RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

lunes, 27 de noviembre de 2023

ESTADOS UNIDOS, CHINA Y LA PAUSA - LIC. CHRISTIAN CIRILLI

 

ESTADOS UNIDOS, CHINA Y LA PAUSA

 

 Del martes 14 al viernes 17 de noviembre el presidente chino Xi Jinping realizó un encuentro bilateral con su homólogo estadounidense Joe Biden, en San Francisco, California, en la costa oeste del coloso americano.

 Hacía 6 años que Xi no viajaba a los Estados Unidos, y desde la cumbre del G20 en Bali (Indonesia) en noviembre de 2022 que no tenían un encuentro personal. Xi no había viajado a New Delhi en la última cumbre del G20 de este año, por motivos de agenda (oficialmente) o quizás por cuestiones de disidencias geoestratégicas con Modi (extraoficialmente), así que allí no habían tenido la oportunidad de conversar.

 Lo cierto es que esta reunión era muy esperada - y necesitada - por el presidente Biden y su gobierno, pues a pesar de las rispideces comerciales y una larvada guerra en Extremo Oriente por Taiwán, Filipinas o 𝑤ℎ𝑎𝑡𝑒𝑣𝑒𝑟, lo cierto es que Estados Unidos está inmerso en una situación espinosa en Ucrania, donde se empantanó y ya no sabe cómo sostener a su púgil maltrecho a golpes, y en Medio Oriente, donde existe un peligro de confrontación regional de grandes proporciones, por el apoyo irrestricto a (su fondista preferido) Israel, que podría enemistarla con los reinos del Golfo, hasta ahora sujetados y componedores.

 Y se acercan las elecciones presidenciales...

 

 Para llegar con un envión calculado a la conferencia anual de la Asociación de Cooperación Económica y del Pacífico (APEC), una reunión de 21 economías de ese espacio ultramarino, sin el sambenito de ser la «nación más belicosa del planeta», Biden intentó congraciarse con Xi y bajar los decibeles.

 Tuvo, por supuesto, algunas gafes: llamó 𝑑𝑖𝑐𝑡𝑎𝑑𝑜𝑟 a Xi por «ser líder de una nación con un sistema comunista» (ante el sacudón de cabeza de Antony Blinken, que quería que lo tragase la tierra), pero aparentemente - y acentúo el «aparentemente» - se fumó la pipa de la paz, y se intentó bajar los ánimos sobre cuestiones como:

1) El incidente del globo ¿atmosférico? derribado sobre los cielos estadounidenses, acusado de espionaje.

2) El apoyo «encubierto» de China a Rusia, negándose a cortar relaciones e impulsando en varios escenarios políticos espacios de concertación y miradas alternativas al Hegemón occidental.

3) El asunto de los microchips: Estados Unidos y sus aliados restringieron la venta a China, y China respondió a la vez restringiendo la exportación de galio y germanio, minerales esenciales para su fabricación.

4) Los amagos de independencia de Taiwán y sus acciones de rebeldía continua para con la política de «una sola China», compartida, pero en la práctica no apoyada, por Estados Unidos.

 

 No obstante el ℎ𝑦𝑝𝑒 del éxito, la cuestión se saldó con pocas y secas declaraciones singulares, sin una conferencia de prensa conjunta, que es lo que reclama la diplomacia cuando «realmente» hubo sintonía.

 Lo que ocurre es que Estados Unidos, como líder occidental, tiene una visión dialógica, que implica una dicotomía polar y un juego de suma cero. Lo que uno gana, el otro lo pierde, y eso implica la consagración de un ganador neto.

 

 China, por el contrario, se presentó como «amigo» y «socio» de los Estados Unidos (de hecho, 𝑡𝑎𝑚𝑏𝑖𝑒́𝑛 lo son). Xi dijo textualmente: «Darse la espalda no es una opción. El planeta Tierra es lo suficientemente grande para que los dos países tengan éxito; siempre y cuando se respeten mutuamente, coexistan en paz, serán completamente capaces de superar sus diferencias». China parte de una visión budista, donde las partes se completan por el todo, y siendo diferentes, pueden coexistir en cierta armonía natural.

