RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

domingo, 15 de junio de 2025

DE LA PROSCRIPCIÓN A LA RESISTENCIA - PROF. LIDIA INÉS RODRIGUEZ OLIVES

 

DE LA PROSCRIPCIÓN A LA RESISTENCIA

 


Desde Buenos Aires, saludo a los oyentes de El Club de la Pluma. Soy Lidia Rodríguez Olives

Mientras Fabián “Pepín” Rodríguez Simón, prófugo de la justicia durante 3 años y responsable de una “mesa judicial” que, durante el gobierno de Macri, armó causas judiciales y extorsionó empresarios, se pasea tranquilamente disfrutando del sobreseimiento por “falta de pruebas” que le regaló la Cámara Federal Porteña; mientras Mauricio Macri (el mismo del contrabando, los parques eólicos y el espionaje ilegal) puede dilatar por más de 25 años el pago de la deuda por el Correo Argentino, esquivar la quiebra y lograr que, en un fallo bochornoso, la Corte de los “3 monigotes” aceptara pasar el expediente a la justicia porteña, de inferior jerarquía pero más amigables con sus intereses; mientras causas por delitos de Lesa Humanidad están durmiendo hace años en los cajones de los Supremos; mientras esperamos hace un año y medio que esos mismos Supremos se pronuncien sobre la constitucionalidad (o no) del decreto 70/2023, reforma constitucional encubierta que, debido a esa dilación, sigue vigente; mientras el Congreso y la Justicia blindan al presidente en la estafa Libra…mientras esto y mucho más ocurre, la Corte se apresuró a ratificar la condena contra Cristina Kirchner en un año electoral, contra su propia jurisprudencia, y sin siquiera haber revisado un caso plagado de irregularidades y de violaciones al debido proceso.

La conmoción política que esto implicó está a la vista. Sin embargo, debemos tener en cuenta que la derecha fascista que nos gobierna utiliza la detención de Cristina como un escenario más de su “batalla cultural”. Batalla que consiste, fundamentalmente, en un esfuerzo persistente por aislar los hechos y sacarlos de contexto; por limitar la comprensión y eliminar la capacidad para establecer relaciones pertinentes entre los diferentes aconteceres sociales. Es, en definitiva, un embate contra la Historia. Porque es, justamente, en este campo donde reinan los procesos, donde nada ocurre aisladamente, donde existen causas y consecuencias, y dónde resulta pertinente preguntarse ¿quién maneja los hilos de los 3 monigotes de la Corte y del títere desquiciado que está en la presidencia?

Una mayoría abrumadora de la población padece las consecuencias de las políticas aplicadas. Sin embargo, no podemos confundirnos. La crisis no es para todos: en ese escenario algunos pocos obtienen grandes beneficios. Es hora entonces de mirar con detenimiento cómo opera este grupo selecto y en qué medida son responsables de la situación actual.

Mientras la industria manufacturera registró en 2024 una caída del 9,2% respecto del año anterior, la construcción un 17,7%, cerraron 10.902 empresas (casi todas ellas pequeñas y medianas) y se destruyeron 182.000 puestos de trabajo, las ganancias operativas de las empresas que cotizan en bolsa alcanzaron, en promedio, el 141,6% y sus ganancias netas (que incluyen las obtenidas en el mercado especulativo financiero), el 332%. Destaca entre ellas la cementera Loma Negra. Lejos de verse afectada por el derrumbe de la construcción, sus ganancias netas aumentaron, en 2024, 1487%. En Argentina, las 50 personas más ricas, que a fines de 2019 acumulaban 46 mil millones de dólares reunían, a fines de 2024, 78 mil millones, un 70% más. Como ejemplo podemos citar a Galperín, que pasó en ese lustro de un patrimonio de 4200 millones de dólares a 8500. Lo mismo ocurrió con Hugo Sigman, Pérez Companc, Madanes, Brito, Bagó y Pagani. Parece entonces que el sufrimiento de los pobres, de los científicos, de los trabajadores despedidos y de los jubilados se traduce en la posibilidad para unos pocos de duplicar y hasta triplicar sus fortunas.

La pregunta que surge hasta naturalmente es cómo es posible que, en un país donde algunas empresas obtienen miles de millones de dólares de ganancias, no se financien las universidades ni la investigación, se precarice el sistema de salud y se mate de hambre a los jubilados. Cómo “no hay plata” para discapacidad o para políticas de Derechos Humanos mientras el Estado se endeuda permanentemente. Las respuestas a estas preguntas apuntan en la misma dirección. Apuntan al montaje de un entramado offshore que les permite, a esos pocos, evadir sus obligaciones tributarias; también, a un “Estado bobo” que las beneficia con bajas y exenciones impositivas, con subsidios, con disminución de sus costos salariales y, fundamentalmente, con un nulo control sobre sus operaciones.

