ESPERANDO A GODOT
Esperando a Godot es una obra
escrita a finales de los años '40 por Samuel Beckett. La obra se divide en dos actos, y en ambos aparecen dos
vagabundos llamados Vladimir y Estragon que esperan en vano junto a un camino a
un tal Godot, con quien (quizás) tienen alguna cita. El público nunca llega a
saber quién es Godot, o qué tipo de asunto han de tratar con él. En cada acto,
aparecen el cruel Pozzo y su esclavo Lucky, seguidos de un muchacho que hace
llegar el mensaje a Vladimir y Estragon de que Godot no vendrá hoy, "pero
mañana seguro que sí". Esta trama, que intencionalmente no tiene ningún
hecho relevante y es altamente repetitiva,
simboliza el tedio y la carencia de significado de la vida humana, tema
recurrente del existencialismo.
Como Vladimir y Estragon, podríamos pensar que
la sociedad argentina está en espera de algún hecho o de algún personaje QUE
DESCONOCE. Es decir, espera lo que ni siquiera sabe si desea. Simplemente
ESPERA. No hay expresión de expectativa alguna en ningún conjunto social, no se
formulan proyectos ni se publican planes ni se presentan ni disputan programas,
sin importar el realismo o la cantidad de fantasía que contengan. En ciertos
ámbitos, pequeños por cierto, hemos detectado alguna "ilusión de
2001", para llamar de alguna manera a esa expectativa de conflicto tan
asociado en el imaginario con el helicóptero. Pero paulatinamente esa ilusión
ha ido cayendo, al mismo ritmo que buena
parte de la sociedad ha continuado aceptando mansamente las políticas de este
maldito gobierno. Si hubo luchas en 2024, que las hubo, fueron parciales y
llevadas adelante por los sectores más dinámicos de los trabajadores, y no han
conseguido todavía desarrollar la unidad imprescindible para golpear y derrotar
el plan de este gobierno.
En nuestra condición de humildes trabajadores
no dejamos de estudiar a los que aparecen como "pensadores" de la
actualidad. Y debemos decir que nos decepcionan bastante. Leo a continuación un
fragmento del italiano Franco "Bifo" Berardi, publicado en septiembre
de este año: "Ha llegado el infierno nuclear, ha llegado el infierno
climático, ha llegado el infierno esclavista. Mientras tanto existe una
generación, que ha sido traída irresponsablemente al mundo. Están perdidos y
les falta el sentido de la orientación, se hallan bombardeados por un torrente
de estímulos infoneuronales, que les empuja a sacrificarse en el altar del consumo,
pero para obtener el dinero con el que comprar las innumerables mierdas de
marca tienen que trabajar en condiciones de esclavitud. ¿No sería mejor
marcharse? Encontrar una isla o, mejor, crear una isla. Encontrar algunos
amigos, algunos amantes, algunas amantes, y escapar con ellos, pequeñas
comunidades de desertores, que se refugian en lugares donde nada les protegerá
de una erupción volcánica o de una lluvia atómica, pero al menos no habremos
participado en esta horrible competición entre asesinos. Ha llegado el infierno
nuclear, ha llegado el infierno climático, ha llegado el infierno esclavista.
Busquemos una isla en el infierno y desertemos. En pequeños grupos o en
solitario." Si Bifo casi nos convence con su mirada catastrófica, nos
defrauda con la "solución" que plantea.
Leamos a Judith Butler, pensadora
estadounidense, considerada una de las voces más influyentes en la teoría
política conTemporánea: “Un mundo habitable para los humanos depende de una Tierra
floreciente que no tenga a los humanos en su centro. Nos oponemos a las toxinas
ambientales no solo para que podamos vivir y respirar sin miedo a ser
envenenados, sino también porque el agua y el aire deben tener vidas que no
estén centradas en la nuestra”.
Pero, Judith, ¿no
es acaso que el calentamiento global y otras amenazas ecológicas nos exigen
intervenciones colectivas en nuestro entorno, intervenciones directas en el
frágil equilibrio de las formas de vida? La regeneración de la Tierra
obviamente no depende de "nuestro rol más pequeño y consciente". Si
el capitalismo nos ha vuelto patrones del planeta, ¿no deberíamos actuar como
gerentes de la vida en la Tierra, antes que como una especie más? El
progresismo intelectual no tiene límites para divagar (lo que no cuestionamos,
es indudable que con su curiosidad aportan a la comprensión), pero sí tiene
graves limitaciones para plantear salidas. Podríamos seguir con ejemplos
similares, pero preferimos dar nuestra lectura, que se empeña en continuar
siendo materialista.
Veamos,
por ejemplo, la riqueza de Elon Musk: el dueño
de Tesla, Space X y la red social X (Twitter), ha alcanzado la suma impactante
de US$442 mil millones, según la última estimación de la revista Forbes. La
misma fue aumentada en US$180 mil millones en sólo los últimos dos meses.
Según la
misma fuente informativa, otros mil millonarios como Jeff Bezos (Amazon, US$248
mil millones), seguido por Mark Zuckerberg (Meta, US$223 mil millones) y Larry
Ellison (Oracle, US$195 mil millones), forman parte de las 10 personas más
ricas del mundo, quienes han aumentado su riqueza en US$305 mil millones en
sólo cinco semanas, lo que eleva su total combinado a la asombrosa cifra de
US$2,1 billones.
Las fortunas
personales acumuladas por los individuos más ricos del mundo no tienen
precedentes en la historia. Su acumulación está ligada a una voracidad
desenfrenada de especulación, basada en la destrucción de los programas
sociales, la gratuidad de la educación, las jubilaciones y pensiones y la
gratuidad de la medicina. En suma, a la subordinación de todos los aspectos de
la vida de los pueblos carentes de capital al impulso del beneficio privado. El
ejemplo más notorio es que la riqueza total que poseen estos 10 individuos es
más de 40 veces el costo anual -estimado por distintas instituciones- para
acabar con el hambre en el mundo. Y esta acumulación sería imposible sin la
concurrencia de los Estados que benefician con leyes, con subsidios, con
emisión de bonos que endeudan a los pueblos generando deudas gigantescas
impagables. Esto no es más que capitalismo en su más concentrada expresión:
imperialismo. Dejamos para 2025 la explicItación de nuestra propuesta.
Desde Rosario
Militante Social
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