EL CLUB
BILDELBERG
LA RED
TAVISTOCK
La
competencia en el espacio exterior
El sistema
de moneda digital mundial
Parte
XLIV
Un cálido abrazo a
toda la querida audiencia de EL CLUB DE LA PLUMA.
Mi columna de hoy
será la continuidad de una serie de reflexiones y problemáticas, iniciadas hace
varios meses, de la mano de los libros del Dr. Daniel Estulin: LA VERDADERA
HISTORIA DEL CLUB BILDELBERG, EL INSTITUTO TAVISTOCK, METAPOLÍTICA y LA
TRASTIENDA DE TRUMP.
La temática de este
domingo girará en torno a la competencia en el espacio exterior.
Dejamos momentáneamente el planeta Tierra y miramos qué
ocurre en el espacio que nos rodea.
El secretismo con
respecto al espacio exterior ha conducido a la necesidad de un control
centralizado y pensemos que los satélites en órbita han sido
instrumentos para implementar ese control centralizado. Todas estas actividades
han sido financiadas por dólares procedentes de los ciudadanos estadounidenses
y los ahorros para la jubilación, así como mediante presupuestos en negro,
rescates y crimen organizado.
Es así que el equipo
que está en órbita es actualmente responsable del flujo de información cada vez
mayor, incluido GPS, comunicaciones, pagos y transacciones financieras, medios
de comunicación, funciones militares y de inteligencia.
La plataforma en
órbita es como las rutas marítimas del siglo XXI. ¿Asegurar que los esfuerzos espaciales
de Estados Unidos en el espacio se mantuvieran en secreto para asegurar el
dominio en solitario del país fue uno de los objetivos del asesinato de
Kennedy?
Antes el lanzamiento
del Sputnik en 1957, la Armada de Estados Unidos controlaba las rutas marítimas
globales como forma de mantener al dólar estadounidense como la reserva de
moneda global. Esa fue la columna vertebral del sistema Bretton Woods. Después
del Sputnik, la Armada estadounidense se expandió hasta incluir el equivalente
al mar, que es el espacio exterior que nos rodea.
Creemos que este es
un desarrollo que incluía armamento espacial secreto. Sería probable que un
armamento así fuera un factor decisivo en la evolución de monedas digitales
globales, al margen de qué centro de poder supranacional acabe ganando la
lucha. Esto incluiría el uso de satélites para la vigilancia, la inteligencia,
la ciberguerra, la gestión de drones y soldados y la emisión de programas
relevantes para la guerra basada en revoluciones “blandas”.
Esto también incluiría
funciones más “duras”, como las relativas a disparos de láser desde el espacio,
rayos de energía concentrados, manipulación del clima u otros sucesos
disfrazados de desastres naturales.
Hoy en día, a medida
que intentamos desentrañar las inexplicables conspiraciones de la geopolítica o
los flujos de efectivo encubiertos y los agujeros negros del sistema
financiero, todos los cabos terminan por llevarnos de vuelta a los secretos de
lo que sucede a nuestro alrededor en el espacio.
El enorme y caro
estado de seguridad nacional que fue creado después de la Segunda
Guerra Mundial para ocultar esos secretos está en el centro
de la cuestión. Y surgen muchas preguntas: ¿Por qué el Gobierno de Estados
Unidos ha perdido 8,5 billones de dólares desde 1995? ¿Por qué Wall Street, el
Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos y el Tesoro de Estados Unidos han
emprendido de forma cooperativa un fraude colateral y rescates por valor de 27
billones de dólares? ¿Por qué todas las comunidades de Estados Unidos ha sido
asoladas por el tráfico de drogas y las bandas? ¿Por qué las Agencias de
Inteligencia estadounidenses y las sociedades secretas financian y gestionan
redes de esclavos sexuales y pedofilia? ¿Y por qué no se ha despedido a nadie como
consecuencia de décadas de una conducta tan indignante?
En lugar de eso, las
burocracias dedicadas a hacer cumplir la ley han expedido, acosado e incluso
asesinado a quienes han intentado detener esos sucesos. Cuando investigadores
serios siguen esas pistas, lo que nos encontramos es una Seguridad Nacional muy
poderosa, obsesionada con el secretismo y el control centralizado.
Desde la Segunda
Guerra Mundial, una de las mayores inversiones de los gobiernos del mundo desarrollado
ha sido mantener a los ciudadanos ajenos a todo lo relativo al espacio exterior
y a lo que los humanos podrían estar haciendo en él. Al mismo tiempo, la
cantidad de dinero que desaparece en sistemas ocultos de financiación y
presupuestos en negro, presumiblemente relacionados con programas y armas
espaciales, indica que en el espacio están pasando muchas cosas.
Durante los últimos
cincuenta años hemos lanzado satélites, cables, hemos construido torres de
telecomunicaciones y distribuido teléfonos, televisores y ahora contadores de
luz inteligente.
Este sistema se está
construyendo globalmente. Combinado con inteligencia artificial y tecnología de
bases de datos basadas en la nube, esta distribución está creando una
infraestructura de vigilancia que puede monitorizar, exprimir financieramente y
manipular mediante control mental de forma individual.
Todas las personas
que llevan encima un dispositivo de vigilancia y arrastre en forma de teléfonos
inteligentes están actualizando dossieres personales con redes sociales y se
está creando un estado totalitario sin límites de “fascismo amable”, como en
España, por ejemplo. No olvidemos que el capitalismo ya no necesita una cara
democrática, sino un excelente sistema represivo, aquí, en la Unión Europea y
en el resto del mundo. Ni hablemos de Argentina.
