EPISODIO
V: EL IMPERIO CONTRAATACA
Si algo faltaba para
confirmar que el conflicto israelo-palestino es una forma de ratificar un
esquema internacional de poder basado en inestabilidad y el escarmiento, es que
ha estallado en medio de dos situaciones peculiares a considerar.
Primero, el agotamiento
total del esfuerzo de guerra ucraniano, conflicto que ha ingresado en una
especie de túnel de silencio en los foros mediáticos, pero que continúa con una
tendencia a favor de Rusia, que quedó evidenciada ya en el fracaso de la
contraofensiva de verano. Tal es así, que los rusos han tomado la iniciativa en
ciertas ofensivas limitadas, tanto en el Donbás, en los frentes de Marinka y
Avdeevka, frentes que están casi unificados, así como en Kupiansk, un poco más
al norte. Mientras en el frente de Zaporozhie, los paracaidistas rusos asolaron
fuertemente las ciudades de Orejovsky y Piatijatki.
Estos ataques
concentrados de las fuerzas rusas no tienen por propósito la liberación urgente
y definitiva del Donbás, sino básicamente mejorar sus posiciones defensivas en
posiciones geográficas más convenientes, a la vez de eliminar las bolsas
ucranianas todavía en condiciones de combatir. Estos lentos pero decididos
avances rusos marcan el principio del final de la tendencia de la guerra. Los
ucranianos ya no atacan, sino que intentan organizar defensas, y sus
patrocinadores “huelen” una derrota en el mediano plazo. Quizás es por ello que
las luces se enfocan sobre el Cercano Oriente y lo que ocurre en el mar negro
se llena de sombras. Ahora pretenden salvar las apariencias en un genocidio de
un pueblo indefenso, donde se puede obtener una victoria fácil y estremecedora.
El gobierno aliado de
Israel y los straussianos que dominan la política exterior estadounidense se
manifiestan consolidados en su posición de aniquilar cualquier atisbo de
resistencia palestina, llevándose en ese torrente a toda la población civil,
con una clara predisposición a expulsarlos de Gaza hacia el Sinaí, algo que,
dicho sea de paso, fue reconocido por muchos dirigentes hebreos. Así las cosas,
lo que el imperialismo no pudo lograr en Ucrania por la notable resistencia de
la potencia rusa, entonces, lo demuestra cobarde y colateralmente, en las
tierras gazatíes y cisjordanas, como una forma de colgarse una medalla
recordatoria de su poder.
El segundo hecho es
que, mientras las potencias imperiales centrales, me refiero a EEUU, Reino
Unido y Francia, vetaban en el Consejo de Seguridad una pausa humanitaria en la
desbordada retaliación israelí, sucedía en Beijing el III Foro de la Iniciativa
de la Franja y la Ruta, donde se reunieron jefes de gobierno y altos
funcionarios de más de 140 países y más de 30 organizaciones internacionales.
La dicotomía es tan diáfana como obscena: mientras Occidente Colectivo propone
guerras y negocios con la muerte, compartimentación ideológica y relaciones
asimétricas, el “Sur Global” confirma un nuevo modelo de relaciones
interestatales basados en principios como “apertura”, “beneficio mutuo” e
“interconsultas”.
Mientras Occidente
propone un juego de suma-cero, donde lo que gana una parte es equivalente a la
pérdida de la otra, el Foro OBOR (por One Belt, One Road) proyecta la idea de
que el desarrollo de los países, en interdependencia, no es una amenaza ni un
riesgo, sino una oportunidad mancomunada de prosperidad. Mientras la “comunidad
internacional”, con Estados Unidos a la cabeza, brega por restaurar la
hegemonía occidental en el mundo en términos de sujeción y genuflexión,
llevándose en ese periplo el colapso del comercio mundial y el riesgo de una
gran guerra mundial, las naciones de la Periferia bosquejan una versión
alternativa de la globalización, sin uniformidad cultural, sin homogeneización
ideológica, sin fusta financiera, sin sanciones y con una idea de equilibrio.
No es casual, entonces, que aquello que empezó como un extraño atentado
reivindicativo, raudamente se convierta en una guerra de aniquilación, casi,
casi, como si hubiera estado planificada.
Y tampoco es casual
que esa guerra, que tiene como epicentro un verdadero Heartland geoestratégico,
cercano al pentágono formado por las nuevas 5 naciones incorporadas al BRICS,
esto es, Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Irán, Egipto y Etiopía, conlleve la
extrema peligrosidad de generar una onda expansiva que se trague a todas las
naciones cercanas y también lejanas al epicentro. La posición constructiva
china, lejos de fraccionar, se articula justamente como una “Iniciativa”, esto
es, abierta a quien quiera participar. El BRICS, asimismo, acaba de incorporar
6 naciones, muy disimilares entre ellas y con sus realidades particulares, pero
que implica una noción de verdadera diversidad cultural, política y económicas,
preservando la noción de soberanía.
Estos conceptos
contradicen la conciencia imperial o neocolonialista que Occidente está
intentando reincorporar en el esquema de poder internacional… pero se está
proyectando una nueva forma de gobernanza global, donde se reduzca la grieta
norte-sur, se dé voz a los sin voz y se visibilicen los problemas en vez de
barrerlos bajo la alfombra. Por supuesto, para que nazca ese mundo nuevo, debe
morir el viejo. Y lo que está ocurriendo parecen ser estertores de un coloso
que se resiste a morir, que está enquistado en sus modos de operar y que jugará
sus cartas, con métodos destructivos, aun con el peligro de incendiarlo todo.
Mientras las
autoridades estadounidenses volaban a Israel, participando incluso del gobierno
de excepción, léase, gabinete de guerra, dando su irrestricto e incondicional
apoyo al masivo bombardeo sobre instalaciones civiles, Putin y Xi Jinping se reunieron
en Beijing para seguir en su senda de asociación estratégica, que es la llave
de una nueva fase de relaciones expandida. Con un olivo en la mano, para
perseguir el desarrollo, y una espada en la otra, para no doblegarse ante las
amenazas. Washington ya está hablando, para contrarrestar esa asociación, en
una guerra simultánea en “dos frentes”. No hace falta ser muy perspicaz para
saber de qué frentes habla.
Tampoco hace falta
ser muy inteligente para saber que el conflicto de Franja de Gaza podría
desencadenar un conflicto regional con opción a global. El orden unipolar
dominado por Estados Unidos, que está agotado, pero se resiste a fenecer, está
siendo desafiado por un naciente, alternativo y mayoritario orden multipolar,
que tiene un ritmo imparable en los motores ruso y chino, pero también en el
iraní, el indio y el brasileño. La única manera, tosca, predecible, peligrosa
de impedir ese nacimiento es atentar contra él. En ese marco emergen tensiones
en el Pacífico entre China y Taiwán, en el corazón de Europa entre Rusia y
Ucrania y en Oriente Medio, entre Israel y (a través de la atormentada
Palestina) Irán.
Les habló Christian
Cirilli, les mando un abrazo grande y los espero, la semana que viene en el
club de la Pluma, en oportunidad de una nueva columna de política
internacional.
Analista
Internacional
Licenciado en administración UBA De ciencias
económicas
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