RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

lunes, 27 de noviembre de 2023

ENTRE EL FASCISMO Y LA IGNORANCIA - EL VOTO LIBERTARIO - PROF. LIDIA INÉS RODRIGUEZ OLIVES

 

ENTRE EL FASCISMO Y LA IGNORANCIA - EL VOTO LIBERTARIO


 

 Saludo a todos los oyentes de El Club de la Pluma. Soy Lidia Rodríguez Olives

 

 La columna pensada para hoy no era, en realidad, esta que van a escuchar. Quería hablar sobre el federalismo en general y su versión particular para el caso argentino. La génesis y el proceso que nos condujo a un esquema de provincias dependientes no sólo de lo que reciben por coparticipación sino de las famosas ATN, o Asignaciones del Tesoro Nacional; esas que Milei amenaza con sacar de un plumazo en cuanto asuma la presidencia. Pero los acontecimientos me llevaron a otro lado. Y hoy quiero reflexionar sobre las elecciones y su resultado.

 

 Mucho se ha dicho sobre las causas de este giro, para algunos, tan impensado. Que la economía, que la desesperanza, que el hartazgo y tantas cosas más. Sin embargo, no debemos minimizar ni soslayar la gran responsabilidad social que existe en esto. Porque no todo vale y ningún contexto justifica lo injustificable.

 

 Argentina ha demostrado ser una sociedad embrutecida, que renegó desde las urnas de su Historia. Una Historia en la que el reconocimiento del Terrorismo de Estado, la violación de los Derechos Humanos expuesta en los secuestros, torturas y cárceles clandestinas; el juicio y condena a los responsables; los 30 mil desaparecidos y la búsqueda sin tregua de Madres y Abuelas no sólo parecían ser las bases más firmes de nuestro consenso democrático, sino que nos habían valido reconocimiento y respeto internacional. Pero hoy, todo esto parece ser una ilusión o, tal vez, nunca existió.

 

 El discurso del candidato electo fue claro en este punto. No sólo habló del “curro de los Derechos Humanos” sino que los represores fueron presentados como héroes injustamente detenidos, los dos demonios irrumpieron nuevamente en el relato mientras se proponía la eliminación del Museo de la Memoria. Aparecieron los posteos de militantes con Falcon Verdes y encapuchados. Las amenazas se hicieron explícitas en las redes y contaron con la entusiasta aprobación de todos los libertarios. Y en este proceso, la sociedad argentina se sacó la máscara.

 

 Lo que tenemos hoy ante nuestros ojos es una sociedad que festeja sin pudores la violencia y señala sin tapujos al que quiere eliminar. Una sociedad envilecida y degradada que destruyó con su voto la imagen que de ella supimos construir y que resultó ilusoria. Porque el 56% que se expresó en las urnas resulta congruente con una sociedad que llama “Campaña al Desierto” al genocidio de Roca; que exalta a Yrigoyen como demócrata, a pesar de los fusilamientos de la Patagonia y la masacre de la Semana Trágica; que no condena y hasta disfruta la vejación del cadáver de Eva Duarte; que nunca leyó ni le interesa “Operación Masacre”, de Rodolfo Walsh; que apoyó y legitimó sistemáticamente golpes militares; que entronizó como “padre del aula” a un racista y asesino, y que no reconoce en la larga proscripción del peronismo un ejemplo acabado de su propia violencia.

 

 Frente al contundente pronunciamiento del domingo, me niego a pensar en votantes engañados o desesperados. Me niego también a colocar los errores del gobierno como causa fundamental. La economía alemana se encontraba más destruida que la argentina y sus habitantes fueron humillados y despojados. Pero eso no justifica el nazismo. Acá eligieron libremente y no hay justificación que valga. Como dijo el olvidado Collingwood, “somos lo que hacemos”.     

 

 Pero esta exaltación del espectáculo de un “fascismo a cielo abierto”, no es la única conclusión de las elecciones. Porque el embrutecimiento social se nutre de la ignorancia.

En su primer mensaje como presidente electo, Milei propuso la vuelta a ese modelo que, a fines del SXIX y principios del XX, le permitió a la Argentina ubicarse entre las mayores potencias del mundo.

 

 Un modelo sustentado en la exportación de materias primas, poca industria y un mercado abierto, tanto para productos como para capitales. La primera observación, que está al alcance de cualquiera que quiera verla, es que no existe país en el mundo cuyo desarrollo se soporte en la primarización de su economía. La base es siempre industrial o tecnológica. Pero, además, una serie de datos cuestionan fuertemente que ese haya sido un modelo virtuoso.

 

 A principios del SXX, el Poder Ejecutivo Nacional encargó a Bialet Massé un informe sobre la situación de los trabajadores. Presentado en 1904, surge de su investigación la existencia de una pobreza cercana al 75%, además de exponer la situación de explotación, hacinamiento y enfermedad que sufrían los trabajadores. Poco Estado, mucho mercado y una nula inversión pública no pudieron evitar, sin embargo, que las cuentas estuvieran en rojo durante todo el período.

