LA BANDA
TERRORISTA OTAN EN SERBIA,
AMÉRICA LATINA Y EL RESTO DEL MUNDO
Un cálido abrazo a la
distancia a toda la querida audiencia de EL CLUB DE LA PLUMA.
Mi columna de hoy se
apartará este domingo de la serie de reflexiones habituales, para centrarme en
las acciones de la banda terrorista OTAN en Serbia, a 25 años del bombardeo que
duró 78 días y, como temática impostergable para nuestra América Latina y Caribeña
en estos momentos de máxima tensión mundial en una nueva Guerra Fría, no ya de
Estados Unidos contra la Unión Soviética, sino de la OTAN/Estados Unidos/Reino
Unido contra China y la Federación Rusa, Guerra Fría, reitero, en el escenario
de nuestra maltratada y vejada América.
Les recuerdo que los
tiempos de la Geopolítica, Geoeconomía y Geoestrategia no se miden por meses ni
años, sino por décadas y las acciones parecen imperceptibles, casi caprichosas
y desconexas, pero todo forma parte de un plan planetario perverso, por lo
tanto, no podemos restringir un verdadero análisis, si no tenemos en cuenta a
todos los SUJETOS POLÍTICOS en la totalidad de nuestro planeta durante muchos,
muchos años y saltando de un continente a otro, en un ida y vuelta en el tiempo
y en el espacio
porque nos guía una visión conceptual, no recortes sesgados
y malintencionados de lo que ocurre en la Tierra.
La campaña de
bombardeo de la OTAN sobre Yugoslavia comenzó un 24 de marzo de 1999, día
macabro para recordar el inicio del ciclo más perverso de nuestra historia
argentina, pero del año 1976. En el país de los Balcanes, Serbia, los
bombardeos causaron al menos 1200 muertos, se arrojaron 9160 toneladas de
bombas, daños para la salud y medioambientales con miles de toneladas de
sustancias altamente tóxicas, incluyendo dioxina y mercurio y también
municiones a base de uranio empobrecido. Tres meses de bombardeos, pulverizando
cuarteles, puentes, carreteras, pero también escuelas, hospitales y viviendas.
Yugoslavia obstaculizaba la expansión de la OTAN hacia el este, hacia la
frontera de Rusia.
Quizás estos hechos
históricos no los recuerden, aunque tendrán muy presente por los informativos
la locura de la OTAN en Europa que nos quiere llevar a una confrontación
nuclear contra la Federación Rusa, pero América Latina y Caribeña no son nada
ajenas de la amenaza potencial del monstruo de la OTAN. Claro, es menos
visible, pero los fines y propósitos son tan macabros y espeluznantes como
siempre.
De permanecer fríos y
distantes ante las acciones de la OTAN, nunca, por favor; Afganistán, Irak,
Libia, Siria y Yemen nos lo recuerdan siempre. ¡Qué lejos están esos países: en
Asia y, Libia, en el norte de África!
En definitiva, nada
de lo que ocurría allí nos involucraba directamente, ¿no?, y hasta
permanecíamos indiferentes frente a la pantalla del televisor, pero la
presencia militar de la OTAN en tierras de América del Sur y Central, aunque
quizás ni nos enteramos, es creciente y poderosa.
A finales de 2022,
Estados Unidos tenía instaladas 12 bases militares en Panamá, 12 en Puerto
Rico, 9 en Colombia, 8 en Perú, 3 en Honduras y 2 en Paraguay. En Argentina, en
las aguas territoriales argentinas y en las Islas Malvinas en poder del Reino
Unido, hay presencia de la OTAN, obviamente. Según el Departamento de Defensa
de Estados Unidos, citado por el portal de Venezuela “Misión Verdad”, desde
mayo de 2022, el Reino Unido está conformando un triángulo estratégico de
control del extremo sur de Sudamérica.
Al sur de las Islas Malvinas, operan submarinos nucleares, además,
Francia y Estados Unidos organizan regularmente maniobras militares en la
región.
Como acontecimientos
que están ocurriendo ahora mismo en Argentina y sobre los cuales ustedes
conocen más en detalle que yo que vivo en Europa: El ejército de los Estados
Unidos ha tomado el control del río Paraná; la armada estadounidense está
asentada en Tierra del Fuego; la DEA criminal ingresó en Córdoba; la CIA está
afincada en la zona de la Triple Frontera y Marc Stanley tiene las llaves de la
Casa Rosada.
Y saltamos a otro
continente: La Antártida. ¿Milei también va a regalar nuestro sector argentino
de la Antártida y el paso bioceánico?
Volvemos de nuevo a
América con un dato más que significativo que quizás hemos olvidado. Desde
2017, Colombia se unió a la OTAN como socio extracontinental y se convirtió en
el primer y único país de Latinoamérica en obtener un acuerdo de ese tipo en la
Organización del Tratado del Atlántico Norte, que fue firmado por el
expresidente Juan Manuel Santos en Bruselas.
Y en este saltar de
un continente a otro, volvemos a los actos terroristas otanistas en Serbia, en
la Europa de los Balcanes. Como ha señalado Noam Chomsky, fue una guerra
justificada por propaganda engañosa: que el líder yugoslavo Milosevic estaba
involucrado en una limpieza étnica de los albanokosovares.
