COMUNICACIÓN: DE FRONTERAS Y NUEVOS DESAFÍOS…
Comunicación ha existido desde las primeras señales o señas que se transmitieron los primeros habitantes del planeta.
Desde las iniciales transmisiones orales a la palabra escrita, los mecanismos, modos, medios, intenciones e intencionalidades, motivos y fines perseguidos en cuanto a comunicación, han variado a lo largo del tiempo.
Pero, a pesar del transcurso del tiempo y sus variantes, lo que supone una constante investigación, una profunda observación, son las fronteras que se generan en la práctica comunicacional y los nuevos desafíos que ello promueve.
Por lo general, desde hace mucho tiempo, los modelos y propuestas comunicacionales sufren constantes imitaciones, con lo que se llega a caer en los mismos errores o inconvenientes que entorpecen el hecho comunicativo.
En este Siglo XXI la proliferación de medios y espacios comunicacionales, en dónde se hace visible la participación de un buen número de personas, ha permitido romper con la, hasta ayer dependencia comunicativa que se tenía al no poder interactuar el individuo, sujeto de lo que se pretendía comunicar, con quién emitía el mensaje.
Hoy la emisión del mensaje recibe una respuesta. Hoy el modo de interpretación del mensaje varía en tanto y en cuanto múltiples respuestas se generan dando origen a debates que rompen, de alguna manera, con la finalidad inicial del mensaje…
El recurrir a lo emotivo, a fin de lograr un efecto determinado, por parte del comunicador, no es nada nuevo. Antes y ahora se continúa manipulando la sensibilidad social. Una frase, una imagen, un slogan, un sonido que posibilite explotar el sentir, ayudará a lograr el resultado esperado por el emisor del mensaje.
Bien es sabido que la comunicación, como tantos otros, constituye un derecho humano; no obstante y más allá de las declaraciones a nivel global en relación a ese derecho humano, la comunicación se ha convertido en objeto estratégico/comercial. Por lo que, una de las nuevas fronteras por sortear, consideramos, es la que aún a pesar de la contemporaneidad comunicativa, es la que separa la acción comunicacional de los sujetos.
Para eliminar esa frontera se hace imprescindible el empoderamiento, por parte del pueblo, de todas las herramientas comunicacionales, a fin de reconvertir a las mismas haciendo que se constituyan en instrumentos que promuevan las construcciones colectivas desde las consciencia de la significancia de la sociedad, la consideración e internalización de la “otredad”, el nosotros.
Podríamos considerar que uno de los nuevos desafíos en cuanto a comunicación, debería ser el romper con las viejas y remanidas estructuras comunicacionales, que han creado una autista dependencia para con los públicos cautivos. Esa dependencia es la que ha beneficiado para sus intereses, a los monopolios que responden al poder hegemónico de dominación y control a nivel global.
La concentración de medios de comunicación ha perfeccionado la maquinaria de colonización mental. El romper con esa concentración, diversificando y empoderando en toda la geografía posible, los instrumentos de comunicación, lograría desvincular intereses ajenos a las construcciones colectivas, revalorizando a cada ser y su conjunto, sus particularidades, virtudes y riquezas que están muy lejos de la despiadada acumulación capitalista.
El sujeto como elemento comunicacional y no como fin. Nosotros como constructores y promotores de diversidad y no como meros agentes de consumo.
Si bien en la construcción del discurso comunicativo se ha profundizado la explotación del emocional a fin de lograr un determinado acto de consumo, han quedado rendijas por donde se ha filtrado la idea de la integralidad en la diversidad.
A nivel político la maquinaria de domesticación y control no ha descartado el uso de las herramientas surgidas por la impronta consumista. Es más, recurre al emocional para direccionar voluntades sin la posibilidad de la interacción que brinde la alternativa de la discusión.
Puede ocurrir que la adquisición de determinado producto traiga consigo un instante de felicidad…
Puede ocurrir que optar por un candidato determinado en una elección, logre mejorar la calidad de vida.
Lo emocional está ahí. Un emocional condicionado, manipulado, dirigido.
La imposición de una idea que no promueva el debate, es práctica corriente en lo político como en lo comercial.
La no discusión sobre cualquier tópico es lo esperado, entre otras cosas, por los estrategas de la manipulación y colonización. El statu quo necesario para que nada cambie.
Los sujetos han de ser pasivos. A ello apuntan las deformaciones históricas sobre hechos y personajes, las manipulaciones de las realidades con sus recetas neoliberales, la desmovilización permanente para que nadie actúe, para que nadie manifieste, las alteraciones y condicionamientos en la formación educativa y su falta de concientización sobre las discriminaciones que promueven incluso las formaciones académicas y algunos etc. más. Todas son metodologías y herramientas para condicionar la comunicación, para establecer las fronteras de contención, tanto al conocimiento como a la participación necesaria para que el sujeto deje de ser pasivo; para que el sujeto se convierta en activo constructor de nuevas formas de comunicación.
Y en esas nuevas formas de comunicación que configuran nuevos desafíos, la recurrencia a lo emocional está vinculada a la interpretación e internalización de la importancia que tiene cada uno de los sujetos que conformamos el tejido social. El reconocimiento necesario del “nosotros”, para romper las barreras de la incomunicación, para descubrir tanto realidades como particularidades, son otros tantos nuevos desafíos.
