ZHŌNGGUÓ (Y LA
AUTOCRÍTICA?
SEGUNDA PARTE)
Ahora que ya introdujimos algo en nuestra columna anterior sobre la autocrítica, podemos ir haciendo algunas distinciones importantes. La primera, es que se habla del "marxismo" como si fuera una corriente teórica, cuando en verdad es una y varias a la vez. Cualquiera sabe que han existido y existen diversas maneras de leer y aplicar esa única fuente teórica fundada por Marx y Engels (y nos permitimos agregar a Lenin por sus aportes fundamentales). Se habla de stalinismo, de trotskismo, de guevarismo. maoísmo, entre las más conocidas. Y en cada lugar puede constatarse que las hay también según la línea que siga cada organización: debería ser obvio para cualquiera que lea la realidad política que no actúan el marxismo de la misma manera los seguidores de Nahuel Moreno que los de Mario Roberto Santucho, sin hablar del ya casi extinguido partido comunista argentino. Convivimos, claro, como se convive con un vecino molesto, pero no hacemos lo mismo, por lo que la autocrítica, entonces deberá atender a lo general tanto como a lo particular de cada organización o corriente.
Una pausa para relativizar lo dicho ("relativizar" en el sentido de poner en relación, no de descalificar, como se usa con demasiada frecuencia): temas hay en los que se vuelve compleja la autocrítica, INCLUSO dentro de una misma organización. Cualquiera sabe que en ciertas corrientes esa dificultad se vuelve disgregadora (pueden verse múltiples ejemplos actuales en el trotskismo argentino). Aún así, es una prueba más de lo contradictorio en que se desarrolla por estar vivo.
Un periodista (¡cuando no!) quiso asemejarla con la confesión del practicante religioso: "Como la confesión, la autocrítica verbaliza errores cometidos. Pero conviene subrayar que en el caso de la segunda modalidad , estos errores nunca son reconocidos como errores morales, sino como errores de prácticas o de análisis que hay que corregir y que no guardan parentesco con la herejía. La herejía supone la negación de lo que hay que creer según la autoridad que dicta la ortodoxia. Y este tipo de autocrítica se orienta a la renovación de los dogmas con el objetivo de mantener viva la fe." Hasta ahí está claro, y no es tema de nuestra incumbencia. Pero luego agrega: "Por este motivo, no resulta casual que, aunque haya podido pervivir en otros ecosistemas, su irrupción coincidiera con la de los regímenes totalitarios. Como remarcó Georges Orwell, la Iglesia dictaba lo que se debía creer, pero permitía conservar las mismas creencias desde el nacimiento hasta la muerte, mientras que el totalitarismo “establece dogmas incuestionables y los modifica de un día a otro”, según las necesidades de la política." Es evidente que el señor periodista hace malabares para que lo que no sea democracia liberal pueda tacharse de "totalitarismo", ignorando o negando el hecho de que la autocrítica es una práctica colectiva. No hay democracia liberal en Cuba, gracias al pueblo cubano, pero murió Fidel hace ya casi 10 años y ya ni él ni nadie puede seguir hablando de "dictadura castrista". Y hablando de democracia liberal (o pseudo democracia, como solemos llamarla), TAMPOCO existe en China. Leamos uno de los tantos textos dedicados a la autocrítica por Mao Tse Tung:
"La concienzuda práctica de la autocrítica es otro rasgo que distingue a nuestro Partido de los demás partidos políticos. Hemos dicho que la habitación se debe limpiar regularmente, porque de otra manera se amontonará el polvo, y que tenemos que lavarnos la cara regularmente, porque de otra manera se nos cubrirá de mugre. La mente de nuestros camaradas y el trabajo de nuestro Partido pueden cubrirse de polvo y deben ser limpiados y lavados. El agua corriente no se corrompe y a los goznes de la puerta no los carcomen los gusanos. "
Encantadora manera china de expresarlo (todo lo hacen a su manera, desde los conceptos marxistas hasta su organización política. El nombre mismo del país es uno para ellos: Zhōngguó, y otro puesto por el extranjero en la época de la dinastía Qin -pronúnciese Chin-.). Para terminar, diremos que en el campo de los marxismos "realmente existentes", y aún dentro de cada organización, se sigue debatiendo el carácter socialista o capitalista de Zhōngguó, en una confusión de dogmas y pretensiones teóricas que poco aportan al camino revolucionario. Mientras tanto, China vive 50 años adelante, ha terminado con la pobreza extrema de 300 millones de habitantes -o lo que es lo mismo: ha erradicado la pobreza extrema- y pasó en 40 años de comer arroz con las manos (y no es retórica, es lo que cuentan los propios chinos) a viajar en trenes a 600 km/h o ir a la vanguardia en la carrera espacial (tema sobre el que casi no se habla en occidente).
En la película Matrix, cuando Morfeo le dice a
Neo:
“Tienes que entender que la mayoría de la gente
no está preparada para ser desenchufada del sistema”,
está hablando de una verdad profunda sobre la naturaleza humana.
El "sistema" en Matrix es una metáfora de la ilusión de lo real: una construcción artificial diseñada para controlar y someter a la humanidad, ofreciéndoles un falso sentido de realidad.
Hoy en día, la mayoría de las personas vive atrapada en esa ilusión. Son incapaces —o simplemente no desean— ver más allá del velo de la mentira, la manipulación y el control. Morfeo entiende que, para muchos, la comodidad del sistema es preferible al inquietante, y muchas veces doloroso, proceso de despertar a la verdad.
Desde la cuna, a través de años de adoctrinamiento —y en muchos casos, por generaciones enteras— las personas han sido condicionadas a aceptar el mundo tal y como se les presenta. Desenchufarse del sistema significa enfrentarse a una dura e incluso insoportable realidad: que todo lo que creían verdadero podría ser una mentira.
Eso requiere coraje, voluntad de abrazar la
incomodidad y, sobre todo, disposición para soltar aquello que uno pensaba que
era la verdad.
Morfeo también sabía que quienes siguen conectados al sistema suelen ser sus defensores más feroces.
¿Por qué? Porque el sistema se ha convertido en
su identidad.
Su sentido del yo, sus creencias, sus valores… todo está ligado a las ilusiones impuestas por ese mismo sistema. Cuestionarlo es, para ellos, como cuestionarse a sí mismos. Y por eso, para muchos, es más fácil defender la mentira que aceptar que han sido engañados.
Desde Rosario- Militante Social
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