DEL PODER Y LA NADA…
Expresaba el General José de San Martín: "…La Soberbia es una discapacidad que suele afectar a Pobres Infelices Mortales, que se encuentren de golpe con una miserable cuota de Poder…"
La participación popular en la construcción de liderazgos, de poder, más allá de las apariencias, más allá de las movilizaciones y mucho más allá de procesos eleccionarios, se torna casi una falacia.
“…Y dice Durito que, en realidad, el Poder no oferta más libertad que la de elegir entre múltiples opciones de muerte.
Puedes elegir el modelo nostálgico, es decir, el del olvido. (…) O también puedes elegir el modelo modernizador, es decir, el de la explotación frenética. Éste es el que se le ofrece, por ejemplo, a las clases medias en América Latina como más adecuado a sus patrones de consumo.
O si no, puedes elegir el modelo futurista, es decir, el de las armas del siglo XXI. Éste es el que, por ejemplo, ofertan los misiles teledirigidos en Irak y que, para que no haya duda de su espíritu democrático, igual matan iraquíes, que norteamericanos, saudí árabes, iraníes, kurdos, británicos y kuwaitíes (más las nacionalidades que se acumulen en la semana).
Hay muchos modelos más, casi uno para cada gusto y preferencia…” 1
El poder que se ejerce para el diseño de políticas, denominado poder político, está lejos de considerar cualquier “voluntad popular” que aparentemente lo haya llevado al poder. Esto es independiente de que tales políticas se planteen inclusivas o excluyentes, de diferentes tonalidades y nombres. Salvo que, al poder político, le sea provechosa tal “voluntad popular” a la hora de acumular mayor poder.
Si contar con el beneplácito y apoyo de sectores excluidos en otros sistemas, le brinda la posibilidad de ascenso en esto de lograr la mayor cantidad de poder posible, entonces se habrá de abocar a considerar reclamos y necesidades tanto en la medida de no perder su cuota de poder, cuanto solucionar conflictividades que le impidan alcanzar su objetivo final.
Desde tiempos muy lejanos la cuestión referida al poder tenía que ver con las divinidades, los dioses poseedores, hacedores de poder. Los dioses que “delegaban” una cuota de poder en aquellos que “elegían” de manera arbitraria. Los súbditos, los sometidos, pueblos enteros asumiendo que el poder no les pertenecía.
Cuando en alguna oportunidad el pueblo intentaba “tomar el poder”, de manera casi inmediata delegaba en un número reducido la potestad de hacer uso del poder alcanzado. Y así volvió muchas veces a perder su posibilidad de conducir hacia dónde, cómo, para qué dirigir el poder.
Todos estos planteos, más allá de considerárselos propios de posturas anárquicas, no están alejados de las realidades que viven nuestros pueblos.
Este cuadro cuenta con el agravante de que los medios masivos han convertido tales “voluntades” en un ente en gran medida ficticio, que poco tiene que ver con la realidad. La mayor parte de las personas no quiere lo que quiere sino lo que los medios quieren que quiera. Parece un trabalenguas, pero sus consecuencias no tienen nada de divertido. Desde el entretenimiento a través de lo superfluo hasta la manipulación lisa y llana de lo real, los medios no reflejan ninguna “voluntad popular”, sino que crean una u otra de acuerdo con el momento político y los intereses que haya que proteger en cada caso.
Cobra en este contexto una relevancia fundamental el concepto de Masa Crítica:
“…Masa crítica es en sociología una cantidad mínima de personas necesarias para que un fenómeno concreto tenga lugar. Así, el fenómeno adquiere una dinámica propia que le permite sostenerse y crecer. (…)Un ejemplo simple puede ser, pongamos, en una gran ciudad. Cuando una persona se para en la calle y mira hacia el cielo, no pasará nada. La gente continuará su camino ignorándolo. Cuando tres personas se paran y miran al cielo, quizá algunas personas se den la vuelta para a continuación seguir andando. Pero sólo se necesita un pequeño número (que depende de la cultura, la hora, el ancho de la calle y otros factores) de personas necesarias -- digamos, 5 ó 7 -- para hacer que los otros se paren y miren hacia el cielo también. Este número se llama "masa crítica"…” 2
La masa crítica será la que condicione, oriente y conduzca hacia horizontes determinados que, tal vez no sean los que parece expresar la mayoría. La línea que separa a esa masa crítica del resto de la sociedad, seguramente tendrá que ver con aquellas instancias que dicha mayoría desconoce. Ya se ha experimentado el cambio de discursos y fines, una vez asumido el poder.