Se han instalado axiomas, frases, slogans, como dogmas a repetir y respetar. Nos han inoculado la idea de la universalidad, cuando si bien pertenecemos a un mismo cuerpo, cada particularidad da cuenta de un universo diferente; por lo que sería mucho más preciso hablar de multiversalidad. La rica idea de múltiples universos, de una continua transformación, de un experimentar a cada instante nuevas instancias, nuevos pensamientos, nuevas concepciones, nos darían la posibilidad de romper con aquellas imposiciones con las que formatearon nuestra multiversalidad en un universo, único, indiscutible, inalterable. La sumisión al mismo ha sido la premisa desde tiempos muy lejanos.
La acción de comunicar lo histórico y lo presente, a pesar de pretender mantener el statu quo, se está convirtiendo en un arma de educación y participación masiva. Ya no les pertenece la comunicación a poderosos monopolios. Comunicación además de ser un bien y derecho humano, está siendo empoderado por gran parte de la sociedad.
Las nuevas herramientas comunicacionales, más allá de la primaria intención de aumentar la alienación social, han brindado la posibilidad de quebrar los cercos impuestos.
Las imposiciones sobre ideas, pensamientos, elecciones, saberes, tuvieron y tienen fines determinados: el control y la dominación. Condicionar el conocimiento y su comunicación ha sido vital para sostener el sistema hegemónico de poder.
En esa imposición se fueron estableciendo las fronteras que no se debían franquear. Desde lo que se debía consumir hasta las preferencias deportivas, políticas, artísticas, se fue delineando la maquinaria que permitiese ejercer el control poblacional, asegurando un nivel de consumo que garantizara la supervivencia del sistema capitalista y su modelo de genocidio y reemplazo.
Otra de las ideas impuestas está referida a la concepción del ser como mercancía, capital humano, recurso humano. El “ser”, como instrumento de cambio, de manipulación. “Socializando” la impronta del valor de cada individuo, como sujeto de consumo y no como sujeto creativo.
Romper con esos paradigmas, esas ideas y conceptos, dando origen y lugar a la condición humana, al ser y su otredad para re-crear nuevas instancias de construcciones colectivas en saberes, comunicación, aprendizajes, es lo que desde no hace mucho viene sucediendo.
El poder mundial ha determinado qué, como, cuando, dónde, se vive, se aprende, se experimenta, se difunde, se enseña, se vive.
La multiversalidad rompe la frontera de la individualidad, crea alternativas y promueve la participación, la discusión y el activismo que vuelve a re-construir el tejido social fragmentado con la falsa idea de “universo”.
El sistema instala la idea de comunicación formal y comunicación alternativa. En la comunicación formal, sea oficialismo u oposición, los modelos son los mismos. La manipulación desde las imágenes que se suceden vertiginosamente sin detenerse en ninguna, o breves segundos en alguna para fijar en el inconsciente. La carrera contra el reloj, porque el viejo dicho impuesto es “el tiempo es tirano”, en donde un diálogo, una entrevista, por la inmediatez de lo que sigue, sólo muestra una parte o la que conviene a los intereses preestablecidos. Estos modelos comunicativos instalan la idea de lo instantáneo, rompen la relación temporal y la relación causa-consecuencia. Sólo existe la yuxtaposición de imágenes, muchas veces inconexas, que plasman conexiones espurias en los inconscientes colectivos. Más grave aún es que tales modelos son utilizados desde un lado y el otro.
Se instala la idea de la comunicación alternativa como herramienta para romper con la hegemonía monopólica. Sin embargo, los medios alternativos suelen utilizar los mismos lenguajes con el falaz argumento del “gusto del público”. Así la comunicación parece convertirse en una carrera a ver quién aliena más y manipula mejor.
Grandes sectores que pretenden romper con la monopolización mediática, buscan la “alternatividad” para transformase en plataforma político/partidaria. Esto también condiciona participación y empoderamiento.
Ante todas estas perspectivas cabe preguntarnos ¿qué hacemos?.. Allí radica el fundamental desafío relacionado a comunicación.
Que la comunicación deje de ser moneda de cambio, para humanizarla y, como dicen los zapatistas, corazonarla. Separar razón, emoción, sentimiento y voluntad fue una práctica cultural hegemónica que nos desintegró. Es necesario superarla, volver al ser integral. Preguntarnos si tiene corazón cada camino. Corazonar.
Imprimir la cuestión humana a la acción comunicativa, con el convencimiento que la misma debe ser una de las herramientas en la construcción de sociedad. Una sociedad comprometida consigo misma revalorizando la otredad por sobre cualquier interés ajeno a ella misma.
El gusto del público, la preferencia de la gente, deberían también ser construcciones colectivas que reflejen las realidades de los pueblos, sus riquezas, necesidades y fortalezas.
Repensar la comunicación y empoderarse de la misma como herramienta de reencuentro con el ser y los seres, como un arma de construcción político-social, integracionista, es el gran desafío.
Que así sea.
NORBERTO GANCI –DIRECTOR-El Club de la Pluma
elclubdelapluma@gmail.com –elclubdelapluma@hotmail.com
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