RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

martes, 26 de marzo de 2024

NUNCA MÁS ES NUNCA MÁS - PROF. LIDIA INÉS RODRIGUEZ OLIVES

 

NUNCA MÁS ES NUNCA MÁS

 

 

 Soy Lidia Rodríguez Olives y, desde Buenos Aires, les mando un cálido abrazo a los que escuchan El Club de la Pluma

 Hoy es 24 de marzo. Y, seguramente, no hace falta aclarar nada sobre la relevancia que esta fecha tiene para muchos argentinos. Me preguntaba qué decir, en momentos tan difíciles, cuando la escena está habitada por tantos fantasmas y dinosaurios.

 Se me ocurre entonces que debe haber dos mensajes. Uno dirigido a esos dinosaurios que se niegan a desaparecer. Otro, a todos los que hoy nos encontraremos en la Plaza de Mayo y en tantas otras plazas de nuestra Argentina.

 A los primeros quiero recordarles que la Historia es una ciencia, que produce conocimiento validado a través de un método específico y riguroso. No es el campo del “yo creo” ni del “a mí me parece”. Toda afirmación debe ser sostenida por fuentes que demuestren por qué las cosas son así y no de otra manera. La refutación existe; también el cambio de paradigma. Pero no como resultado de la ideología de un sujeto sino de lo que, en el marco de esa ideología, el sujeto puede demostrar.

 En los últimos tiempos, agitada por los libertarios y sus socios macristas, hemos visto irrumpir nuevamente la “teoría de los dos demonios”. Sin pudor alguno, distintos personajes afirman en los medios de comunicación que la Dictadura instalada en 1976 libró una guerra contra un “enemigo interno” que ponía en peligro la existencia misma de la Nación. En la guerra puede haber “excesos” o consecuencias no deseadas, pero de ninguna manera desvirtúan los objetivos que la guían: salvar al país. Todo esto dicho con la mayor impudicia, no sólo del que lo afirma sino también de los periodistas, que nunca cuestionan ni preguntan a partir de qué fuentes sostienen lo que dicen. Pero desde la Historia militante, no vamos a permitir que 4 malparidos nos arrebaten la memoria para colocar en su lugar un relato a su entera conveniencia. Reafirmamos el valor de la Historia y a través de ella fundaremos la herencia de nuestros saberes.

 Hace ya muchos años (en 1982) que Richard Gillespie (por citar tan sólo 1), profesor de la Universidad de Liverpool, escribió “Soldados de Perón. Historia crítica sobre los Montoneros”. En ese profusamente documentado texto varias líneas quedaron expuestas:

1)       Que Montoneros, tanto por su extensión como por su organización, fue la agrupación armada más importante de la Argentina de los años ´70

2)      Que en ningún momento fueron capaces de liderar una revolución popular o tomar el poder del Estado por medios militares

3)      Que los términos “terrorismo” o “terrorista” no le son aplicables porque, para tomar el Estado, su estrategia político-militar requería de apoyo y colaboración pública. Por ello, su violencia tendió a ser discriminada y previsible. A diferencia de los “terroristas”, no fueron los inocentes sus objetivos legítimos, sino que sus ataques se dirigieron contra agentes del Estado y contra enemigos políticos claramente definidos.

4)     Que la violencia insurreccional guerrillera argentina estuvo exenta de actos de terrorismo al azar

5)      Que el ocaso, tanto de Montoneros como del ERP, es previo al golpe de 1976. Sus fuerzas habían sido diezmadas por el terrorismo impuesto por la Triple A, durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón y bajo la dirección de José López Rega.    

 

 No hubo entonces ningún peligro de “disolución nacional” sino que su fantasma fue agitado para ocultar los verdaderos objetivos del golpe de Estado: eliminar las bases que sostenían la industrialización, aniquilar toda posible resistencia e imponer un modelo de financiarización de la economía en beneficio de unos pocos. Acá murieron y desaparecieron trabajadores, representantes sindicales, estudiantes, docentes, políticos y periodistas. Y el único terrorista fue el Estado, que utilizó el monopolio de la fuerza para aniquilar a una población indefensa. Para ello secuestró, torturó, inundó el país de cárceles clandestinas y robó bebés. Y me eximen de más comentarios las palabras del General Ibérico Saint Jean, gobernador militar de la Provincia de Buenos Aires, en 1977: “Primero mataremos a todos los subversivos, luego a los colaboradores, después a sus simpatizantes, enseguida a aquellos que permanezcan indiferentes y, finalmente, mataremos a los tímidos”. No hubo 2 demonios, ni errores ni excesos. Fueron, son y serán asesinos.

