DERECHOS HUMANOS ¿PARA TODOS?
Tal vez esto resulte un tanto provocador para aquellos encolumnados en el oficialismo y líneas o espacios amigos. Pero, resulta que cada 24 de marzo, al conmemorarse un nuevo ¿aniversario? del golpe cívico-religioso-militar perpetrado en 1976, la recurrencia de enarbolar las banderas por los treinta mil, a veces y a algunos, les impide contemplar que existieron y existen otras violaciones a los derechos humanos no contemplados en un “Nunca Más”, o en marchas, documentos, discursos y declaraciones.
Que la dictadura pasada nos dejó marcas que aún son imposibles ocultar y mucho menos dejar de doler, es real, no obstante se ha asumido una postura de esperanza y felicidad, al poder avanzar en materia judicial contra algunos de los responsables por los crímenes cometidos.
Decimos algunos porque, el hoy denominado partido judicial se encarga de entorpecer las sentencias contra genocidas, beneficiándolos con impunidad.
Y desde algunos espacios aún persiste la resistencia a considerar, también como violadores a los derechos humanos, a miembros de estructuras religiosas. Se ha superado algo a incluir el término “eclesiástico” en las consignas, pero aún falta ampliar la aceptación de que han sido también miembros de otros cultos y religiones los responsables y cómplices del genocidio.
Hay quienes, tal vez por concepciones o interpretaciones diferentes, consideran trasmutar el término “cívico” por el de “oligárquico”. Si bien, por expresarlo de alguna manera, los que impulsaron y sostuvieron el proceso genocida, fueron quienes conformaban un sector privilegiado de la sociedad, éstos hubiesen demorado más su accionar y disminuido sus resultados si no hubiesen contado con las lamentables complicidades y responsabilidades de individuos de diferentes clases sociales que, en muchos casos no dudaron en entregar y hasta ultimar a las víctimas del golpe.
Decíamos que hay otras violaciones a los derechos humanos no contempladas por algunos. No queremos con este tema deslizar sutilezas con intención alguna de señalar responsabilidades, al menos en lo individual o grupal, ya que las responsabilidades de lo que nos ha acontecido y nos acontece a todos nos competen.
Podríamos enumerar una larga lista de esas violaciones a los derechos humanos, como por ejemplo las reiteradas, cotidianamente, en los establecimientos carcelarios donde la tortura y hasta el asesinato son moneda corriente. Según La Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin), sólo en el 2014 fueron “…412 casos de violaciones a los derechos humanos que sufren personas privadas de su libertad en establecimientos carcelarios federales que fueron escenario de cincuenta inspecciones a lo largo de un año y medio, e interpuso recursos de amparo, hábeas corpus individuales y colectivos y denuncias penales…” (1)
Consideraríamos como otras de las violaciones a los derechos humanos, las muertes evitables que suceden fundamentalmente en comunidades originarias y campesinas.
El despojo de tierras, otras de las violaciones a los derechos humanos, por parte de agroempresas, no solamente dejan a originarios y campesinos sin sus territorios, sino que, además, contaminan y desertifican destruyendo, vidas, biodiversidad y sustentabilidad de los suelos y medioambiente.
Según una nota, el Movimiento Campesino de Santiago del Estero –Vía Campesina, resaltan que: “…estudios oficiales hablan de más de 60 mil familias en conflicto por las tierras en el país, sobre unos 9 millones de hectáreas. Se está dando una contrareforma agraria o una reforma agraria capitalista que favorece a la concentración y extranjerización de las tierras arables y ricas en aguas dulces y minerales. (…) En la provincia hay un avance de la frontera agropecuaria hacia el norte, donde aún existe una gran cantidad de familias que conviven y viven en territorios abiertos, caso contrario las zonas del sur provincial, que han sido obligadas a disminuir sus territorios por causa de los alambrados de los empresarios del agronegocio y es en esta zona donde hoy se viven serios problemas de salud a causa de las fumigaciones con agrotóxicos, incluso prohibidos legalmente, como es el caso del herbicida 2,4D. Algunas poblaciones están amenazadas por denunciar los casos de malformación, cáncer, abortos espontáneos, problemas respiratorios, pérdida de cultivos y semillas criollas…” (2)
“…desde el Centro Mandela afirmaron: “el analfabetismo, la pobreza y el hambre son los agentes causales de una enfermedad que sufre gran parte del pueblo qom. La desnutrición, con sus secuelas irreversibles, la mortalidad infantil, la desesperanza, el descreimiento y la marginalidad son los efectos directos. Estos son los síntomas principales de la tuberculosis, que es la más extendida pandemia de la historia, en la que la violencia social e institucional son sus signos más destacados. Su nombre total es injusticia social”…” (3)