 

 Entre 1881 y 1914, los gastos nacionales excedieron en mucho a los ingresos, generando un déficit fiscal crónico. El liberalismo, de Roca, Juárez Célman, Alcorta, Aramburu, Alsogaray, Martínez de Hoz, Cavallo, Macri o Milei, tiene siempre una misma receta: cubrir la diferencia con endeudamiento. No resulta necesario explicar que esta solución es de corto alcance: más temprano que tarde lleva a una crisis de la balanza de pagos y a la imposibilidad de hacer frente a la deuda contraída, como se vio en 1890 y como se ve en nuestros días. Porque primarizar un país significa desindustrializarlo; significa que sólo con importaciones se pueden cubrir las necesidades de consumo.

 Llega un momento en que las exportaciones resultan insuficientes y la única forma de importar es contrayendo deuda. Milei admira entonces un país con un alto PBI del que disfrutan pocos. Un modelo que, por más que recorte gastos, no puede evitar ni el déficit ni el endeudamiento. Una Nación excluyente. Y, aunque el libertario lo ignore, esto es lo que votó.

 

 También votó la reducción de los puestos de trabajo en la administración pública, como parte de un programa más amplio de achicamiento del Estado. Probablemente trabaja en otra cosa: se gastará menos, no habrá ñoquis y él seguirá como siempre. Desconoce que, entre otras cosas, ese achicamiento del Estado aumenta el nivel de desocupación, que también crecerá por la quiebra de pequeñas y medianas empresas ante la apertura externa.

 Nunca escuchó a Héctor Recalde diciendo que, más allá de las leyes, no hay mayor flexibilización laboral que el desempleo. Su salario se reducirá y perderá derechos laborales adquiridos porque, cuando el trabajo falta, se abre el camino de la explotación. Como efecto colateral y en sintonía con el plan que propone esta derecha rabiosa, los aportes a la Seguridad Social sufrirán una brutal caída, afectando a todo el sistema jubilatorio.

 Porque hay que recordar que el empleo público es trabajo registrado, en tanto que en el privado la informalidad alcanza al 32%. En este punto, tendrán los libertarios su “baño de realidad”: con un salario miserable (si es que lo tiene) entrará en un sistema privado de jubilaciones, donde la mayor parte de sus aportes irán a engrosar las ganancias de las empresas administradoras.

 Hoy se exalta con la motosierra: no sabe que está del lado del serrucho…

 

 Ese votante ignorante tiene incorporado un discurso que la derecha se ha encargado de difundir de manera persistente: el mercado es un campo reservado exclusivamente para la inversión privada. Por lo tanto, las empresas estatales serán privatizadas. Sólo la ignorancia puede asistir inmutable a la entrega de empresas del Estado que no sólo generan empleo: también constituyen polos que apuntalan el desarrollo científico y tecnológico, contribuyen a mejorar la producción, afianzan la independencia económica y la soberanía nacional. Sólo por Vaca Muerta se proyectan ingresos de 20 mil millones de dólares para 2030. Pero también se rematará Y TEC, empresa fundada en 2012 por asociación entre YPF y el CONICET. Se trata, nada más ni nada menos, que de la compañía de base tecnológica más grande del país. Actúa como puente entre el sistema científico y el productivo, aportando soluciones tecnológicas al sector energético, con focalización en energías renovables, como la solar y eólica.

 

 Desaparecerá la INVAP, empresa estatal que opera desde Río Negro y se especializa en proyectos tecnológicos de avanzada en diferentes campos de la industria nuclear, espacial, de comunicaciones, defensa, energía y medicina nuclear. La ignorancia libertaria la ve, simplemente, como un gasto más. No sabe que es autosustentable y que genera recursos a través de la venta de sus propios proyectos y productos. No sabe que muchas otras empresas construyen con ella todo un entramado productivo, como proveedores o consumidores, que quedará definitivamente destruido cuando la empresa se remate. No sabe tampoco que la lógica del mercado tirará por la borda el esfuerzo y la inversión realizada, además de desperdiciar el capital humano formado a lo largo de los años. No sabe que perderemos los satélites y dejaremos de estar entre los únicos 14 países que cuentan con la tecnología para ponerlos en órbita. No sabe ni le interesa saber que votó contra el desarrollo.

 

 En su libro sobre el SXX, Eric Hobsbawm decía que el fenómeno más característico de la actualidad es la destrucción del pasado y de los mecanismos sociales que vinculan la experiencia de un individuo con la de generaciones anteriores. El presente no guarda, entonces, relación orgánica alguna con el pasado. En consecuencia, la sociedad vive una realidad que es incapaz de comprender. Y en Argentina, esa incapacidad alcanza al 56%. Pero no les vamos a allanar el camino. No renunciaremos a un país mejor y más inclusivo. No entregaremos la Nación al saqueo ni el Estado a la depredación. No arriaremos las banderas de los Derechos Humanos ni de los 30 mil. No dejaremos las calles. No aceptaremos la brutalidad y el fascismo. No nos resignaremos. Que lo sepan desde ahora: vamos a resistir. Porque acá no se rinde nadie y esto recién empieza.

 

 Desde Buenos Aires, saludo a todos los que escuchan El Club de la Pluma

 

 

LIDIA INÉS RODRIGUEZ OLIVES

Profesora de Historia

Posgrado en Ciencias sociales por FLACSO

 

 

 

 

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