Todos conocemos la existencia de guaridas fiscales. También, la participación que en ellas tienen empresas y empresarios argentinos, como quedó demostrado en los Panama Papers, en la exposición de cuentas bancarias del HSBC en Ginebra y en las denuncias del ex banquero Hernán Arbizu. Grandes empresas fugan sus ganancias al exterior, comportamiento que impacta negativamente en varios frentes. Por un lado, el montaje de sofisticadas tramas les permite evadir impuestos, lo que significa que, aunque siempre los escuchemos llorar por la “carga tributaria insostenible”, los ricos contribuyen muy poco al sostenimiento del Estado. Por otro, aunque las ganancias las obtienen en nuestro país, estas son declaradas en empresas “cáscaras” ubicadas en paraísos fiscales, lo que facilita la elusión, es decir, reducir considerablemente el monto a pagar. Como si esto fuera poco, el secreto bancario en estas filiales fantasmas les permite ocultar y blindar sus activos y, cuando se produce un conflicto, ya sea con el Estado, con acreedores o con trabajadores, sólo responden con el capital declarado en Argentina. Un caso emblemático es el de Vicentín que, luego de ser vaciada por sus propietarios con permanentes giros de divisas al exterior, entró en concurso de acreedores en 2020. En ese momento, la deuda con productores rurales y entidades financieras (incluido el Banco Nación) ascendía a 1500 millones de dólares. Y aun sabiéndose que gran parte de las transferencias se habían dirigido a Vicentín Family Group, con sede en Uruguay, esos activos quedaron fuera del concurso por tratarse de “una empresa extranjera”.  

Todos debemos preocuparnos y ocuparnos de este comportamiento nocivo de nuestra elite económica. Porque reduce significativamente los recursos del Estado y su capacidad para diseñar y desarrollar políticas de impacto social. Entonces, cuando escuchemos que “no hay plata”, deberíamos tener en claro a quiénes se la vamos a reclamar.

Pero este no es el único comportamiento perjudicial que tienen nuestros grandes empresarios. También son el engranaje que sostiene la llamada “bicicleta financiera”. El esquema actual funciona con un Estado que se endeuda para facilitar a las empresas la compra de divisas a un precio irrisorio. Esos dólares no se invierten productivamente, sino que son destinados a la compra de otros activos financieros, como los bonos que vende Caputo, por los que el Estado paga altas tasas de interés. Las ganancias obtenidas por esta especulación son fugadas al exterior y la rueda vuelve a empezar. Es obvio que el modelo funciona mientras el Estado, principal proveedor de divisas, se siga endeudando. También resulta obvio responder a la pregunta ¿dónde están los dólares del FMI? En los paraísos fiscales de esta clase depredadora. Tener en claro esto nos permite comprender también por qué, una elite económica que cuenta en sus filas con industriales perjudicados en forma directa por las políticas aplicadas, se alinea masivamente detrás del gobierno de Milei. Es que sus ganancias se han desvinculado de la producción. Han devenido en especuladores y financistas, perjudicando seriamente el desarrollo del país y la generación de empleo. Y mientras el Estado, en lugar de ponerles freno, actúe como aliado de sus intereses, seguirán aumentando la desigualdad y la pobreza.

Pero la elite sabe que el modelo tiene fecha de caducidad. La crisis (de la que ya hablan propios y ajenos) está a la vuelta de la esquina. Porque un país con sus capacidades productivas destruidas y endeudado hasta lo indecible es inviable en el mediano plazo. La lucha que libran hoy no es por Milei sino por quién lo sucederá; quién manejará la lista de beneficiados y perjudicados que hoy tienen en su poder cuando todo esto vuele por el aire. Podrá ser otro engendro de la derecha, un radical con peluca y hasta un ignoto salido de alguna parte. Pero lo que no puede ser es peronista. Porque peronismo significa apuesta por la industrialización y obsesión distributiva; también, “gasto” en políticas sociales, en universidades, en ciencia y tecnología. Significa dignidad para los trabajadores, derechos y reivindicaciones. Pero, sobre todo significa la amenaza de políticas que, finalmente, les obligue a repartir la riqueza que todos construimos, pero sólo ellos atesoran.

Es en este cuadro complejo de nuestra realidad donde se inserta Cristina presa. El Poder Judicial ha sido y es el bastión más firme en la defensa de sus intereses: si falla Ficha Limpia, siempre quedará la Corte. Su detención no es sólo una jugada para borrar de la arena política a la dirigente que mejor los señala y acusa, capaz también de aglutinar bajo su liderazgo la rebelión de los desposeídos. Es una apuesta por la fragmentación del peronismo, por su definitiva extinción.

Pero los peronistas sabemos de proscripción, de detenciones, de torturas, de fusilamientos y persecución. Tenemos identidad y nos unimos en la adversidad. Nunca nos resignamos ni olvidamos nuestra Historia. Defendemos nuestros derechos y sabemos qué es la lealtad. Y es por eso que Cristina no está sola: la acompaña una legión de militantes que no duda en poner el cuerpo porque ha sido forjada al calor de la resistencia.  

Les mando un gran abrazo a todos los oyentes de El Club de la Pluma.

 

 


PROF. LIDIA INÉS RODRIGUEZ OLIVES

Profesora de Historia - Posgrado en Ciencias sociales por FLACSO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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