Otras violaciones a los derechos humanos se producen alrededor de las explotaciones mineras en el país. En estos tiempos pareciera que las luchas de los movimientos ambientalistas para evitar explotaciones mineras altamente contaminantes, que han provocado y provocan desertificación, éxodo poblacional y contaminación responsable de enfermedades y muertes, han decrecido. Tal vez se les haya impuesto algún tipo de silencio con el que evitar desdibujar una supuesta imagen positiva de candidato en tiempos pre-electorales…
No obstante y según datos del Banco Mundial, Tailandia, China y Argentina cuentan con un mismo índice de mortalidad infantil. (4) Según esa fuente, la tendencia a nivel mundial es descendente. Desde la ONU se afirma que “La mortalidad de menores de cinco años desciende, pero no lo suficiente” ya que “…Las nuevas estimaciones de Niveles y Tendencias en la Mortalidad Infantil 2014 muestran que en 2013, 6,3 millones de niños menores de cinco años murieron por causas en su mayoría prevenibles, alrededor de 200.000 menos que en 2012, pero aún se registran cerca de 17.000 muertes infantiles cada día. (…) La comunidad mundial está a punto de terminar la mortalidad prevenible materna, neonatal y la mortalidad infantil en una generación" (5)
Asumimos ya que “lo mejor es enemigo de lo bueno”, puesto que podríamos aspirar a, como más o menos expresaba el Comandante Fidel Castro Ruz cuando afirmaba que, la revolución no habría de triunfar mientras se produjese una muerte evitable.
Concretamente respecto de Argentina y según los datos más recientes: “…en el país la mortalidad infantil disminuyó un 54% entre 1990 y 2011, lo que se puede explicar por una caída tanto en la mortalidad neonatal (hasta los 28 días, del 51,4%), y post neonatal (56,1%). En la década siguiente, 2001-2010, la disminución fue del 27%. La última medición, de 2011, indicó que la mortalidad promedio en el país fue de 11,7 menores de un año por cada mil nacidos vivos (…) para los especialistas la situación del país podría mejorar si disminuyera la disparidad en el riesgo de morir para los niños menores de un año que viven en las distintas provincias argentinas. Por ejemplo, mientras en Formosa mueren 21,2 niños menores de un año cada 1000 nacidos vivos, en Buenos Aires llega a 11,8 y en Tierra del Fuego, a 7,1…” (6)
Que las cosas han cambiado para bien en muchos casos, nadie puede negarl. Que hay que profundizar las tareas para reducir a su mínima expresión el tema de las desigualdades sociales, tampoco se puede ignorar. Pero habría que insistir fundamentalmente tanto en el tema de la memoria pasada y reciente, como en las responsabilidades que nos competen.
Por las violaciones a los derechos humanos de ayer, que son respondidas con juicios y castigos, tendríamos que poder frenar el avance judicial con el que pretenden revertir las condenas a los criminales con beneficios repudiables.
Asimismo, deberíamos poder profundizar ya no una discusión, sino acciones que promuevan y concreten el derecho a la tierra por parte de campesinos y originarios, con la consiguiente defensa y protección del medio ambiente y sus ocupantes.
Se debería poder lograr que los establecimientos carcelarios promuevan la dignidad entre sus detenidos, brindando la real oportunidad de construir alternativas de inclusión y participación social.
Aún persisten violaciones a los derechos humanos que deberíamos poder eliminar, para que en cada ocasión que volvamos a conmemorar otro 24 de marzo, lo hagamos con la total felicidad de haber destruido definitivamente las diferencias que continúan provocando dolor, exclusión, éxodo y muerte.
Que en líneas generales todo a mejorado, por supuesto que sí, ello nos obliga a ir por más, por mucho más. Lo alcanzado en la última década refleja que, desde las decisiones políticas y con el acompañamiento de gran parte de la sociedad, se pueden lograr los cambios estructurales tendientes a mejorar la calidad de vida y las oportunidades. Debemos asumir desde lo individual a lo colectivo, las tareas que permitan que todos podamos gozar de una existencia mucho mejor y sabemos que se puede.
No permitamos que nos vuelvan a tergiversar el pasado, que nos roben el presente y aseguremos el futuro para todos.
Que así sea.
NORBERTO GANCI –DIRECTOR-El Club de la Pluma
elclubdelapluma@gmail.com –elclubdelapluma@hotmail.com
DOMINGOS DESDE LAS 10 HS.
POR FM 103.9 RADIO INÉDITA
Notas, referencias y material consultado
1 http://www.telam.com.ar/notas/201409/79795-procuraduria-violaciones-derechos-humanos-carceles.html
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