 

 Al parecer, las autoridades chinas fueron con un ramo de olivo en ambas manos, pero Estados Unidos sostuvo el olivo en la derecha y la espada en la izquierda. El establishment norteamericano - cual trampa de Tucídides - no logra deshacerse de su hostilidad endémica y creciente competencia letal contra Beijing, lo que quedó en evidencia en la adjetivación de Biden.

Pero.... 

 Estados Unidos necesita no agitar 𝑎ℎ𝑜𝑟𝑎 el fantasma de la guerra, pues ya tiene demasiado alrededor del mundo. Pero el calibre y la rapidez con que ha organizado alianzas ofensivas en Extremo Oriente, y con que realizó ya varios ejercicios navales simulando ataques no es un buen augurio.

 Además, sigue armando hasta los dientes a Taiwán y provocando la paciencia de Beijing a través de travesías de sus navíos por el Estrecho de Taiwán (𝑜𝑓𝑖𝑐𝑖𝑎𝑙𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒, aguas chinas).

 

 Las sanciones a Huawei fueron apenas alivianadas y los microchips, de los que depende mucho la industria armamentística e informática china, siguen con serias limitaciones a la exportación.

 ¿Entonces cómo puede catalogarse de éxito una reunión donde prácticamente no hubo ningún acuerdo?

 Supongo, estimo... que por su simple existencia.

 

 Joe Biden no está siendo visto fuera del Occidente Colectivo como un interlocutor válido. Reniega de la diplomacia y parece querer solucionar todo a través de la violencia, las amenazas y la fusta comercial y financiera. Eso podría funcionar con algunos países menores o acobardados, pero no funciona con Rusia, China o Irán, por ejemplo. Ni siquiera contra Venezuela.

 

 Estados Unidos ha venido haciendo continuas acusaciones de expansionismo chino en Asia-Pacífico mientras, paradójicamente, construye bases y alianzas que fortalecen su poder militar en la región. AUKUS, QUAD, Five Eyes, la reciente asociación tripartita con Japón y Surcorea.... son evidencias de un cerco que está preparándose contra China, a quien quieren cortarle las alas antes de que trepe a altas cotas.

 

 China, siendo la segunda economía en ascenso del mundo después de los Estados Unidos, es lógicamente vista como la amenaza número uno. Es su bendición y su estigma. Los frutos del desarrollo pueden rápidamente convertirse en zonas de caos, descontrol y destrucción.

 Por ello, esta reunión lo que intenta es salvaguardar 𝑐𝑖𝑒𝑟𝑡𝑜 𝑐𝑎𝑛𝑎𝑙 𝑑𝑒 𝑑𝑖𝑎́𝑙𝑜𝑔𝑜, aun cuando no haya habido grandes avances. De hecho, y esto sí es importante, se reanudaron las comunicaciones militares entre ambos países, cortadas cuando Nancy Pelosi visitó Taipéi en agosto de 2022.

 

 Este objetivo tiene por motivo concentrarse en el asunto ucraniano y en el israelí en política exterior, una especie de pacto de no-agresión. ¿Cuánto durará? Solo Dios sabe. La última vez que llegaron a un principio de acuerdo para bajar las tensiones Estados Unidos lo quebró derribando un globo aerostático.

 

 El problema, quizás, es que Estados Unidos se ve a sí mismo como la única superpotencia indispensable, y en virtud de ello, jamás tolerará ningún acuerdo global, ni convivencia 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑒𝑠... y China parece hacer esfuerzos por la multipolaridad - que incluya a Estados Unidos - pero ello va en contra de los principios del excepcionalismo americano, tan arraigado a su médula.

 

 Así las cosas. China opta por ganar tiempo, acepta la invitación, intenta la reflexión, pero comprende la dificultad: mientras asevera que hay lugar para todos en el mundo, se prepara en silencio para una confrontación, pues todo indica que llegará alguna vez, quizás más temprano que tarde.

 

 

LIC. CHRISTIAN CIRILLI

 Analista Internacional

 Licenciado en administración UBA De ciencias económicas

 

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