RESISTENCIA
ACTIVA
Ya estamos en los últimos días del año y más de uno estará sintiendo que nos pasó un tren por encima. Y no es para menos.
Las políticas de saqueo y ajuste que ha venido
implementando este gobierno han tenido como epicentro golpear las condiciones
de trabajo y de vida, así como las necesidades básicas de los trabajadores y de
los sectores oprimidos de nuestra sociedad.
Mientras tanto, la famosa “casta” sigue con sus enjuagues políticos a espaldas de la población, en donde lo único que les preocupa es ver cómo quedan lo mejor parados posibles mientras el sufrimiento de millones crece día tras día.
El Parlamento no es otra cosa que una maquinaria perversa en donde se dirimen los intereses de las distintas facciones de la burguesía monopolista que –no sin contradicciones- siempre tiene en la mira la búsqueda y la concreción de nuevos y jugosos negocios para unos pocos y jamás la resolución de los problemas de las mayorías.
El sueldo básico en nuestro país es el segundo
más bajo de América Latina, solo por arriba de Venezuela. Es el 50% de lo que
se percibe en Uruguay. El plan de gobierno de Milei es la rapiña de nuestros
recursos humanos y materiales (como quedó demostrado en la reciente reunión del
G20 en Brasil) y en ello -por ahora- le va bien. Su servilismo es ejemplar para
el mundo de los negocios y el mercado, no hay rubro de rapiña que se haya
dejado al azar. Ese es el famoso “éxito” en la macro economía que los medios
del gobierno agitan y propagandizan sin cesar. Pero cuando las inversiones en
bienes de capital a mediano y largo plazo no llegan a nuestro país (aunque
tengan condiciones leoninas que los benefician) es porque la desconfianza sigue
reinando.
Sólo la timba financiera con posibilidades de
ganancias rápidas se hace presente.
Los gremios son los verdaderos “colaboracionistas” del gobierno para implementar el ajuste a la clase obrera y al pueblo. Un ejemplo de ello puede ser la “cumbre” en la que participaron Paolo Rocca (CEO del grupo Techint) Abel Furlán y Naldo Brunelli, secretario general y adjunto,respectivamente, de la UOM a nivel nacional. Reunión pedida por los sindicalistas dado que la negociación paritaria con la Cámara Argentina del Acero no avanza: fueron a hablar con el dueño de la pelota. Un encuentro donde esta caricatura de dirigentes sindicales reafirma su papel de voceros de las patronales. Salieron con el mismo discurso de Rocca cuando se queja por los acuerdos con China como competidor directo que vendría a “destruir la industria nacional”. Nada dicen -por supuesto- que este grupo empresarial amasa fortunas en el sector energético, a través de la explotación de petróleo y gas en Vaca Muerta. Lugar en donde es uno de los principales jugadores. Al mismo tiempo que seguramente debe estar (como el resto de los monopolios) consiguiendo enormes ganancias en la bicicleta financiera que alimenta el gobierno.
Eso sí: cuando los números en la producción de
acero no les cierran, reclaman “protección del Estado” y del gobierno, con
nuevos subsidios, nuevas exenciones, etc., en simultáneo que aprovechan la
situación para no sólo seguir achatando la masa salarial, sino también para
reorganizar los planteles productivos en pos de la “bendita productividad”. Los
sindicatos son cómplices y artífices de la extorsión y el chantaje de las
patronales, con argumentos tan falsos y viejos como la “amenaza” de cierre de
empresas, de capitales que dejarán el país. Las
quiebras de miles de empresas en estos últimos meses son producto del proceso
de concentración y centralización de capitales en beneficio de los grupos
monopolistas, NO DE ESCASEZ DE GANANCIAS.
Allí está incluido, obviamente, Techint y su conglomerado empresarial y otros monopolios, dado que el ajuste incluye destrucción de fuerzas productivas como condición para buscar atenuar la crisis capitalista.
El cínico y traidor acompañamiento de los sindicatos en el objetivo último que es, ni más ni menos, disciplinar económica y políticamente a la clase obrera y demás sectores del pueblo trabajador, es una película que se replica en todas las empresas, de todas las ramas productivas.
Mientras, la resistencia es despareja, con subas y bajas, sin un hilo conductor, debido a que es necesario elevar el nivel de debate de reivindicaciones económicas al plano eminentemente político.
Se acumula bronca, sí, pero el riesgo de
perder el trabajo por tirar la primera piedra muchas veces frena las
iniciativas.
Sin
embargo, comprobamos que tiremos o no la primera piedra nos toca el turno no
sólo del despido sino de la crueldad con que se lleva a cabo el ajuste. Nos
humillan no sólo con salarios miserables sino con un carácter esclavizante para
la realización de nuestro trabajo.
La resistencia se debe profundizar con otra organización y otra metodología. Pero tiene que haber una consigna política rectora: derrotar el plan de gobierno.
En cada lugar de trabajo, en cada sector, hay que aunar las fuerzas que estén mostrando las ganas de enfrentar el actual estado de las cosas. Organizarse. Fortalecer el núcleo más decidido de la resistencia, que vaya de lo débil a lo fuerte y de lo pequeño a lo grande. La resistencia no puede estar basada en las metodologías de siempre que terminan traicionando a los de abajo.
Ser parte de esta resistencia que aspira a
cambios más amplios y profundos permitirá ir sumando más fuerzas que se sientan
parte de un todo que eleve la dignidad de cada trabajador y trabajadora. Que la
lucha desde esta concepción vaya generando no sólo una expectativa política
sino de vida. Eso significa que la resistencia no sólo es contra la baja
salarial, los despidos, las suspensiones o los aprietes por mayor
productividad. Por eso, dicha resistencia no puede depender de ningún aparato
sindical ni político.
Entender este tema político crucial erosionará el plan del gobierno y alimentará la posibilidad de derrotarlo.
Desde Rosario- Militante Social
No hay comentarios:
Publicar un comentario