CHINA
COMO OBJETIVO,
SUECIA
COMO MIEMBRO,
UCRANIA
COMO SACRIFICIO
Este 11 y 12 de julio
tuvo lugar la Cumbre de la OTAN en Vilna, Lituania, una reunión en la que se
habían depositado todas las miradas por la enorme cuota de expectativa abierta
por propios y ajenos sobre las importantísimas decisiones que allí se tomarían.
A la postre, la gran esperanza de inclusión y membresía
vertida durante las últimas semanas por el mismo secretario general, Jens
Stoltenberg, y otros miembros de vital importancia, se cumplieron: Suecia fue
admitida en la Organización.
¿Pensaron que iba a decir “Ucrania”? ¡Por supuesto que no!
Si algo ha demostrado
la OTAN desde sus inicios ha sido una arquitectura de expansión controlada,
aprovechando situaciones de debilidad intrínseca en Rusia, como en los años 90
y principios del 2000, o engullendo países que, siendo parte de la Unión
Europea, y por vigor del artículo 42, párrafo 7 del Tratado de Lisboa, se
someten a la estructura militar de la Alianza.
Desde ese lugar,
Finlandia y Suecia, dos países ideológicamente inmersos en Occidente y parte de
la Unión Europea, que hacían y hacen constantemente ejercicios militares con
fuerzas atlantistas eran en los hechos dos naciones insertadas en la estructura
operacional de la Alianza, y como tales, potenciales miembros a admitir, que
por cuestiones de inercia de la Guerra Fría no habían dado el paso adelante.
Los arquitectos de la
primera expansión atlantista, el presidente estadounidense Bill Clinton y su
secretaria de Estado, Madeleine Albright, que decidieron la expansión hacia el
este en la 15° Cumbre del 8 y 9 de julio de 1997 en Madrid, donde se admitieron
a 3 ex miembros del Pacto de Varsovia (Polonia, Chequia y Hungría) inauguraron
un nuevo orden de seguridad europeo, dando así el paso hacia la conquista de
Europa Oriental y el acoso territorial de la Federación Rusa. Previamente, por
supuesto, el Consejo Europeo abrió la posibilidad de que los países del este se
sumaran a la “idea de una Europa unida”.
Pocos saben que, en
esa misma cumbre de la OTAN de 1997, sin embargo, se firmó una «Carta sobre una
Asociación Distintiva» entre la OTAN y Ucrania, sembrándose la situación
actual. El presidente ruso Boris Yeltsin ni siquiera reaccionó a esa semilla.
Posteriormente, sería el presidente George W. Bush quien en
la 20° cumbre de Bucarest del 2 al 4 de abril de 2008 bregara por la inclusión
de Ucrania y Georgia, como miembros de pleno derecho. Se trataba de dos
naciones íntimamente ligadas a la historia, a la «memoria emotiva» y a la
seguridad de Rusia.
La acción era
evidentemente provocativa: Rusia se había despabilado y había abandonado la
senda de la humillación sacándose de encima al impresentable Boris Yeltsin…
asumiendo en su lugar Vladimir Putin.
Putin tuvo una
política paciente pero decidida de recuperación del Estado ruso, utilizando
para ello un tándem definitivo: la potenciación de las arcas estatales con la
venta de hidrocarburos, para hacer «caja» y sacarse la rémora de las deudas
internacionales; y el restablecimiento del poder coercitivo, a través de la
potenciación de sus órganos de seguridad. A medida que Rusia restauraba poco a
poco su poder, Putin empezó a alzar la voz contra las expansiones atlantistas.
Su primera aparición
fue en la Conferencia de Seguridad de Múnich, en 2007, cuando los occidentales,
acostumbrados a leves quejas moderadas de los dirigentes rusos, de las que
hacían oídos sordos, se encontraron con un presidente que les advirtió ya en
ese entonces que cualquier nueva expansión de la OTAN generaría una guerra
atroz en Europa y que la paciencia rusa tenía un límite.
La respuesta
occidental vino en la cumbre del 2008, cuando Bush abrió el Membership Action
Plan (Plan de Acción para la Membresía) para Ucrania y Georgia, en una actitud
evidentemente provocativa. En esa cumbre fue invitado Putin incluso, como parte
del por entonces «dialogo OTAN-Rusia». Putin dijo sin tapujos que esa decisión
traería una reacción militar rusa.
Francia y Alemania,
entonces, con dirigentes más reflexivos y menos subordinados, boicotearon la
incorporación de Ucrania y Georgia a la OTAN, para no entrar en colisión con Rusia.
Pero Bush tenía «in
the pocket» el presidente georgiano Mijaíl Sakashvili, y como hoy con el
ucraniano Zelenski, lo convenció que provocar a Rusia sería gratis. A apenas 4
meses de la Cumbre de Bucarest, o sea, en agosto de 2008, pasándose las advertencias
de Putin por donde no da el sol, incitó a Sakashvili a invadir las repúblicas
autónomas de Osetia del Sur y Abjasia, donde había guarniciones rusas de
«mantenimiento de paz».
Georgia había
modernizado su ejército de manera inaudita para el pequeño país que es, con
enormes almacenes de armamento estadounidense, turco e israelí; y con el
respaldo de Bush y la “promesa” de membresía en la OTAN, se creyó invencible.
La reacción rusa no
se hizo esperar, y todo el Cuerpo del Ejército ruso del Cáucaso cayó sobre los
georgianos. Los estadounidenses, acostumbrados a expandirse mostrando músculo y
solo recibiendo tibias quejas rusas, quedaron perplejos. Putin reaccionó con la
fuerza militar y en apenas 4 días, derrotó a las fuerzas georgianas, capturando
en la arremetida gran cantidad de armamento y «asesores» occidentales.