De hecho, los
enfrentamientos étnicos se habían cobrado decenas de vidas en Kosovo el año
anterior, que incluyeron masacres de civiles albanokosovares por parte del
Ejército de Liberación de Kosovo, así como ataques de milicias serbias contras
albaneses.
Como tantas otras veces desde entonces, las potencias
imperialistas explotaron un conflicto local que implicaba diferencias étnicas y
religiosas para promover sus propios objetivos geopolíticos, en este caso, la
desintegración final del otrora Estado socialista multinacional de Yugoslavia.
Este complejo
conflicto local no se ha resuelto. La OTAN creó el Estado de Kosovo
independiente a partir del territorio yugoslavo. Estados Unidos aprovechó ese
“momento unipolar” tras la caída de la Unión Soviética en 1991 para hacer valer
su voluntad por la fuerza donde quisiera y la desintegrada Unión Soviética no
tenía el poder ni la fuerza necesaria para responder como correspondía ante su
aliada Yugoslavia.
La existencia de un
plan en Serbia ha sido repetidamente cuestionada, también la autoría de la
propia “masacre de Radak”, como tantos otros argumentos presentados por los
Estados de la OTAN para justificar su intervención. De acuerdo con el relato de
la Alianza Atlántica, la negativa del Gobierno de Yugoslavia a firmar los
acuerdos de Rambouillet no dejó otra opción que la intervención, ya que
Milosevic no entendía otro lenguaje que el de la fuerza.
Hoy sabemos que
aquellos acuerdos probablemente estuvieran redactados para ser rechazados por
las autoridades yugoslavas de 30.000 soldados de la OTAN en su territorio a los
que Belgrado debía garantizar el permiso de tránsito y plena inmunidad. “Fue
una provocación, una excusa para comenzar el bombardeo” declaró después Henry
Kissinger para el periódico The Daily Telegraph. Con la guerra, la OTAN siguió
también el plan de marginar a Rusia de la competición mundial y enviar a China
una señal de advertencia.
Fue bombardeada
también la Embajada de China causando la muerte de tres periodistas. Se trataba
entonces y sigue tratándose hoy de las diferentes rutas hacia Asia Central, de
las rutas hacia las materias primas, también a través de la Europa de los
Balcanes. El objetivo son los ingentes recursos naturales en forma de oro,
uranio y hasta 30.000 toneladas de petróleo que se encuentran entre Turquía, el
centinela de la OTAN, en Oriente Próximo y China y los territorios en torno al
mar Caspio. También la guerra contra Yugoslavia puede interpretarse como una
medida para complementar la nueva tenaza de la OTAN que se extiende desde los
Estados bálticos (Estonia Letonia y Lituania) en el norte, Polonia, la
República Checa y Hungría hasta Grecia y Turquía. De este modo, se rodea a
Rusia, creando al mismo tiempo, un puente desde Europa a Oriente Próximo y
Medio.
Aquel 24 de marzo de
1999, Estados Unidos y sus aliados dinamitaron los cimientos de la arquitectura
mundial de postguerra. La OTAN llevó a cabo el bombardeo sin contar con la
autorización del Consejo de Seguridad de la ONU, por lo que puede considerarse,
en arreglo a la Carta de las Naciones Unidas, como una agresión contra un
Estado soberano.
Si el bombardeo de
Yugoslavia en 1999 constituía una agresión de acuerdo con el derecho
internacional, puesto que Serbia no había atacado a otro Estado ni existía una
resolución de la ONU que amparase la intervención, ¿cómo se podía convencer al
público occidental que la apoyase?
Primero se desplazó
el lenguaje. Milosevic fue despojado en los medios de comunicación de su título
de presidente de la República Federal de Yugoslavia para convertirse en “líder
serbio”, un término con connotaciones claramente despectivas. De igual modo, su
gobierno se convirtió en “régimen”, otro término negativamente connotado.
Después, el bombardeo se convirtió en una “intervención humanitaria” con el fin
de evitar un genocidio o, incluso, según la prensa alemana, de un “segundo
Auschwitz”.
En el proceso, se
banalizó al nazismo y se ofendió a la población de Yugoslavia. La táctica no es
nada nueva para nadie: Nasser, el presidente egipcio había sido calificado como
“el nuevo Hitler”, de manera más o menos parecida hicieron con Sadam Hussein o
el presidente sirio Bashar al Assad.
Me despido de nuestra
querida audiencia agradeciendo su amable atención, no sin antes invitarlos a
una emisión de EL CLUB DE LA PLUMA, el próximo domingo. Y antes de terminar les
traduciré una parte del tema musical que escucharán. “Pensé que era una
pesadilla, pero es real.
Me dijeron que no
vaya caminando despacio, porque el Diablo anda suelto. Mejor corre por la
jungla. Mejor corre por la jungla. No mires atrás para ver. Creí escuchar un
gran estrépito llamándome por mi nombre. Hay dos millones de armas cargadas.
Satán grita: ¡Apunten!
PROF. VIVIANA ONOFRI
Profesora en Letras
ex catedrática de la
Universidad Nacional de Mar del Plata
No hay comentarios:
Publicar un comentario