EL CLUB
BILDELGERG: LA ÉLITE QUE DOMINA EL PLANETA
RED
TAVISTOCK: LAVADO DE CEREBROS A ESCALA MUNDIAL
El mundo
infantil y la siniestra incursión en lo macabro
Parte XVI
Un cálido abrazo a toda la querida audiencia de EL CLUB DE LA PLUMA. Mi columna de hoy será una continuidad de la serie iniciada hacia varias semanas a partir de las conceptualizaciones del Dr. Daniel Estulin en sus libros: LA VERDADERA HISTORIA DEL CLUB BILDELGERG y EL INSTITUTO TAVISTOCK.
De la mano de la RED
TAVISTOCK de lavado de cerebros a escala mundial, comenzaremos a reflexionar
sobre otra área clave en el mundo: el imperio invisible ideado para manipular a
las masas desde la niñez. Antes de que existiera el televisor hubo un fenómeno
de comunicación que preparó a la gente joven para la experiencia audiovisual no
racional: las películas de dibujos animados de Walt Disney como Blancanieves,
La Cenicienta, La Bella Durmiente, Pinocho y, más recientemente, La Sirenita y
La Bella y la Bestia.
Sin saberlo, niños y
adultos han estado sometidos a los más de sesenta años de la propaganda más vil
y perniciosa que ha habido en la historia moderna. Estas películas de dibujos
animados tenían como finalidad convertirse en experiencias universales para
varias generaciones de niños y de padres y contenían mensajes morales que permanecerían
en el niño durante casi toda su vida de adulto.
Lo que poca gente
sabe es que tanto el fundador de Walt Disney como su hermano participaron en la
producción de películas propagandísticas durante la Segunda Guerra Mundial,
supervisadas por el Comité de Moralidad, controlado por el INSTITUTO TAVISTOCK.
Los dibujos animados de Disney no pretendían hacer pensar a la gente, sino
hacerla sentir algo que, según Disney, pondría a su público de padres e hijos a
un mismo nivel emocional infantil: servirse de los medios de comunicación y del
poder de éstos para transmitir imágenes de gran carga emocional que forzaran un
retraso mental en los adultos.
Escuchen lo que dice
Disney: “Si todo el mundo pensara y actuara como los niños, nunca tendríamos
problemas. Lo malo es que hasta los niños tienen que hacerse mayores”.
Sin percibirlo, usted
está siendo bombardeado con una dosis extrafuerte del simbolismo de Jung más
vil que existe, a través de los medios de entretenimiento de masas, que crean
un mundo mitológico de “superbuenos” y “supermalos” al tiempo que introducen
personajes que representan arquetipos, como el “Sabio Anciano”, la “doncella”,
la “Gran Madre”.
En los dibujos
animados de Walt Disney, sobre todo, están representados claramente los
arquetipos de Jung. Son coherentes con los conceptos jungianos, sobre todo, en
la consistente representación de las cuestiones morales, en ausencia de las
enseñanzas del concepto judeocristiano del Bien.
EL BIEN TRIUNFA ÚNICAMENTE POR LA INTERVENCIÓN DE LOS
PODERES MÁGICOS DE LAS HADAS, QUE SON MÁS FUERTES QUE EL MAL.
Esta es la esencia
del tipo de espiritualidad del que habla Jung: la lucha simbólica entre las
fuerzas de la “oscuridad” y las de la “luz”, que queda fuera del control de la
razón humana. Pero todo este circo de Disney tiene una faceta más tenebrosa: su
siniestra incursión en lo macabro. A lo largo de estas décadas, uno de los
programas infantiles más populares ha sido el Mickey Mouse Club.
¿Cuántas personas son
conscientes de que ese programa era un siniestro experimento de lavado de
cerebros colectivo a través de la televisión? Cada niño, en su casa, era
adoctrinado con un ritual de iniciación de la televisión e instado a tararear
al mismo tiempo canciones cuya letra iba apareciendo en la pantalla y a entonar
textos cuya letra iba indicando el jefe del grupo de la televisión. Todo lo
hacía con las “orejas de ratón” puestas, que estaban diseñadas para que se
identificara con la figura animal de Mickey Mouse.
Habían creado una
identidad entre el hombre y el animal, difuminando la distinción entre lo que
es humano y lo que es animal. ¿Recuerdan a la perrita Lassie, el animal como un
héroe, que derrotaba sin ayuda de nadie a los “malos”?
Volviendo a Mickey
Mouse Club, ¿cuántas personas son conscientes de que cada vez que hacían el saludo
estaban aceptando una nueva religión, semipagana y un nuevo dios, el ratón?
