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domingo, 16 de julio de 2023

CHINA COMO OBJETIVO, SUECIA COMO MIEMBRO, UCRANIA COMO SACRIFICIO - LIC. CHRISTIAN CIRILLI

 

CHINA COMO OBJETIVO,

SUECIA COMO MIEMBRO,

UCRANIA COMO SACRIFICIO

 

 

 Este 11 y 12 de julio tuvo lugar la Cumbre de la OTAN en Vilna, Lituania, una reunión en la que se habían depositado todas las miradas por la enorme cuota de expectativa abierta por propios y ajenos sobre las importantísimas decisiones que allí se tomarían.

A la postre, la gran esperanza de inclusión y membresía vertida durante las últimas semanas por el mismo secretario general, Jens Stoltenberg, y otros miembros de vital importancia, se cumplieron: Suecia fue admitida en la Organización.

¿Pensaron que iba a decir “Ucrania”? ¡Por supuesto que no!

 

 Si algo ha demostrado la OTAN desde sus inicios ha sido una arquitectura de expansión controlada, aprovechando situaciones de debilidad intrínseca en Rusia, como en los años 90 y principios del 2000, o engullendo países que, siendo parte de la Unión Europea, y por vigor del artículo 42, párrafo 7 del Tratado de Lisboa, se someten a la estructura militar de la Alianza.

 

 Desde ese lugar, Finlandia y Suecia, dos países ideológicamente inmersos en Occidente y parte de la Unión Europea, que hacían y hacen constantemente ejercicios militares con fuerzas atlantistas eran en los hechos dos naciones insertadas en la estructura operacional de la Alianza, y como tales, potenciales miembros a admitir, que por cuestiones de inercia de la Guerra Fría no habían dado el paso adelante.

 

 Los arquitectos de la primera expansión atlantista, el presidente estadounidense Bill Clinton y su secretaria de Estado, Madeleine Albright, que decidieron la expansión hacia el este en la 15° Cumbre del 8 y 9 de julio de 1997 en Madrid, donde se admitieron a 3 ex miembros del Pacto de Varsovia (Polonia, Chequia y Hungría) inauguraron un nuevo orden de seguridad europeo, dando así el paso hacia la conquista de Europa Oriental y el acoso territorial de la Federación Rusa. Previamente, por supuesto, el Consejo Europeo abrió la posibilidad de que los países del este se sumaran a la “idea de una Europa unida”.

 

 Pocos saben que, en esa misma cumbre de la OTAN de 1997, sin embargo, se firmó una «Carta sobre una Asociación Distintiva» entre la OTAN y Ucrania, sembrándose la situación actual. El presidente ruso Boris Yeltsin ni siquiera reaccionó a esa semilla.

Posteriormente, sería el presidente George W. Bush quien en la 20° cumbre de Bucarest del 2 al 4 de abril de 2008 bregara por la inclusión de Ucrania y Georgia, como miembros de pleno derecho. Se trataba de dos naciones íntimamente ligadas a la historia, a la «memoria emotiva» y a la seguridad de Rusia.

 

 La acción era evidentemente provocativa: Rusia se había despabilado y había abandonado la senda de la humillación sacándose de encima al impresentable Boris Yeltsin… asumiendo en su lugar Vladimir Putin.

 

 Putin tuvo una política paciente pero decidida de recuperación del Estado ruso, utilizando para ello un tándem definitivo: la potenciación de las arcas estatales con la venta de hidrocarburos, para hacer «caja» y sacarse la rémora de las deudas internacionales; y el restablecimiento del poder coercitivo, a través de la potenciación de sus órganos de seguridad. A medida que Rusia restauraba poco a poco su poder, Putin empezó a alzar la voz contra las expansiones atlantistas.

 

 Su primera aparición fue en la Conferencia de Seguridad de Múnich, en 2007, cuando los occidentales, acostumbrados a leves quejas moderadas de los dirigentes rusos, de las que hacían oídos sordos, se encontraron con un presidente que les advirtió ya en ese entonces que cualquier nueva expansión de la OTAN generaría una guerra atroz en Europa y que la paciencia rusa tenía un límite.

 

 La respuesta occidental vino en la cumbre del 2008, cuando Bush abrió el Membership Action Plan (Plan de Acción para la Membresía) para Ucrania y Georgia, en una actitud evidentemente provocativa. En esa cumbre fue invitado Putin incluso, como parte del por entonces «dialogo OTAN-Rusia». Putin dijo sin tapujos que esa decisión traería una reacción militar rusa.

 

 Francia y Alemania, entonces, con dirigentes más reflexivos y menos subordinados, boicotearon la incorporación de Ucrania y Georgia a la OTAN, para no entrar en colisión con Rusia.

 

 Pero Bush tenía «in the pocket» el presidente georgiano Mijaíl Sakashvili, y como hoy con el ucraniano Zelenski, lo convenció que provocar a Rusia sería gratis. A apenas 4 meses de la Cumbre de Bucarest, o sea, en agosto de 2008, pasándose las advertencias de Putin por donde no da el sol, incitó a Sakashvili a invadir las repúblicas autónomas de Osetia del Sur y Abjasia, donde había guarniciones rusas de «mantenimiento de paz».

 

 Georgia había modernizado su ejército de manera inaudita para el pequeño país que es, con enormes almacenes de armamento estadounidense, turco e israelí; y con el respaldo de Bush y la “promesa” de membresía en la OTAN, se creyó invencible.