Esa fue la primera
reacción de Rusia en sus fronteras cercanas. Pero Occidente no aprendió y
volvió, con muchísima más fuerza, en 2014, con el golpe del Euromaidan, y desde
allí en adelante, con su guerra “antiterrorista” en Donbás, mientras, en el
proceso, se salía UNILATERALMENTE de los tratados internacionales en armamento
nuclear e instalaba en Rumania y Polonia, pero también en la 6ta Flota
estadounidense del Mediterráneo, un impresionante sistema de defensa contra
misiles balísticos, para ahogar a Rusia y dejarla tan vulnerable como
imposibilitada de represalia.
Hoy vemos en esta
guerra que ya dura más de 500 días hasta dónde ha llegado la osadía occidental.
Pero puede ir a más, lo sabemos.
En esta última
reunión de la OTAN, sin embargo, Ucrania fue invitada, pero no adherida, como
se amagaba tanto mediáticamente. Suena lógico: ¿Cuánto más jugo se le puede
sacar a Ucrania, que ha sacrificado TODO por absolutamente NADA? Y allí sin
embargo está la membresía de la OTAN, como una zanahoria que cuelga de un palo,
para que siga sacrificando incluso lo que ya no tiene.
Ucrania ha perdido 4
oblast casi íntegramente y su salida al mar de Azov, ha expandido su frontera
con la odiada Rusia, ha renunciado a tener una industria aprovechando la
capacidad instalada soviética, no ha ingresado a la UEEA ni a la UE, ha
renegado de su historia, ya ni sabiendo qué es ni de dónde viene, ha destruido
varias generaciones de jóvenes, ha inoculado una ideología supremacista en la
niñez y la juventud, ha extranjerizado sus tierras fértiles, ha perdido sus
cuencas mineras del Donbás, gran parte de su población ha migrado y está
desperdigada por Europa Oriental y Rusia, tiene sus finanzas arruinadas y solo
acumula deuda, etc. etc. etc.
Y para colmo de
males, en esta reunión donde albergaba esperanzas de «salvación» para humillar
a Rusia, salió con las manos vacías y con la «promesa» de Stoltenberg de que
será incorporada «si gana la guerra». Ucrania no tendrá la espada y el escudo
protector de la OTAN, sino el compromiso de tenerlo sí o solo sí, la piedra que
tiene en la mano repite la historia de David contra Goliat. Si no fuera
bochornoso sería risible.
La foto de Zelenski, vestido de soldadito entre los trajes y
vestidos, aislado y mirando a la cámara mientras el resto sonreía, no fue una
simple imagen. Fue la realidad impuesta en sus ojos. Luego, por supuesto, fue
apartado para la «foto familiar», a la que pronto se sumará Suecia, pero no
Ucrania.
Para más inris y ante
la posibilidad de queja de Zelenski, el ministro de defensa británico, Ben
Wallace, uno de los candidatos a ser el próximo secretario general de la
alianza, dijo que la OTAN «no eran Amazon», y que Kiev necesitaba mostrar más
gratitud por las donaciones de armas…. Que entre paréntesis… tampoco son
donadas sino cedidas a crédito. Tal fue la vergüenza de Zelenski que ante la
pregunta de una periodista sobre por qué el G7 se había negado a firmar la
adhesión de Ucrania, muy furioso le respondió: da lo mismo, es como si lo
hubiesen hecho. Una forma muy tosca de salvar las apariencias.
En eso por supuesto,
hubo acuerdo en la Cumbre. Ucrania debe exigir menos y combatir más. Para ello,
por supuesto, serán enviadas más armas, cada vez más complejas, hasta llevar
las cosas a un punto de difícil retorno. En el proceso, Ucrania se desangra. La
contraofensiva ya es un fiasco total. Lo sabe todo el mundo menos los
propagandistas de Twitter.
Capítulo aparte el
comportamiento turco: admitió a una Suecia que permite campantemente la quema
del Corán y que no cedió un ápice su apoyo a los jefes kurdos. Sin embargo, el
presidente atlantista más detestado hizo enormes gestos a favor de Ucrania y de
la Alianza, al admitir a los escandinavos. Vaya uno a saber qué le prometieron
a Erdoğ an para tal
cambio de actitud.
Sin embargo, sí hubo
una gran novedad de peso en la Cumbre: la inclusión de CHINA como nuevo
objetivo de contención. Stoltenberg dijo que China se había negado a condenar a
Rusia (como tantos otros países) y que amenazaba a Taiwán con una creciente
respuesta militar. Por lo tanto, la OTAN tendió lazos de resiliencia con
Australia, Nueva Zelandia, Japón y Corea del Sur para contener a China.
Increíblemente, todos los países atlantistas más los 4 socios extra-OTAN
reconocen oficialmente que Taiwán es parte de China.
Por otra parte,
Stoltenberg insistió en que China estaba reforzando su arsenal nuclear - como
EEUU, valga la aclaración - , y hete aquí el hecho fundamental, que China
impulsaba una transformación del sistema monetario internacional.
Les faltó decir la expresión inglesa «last but no least» …
por último, pero no menos importante.
Les habló Christian
Cirilli, les mando un cordial saludo a todos los oyentes y compañeros, y los
invito la próxima semana a escuchar mi nueva columna por el «CLUB DE LA PLUMA».
LIC. CHRISTIAN CIRILLI
Analista Internacional -
Licenciado en administración UBA De ciencias económicas
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