EL
LENGUAJE DEL OPRESOR
En junio de 1942, las
fuerzas alemanas (entonces ideológicamente alineadas en el nacional-socialismo)
arrasaron completamente la ciudad checa de Lídice, no dejando absolutamente
nada más que ruinas, destruyendo todos sus edificios y hasta las carreteras, y
asesinando a todos los varones, mientras deportaban mujeres y niños.
¿Qué había ocurrido para que las tropas nazis realicen
tamaña acción brutal?
El 27 de mayo, unos
comandos checos, armados y entrenados por los británicos, habían aterrizado en
paracaídas tras las líneas enemigas. Su misión era ejecutar la Operación
Andropoide, esto es, cometer el asesinato del jerarca del partido Reinhard
Heydrich, el SS-Obergruppenführer und General der Polizei y jefe de la Oficina
Central de Seguridad del Reich, que además ostentaba el cargo de Protector
adjunto de Bohemia y Moravia, y que era uno de los oficiales predilectos de
Adolf Hitler y sindicado como uno de los ideólogos de la Solución Final contra
los judíos.
Heydrich, que era una
persona cruel y un ejecutante muy eficiente, había sido por fin liquidado en
una operación impoluta, vengando en ese transcurso a tantísimas víctimas que
habían caído bajo su tenebrosa ideología de exterminación.
Pero la muerte de
Heydrich, sin embargo, despertó una ira absoluta, que prontamente se manifestó
en una venganza espantosamente excesiva. Todos los ciudadanos masculinos de
Lídice, que ignoraban la operación porque no fue organizada allí, fueron
asesinados. A las mujeres y niños se les perdonó la vida, pero fueron
desplazados a la fuerza. Todo a su alrededor fue demolido sin quedar
prácticamente rastro de nada. La idea a aplicar era muy básica: por cada «uno
de los nuestros» «morirán muchos de los suyos» … y eso era independiente de la
inocencia, la investigación o el debido proceso.
La autoridad de los
nazis se basaba en el uso desbordante de la fuerza, en el terror más primitivo
y en la imagen de invencibilidad.
Pregunto genuina y
humildemente
¿Qué diferencia hay - sustancial, conceptual - entre la
destrucción de Lídice realizada por los nazis y esta destrucción total de Gaza
perpetrada por la aviación israelí?
¿Dónde está la limitante entre el genuino uso de la defensa
y la seguridad, y la liberación de los bajos instintos más despreciables, que
claman venganza, o una ley del Talión exagerada y desmedida?
Algunos advertirán el
uso del paralelismo histórico de Lídice como una maliciosa comparación entre
las metodologías nazis y las de retaliación israelíes.
Pero voy a dar un paso más allá, para que se entienda el
caso…
No se trata de
cuestiones parentales entre las metodologías de los nazis y de los israelíes,
que para algunos podría sonar ofensiva. Se trata de forzar a un entendimiento
sobre la relación de total asimetría que surge entre el que ejerce una
dominación aplastante, que da una reprimenda ejemplificadora, y el que sufre la
dominación, que solo le queda la insolencia de la rebelión.
Es una dialógica de
poder donde uno aplasta y otro es aplastado. Con su desmedida superioridad en
medios represivos, con su implacabilidad de técnicas de sometimiento, con el
dominio del relato y el silencio, los dominantes son libres de desplegar su
abanico de acciones.
Por eso esto no es
monopolio de nazis, en el pasado histórico, ni de israelíes, en su desgraciada
relación con los palestinos.
Sobre esa relación
asimétrica también estuvieron situados los británicos en la Kenia de los
mau-mau, las tropas estadounidenses invadiendo Panamá o Nicaragua, las
atrocidades belgas en el Congo, usado como un jardín del rey, los alemanes de
antes del nazismo con sus relaciones cuasi-feudales en Namibia, los italianos
abusando de abisinios en Etiopía, y ni hablar de los franceses en Argelia, que
han hecho escuela del “arte” de torturar y desaparecer....