Estamos asistiendo a
la destrucción de la clase media en todo el planeta. La humanidad está viviendo
lo que podemos llamar “guerra de supervivencia”.
Se necesita un
control y una vigilancia totalizadora, de ahí la censura en los medios y redes
sociales y la cuestión de la conquista del espacio exterior es vital.
Hay varios puntos
importantes en ese plan de dominación: La dominación de la élite busca crear una
clase superior; paralizar económicamente a la clase media que es la que produce
y sobra, de ahí la creciente desindustrialización; hay que ofrecer una
dependencia mayor de alivio a la ciudadanía, como subsidios, ayudas; hay que
eliminar la libertad a cambio de las promesas del Estado, una dictadura pura y
dura; instituir un verdadero Estado policial y gobierno totalitario absoluto;
se necesita una población dócil que acepte la eliminación de derechos.
El capitalismo está
en su lecho de muerte y no le sobra el tiempo. La élite se está quedando sin
tiempo porque se aproxima la quiebra planetaria. Asistimos al principio de su
fin en 2008. Y como en una película cómica o de terror, hoy vemos Ministerios
de Industria que impulsan la desindustrialización; Secretarías de Empleo que
favorecen el paro y el desempleo. Parece que la verdad es la mentira.
Vivimos una creciente
falta de dinero circulante y el llamado “Primer Mundo” está tan desesperado
como el resto del planeta. Vivimos en un “campo de concentración” sin lágrimas;
nos están esclavizando y la mayor parte de la ciudadanía mundial no se da
cuenta de ello. Vivimos inmersos en el llamado “cloroformo social” dado por una
tecnología que sólo nos hace perder el tiempo.
Entre los objetivos de
la “élite financiera” que trabaja de forma constante y continua para cambiar la
organización política, económica y social de la comunidad global figura
destruir de una vez por todas los Estados-nación de Westfalia en aras de
favorecer una dictadura planetaria.
Y si hablamos de lo
que ocurre en Argentina en materia satelital, Milei quiere vender ARSAT que
sería una forma de canibalizar el acceso a la información.
Su infraestructura de
telecomunicaciones es la mayor obra de integración territorial. Venderla
tendría implicancias hasta para la seguridad nacional.
Clarín y los privados
se relamen, obviamente. Argentina ya tenía licencia satelital y la habíamos
usado en su momento con el Nahuel Sat. Arsat es una empresa que el sector
privado mira con mucho interés, justamente por la cantidad de activos que le
darían posiciones oligopólicas en relación con las prestaciones estratégicas
que posee.
El valor de Arsat no es
posible de calcular. Cualquier cifra es una estafa al Estado porque tiene
demasiados activos estratégicos. Regalar soberanía tecnológica sería otro de
los tópicos de la libertad que todavía está pendiente de resolución.
Volviendo a las
acciones en el espacio exterior, les cuento que, en el año 2012, un grupo de multimillonarios
de Silicon Valley anunciaron su inversión en Planetary Resources, con un plan para
hacer minas en los asteroides cercanos a la Tierra. De modo que ahora tenemos a
los emprendedores de la alta tecnología compitiendo en el terreno del espacio
exterior: Jeff Bezos ha fundado Blue Origin; Elon Musk ha fundado Space X.
Los medios económicos
nos hablan de oportunidades muy lucrativas relacionadas con el espacio
exterior. Hay para varios gustos: inversiones en misiones espaciales,
inversiones en tecnología espacial e inversiones en minería espacial. Claro,
como el capitalismo necesita una expansión ilimitada y el planeta Tierra tiene límites,
entonces necesita expandirse en el espacio.
Asistiremos a una
carrera por la colonización espacial, la explotación de recursos espaciales y
la comercialización del turismo espacial. ¿También habrá guerras imperialistas
en el espacio por su hegemonía?
Las oportunidades
financieras creadas por la plataforma orbital es uno de los motivos por los que
otros países están haciendo movimientos agresivos para crear sus propios
sistemas de navegación global en órbita. No quieren depender de Estados Unidos
para los sistemas de navegación, liquidación y pago. Esto significa tener
cables oceánicos y sistemas de satélites independientes. Y el proyecto de la
élite financiera de implementar el sistema de moneda digital a nivel planetario
depende de un sistema redundante y experto de satélites en órbita.
Una moneda global,
digital y fiduciaria que esté libre del secreto de depósito soberano es el
mecanismo de control definitivo de la ciudadanía mundial. En la Unión Europa es
la temática siniestra de moda.
De modo que siempre
que sea digital y controlada a las élites mundiales y el Estado profundo les va
a dar igual si el sistema de moneda se llama dólar, peso, franco, oro o plata.
Y mientras hay una competencia mundial por la red satelital, en Argentina, ¿se
regalará ARSAT?
Me despido de nuestra
querida audiencia, agradeciendo su amable atención e invitándolos a una nueva
emisión de EL CLUB DE LA PLUMA, el próximo domingo.
El tema musical que he elegido, “Alane”, es interpretado por el cantante camerunés Wes, cantado en uno de los tantos idiomas de Camerún. Es un canto de amor hacia la naturaleza que nos rodea. Dejamos el espacio por un ratito.
PROF. VIVIANA ONOFRI
Profesora en Letras
ex catedrática de la
Universidad Nacional de Mar del Plata
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