SOBRE LO QUE QUEDE DESPUÉS DE LA TIERRA ARRASADA…
Inconsciencia, desinterés, desidia, egoísmo, y varias otras características, describen a quienes sin ningún tipo de consideración optan por el mal mayor que perjudique a millones, nos muestran esa lamentable y oscura cara de nuestra cuestionable sociedad.
No han sido pocas las veces en la historia en que gran parte de la sociedad ha optado por la peor decisión. Según cuentan, en tiempos de emperadores y reyes, hubo una ocasión en que se optó por un criminal y se condenó a un inocente.
No ha sido ni la primera ni la última vez que algo similar haya ocurrido.
A lo largo de los tiempos, esas muestras de miserabilidad consuetudinaria han dejado enormes huellas, pero jamás han sido suficientes como para comprender que tamaños errores nos retrotraen a tiempos prehistóricos donde la supervivencia se peleaba jornada tras jornada.
Al menos en aquellos tiempos tan remotos el tema de la consciencia era desconocido.
Hay hechos históricos en que es difícil comprender por qué gran parte de la sociedad ha optado por decisiones que resultaron en mayores dolores, muertes y sangre derramada.
Tomemos uno de esos hechos. La Guerra de la Triple Infamia, mal llamada de la Triple Alianza, arrasó a toda una nación independiente, soberana como lo era Paraguay, a punto de convertirse en el motor industrial de la región, con un amplio desarrollo en varias áreas. Consideremos que en esos tiempos no existían medios monopólicos que manipulasen consciencias ni redes sociales infiltradas por trolls deformadores de información. Podríamos aventurar entonces que las decisiones individuales de empuñar un arma contra hermanos y hermanas de esta Patria Grande tuvieron que ver en gran número con la autodeterminación personal de quienes integraban las fuerzas genocidas de la época.
Seguramente habrá quienes argumenten que se obedecían órdenes…
Hay quienes vienen sosteniendo que existe un “control de masas”; tal vez no contemos con los elementos y conocimientos suficientes como para confrontar o apoyar tales afirmaciones, pero creemos que hay un importante grado de “responsabilidad” desde lo individual que afecta incuestionablemente lo colectivo.
Tal vez, como en “1984” de Orwel, el temor al castigo en una mezcla repulsiva con la delación, se esgriman como justificativos para considerar actitudes sumisas antes las órdenes e indiferentes ante el ajeno dolor.
Por largo tiempo, ese control de masas estuvo a cargo del temor que imponían cuestiones religiosas. El temor a lo desconocido, al castigo por el desafío desde la duda o la búsqueda del conocimiento, lograban como respuesta una prudente obediencia debida, desplazando por cierto todo lo que tuviese que ver con la empatía y la tan mentada “humanidad”.
Raúl Zibechi en su trabajo “EL SIGLO DEL CONTROL DE LAS MASAS” (1) hace una descripción rescatando viejas concepciones, como el “panóptico” (un tipo de arquitectura carcelaria ideada por el filósofo utilitarista Jeremy Bentham hacia fines del siglo XVIII. El objetivo de la estructura panóptica era permitir a su guardián, guarnecido en una torre central, observar a todos los prisioneros, recluidos en celdas individuales alrededor de la torre, sin que éstos puedan saber si están siendo observados).
Otra representación del conocido “Gran Hermano” que todo lo controla, todo lo vigila, todo lo sabe.
Afirma Zibechi que: “…estamos apenas en el comienzo de formas cada vez más minuciosas de control de las poblaciones. Se está inaugurando una nueva era de control de masas, estructural, no coyuntural, que durará tanto tiempo como nos lleve a los sectores populares desbordarla o neutralizarla. La tarea primordial en este momento es identificarlas...” (1)
Este control poblacional actual, al igual que en los primeros tiempos en que se conformaban los poblados y ciudades con la excusa de seguridad, la misma que padecía la plebe alrededor del castillo del señor feudal, viene a conformar nuevas formas de arrasar con todo lo vinculado a identidad, autodeterminación y libertad.
Fernando Navarro en su trabajo “La Idiotización De La Sociedad Como Estrategia De Dominación”, exculpa o justifica lo que nosotros consideramos decisiones, afirmando que “…La gente está imbuida hasta tal extremo en el sistema establecido, que es incapaz de concebir alternativas a los criterios impuestos por el poder
Para conseguirlo, el poder se vale del entretenimiento vacío, con el objetivo de abotagar nuestra sensibilidad social, y acostumbrarnos a ver la vulgaridad y la estupidez como las cosas más normales del mundo, incapacitándonos para poder alcanzar una conciencia crítica de la realidad…” (2)
No son pocas las formas de dominación poblacional, pero ellas cuentan con la sumisión, el temor y el individualismo. Creemos que sería mucho más costoso lograr dominar si no existiese la anuencia individual.
Como sea que se ejerza la dominación, hay un saldo estremecedor que queda luego que ese poder dominante logra sus objetivos.
Y esos objetivos siempre están relacionados con más poder y mayor control. Y contrariamente a lo que muchos afirman, utilizan las viejas y nuevas herramientas o armas. La fuerza que ejercen uniformados, sumada a las estrategias políticas y judiciales, más las maquinarias mediáticas y educacionales, conforman en su conjunto la moderna forma panóptica.
Pero, quienes encabezan la diabólica fórmula son los hoy conocidos como “CEOS”, quienes haciéndose del control de los Estados, llevan adelante sus políticas de expoliación y sometimiento; que, como expresa Ricardo Gotta en su nota “TIERRA ARRASADA”: “…administran el Estado con la vista detenida en las conveniencias de las empresas en las que trabajaban (o trabajan); o los empresarios de los medios de comunicación hegemónicos que, con sus tapas, sus programas, sus noticieros, presionan para que se implementen medidas en su provecho o bien se dedican a reformatear conciencias. Y, por supuesto, los grupos económicos, locales o internacionales, que manejan los piolines gruesos y luego de un triunfo en las urnas –otra novedad–, se repartieron los estamentos del Estado para, al fin y al cabo, gobernar para una elite, para ellos mismos…” (3)
Como sea, si la dominación y control actúan y logran sus objetivos solamente a través del poder, o si cuentan a su favor con las lamentables y mezquinas decisiones individuales, el resultado siempre será una tierra arrasada, diezmada, con algunos girones de identidades dispersas y voluntades agotadas.
Será tal vez el desafío de lograr remendar y recomponer a partir de esos girones, el tan devaluado y vapuleado tejido social, para recuperar algo de la perdida consciencia y la dañada dignidad.
Porque los miserables entregadores de nuestros destinos sólo dejan a su paso desolación y retroceso, nosotros debemos reconstruirnos, pero reconociendo tenazmente nuestras responsabilidades, nuestras debilidades y bajezas, para así concretar la edificación de una estructura tan sólida que sea capaz de soportar y doblegar nuevos intentos por destruirnos.
Que así sea.
NORBERTO GANCI –DIRECTOR-
El Club de la Pluma
elclubdelapluma@gmail.com –elclubdelapluma@hotmail.com
http://.elclubdelapluma.wordpress.com
DOMINGOS DESDE LAS 10 HS.
POR FM 103.9 RADIO INÉDITA
1 http://www.jornada.unam.mx/2018/02/16/opinion/019a1pol
2 https://www.lahaine.org/la-idiotizacion-de-la-sociedad
3 https://www.tiempoar.com.ar/articulo/view/74482/tierra-arrasada-por-ricardo-gotta
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