RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

domingo, 18 de mayo de 2025

EL POBRE DE DERECHA - MAURICIO IBÁÑEZ

 

EL POBRE DE DERECHA


 

Apreciados oyentes, amigos y compañeros de El Club de La Pluma, les saluda desde Colombia Mauricio Ibáñez, con un fuerte abrazo latinoamericano. En este programa y el siguiente realizaremos un recorrido por el libro “El Pobre de Derecha – La Venganza de los Bastardos” del escritor Jesse Souza, gracias a un excelente resumen elaborado para YouTube por el profesor Argentino Claudio Álvarez Terán. Este libro fue publicado en su idioma original en 2024 y se encuentra en proceso de traducción al español.

 

¿Por qué una parte significativa de los pobres vota masivamente en todo el mundo por candidatos como Bolsonaro, Milei o Trump? ¿Cómo fue que sucedió esto? ¿Fueron acaso las nuevas formas de manipulación de los medios digitales su causa?  - Estas son preguntas centrales que se repiten incesantemente en la última década para intentar explicar un hecho político novedoso en el mundo occidental. Por lo general, los análisis de este fenómeno de sectores populares votando por representantes políticos de la derecha radical, se centran en la cuestión de los medios digitales y las redes como sus factores causales. Pero, dice Sousa, lo más importante debe ser centrarse en cuáles son las ansiedades de las clases populares a las que apuntaron esos mensajes políticos. ¿Por qué la prédica de la extrema derecha encuentra terreno fértil entre los empobrecidos? ¿Por qué razón, porciones significativas de las clases populares que no tienen nada que ganar con candidatos de derecha, solo perder, especialmente desde el punto de vista económico, votan por quienes los perjudican?

 

Hay una inclinación a considerar que se trata de una decisión irracional, basándose en la idea de que el factor económico es el criterio más importante de la racionalidad humana al momento de tomar una decisión electoral. Pero Sousa considera que la racionalidad económica como motivo del comportamiento humano es una perspectiva incorrecta. Parafraseando la tradicional expresión política popularizada por Bill Clinton en los 90, Sousa dice: No es la economía, estúpido. Las personas, dice Sousa, tienen como motivación última de su acción social la dimensión moral, no la económica, como suponen el liberalismo y el marxismo. Es decir, se trata de la lucha por el reconocimiento social que garantice la autoestima y la confianza en sí mismo. Todos somos seres frágiles y vulnerables, y existe una mirada negativa o positiva de la sociedad para con nosotros, por lo que esta necesidad de reconocimiento es más elemental que cualquier otra necesidad humana. La economía moderna inventó ecuaciones y números para crear la impresión de ser un conocimiento científico que puede reclamar neutralidad técnica, pero todo está preparado para que nos olvidemos que toda forma de producción y circulación de bienes tiene implícita su propia noción de justicia, que dice que es normal que unos lo tengan todo y otros, nada o casi nada.

 

Se ha hecho todo lo posible para que la economía deje de ser mirada como un componente de la política. Lo que pasa por ser una cuestión económica neutral es, de hecho, un esquema de producción y distribución de bienes de acuerdo con un principio moral. El núcleo de todo modelo de producción y distribución tiene en sí una elección moral: quiénes ganan y quienes pierden. Un modelo económico que se autodenomina neutral se pretende a sí mismo como definitivo, natural, que no tiene alternativas, como la única forma posible, que no está dispuesta a someterse a la crítica. Como lo planteó Hegel, nuestro comportamiento está determinado por la más básica de todas las necesidades, el reconocimiento social de nuestra dignidad y singularidad. El motivo último es siempre moral, lo sepamos o no. Y esto implica que los pobres votan por los candidatos de la derecha por causas morales, no económicas. Y estas causas morales no suelen ser las que suponemos, como que los pobres se caracterizan por su conservadurismo moral o que se oponen a la actual agenda de las costumbres. Se trata de heridas morales más importantes, esencialmente de la humillación como experiencia cotidiana, que desde afuera no se logra comprender en sus efectos reales.

