“¿PODREMOS
RECONSTRUIR
LO QUE
NOS HAN RESQUEBRAJADO???”
Decíamos anteriormente:
“…La
fragmentación de nuestras sociedades es parte de las estrategias de dominación
y control poblacional. El enfrentamiento entre supuestamente pares, es parte
del macabro juego de subsumisión. La posesión material de aquello que el mismo
sistema “nos vende” en sus propuestas publicitarias, no se la puede alcanzar,
porque el sistema capitalista necesita la mesterosidad para su subsistencia…”
Que nuestro tejido social está resquebrajado, a estas
alturas no debe sorprender a nadie, más si tomamos como referencia los últimos
acontecimientos, tanto en la provincia de Córdoba como en varias provincias argentinas.
Y ellos no han sido producto de la espontaneidad. Hubo una
planificación que contó con varios ingredientes y factores entre los que
podríamos consignar: la continua persecución mediática en procura de lograr
malestar, fastidio, insatisfacción en gran parte de la sociedad; las ambiciones
políticas de personajescos que ven acotadas sus posibilidades proselitistas; desmejoramiento
en la formación socio-cultural: “desde la cultura tineliesca en donde la mofa
sobre los otros, el provocar un accidente, etc. se comenzaron a internalizar
como algo gracioso y hasta la aceptación que eso está bien; desde esos
momentos, al menos, comenzamos a perder muchos de nuestros valores como
sociedad… es además de peligroso, triste saber de una realidad así, tan pobre,
tan dramática...”
La cuestión educativa también ha tenido lo suyo. Si un
sistema educativo heredado de la era del personalismo, la competencia, el
llegar a costa y a pesar de todo, desdibujando valores, héroes y
acontecimientos; suplantando nobles por nefastos y genocidas; si un sistema
cuenta con esas bases, muy probablemente el resultado sea una generación de
individuos que piensan y actúan como tales, desconociendo lo colectivo…
En el caso argentino, no sólo podemos echar culpas a la
nefasta década de los noventa, más allá de lo que ella ha generado y heredado a
las próximas generaciones, también hay una tendencia tremenda y alarmante a
acostumbrarnos a lo burdo, lo chabacano, el ventajeo, el oportunismo miserable,
el desprecio por el otro, los otros.
Está bien, no comiencen con la desaprobación por considerar
demasiado duras estas expresiones…pero al menos, detengámonos a pensarlas, a
discutirlas, cuánto hay de cierto, cuanto de errado y cuánta es la autocrítica
que nos debemos todos y cada uno de nosotros…
En uno de nuestros editoriales de diciembre del 2012 “El
Nuevo Brazo Armado del Imperio” en donde hacíamos referencia al intento de
golpe de estado en nuestro hermano Ecuador, decíamos: “…Llama la
atención cómo se han incrementado las filas policiales, tanto provinciales como
nacionales, en países como Chile, Argentina, Brasil, etc. Como así también la
participación de esos cuerpos armados en la represiones que se aplican en las
protestas sociales.
En Argentina ello ocurre,
y sin disimulo, en las provincias desde hace algún tiempo, debido a la “rápida
salida laboral” que significa incorporarse a la policía. Lo mismo estimo ha
ocurrido y seguirá ocurriendo en países hermanos…”
Decíamos que el intento de golpe en Ecuador fue posible
porque la estructura militar permanecía intacta, no se había avanzado en
modificar la formación de sus cuadros, lo que sirvió para ese fallido intento.
Cabe aclarar que no son las fuerzas las que elaboran los
intentos desestabilizadores, son simples herramientas que los llevan adelante…
Comentamos también que: “…Los días 3 y 4 de
diciembre del 2013 un reclamo salarial, que traía en el fondo la motivación de
la desestabilización, seguramente promovida entre las sombras por personajescos
politicachos que pertenecen a la más rancia y oprobiosa porción de la clase
política, fue el detonante para que, en parte de la sociedad, aflore lo peor de
cada individuo. En muchos casos la irracionalidad funcionaba a coro.
El consumismo, la
avaricia, la estupidez, la falta de valores, de la consideración por los otros,
por el otro, en su más alto grado, se hizo presente en una ciudad que, alguna
vez fue La Docta.
Nuestra sociedad está
gravemente enferma y urge un remedio para, por un lado aliviar el dolor que
producen el miedo, la incertidumbre y el desamparo; y por el otro para
recuperar la conciencia y comenzar a construir aquellos valores que se han
perdido en nombre del consumismo y la imbecilidad oportunista…”
Intentamos rescatar algunas de las expresiones que
hiciéramos en editoriales anteriores, porque consideramos que, en algunos casos
han anticipado algunos hechos, en otros hacen un urgente llamado a la reflexión
y una decidida actitud política por transformar todo aquello que tenga que ver
con la formación de los cuadros policiales, y de toda otra estructura vinculada
con la seguridad.
No es posible continuar con las concepciones que dan forma a
estructuras que conciben la utilización de la fuerza como algo que se puede
emplear para ejercer poder, para someter, perseguir, torturar, etc.
La formación de las fuerzas deberían contar con un programa
educativo, fundamentalmente basado en el respeto irrestricto de los derechos
humanos; un claro concepto de la historia de nuestros pueblos y sus luchas por
las conquistas hoy logradas y por lograr.
Decíamos: “…Se hace necesario
recuperar la razón ante tanto dolor padecido y desentrañar la verdad que se
halla, un tanto nada más, oculta en la
maraña político-criminal; para así desempolvarnos de la hipocresía que nos
dibuja como ciudadanos pertenecientes a una generación crecida en la
conciencia…
No sólo fue violencia la
que nos cacheteó, también fue la abulia que responde tanto a aquél que se
llevaba un televisor, como al político que desde su miserable ambición no le
importa la sangre que pueda correr para lograr su objetivo.
Nos debemos el desentrañar
todas las responsabilidades, propias y ajenas, para, por un lado recuperar la
noción de pueblo y unidad, y por el otro enjuiciar y condenar a quienes nos han
llevado a este tremendo estado de desolación y fragmentación.
Recuperemos la cordura y
mantengamos la memoria, para sostenernos en la verdad y que no nos vuelva a
atravesar el dolor y la hipocresía…”
Nos queda un profundo debate por delante, procurando que
todos los sectores de nuestra sociedad intervengan para lograr construir, entre
todos, las herramientas que nos permitan alcanzar el sentido de lo colectivo y
el fundamental respeto por los derechos humanos, que van más allá de meras
declaraciones, deben ser una práctica cotidiana de todos.
Que así sea.
NORBERTO
GANCI –DIRECTOR-El
Club de la Pluma
elclubdelapluma@gmail.com
https://elclubdelaplumaradio.blogspot.com/
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