Ahora bien, dicen que los extremos nunca son buenos; hay quienes sostienen que los términos medios son acomodaticios. Como sea, el tema del poder tiene íntima relación con la nada, con lo intangible, lo inmedible, lo incalculable. Por lo general nunca se sabe con estricta exactitud hacia dónde dirigirá sus acciones quién o quienes tienen el poder.
Lejos de las representatividades, la fidelidad de quién o quienes ejercen el poder para con sus representados, es fundamental para que ese poder se considere auténtico referente de un número considerable de ciudadanos.
Las coyunturas a veces juegan en contra de las aspiraciones populares. Si las condiciones le son adversas para lograr objetivos previamente diseñados que atienten las necesidades de una mayoría, es probable que el malestar generado vaya mermando el poder delegado.
Pero, lo que podríamos acordar como lo más peligroso para cualquier sistema político/social, es el poder enmascarado, el que traiciona voluntades y desprecia mayorías; el persigue, encarcela y asesina… Y ese sí es el que en la realidad está vinculado a la nada…
Dice Eduardo Galeano: “…Por privilegio de su impunidad, el poder se da el lujo de vivir en estado de perpetua distracción: se olvida de todo, se equivoca, no sabe lo que dice, ni se da cuenta de lo que hace. Las costumbres del poder se llaman errores o descuidos; pero el sur del mundo paga, con sus muertos por hambre o bala, el precio de las distracciones del norte…” 3
“…El poder come miedo. Sin los demonios que crea, perdería sus fuentes de justificación, impunidad y fortuna. (…)
El patriotismo es un privilegio de los que mandan. Cuando lo ejercen los mandados, ¿se reduce a mero terrorismo? ¿Son terroristas y nada más que eso, pongamos por caso, los actos de desesperación suicida de los palestinos desalojados de su país y los ataques de la resistencia nacional contra las fuerzas extranjeras que ocupan Irak?. El mundo patas arriba nombra al revés. El poder, enmascarado, niega el sentido común…” 4
Cuando el poder es delegado en base a la voluntad popular o de una considerable mayoría, la fidelidad a ellas debería reflejarse en acciones que tiendan a disminuir las diferencias que provocan exclusiones. Es allí cuando el poder se asume como genuino representante de quienes persiguen un significativo cambio social. Y es allí cuando desaparece, se desdibuja la posible nada en que podía haber sumido a las aspiraciones mayoritarias.
El control social por medio de mecanismos eleccionarios, muchas veces marcan o indican hacia dónde deben continuar el rumbo las acciones del poder.
La diferencia sustancial que divide o da la frontera entre poder y nada, es la misma que indica inclusión/exclusión.
La voluntad por la inclusión rompe con los objetivos que sumergen en la nada las aspiraciones populares. Aquí es donde hemos de ser la Masa Crítica que abstenga su voluntad de la manipulación mediática. La voluntad popular, siguiendo esta Masa Crítica, manifestará así que opta por lo colectivo, y podrá desterrar en un alto porcentaje las aspiraciones de dominio y control que son quienes promueven la exclusión.
Como pueblos, más allá de ver algunas posturas como anárquicas, deberíamos poder considerarlas para descubrir el abanico de los riesgos en que caen los desprevenidos, y así romper con objetivos impopulares.
Nuestras voluntades manifestadas y por manifestarse, tendrán que ver con cómo queremos que el presente y futuro se plasme en nuestras sociedades; si pretendemos un panorama que promueva la inclusión con un poder comprometido a ello, o un poder que nos empuje a la nada…
De nosotros depende.
Que así sea.
NORBERTO GANCI –DIRECTOR-El Club de la Pluma
elclubdelapluma@gmail.com –elclubdelapluma@hotmail.com
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