RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

lunes, 14 de octubre de 2024

LA FUERZA PROPIA - PEDRO RODRIGUEZ

 

LA FUERZA PROPIA

 

 

 

La vida humana, el modo en que se organiza y transcurre, es multiforme, dinámico, complejo, diverso: en nuestras sociedades, tal como ha dicho para siempre Karl Marx, todo lo sólido se disuelve en el aire. Las estructuras y las instituciones tradicionales se desintegran y se renuevan constantemente, lanzándonos a todos en una vorágine de contradicciones y ambigüedades. Por eso todos nos esforzamos por encontrar regularidades, puntos de vista más o menos estables, ejes de desarrollo que definan una época o un territorio.

 

 Nuestra perspectiva nos dice, por ejemplo, que la juventud protagonizó el momento histórico más fecundo y creativo de Argentina en el último siglo: el período que va de la Resistencia peronista a fines de los 50 al golpe genocida de 1976: dos décadas que vieron surgir, desde distintos sectores del trabajo y el estudio, extraordinarios cuadros en la política, el arte y la cultura. Si en las vanguardias de las universidades en EE UU el feminismo, el pacifismo y la lucha contra la segregación racial dominaron la escena, en nuestro país, fuertemente vinculado simbólica y materialmente a la extraordinaria revolución cubana, que iluminaba con su concreción hacia toda Nuestra América, la conciencia política se orientó a transformar la sociedad atacando el sistema.

 

 El movimiento juvenil, el más potente de la historia, sobresalió en la poesía, la música, el cine, las letras, en fin, en las artes y en el pensamiento, en la sensibilidad y en la inteligencia, en la elaboración y en la lucha. Esa juventud no fue una promesa: fue una realidad tangible. Esa juventud fue aniquilada y desaparecida literalmente por “las fuerzas del orden”, y no debería sorprender que 4 décadas después del genocidio esa juventud no haya encontrado relevos generacionales: el terror no opera sin dejar marcas profundas. Más bien constatamos, no sin dolor, la estulticia y la necedad y la plena ignorancia política en buena parte de ella, formateada e inculcada casi unívocamente por la comunicación del enemigo.

 

 La omnipresencia del discurso hegemónico, de la propaganda burguesa, de la ideología dominante, no debería, sin embargo, ocultar la existencia de errores de comunicación en el campo popular, errores de concepción y desconocimientos mutuos entre fuerzas que tienen un enemigo en común.

 

 Como dijimos en la columna anterior, la tarea de la unidad, que es la más importante hacia una comunidad de sentido emancipador, se empantana entre refriegas identitarias, sectarismos y burocratismos haciendo un gran favor al poder porque, entre otras cosas, no somos capaces de comunicar una salida humanista superadora de nuevo género, mientras les ahorramos el trabajo de dividirnos porque nos dividimos solos… Esto es, necesitamos ejercer lo que se ha llamado siempre de una sola manera: AUTOCRÍTICA, que está en las antípodas de lo que dan en llamar autoayuda: la autocrítica es necesariamente debate, polémica y discusión entre los que sabemos que estamos en el mismo lado, y si nos comportamos como la llamada “generación de cristal” no haremos más que dejar de escuchar escudados en la ofensa que supuestamente se nos lanza.

 

 Nuestro reaseguro, nuestra fuerza, está en el campo de lo real, no en lo virtual. Como ha dicho no sin humor un compañero, “el futuro es analógico” -lo que debería entenderse como “nuestra tarea es analógica”- queriendo oponer a la digitalización de todo la presencia de todos, la palabra oral frente a la del teclado y la pantalla, el retorno a una presencialidad que deje de virtualizarnos como si no existiéramos, o como si sólo existiéramos en una grabación digital: para prueba basta un botón: el botón que en las redes prometió hacer correr a los zurdos terminó siendo corrido y cascado en las calles.


PEDRO RODRIGUEZ

Desde Rosario

 Militante Social

 

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