Hemos visto que unos
padres se hicieron a un lado y permitieron que un ratón o, más bien el televisor,
por medio de un tal Mickey Mouse, administrase valores a una generación de
niños que más adelante transmitirían esos mismos valores a otra generación. En
otra época y en un país europeo, otra generación de niños recibió una serie de
valores de forma organizada de personas que no eran sus padres: la Juventud
Hitleriana de la Alemania nazi. Ellos también tenían rituales propios,
uniformes, símbolos y canciones. Ellos también tenían líderes que pronunciaban
sermones.
A ellos también les
decían que hicieran caso a sus padres y que fueron buenos patriotas, que fueran
educados y que se portaran bien. El truco radicaba en hacer desaparecer a los
nazis, pero no sus ideales.
El Estado y los
valores nazis, pero sin el bagaje nazi. Mickey Mouse y Hitler. ¿Advierten el paralelismo,
no?
La manipulación
consciente e inteligente de las costumbres organizadas y de las masas es un elemento
importante en la sociedad democrática. Quienes manipulan ese mecanismo
invisible de la sociedad constituyen un gobierno invisible que es el verdadero
poder de ese país. Son ellos quienes manejan los hilos que controlan la manera
de pensar del público, dirigen nuestra conducta social o nuestro pensamiento
ético. ¿Puede alguien negar que en estas dos últimas generaciones ha habido un
alucinante cambio de valores morales? ¡Mire a su alrededor! Hay alguien que
está haciendo todo esto a escondidas.
Vayamos a otro
programa infantil: Barrio Sésamo. En ese programa, se predica su versión particular
de la perversión haciendo que unos muñecos caracterizados como animales
moralicen acerca de cuestiones ecológicas, competencia social, tolerancia y
demás. Otro mensaje oculto es el de que la “única” solución correcta, sea cual
sea el problema, es la del compromiso, aprender a ser tolerantes. Y nunca puede
haber compromiso alguno con el Mal de quienes tienen la Verdad universal como
objetivo supremo en la vida.
Eso forma parte de la
rectitud moral y la personalidad que definieron a todas las grandes naciones y
a las personas de ideales. Más adelante, los productores quisieron modificar su
estrategia y deseaban favorecer el aprendizaje de los niños. Pero, de hecho,
hay estudios que demuestran que eso es mentira. En muchos casos, da la
impresión de que inhibe la capacidad de entender ideas más complicadas. Y lo
más importante, los estudios indican que los niños parecen volverse “adictos”
al programa y dicha “adicción” los vuelve adictos a ver cualquier programa de
televisión.
Barrio Sésamo no
estimula a los niños a que les guste la escuela ni nada que tenga que ver con
ella. Los estimula a que les guste la televisión.
Barrio Sésamo tiene
muchísimo que ver con las clases dirigentes. El dinero procedía de la Fundación
Carnegie, controlada por los Rockefeller y, de la Fundación Ford, también
controlada por los Rockefeller. Y el dinero de la Fundación Ford procedía de la
CIA, que difícilmente puede ser un ejemplo de educación infantil; del dinero de
la Comisión Trilateral, controlada por David Rockefeller, del Council on
Foreign Relations, del Grupo Carlyle, del que forman parte entre otros George
Bush padre, por no mencionar a algunos miembros menos conocidos de la familia
de Bin Laden y de la sociedad secreta Skull & Bones de la Universidad de
Yale.
Y esto no lo sabía usted,
¿a que no? La Fundación Carnegie, controlada por David Rockefeller que es uno
de los miembros clave del poderoso CLUB BILDELGERG, que actúa diligentemente
entre bastidores para degradar la educación en todo el mundo con el fin de
degradarnos como seres humanos.
El primer requisito
previo para entender cuál es el lugar que nos corresponde por derecho en el
Universo es que usted apague el televisor y, lo que es más importante, lo
mantenga apagado a la luz de las pruebas aportadas sobre las diabólicas y
perversas intenciones de la RED TAVISTOCK a escala planetaria.
Me despido de nuestra
querida audiencia agradeciendo su amable atención, no sin antes introducir algo
del tema musical que elegí: Cuando yo era joven parecía que la vida era tan maravillosa.
Un milagro. Fue hermoso, mágico. Pero luego me enviaron lejos, para enseñarme a
ser sensato, lógico, responsable, práctico. Y me mostraron un mundo donde
podría ser tan confiable, médico, intelectual, cínico. Hay momentos en que todo
el mundo está dormido.
Las preguntas son demasiado profundas para un hombre tan sencillo. ¿No podría, por favor, decirme lo que hemos aprendido? Sé que suena absurdo, por favor, dime quién soy.
VIVIANA ONOFRI
Desde
Islas Canarias
Profesora en Letras
ex catedrática de la Universidad Nacional de
Mar del Plata
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