RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

lunes, 30 de octubre de 2017

¿CÓMO SE LLAMA ESTA PELÍCULA???


¿CÓMO SE LLAMA ESTA PELÍCULA???

El sistema capitalista, oligárquico, criminal, no es nuevo, no es improvisado, no especula, no supone, no adivina. El sistema tiene todo muy bien calculado y aceitado para que cada cosa, situación ocurran en los tiempos que se han propuesto para alcanzar sus fines.

“…Se trata de esto: el Partido quiere tener el poder por amor al poder mismo. No nos interesa el bienestar de los demás; sólo nos interesa el poder. No la riqueza ni el lujo, ni la longevidad ni la felicidad; sólo el poder, el poder puro. Ahora comprenderás lo que significa el poder puro. Somos diferentes de todas las oligarquías del pasado porque sabemos lo que estamos haciendo. (…) Nosotros no somos así. Sabemos que nadie se apodera del mando con la intención de dejarlo. El poder no es un medio, sino un fin en sí mismo. (…) El objeto de la persecución no es más que la persecución misma. La tortura sólo tiene como finalidad la misma tortura. Y el objeto del poder no es más que el poder. (…) El poder radica en infligir dolor y humillación. El poder está en la facultad de hacer pedazos los espíritus y volverlos a construir dándoles nuevas formas elegidas por ti. ¿Empiezas a ver qué clase de mundo estamos creando? (…) El espionaje, las traiciones, las detenciones, las torturas, las ejecuciones y las desapariciones se producirán continuamente. Será un mundo de terror a la vez que un mundo triunfal. Mientras más poderoso sea el Partido, menos tolerante será. A una oposición más débil corresponderá un despotismo más implacable…” (1)

Podemos comprobar cómo el poder a nivel global va alcanzando sus objetivos los cuales, si bien fueron algo postergados por la irrupción del progresismo en Latinoamérica, han retomado su macabra senda hacia el éxito.
Sí, existen algunas resistencias a esa nueva avanzada, pero no las suficientes para frenarla definitivamente. Porque el poder siempre cuenta con la ignorada (o no) obsecuencia de los fundamentalistas de la oposición total. Esos que enconadamente desalientan cualquier intento por revertir los desmadres del poder. No vamos a adjetivar ahora sobre esto, sabemos perfectamente a qué sectores nos referimos.

Pero vayamos acercando algunas consideraciones que permitan comprender el alcance y propósitos que tiene el poder imperial mundial: “Hoy el imperialismo es la acción expansiva de los Estados capitalistas avanzados —China incluida— sobre países y territorios de ultramar, impulsada no solo por sus gobiernos para la imposición cultural y dominio político, sino también por sus grandes empresas industriales, financieras y comerciales para la consecución de materias primas y la conquista de mercados. Se equivocan quienes piensan que el imperialismo es solo fuerza física. No. Esa es una percepción reductora. El imperialismo de hoy es, sobre todo, dominio de la ciencia y la tecnología: es innovación científica, patentes de invención, descubrimientos, universidades de excelencia, masiva producción de científicos, manejo de la tecnología de la información y de los medios satelitales de comunicación, dominio del lenguaje binario, difusión planetaria de modelos culturales y, por supuesto, aplicación de todos estos conocimientos a los afanes de dominación global…” (2)

Podríamos denominarlo imperialismo, poder imperial mundial, nazi-sionismo. En rigor, tal denominación es una cuestión menor: el poder global es uno solo uno. Un poder global cuya composición hemos intentado reflejar en reiteradas oportunidades en nuestros editoriales: qué organizaciones lo integran, cuáles son su fines y alcances y qué manejan, controlan, de todo cuanto incumbe a la población del planeta.

Citamos no pocas veces al Club Bilderberg como grupo ya visible, integrado por los más grandes y poderosos del globo, quienes controlan alimentos, combustibles, medios de comunicación, medicamentos, finanzas, armamentos, narcotráfico, redes, internet, etc.  
Este grupo es el que determina las líneas a seguir en el corto, mediano y largo plazo en todos los rincones del mundo; es el que impone estrategias, nombres y hechos. Sí, porque en su desarrollo del poder, imponen gobiernos, provocan derrocamientos, instalan epidemias, decretan guerras, entre muchas otras calamidades que disfrazan de catástrofes naturales o procesos históricos previsibles.
A esto alude nuestra cita de más arriba, de párrafos extraídos de la obra de Orwel “1984”, obra que retrata premonitoriamente lo que estamos viviendo en este siglo XXI. Tomemos en consideración que Orwel publicó la obra en junio de 1948. En ella preconiza la figura del “Gran Hermano”; un “personaje” que todo lo controla, todo lo vigila, por medio de las telepantallas, casi como lo que en este siglo sucede con las redes sociales y los medios de manipulación. Incluso anticipa con exactitud la supresión de sentimientos, afectos y pensamientos propios. En la novela, el hecho concreto de pensar es considerado como una tremenda falta que podía castigarse hasta con la muerte. Cualquier semejanza con la actualidad…

Estamos siendo actores de una suerte de película terrorífica donde el control total sobre las sociedades queda constante e irrefutablemente demostrado: esa suerte de apatía en relación con hechos dolorosos que tantos muestran, negando o ninguneando tales hechos; posicionamientos que estigmatizan y criminalizan a quienes quieren e intentan construir una sociedad más justa, libre e independiente.
Y todo se exacerba cuando se persigue, secuestra y desaparece a aquel diferente, al que no cuadra con los lineamientos de ese Gran Hermano, ese que impone el poder por el poder mismo.