 

 También volvió con los libertarios y sus socios, el cuestionamiento a los 30 mil desaparecidos, que tiene en la vicepresidenta Victoria Villarruel su espada más elocuente. Atravesada por un sesgo donde no hay nada más que ideología, se olvida otra vez del proceso que construye las afirmaciones de la Historia. Las fuentes, indispensables para el discurso histórico, no se encuentran de una vez ni para siempre. Nuevos hallazgos corrigen los discursos, les dan nuevo sentido o amplían su horizonte. La fuente a la que ella y sus seguidores se aferran como a la madera un náufrago es el informe conocido como “Nunca más”, que fue presentado el 30 de noviembre de 1984 por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) al Presidente Raúl Alfonsín. Allí, a un año de finalizada la Dictadura, se da cuenta de 8961 desaparecidos. Pero la reconstrucción del pasado nunca es inmóvil ni estática. El tiempo aporta nueva información porque nuevas fuentes aparecen. Y así ocurrió, mal que les pese, con los desaparecidos.

 

 En 2006 salieron a la luz documentos del Archivo de Seguridad Nacional de la Georgetown University, que el gobierno de Estados Unidos aportó a la Argentina al cumplirse 30 años del Golpe de 1976. En ellos se puede leer a un Henry Kissinger que, dos días después del golpe, escribe a los militares: “lo que tengan que hacer, háganlo rápido”, en clara referencia a la represión. Pero también hay entre los documentos desclasificados, un informe girado desde el Batallón 601 de Inteligencia a su par chileno, en medio de lo que se conoce como Plan Cóndor. Con absoluta claridad se afirma que, hasta mediados de 1978, el Ejército estimaba haber matado a 22 mil personas. Sólo el Ejército… Y aún faltaban más de 5 años para el fin del gobierno genocida. Esta información fue recogida por el periodista John Dinges en su libro “Los años del Cóndor”. Pero acá son muchos los que prefieren hacerse los distraídos y negar lo que no les conviene aceptar. Porque no había que revolver archivos ni irse a Estados Unidos para enterarse: tanto Clarín como La Nación dieron cuenta de los hallazgos en sendas notas publicadas en marzo de 2006, una de ellas firmada por Hugo Alconada Mon.

 

Este proceso de desclasificación de archivos ha seguido sin pausa. En 2022, nuestro país recibió del gobierno de Francia un compendio documental que permitirá arrojar más luz sobre las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la época más nefasta de nuestra Historia.

 

 Entonces, ¡30 mil compañeros detenidos y desaparecidos, presentes! ¡Ahora y siempre! En tu cara, Villaruel…

 

 Y ahora, unas palabras a los miles de compañeros y compañeras que compartiremos la Plaza hoy.

 

 Este gobierno ha venido a terminar lo que la Dictadura, Menem, De la Rúa y Macri dejaron inconcluso. Quiere terminarlo de una vez y para siempre. Y no duda ni dudará en utilizar las mismas armas con las que nos quisieron eliminar hace 48 años. Nos quieren rotos, desunidos, temerosos. Porque el miedo es el arma de los tiranos para silenciar. Entonces, hagamos de la alegría y de la unión nuestro punto de apoyo y resistencia. No una alegría “boba” que ríe porque sí. Una alegría consciente del triunfo final, que acusa al que hay que acusar, que denuncia, que se para insolente frente al despotismo y sostiene no estar dispuesta a dar ni un paso atrás. Alcemos con orgullo todas nuestras banderas: la de los 30 mil; la de las madres, abuelas e hijos; la de los Derechos Humanos; la de la Argentina grande, libre y soberana; la de la justicia y la democracia; la del trabajo y la dignidad. Que nadie dude que, en nuestra Patria, Nunca Más es Nunca Más…

 

 Desde Buenos Aires, un fuerte abrazo a todos los que escuchan El Club de la Pluma

 


PROF. LIDIA INÉS RODRIGUEZ OLIVES

Profesora de Historia

Posgrado en Ciencias sociales por FLACSO

 

 

 

 

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