 

Por eso, seguramente, la lucha por el reconocimiento que persiguen los humillados deriva en el apoyo a las derechas radicalizadas. También es común analizar la incidencia que tienen las adhesiones a iglesias o movimientos religiosos por parte de una gran cantidad de votantes pobres. Pero no basta con una simple cuestión de fe como explicación. El análisis debe ser más profundo. La pregunta en este caso debe ser: ¿Por qué tantos pobres buscan las opciones religiosas conservadoras y no otras? Y la respuesta nos lleva de nuevo al mismo terreno moral. Debemos, entonces, reconstruir la causalidad social en todos sus eslabones de significado para llegar a las motivaciones reales del problema. Si no logramos acceder a esas causas, dice Sousa, no entenderemos nada. En primer lugar, debemos entender que las causas generales que determinan el advenimiento de la extrema derecha no son nacionales, porque su telón de fondo es el capitalismo financiero global, que enriquece a unos pocos a expensas de miles de millones. El autor elabora una teoría para establecer esas causas, la que llama el Síndrome del Joker. La película Joker, exhibida en cines en 2019, toca un punto neurálgico de nuestro tiempo al reconstruir la figura del ciudadano empobrecido, que toma conciencia de su ira y reacciona de manera impulsiva, haciendo justicia por mano propia.

 

La figura principal, el Joker, a diferencia de lo que podemos suponer, no es una figura extraña. Por el contrario, es una figura que se ha vuelto común en nuestro mundo. El cuadro patológico que muestra el Joker no es más que una exacerbación de una característica normal y generalizada en el mundo neoliberal del capitalismo financiero. Nuestro antihéroe es pobre, cuida de una madre enferma y es constantemente humillado en casa, en el trabajo y en la calle: humillado por su madre, por sus colegas, por el gobierno, por los otros, y es humillado finalmente por la atroz soledad que le hace vivir una vida sin imaginación ni fantasía. Este es el punto central de lo que Souza llama el Síndrome del Joker, la experiencia de la humillación. Esto es algo que las personas que forman parte de las clases privilegiadas no sienten y, por lo tanto, no saben qué significa. La élite y la clase media no tienen la experiencia cotidiana y repetitiva de la humillación. Los signos de los nuevos tiempos están impresos en la vida cotidiana: malos salarios, trabajo precario, culto a los ricos, odio a los pobres, recorte del gasto social, desorientación y desesperanza crónica. Cuando la realidad se vuelve insoportable, y la huida a la fantasía resulta inevitable, aunque sea para hacer la vida mínimamente llevadera.

 

El Joker siente soledad y aislamiento extremos, al igual que los oprimidos que se encuentran solos e indefensos, que ya no cuentan con la protección de sindicatos o partidos políticos, instituciones han venido siendo arrasadas por el poder neoliberal que les declaró la guerra desde la década de los 80. El tipo de resistencia que le queda a esta categoría social es el mundo de la anarquía, de la rebelión ciega, sin estrategia o propósitos definidos. La pobreza y la humillación se viven como dolores personales e intransferibles, lo cual demuestra que el Joker es una figura social más común de lo que creemos. La pobreza se vive como una culpa personal por las propias víctimas. La legión de olvidados y humillados, los jokers que crecen cada día tienen una rabia y un resentimiento contra el mundo que no pueden explicar ni dirigir, que no pueden canalizar, solo pueden vivir su humillación como si fuera una culpa individual. La más perfecta dominación social no surge de la violencia y la fuerza ejercida desde arriba, sino del convencimiento de los oprimidos de su propia inferioridad, y que ser pobres es su propia culpa. Entonces volvemos a la pregunta central: ¿Cómo es posible que los pobres voten y apoyen a políticos de extrema derecha que representan a las peores elites y a sus mayores enemigos?

 

Una respuesta habitual es dudar sobre el grado de inteligencia de estos sectores empobrecidos, lo cual no es válido. Otra respuesta dominante parece aludir a su perfil conservador, lo cual los acerca a ciertos partidos de la derecha o a la influencia de las iglesias, pero sigue siendo una explicación incompleta. Lo que importa es establecer qué hay detrás de esas elecciones. Un problema es que los pobres y desposeídos son los que menos interpretan cómo funciona el mundo social, aunque suelen ser las mayores víctimas de todos los prejuicios creados para oprimirlos. Para evitarlo se requieren instituciones de protección como sindicatos y partidos políticos y esencialmente una educación crítica para develar sus mecanismos sociales, es decir, lo que falta es todo lo que hemos perdido o estamos perdiendo. Los Jokers del mundo y su sufrimiento son la materia prima esencial de cualquier clase dominante. Pero ¿cómo se construyeron los Jokers? Es decir, los trabajadores sobreexplotados, humillados y precarios. ¿Cómo se convirtió esta nueva clase en la materia prima de la extrema derecha mundial? Lo revisaremos de la mano de Jessé Souza y el profesor Álvarez Terán, la próxima semana. 

 

MAURICIO IBÁÑEZ – Desde Colombia -Biólogo

Especialista En Estudios Socio-Ambientales

 

Para saber más:

 

Video: El Pobre de Derecha  

https://www.youtube.com/watch?v=uRm8qGIC9TE

 

www.alvarezteran.com.ar

No hay comentarios: