EL CLUB
BILDELBERG
LA ÉLITE
QUE DOMINA EL PLANETA
RED
TAVISTOCK
LAVADO DE
CEREBROS A ESCALA MUNDIAL
Reducir
la mente a un procesador binario
La
persuasión como clave para iniciar movimientos fascistas
Parte XXV
Un cálido abrazo a la
distancia a toda la querida audiencia de EL CLUB DE LA PLUMA.
Mi columna de hoy
será una continuidad reflexiva iniciada hace varios meses sobre diferentes temáticas,
siempre siguiendo los lineamientos conceptuales del Dr. Daniel Estulin, en sus
libros LA VERDADERA HISTORIA DEL CLUB BILDELBERG, EL INSTITUTO TAVISTOCK y METAPOLÍTICA.
Nuestra cuestión de
hoy se centrará en la mente de los seres humanos: cómo reducir la mente a un
procesador binario y la utilización de la persuasión para iniciar movimientos fascistas
en todo el planeta.
Volvamos al pasado
histórico para iniciar nuestra charla. El 13 de agosto de 1940, en Alemania, la
Luftwaffe dio comienzo a la llamada Batalla de Inglaterra. Poco después de que comenzaran
los bombardeos alemanes, Norbert Wiener, un matemático y físico nacido en
Chicago, ofreció sus conocimientos como contribución a la lucha contra el
fascismo. Fue un pionero en la teoría de la información y quien acuñó el
término “cibernética”. Era profesor en el Instituto de Tecnología de
Massachusetts.
Estuvo investigando
el problema de cómo construir una máquina capaz de calcular por adelantado el
movimiento de los bombarderos, para poder abatirlos. A tal fin, Wiener tomó en
cuenta la guerra tecnológica, en la que las personas, los barcos y los aviones
no son más que puntitos abstractos de la pantalla de un radar.
La línea que separa
al hombre de la máquina se vuelve borrosa y lo que surge es un adversario
mecanizado, anónimo, cuyas acciones pueden modelarse en un laboratorio de
guerra.
Mientras trabajaba en
un aparato que previera la trayectoria de los aviones, Wiener estableció paralelismos
entre el funcionamiento de los servomecanismos, los dispositivos de control analógicos
que se usaban en la artillería antiaérea y el comportamiento voluntario de los
pilotos y de los artilleros. En ambos casos, el objetivo se alcanzaba mediante
un mecanismo de retroalimentación.
A partir de sus
investigaciones, Wiener estableció que el control mediante la retroalimentación
y la comunicación mediante el intercambio de información constituían mecanismos
universales del comportamiento voluntario de los organismos vivos y de las
máquinas que se regulan solas, como las computadoras.
La cibernética se
basa en la suposición de que el sistema nervioso del ser humano no reproduce la
realidad, sino que la calcula. Al parecer, ahora resulta que el hombre no es
más que un sistema que procesa información; el pensamiento consiste en un
procesamiento de datos y el cerebro es la máquina hecha de carne.
El cerebro ha dejado
de ser el sitio donde, gracias a la memoria y a la conciencia, se crear
misteriosamente el “ego” y la “identidad”. El cerebro es una máquina que consta
de interruptores y circuitos de control, bucles de retroalimentación y nodos de
comunicación.
Uno tiene la
sensación de estar dentro de la trilogía de MATRIX, contemplando el cibermundo
a través de un cristal. La nueva filosofía de las interrelaciones humanas, la
sociometría, nos ofrece una metodología y una guía para determinar la
estructura central de la sociedad suscitando la espontaneidad de los
sujetos-agentes humanos. Estos factores, una vez localizados y dibujados, nos
proporcionan la base sobre la cual proceder a planificar las numerosas facetas
y actividades de la sociedad, desde la educación de los niños y de los adultos
hasta la formación de supergobiernos y estados de todo el mundo.
Muchos de los
factores que antes hacían imposible la existencia de un Estado Mundial han
desaparecido. Incluso es posible afirmar que la comunicación moderna, que nos
obliga a actuar como jueces respecto de los derechos internacionales de
diferentes sistemas de radiodifusión y diferentes redes de aeroplanos, ha hecho
inevitable el Estado Mundial.
En su libro CYBERNETICS,
Wiener iguala el cerebro humano a un sistema lógico binario, una idea que esos ingenieros
sociales encontraron de lo más útil.