La imposición de poder es llevada adelante mediante varios resortes con los que se sojuzga a gran parte de las sociedades. El hambre, la desocupación, el no acceso a la atención sanitaria, la ausencia de oportunidades, las restricciones en la educación, la deformación y anulación de propuestas de inclusión, etc.
Podríamos continuar enumerando por dónde y cómo el poder mundial va delineando se nefasto derrotero, pero tal vez en esta oportunidad ya hay algunas pistas sobre las que, quienes estén interesados, se dediquen a buscar, encontrar y difundir información que colabore en desenmascarar a ese Gran Hermano y todo su andamiaje.  

“…Muy pocas veces nos cuestionamos sobre quien o quienes están detrás de la información que consumimos a diario, sin importar cuál fuera el formato (diario, televisión, radios, redes sociales, etc.).

No es común ni siquiera que pensemos en eso, solo consumimos sin darnos cuenta de que todo ese contenido que nos invade las 24 horas los 365 días del año influye directamente sobre nuestro comportamiento diario…” (3)

Hubo a lo largo de la historia cinematográfica, una importante producción de tipo futurista donde varias de estas características mencionadas se anticipaban y representaban a veces burdamente, otras de manera magistral. En todas ellas, tal vez, se intentaba intencional o casualmente, alertar sobre el negro futuro que nos acechaba.

Este Siglo XXI nos pone en escena de manera cruel, dramática, demencial. Nos hemos convertido en forzados actores (en gran número) para obedecer un libreto del peor calibre.
Y casi podríamos afirmar que la película que interpretamos está superando las predicciones literarias de Orwel. Aquellas llevaban por título “1984” … ésta ¿qué título le asignaríamos?

“…que ninguno de los que traemos aquí sale de nuestras manos sin haberse curado. No nos interesan esos estúpidos delitos que has cometido. Al Partido no le interesan los actos realizados; nos importa sólo el pensamiento. No sólo destruimos a nuestros enemigos, sino que los cambiamos. ¿Comprendes lo que quiero decir? (…) Todas las confesiones que salen de aquí son verdaderas. Nosotros hacemos que sean verdaderas. Y, sobre todo, no permitimos que los muertos se levanten contra nosotros. Por tanto, debes perder toda esperanza de que la posteridad te reivindique (…) La posteridad no sabrá nada de ti. Desaparecerás por completo de la corriente histórica. Te disolveremos en la estratosfera, por decirlo así. De ti no quedará nada: ni un nombre en un papel, ni tu recuerdo en un ser vivo. Quedarás aniquilado tanto en el pretérito como en el futuro. No habrás existido. (…) No nos contentamos con una obediencia negativa, ni siquiera con la sumisión más abyecta. Cuando por fin te rindas a nosotros, tendrá que impulsarle a ello tu libre voluntad. No destruimos a los herejes porque se nos resisten; mientras nos resisten no los destruimos. Los convertirnos, captamos su mente, los reformamos. Al hereje político le quitamos todo el mal y todas las ilusiones engañosas que lleva dentro; lo traemos a nuestro lado, no en apariencia, sino verdaderamente, en cuerpo y alma. Lo hacemos uno de nosotros antes de matarlo…” (1)

Los acontecimientos casi se calcan a la perfección con esas predicciones literarias, tanto que hay un número importante de personas que, por los diversos sistemas y metodologías de manipulación, actúan como autómatas al servicio de la miserabilidad.

Tenemos frente a nosotros un dilema tremendo a resolver de manera inmediata; de lo contrario, el tiempo que reste nos jugará en contra.
Debemos decidirnos a defender nuestro futuro, pero lo debemos hacer reconsiderando qué estamos haciendo en este presente. No podemos permanecer como meros espectadores, en esta macabra película. Mucho menos avenirnos a asumir los lamentables roles o personajes de reparto que nos asignan.  Debemos transformarnos, ser actores principales, prota/antagonistas con roles bien definidos para desbaratar la trampa en la que nos han arrinconado, haciéndonos creer que no existe salida.

No sólo tendremos que analizar y decidir qué título le asignaremos a esta película, tendremos que decidir qué rol habremos de interpretar para dar vuelta un terrible final anunciado.
¿Seremos capaces y dignos para lograrlo?

Que así sea.


NORBERTO GANCI –DIRECTOR- 
El Club de la Pluma
elclubdelapluma@gmail.com –elclubdelapluma@hotmail.com
http://.elclubdelapluma.wordpress.com
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