LA
LIBERTAD SIN LÍMITES NO NOS AVANZA
Muchos nos quieren hacer creer que la libertad
anhelada es aquella que se ejerce sin límites.
Ya en 1789, la Revolución Francesa levantaba
el estandarte de “Libertad, Igualdad y Fraternidad”. Ese fue el momento en el que,
se elevó el ideario de la “Libertad”, pero ella no era ilimitada. Dicha
revolución dictó la “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano” en
la que estableció, que “La libertad consiste en poder hacer todo lo que no
perjudique a los demás…”, (art. 4). Esta Declaración tiene un valor universal y
constituyó la base de la “Declaración Universal de los Derechos Humanos”
emitida por las Naciones Unidas en 1948. En nuestro país esta declaración tiene
rango constitucional, (art. 75, inc. 22 de la Const. Nac.).
Además, la Libertad debía estar acompañada por
la “Igualdad”, que implicaba “igualdad de todas las personas, pero en iguales
circunstancias”, de lo contrario, se entraría en un igualitarismo que no es
equitativo. Si bien los todos los seres humanos somos iguales, si no se contemplan
las circunstancias, se pueden dar situaciones que atentan contra el concepto de
igualdad y rompen la “Equidad”, ya que no es lo mismo, por ejemplo, correr una
carrera entre un hombre de 25 años contra un niño de 5 años.
Por último, la “Fraternidad”, es la base de la
“solidaridad”, que nos lleva a ser respetuosos con las demás personas en la
convivencia común en humanidad.
Más hay que referir que la historia no fue coherente
con estos valores levantados en la Revolución Francesa, los que se deben
conjugar en una articulación integrada y no por separado. La libertad sin igualdad es salvaje y la
igualdad sin libertad es asfixiante; pero la libertad y la igualdad sin
fraternidad, carecen de sentido en un mundo a compartir.
En la reforma de la constitución nacional de
1994, se incorporaron además otros pactos, tal es el caso de la Convención
Americana sobre los Derechos Humanos" que establece que: "Toda
persona tiene deberes para con la familia, la comunidad y la humanidad. Los
derechos de cada persona están limitados por los derechos de los demás, por la
seguridad de todos y las justas exigencias del bien común, en una sociedad
democrática", (art. 32). Asimismo, se
incorporó la "Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre", que determina: "Los derechos de cada hombre están limitados por
los derechos de los demás, por la seguridad de todos y por las justas
exigencias del bienestar general y del desenvolvimiento democrático",
(art. XXIX).
Abuso
del derecho
En esos principios se funda también, lo que se
denomina “abuso del derecho”, o sea que, aún los derechos que se poseen no
pueden utilizarse abusivamente. Este principio se encuentra implícitamente
contemplado en la Constitución Nacional, entre los derechos no enumerados que
hacen a la defensa de la comunidad, (art. 33). A su vez, en esa perspectiva, la
Constitución de la Provincia de Córdoba, dispone que: "Los deberes de toda
persona son: no abusar del derecho", (art. 38, inc. 11). Por su parte el
nuevo Código Civil y Comercial Ley 26.994, dispone: “[...] La ley no ampara el
ejercicio abusivo de los derechos. Se considera tal el que contraría los fines
del ordenamiento jurídico o el que excede los límites impuestos por la buena
fe, la moral y las buenas costumbres…”; (art. 10).
El accionar
abusivo, en definitiva, es una conducta aparentemente legítima, pero
sustancialmente ilícita.
Propuestas ilegales
Desde la perspectiva de lo analizado, es
ilegal e inaceptable que un candidato a presidente como Javier Milei diga que si
“Una empresa que contamina el río, ¿dónde está el daño?”. Peor aún, puja por
hacer desaparecer el Estado como ente equilibrador de la sociedad y sostiene
que, “Entre la mafia y el Estado prefiero a la mafia. La mafia tiene códigos,
la mafia cumple, la mafia no miente, la mafia compite”. O sea, iguala la
competencia en la venta de droga, la trata de personas o el contrabando con la
oferta educativa o de salud, todo lo que es inaceptable. Y completa su idea
dejando en el mercado la solución de los problemas así, se pronunció en favor
de la venta de órganos sosteniendo que “es un negocio más”, no obstante, la
prohibición de comercialización que establece la Ley 27.447 de Trasplante de
órganos, tejidos y células. Al respecto, el Instituto Nacional Central Único
Coordinador de Ablación e Implante (Incucai) sostuvo, acertadamente, que la
posibilidad de la compraventa y de poner precio a un órgano o a una parte del
cuerpo "transforma al ser humano de sujeto en objeto y vulnera los
derechos humanos y la dignidad humana".
Aún más, Milei afirma que “es una aberración
la llamada 'justicia social', ya que es injusta porque implica un trato
desigual frente a la ley, porque unos pagan por la situación de otros".
Desde esa manera tramposa de presentar el tema, se olvida que la verdadera
igualdad implica la igualdad de iguales en iguales circunstancias. La igualdad deseable,
como dije antes, no es atendible sino se la evalúa desde la equidad esencial,
evaluando la justicia de cada situación. En este aspecto, Milei hecha toda la
culpa al Estado, porque considera que los impuestos que cobra son, en sí mismos
un “robo”. Y, afirma que la casta política produce desequilibrios que hace
pagar a los que tienen dinero la poca fortuna de otros que son pobres.
El economista hace aparecer que los que son
pobres lo son porque son vagos y no quieren trabajar y los que tienen mucho dinero
son esforzados trabajadores que lograron lo que tienen con el sudor de su
frente y que no es justo que le quiten lo conseguido.
Milei maneja ejemplos tramposos para engañar
en su propuesta, pero no dice nada de la “Casta Financiera”, también conocida
como la “Patria Financiera”, que hace pagar costos enormes, con obligaciones
usurarias, odiosas e ilegales cargadas sobre los hombros del pueblo, en
especulaciones financieras transformadas en deudas públicas (externas e
internas), que nada tienen que ver con esfuerzos desde el trabajo o la
producción. Esas propuestas de gobierno son
ilegales porque van en contra de la Constitución Nacional, los tratados y las
leyes que nos rigen. Con esa libertad no se avanza.
Desde los principios legales antes referidos
se puede mejorar la dinámica estatal y el accionar de la política, pero sin el
Estado y con lógicas mafiosas no hay futuro posible con dignidad.
Miguel Julio Rodríguez Villafañe
Abogado constitucionalista cordobés y
Periodista de opinión
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