En este tema, Wiener
demuestra pensar como lo hacía Bertrand Russel, un individuo
amargado y defensor del racismo oligárquico, cuyo único amor
fue el odio hacia la humanidad, tuvo como misión en la vida reducir la mente
humana a un procesador binario. Un reduccionismo que fue base de los
experimentos llevados a cabo en lugares como el INSTITUTO TAVISTOCK de Londres.
Extrapolando la
premisa hacia la contracultura, los ingenieros sociales pensaron que las computadoras
podían desempeñar un papel similar al del LSD en el control mental. En otras palabras,
crear un artificial campo de concentración sin lágrimas. Sin embargo, para
poder tener un campo de concentración sin lágrimas es necesario tener el
control, las comunicaciones y el poder de retroalimentación.
Y ahí es donde entra
la cibernética con los mecanismos de comunicación y regulación de sistemas
complejos conocidos hoy como INGENIERÍA SOCIAL.
Lo que nos preocupa
es la historia de la ingeniería social y cómo ha evolucionado desde los tiempos
de la anticuada terapia de electroshock hasta la moderna terapia de choque en
grupos. El Centro de Investigación de la Dinámica de Grupos del Instituto de
Tecnología de Massachusetts y el INSTITUTO TAVISTOCK de Londres se encuentran a
la cabeza de la investigación sobre cómo alcanzar un consenso a través de la
dinámica de grupos.
Una cosa que han
sabido siempre los constructores de imperios como David Rockefeller es que la persuasión
constituye la clave para iniciar movimientos fascistas en el planeta. Cambiar
el modo de pensar y de hacer de la gente. Pero ellos no fueron los únicos, hubo
otros que también llevaron a cabo miles de investigaciones.
La idea era formar un
modelo universal sobre la toma de decisiones en grupos para, posteriormente,
utilizar esos programas para guiar o conducir en manada a la opinión popular en
la dirección deseada. Con los años, los “agentes de cambio” cibernético fueron
ampliando las investigaciones y pasaron a modelos de pensamiento y toma de
decisiones en grupo, a desarrollar tecnologías que permitieran trazar en un
mapa cómo fluyen los rumores a través de las sociedades que, según ellos, lo
hacen igual que las epidemias.
El parecido con
MATRIX resulta inquietante y asombroso al mismo tiempo: La tarea del científico
social, el “agente de cambio” consiste en inventar las herramientas adecuadas
para explorar un terreno dado. En el campo de las interrelaciones humanas,
dicho campo es el de las actitudes espontáneas interactivas de todos los
individuos que lo componen. A los individuos hay que motivarlos adecuadamente,
a fin de suscitar una reacción espontánea real, así pues, el objetivo y los
métodos empleados para la investigación social y para suscitar reacciones,
pensamientos y sentimientos en las personas deben ir de la mano.
La conexión existente
entre la forma de ver las máquinas y la teoría de la información es importante.
Lo que tienen en común todas esas investigaciones es la idea fija de que
nuestro cerebro es un eficiente conjunto de máquinas cibernéticas de
aprendizaje conectadas por un gigantesco bucle de retroalimentación con el
universo mismo.
Lo típico es que la
cibernética aborde cualquier máquina en particular, no preguntando qué acción
individual va a ejecutar en ese momento, sino cuáles son todos los
comportamientos posibles que puede ejecutar.
La cognición humana
quedó reducida a los procesos electroquímicos del cerebro: neuronas que se
encendían o se apagaban, como un sistema binario. Se vigilaba la cantidad de
información liberada al “campo” y actuaban como un termostato de la información
para la sociedad.
Con el fin de controlar los flujos de información, se ubicaban dentro de puntos de salida de importantes medios de comunicación y centros de formación de opinión. La mecanización de las relaciones de la sociedad se basó en la idea de Wiener de que era posible mecanizar el pensamiento.
Más adelante, los herederos de los cibernéticos se dedicaron a crear la “autopista de la información”. Crearon un software que controlara el flujo de la información que circulaba por Internet como una gigantesca tarjeta de circuitos eléctricos, estableciendo los cortacircuitos y vigilando el voltaje.
Este concepto constituyó el núcleo del SOCIAL NETWORKING, el establecimiento de conjuntos de matrices de la teoría de juegos, cuyo objetivo era obligar a los ciudadanos a alcanzar un consenso. La mecanización de las relaciones de la sociedad se basó en la idea de Wiener de que era posible mecanizar el pensamiento.
Me despido de nuestra
querida audiencia, agradeciendo su amable atención y deseando que nos volvamos
a encontrar en otra emisión más de EL CLUB DE LA PLUMA.
VIVIANA ONOFRI
Profesora en Letras
ex catedrática de la
Universidad Nacional de Mar del Plata
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