
exclusivamente como un amortiguador para la transformación de su sistema. Hasta
la fecha, a China no le interesa crear su propio proyecto global ni sobre las
bases del Rojo, ni sobre ningún otro, como por ejemplo, el budista-confuciano,
lo cual limita significativamente su capacidad de controlar el mundo.
Pero ahora regresemos
a la revisión histórica. En el siglo XVIII, casi de manera paralela al surgimiento
de la idea del capitalismo financiero, en las obras de los socialistas utópicos
aparecieron ideas que llegaron a ser la base del desarrollo del proyecto Rojo.
Desde el punto de vista del dogma bíblico, este proyecto fue un intento por
hacer regresar la prohibición de la usura, bajo la forma de la socialización de
los medios de producción, pero su ideología y sus mecanismos tecnológicos
tienen, en comparación con los anteriores, una característica crucial que se
traduce en un severo sesgo en la esfera social: el poderoso desarrollo de las
tecnologías sociales.
El punto débil del
proyecto Rojo fue la completa ausencia de un componente místico en su práctica,
a pesar de que en el dogma sí la hay. Y si volvemos al Islam, este proyecto no
puede usar la experiencia del proyecto occidental, ya que en él se prohíben los
intereses por los préstamos. Recordemos que el único caso en la historia en que
una sociedad tecnológica fue construida sin usar los intereses por préstamo fue
el de la URSS. Vemos que la penetración
del Islam en Europa es constante y podría empezar a adquirir una connotación
socialista importante que, inevitablemente, se correlacionará
con el surgimiento de sentimientos similares en el contexto
de una crisis económica global.
Hoy por hoy, no
solamente está en crisis el orden mundial configurado luego de los acuerdos de
Bretton Woods, de 1941, sino que estamos ante la emergencia de un nuevo ciclo
histórico. Nos referimos al cambio del centro del dinamismo económico
internacional experimentado a partir de la crisis de las economías occidentales
y el ascenso entre otros países, de China e India, una mudanza del centro del dinamismo
geopolítico que da un giro desde el Atlántico hacia el Pacífico, una mudanza civilizatoria
desde Occidente a Oriente.
Ha comenzado la era
de la DESOCCIDENTALIZACIÓN.
Occidente no tiene
manera de detener esta tendencia. Sintetizando, en estos momentos, estamos presenciando
no sólo la crisis del Proyecto Global Occidental, sino un cambio civilizatorio,
civilización que se inició más o menos hacia finales del siglo XV, porque
existe un giro evidente hacia Oriente. Las ideas tienden a moverse de Occidente
a Oriente, pero el caos y la renovación, en cambio, lo hacen de Oriente a
Occidente. Luego el caos se desplazará a Europa, después a Estados Unidos y,
más adelante, regresará a China y la rueda de la civilización girará.
Me despido de nuestra querida audiencia, agradeciendo su amable atención, no sin antes introducir algo del tema musical que escucharán. “Cuando tengo momentos de angustia, la madre Mary se acerca a mí, diciendo sabias palabras. Déjalo ser. Y en mis horas de oscuridad, ella se queda delante de mí, susurrando sabias palabras. Déjalo ser. Y cuando los desconsolados que viven en el mundo se pongan de acuerdo, habrá una respuesta. Déjalo ser. Porque, aunque vivan separados todavía hay una posibilidad de que puedan ver.”
VIVIANA ONOFRI
Profesora en Letras
ex catedrática de la
Universidad Nacional de Mar del Plata
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