 

 La reacción rusa no se hizo esperar, y todo el Cuerpo del Ejército ruso del Cáucaso cayó sobre los georgianos. Los estadounidenses, acostumbrados a expandirse mostrando músculo y solo recibiendo tibias quejas rusas, quedaron perplejos. Putin reaccionó con la fuerza militar y en apenas 4 días, derrotó a las fuerzas georgianas, capturando en la arremetida gran cantidad de armamento y «asesores» occidentales.

 

 Esa fue la primera reacción de Rusia en sus fronteras cercanas. Pero Occidente no aprendió y volvió, con muchísima más fuerza, en 2014, con el golpe del Euromaidan, y desde allí en adelante, con su guerra “antiterrorista” en Donbás, mientras, en el proceso, se salía UNILATERALMENTE de los tratados internacionales en armamento nuclear e instalaba en Rumania y Polonia, pero también en la 6ta Flota estadounidense del Mediterráneo, un impresionante sistema de defensa contra misiles balísticos, para ahogar a Rusia y dejarla tan vulnerable como imposibilitada de represalia.

 

 Hoy vemos en esta guerra que ya dura más de 500 días hasta dónde ha llegado la osadía occidental. Pero puede ir a más, lo sabemos.

 

 En esta última reunión de la OTAN, sin embargo, Ucrania fue invitada, pero no adherida, como se amagaba tanto mediáticamente. Suena lógico: ¿Cuánto más jugo se le puede sacar a Ucrania, que ha sacrificado TODO por absolutamente NADA? Y allí sin embargo está la membresía de la OTAN, como una zanahoria que cuelga de un palo, para que siga sacrificando incluso lo que ya no tiene.

 

 Ucrania ha perdido 4 oblast casi íntegramente y su salida al mar de Azov, ha expandido su frontera con la odiada Rusia, ha renunciado a tener una industria aprovechando la capacidad instalada soviética, no ha ingresado a la UEEA ni a la UE, ha renegado de su historia, ya ni sabiendo qué es ni de dónde viene, ha destruido varias generaciones de jóvenes, ha inoculado una ideología supremacista en la niñez y la juventud, ha extranjerizado sus tierras fértiles, ha perdido sus cuencas mineras del Donbás, gran parte de su población ha migrado y está desperdigada por Europa Oriental y Rusia, tiene sus finanzas arruinadas y solo acumula deuda, etc. etc. etc.

 

 Y para colmo de males, en esta reunión donde albergaba esperanzas de «salvación» para humillar a Rusia, salió con las manos vacías y con la «promesa» de Stoltenberg de que será incorporada «si gana la guerra». Ucrania no tendrá la espada y el escudo protector de la OTAN, sino el compromiso de tenerlo sí o solo sí, la piedra que tiene en la mano repite la historia de David contra Goliat. Si no fuera bochornoso sería risible.

La foto de Zelenski, vestido de soldadito entre los trajes y vestidos, aislado y mirando a la cámara mientras el resto sonreía, no fue una simple imagen. Fue la realidad impuesta en sus ojos. Luego, por supuesto, fue apartado para la «foto familiar», a la que pronto se sumará Suecia, pero no Ucrania.

 

 Para más inris y ante la posibilidad de queja de Zelenski, el ministro de defensa británico, Ben Wallace, uno de los candidatos a ser el próximo secretario general de la alianza, dijo que la OTAN «no eran Amazon», y que Kiev necesitaba mostrar más gratitud por las donaciones de armas…. Que entre paréntesis… tampoco son donadas sino cedidas a crédito. Tal fue la vergüenza de Zelenski que ante la pregunta de una periodista sobre por qué el G7 se había negado a firmar la adhesión de Ucrania, muy furioso le respondió: da lo mismo, es como si lo hubiesen hecho. Una forma muy tosca de salvar las apariencias.

 

 En eso por supuesto, hubo acuerdo en la Cumbre. Ucrania debe exigir menos y combatir más. Para ello, por supuesto, serán enviadas más armas, cada vez más complejas, hasta llevar las cosas a un punto de difícil retorno. En el proceso, Ucrania se desangra. La contraofensiva ya es un fiasco total. Lo sabe todo el mundo menos los propagandistas de Twitter.

 

 Capítulo aparte el comportamiento turco: admitió a una Suecia que permite campantemente la quema del Corán y que no cedió un ápice su apoyo a los jefes kurdos. Sin embargo, el presidente atlantista más detestado hizo enormes gestos a favor de Ucrania y de la Alianza, al admitir a los escandinavos. Vaya uno a saber qué le prometieron a Erdoğ an para tal cambio de actitud.

 

 Sin embargo, sí hubo una gran novedad de peso en la Cumbre: la inclusión de CHINA como nuevo objetivo de contención. Stoltenberg dijo que China se había negado a condenar a Rusia (como tantos otros países) y que amenazaba a Taiwán con una creciente respuesta militar. Por lo tanto, la OTAN tendió lazos de resiliencia con Australia, Nueva Zelandia, Japón y Corea del Sur para contener a China. Increíblemente, todos los países atlantistas más los 4 socios extra-OTAN reconocen oficialmente que Taiwán es parte de China.

 

 Por otra parte, Stoltenberg insistió en que China estaba reforzando su arsenal nuclear - como EEUU, valga la aclaración - , y hete aquí el hecho fundamental, que China impulsaba una transformación del sistema monetario internacional.

Les faltó decir la expresión inglesa «last but no least» … por último, pero no menos importante.

 

 Les habló Christian Cirilli, les mando un cordial saludo a todos los oyentes y compañeros, y los invito la próxima semana a escuchar mi nueva columna por el «CLUB DE LA PLUMA».

 

 

LIC. CHRISTIAN CIRILLI

Analista Internacional - Licenciado en administración UBA De ciencias económicas

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