RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

domingo, 24 de septiembre de 2023

MIGRACIÓN ILEGAL: ENTRE LAS VENTAJAS POLÍTICAS Y LAS DESGRACIAS HUMANAS - LIC. CHRISTIAN CIRILLI

 

MIGRACIÓN ILEGAL:

ENTRE LAS VENTAJAS POLÍTICAS

Y LAS DESGRACIAS HUMANAS

 

 La crisis migratoria en Europa toma nuevos bríos por la desbordante cantidad de inmigrantes irregulares africanos que desembarcan día a día en la isla austral de Lampedusa, más cercana a la costa africana que a la península itálica.

 De hecho, Lampedusa está a 150 km de Túnez, lo que supone una travesía riesgosa, pero posible, para los botes y barcas artesanales armadas en el continente negro, usualmente, por los mismos traficantes de personas.

 La inmigración ilegal es un flagelo, sin duda.

 

 Lo es para las pobres personas que se lanzan al vacío con una esperanza de mejor vida, huyendo la mayor de las veces de la desolación, el hambre, las guerras, el desempleo o simplemente para darle algún sentido a su vida que no sea el de morir en las garras de la miseria.

 Pero también lo es para aquellos países que no pueden sostener tamaña afluencia de personas, casi repentina, y que no han planificado medidas de resguardo o asimilación.

Por otra parte, es razonable pensar que oleadas tan intensas y constantes provenientes de culturas diferentes, tengan un impacto dificultoso en las naciones receptoras. Usualmente, no solamente se forman guettos, pues la incorporación a la cultura receptora es compleja, sino que por una cuestión de números y de tasa de natalidad se termina distorsionando la identidad nacional (étnica, religiosa y cultural), lo cual, aunque nunca se confiese o se expresa con cierta vergüenza, es un tema que debe ser justipreciado y considerado sin maniqueísmos ni escándalos fáciles.

 

 Lo cierto, es que, en la isla de Lampedusa de sólo 20 km cuadrados, que tiene unos 5.000 habitantes, en las últimas semanas llegaron unos 12.000 inmigrantes del África Ecuatorial y Sahel. La isla solamente tiene un centro de recepción apto para 400 personas. Se imaginarán, entonces, el grado de catástrofe humanitaria que allí está sucediendo.

 

 Las autoridades italianas, para despresurizar, inmediatamente embarcan a estas pobres personas hacia Sicilia y de allí, al continente.

 Pero Italia no puede sostener el ritmo de 'incorporaciones indeseadas': hasta el momento, 130.620 inmigrantes indocumentados llegaron a Italia, el doble que en 2022 (68.283) y el triple que en 2021 (43.275).

 

 Giorgia Meloni, que basó gran parte de su campaña electoral sustentada en el problema inmigratorio, invitó a la presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a que vea con sus propios ojos la debacle humanitaria que se le presenta y que la tiene atada de pies y manos - por las reglas de la UE - para hallar una 'solución'.

 El 17 de septiembre, la alemana viajó junto a la italiana a la isla para realizar una 'inspección ocular' del desastre.

 Von der Leyen se comprometió a un plan de 10 puntos para asistir a Italia... de dudoso o casi seguro magro resultado: básicamente son medidas administrativas, pero también se habla de ampliar las misiones navales... ¿para qué? ¿para realizar misiones de búsqueda y salvamento o para bloquear como pretende Meloni? ¿En qué medida son posibles sin infringir el Derecho Marítimo Internacional que impide negar el atraco a puerto de embarcaciones desprotegidas?

 

 Von der Leyen también insistió que el problema 'era europeo y no italiano'... y se le ocurrió entonces diseminar a los inmigrantes entre los 27 para de alguna forma disipar el peso que recae sobre la nación italiana... pero lo cierto es que de 130.000 personas que llegaron este año... ¡apenas 1159 fueron reabsorbidas por otros estados europeos!

Por supuesto, la mayor esperanza de Europa es hacer tratados con las naciones búfer del norte africano. Von der Leyen lo intentó con el presidente tunecino Kais Saied... a cambio de € 900 millones para potenciar la tecnología y entrenamiento de sus guardafronteras.

Esto no es nuevo.

 

 Las impotencias europeas, sesgadas por su propio discurso 'progresista' chocan con la realidad y terminan tomando tangentes del tipo 'pagar a otros para que se manchen las manos'.

 Lejos de aumentar las tasas de deportación, que son moralmente condenables, y que encima fracasan porque los propios países de origen desconocen a sus ciudadanos y prefieren instalarlos en Europa (para recibir remesas), los europeos pagan para que los gobiernos africanos impidan el paso.

 

 Esto, lejos de tener buenos resultados, termina en actitud extorsivas por parte de esos mismos gobiernos que dicen colaborar.

 Así, muchos gobiernos hacen la vista gorda sobre estas redes criminales porque les sirven para presionar y obtener provechos económicos y hasta objetivos políticos. El «costo» es nulo y la pelota y el deterioro de la imagen, queda en la «otra cancha», del otro lado del Mediterráneo.

 

 Se ha visto mucho en el caso marroquí y su chantaje inmigratorio para con España, en los enclaves de Ceuta y Melilla, para obtener posiciones dominantes sobre el Sahara Occidental.

 Se lo ha visto al mismo Recep Tayyip Erdoğan exigiendo dinero a la UE a cambio de frenar a los refugiados sirios.

 Y se lo ve ahora a Kais Saied negociando de buena gana una buena porción del contribuyente europeo.

 

 Pero digámoslo también: la situación caótica provocada por Europa (fundamentalmente Francia) en Libia, y todo el caldo de cultivo que se está generando con velocidad vertiginosa en el Sahel, contribuyen y mucho a la desesperación de pobres gentes que son inocentes de toda inocencia y se encuentran rehenes de una situación desesperante.

 Europa también debe reflexionar sobre eso, porque la basura que se tira en el patio del vecino, tarde o temprano, vuelve en forma de olor nauseabundo.

 

LIC. CHRISTIAN CIRILLI

 Analista Internacional

Licenciado en administración UBA De ciencias económicas

 

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