Estamos hablando, en
definitiva, de un LENGUAJE IMPERIALISTA, que puede ser interpretado por
dictaduras fascistas, por reinos civilizados de Europa o por “la única
democracia de Medio Oriente”. Da igual. Lo que se aplica es la lógica del
imperialismo y sus relaciones de sometimiento, por la ley o por la fuerza.
¿No les gustó mi
ejemplo? OK, repasen la inhumana represión de los nazis en el ghetto de
Varsovia cuando los heroicos judíos confinados espantosamente allí osaron
rebelarse a las condiciones de hacinamiento y penurias a las que eran
sometidos. ¿Sabían que iban a morir allí o en un campo de exterminio?
Claramente, pero eso no les impidió rebelarse… porque no tenían nada que
perder.
Si ese ejemplo es tan
certero, pues habla de un lugar confinado, de condiciones de vida brutales y de
persecución mediante técnicas de miedo y amansamiento, que aun así generó una
rebelión inesperada y heroica ¿Por qué no se entiende que la causa palestina no
se extinga con el pasar del tiempo y que, de tanto en tanto, aparezcan
episodios de revelada violencia, que se enmarcan dentro de una silenciada,
invisibilizada y permanente violencia?
Que conste: no estoy
defendiendo las acciones violentas del rebelado, solo para condenar los
crímenes del poder imperialista. Crímenes son crímenes. Pero es hora de
entender que los regímenes justificados, apoyados y mantenidos por la
violencia… engendran violencia. Tan sencillo como eso.
Israel es un estado
con derecho a la defensa y a la seguridad, tanto de su población como de su
territorio. Y los ataques terroristas fueron acciones deleznables, mucho más,
al hacerse carne sobre gente inocente, no combatiente.
Pero ha de
comprenderse, que no surgen por generación espontánea.
Si Israel retorna continuamente a experiencias de gobierno
elitistas, segregacionistas, amparadas en la violencia muda o exacerbada, y se
niega a alinearse al Derecho Internacional, hechos que lejos de aminorarse
parecen incrementarse, entonces surgirán respuestas desesperadas y –
penosamente – también crueles.
Una cosa lleva a la
otra, y así, a un círculo vicioso de acusaciones, victimizaciones y ninguna
solución. En el medio, vidas quebradas, algunas, muchas, que claman venganza,
como una semilla que se enquista y prende en una tierra fértil de odios.
La respuesta de
Israel a las incursiones armadas del Hamás - repulsivas, condenables,
horripilantes, valga la insistente aclaración - no ha sido la identificación y
liquidación de los responsables, o la captura y juicio de ellos, sino un ataque
verdaderamente “a lo Lídice” contra toda
la población de la Franja de Gaza. Lo cual no es justicia ni derecho a la
defensa, no da estatura ética ni moral y convierte a la víctima inicial en un
monstruo victimario similar… apenas momentos después.
Cientos de palestinos
ya han muerto en los ataques aéreos israelíes, y la espiral podría proseguir si
sucediera una intervención terrestre, que de alguna manera posibilitaría en los
cerebros pensantes israelíes un desplazamiento final hacia … algún lado.
Y digo algún lado
porque … ¿Dónde se supone que deben ir los palestinos que viven hacinados en
Gaza si tanto Israel como Egipto bloquean las fronteras terrestres?
Es ya la hora de
frenar este maremágnum de locura. Dejar de hablar de “animales humanos”, de
degradar las vidas, para incorporar urgentemente temas como «desescalada/alto
el fuego», «fin de la violencia/derramamiento de sangre» y «restauración de la calma»
...
Es ya y deben hacerlo
todas las potencias implicadas, desde Estados Unidos, la UE, Rusia, China e
Irán.
Así no vamos a ningún
lado. Solo a repetir, a unos años vista, la misma horrible y angustiante
situación.
Analista
Internacional
Licenciado en administración UBA De ciencias
económicas
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