RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

domingo, 1 de octubre de 2023

ZELENSKI Y LA PERDIDA DE SU ENCANTO - LIC. CHRISTIAN CIRILLI

 

ZELENSKI Y LA PERDIDA DE SU ENCANTO

 

 Imposible no advertir un indicio de cambio de época en la reciente gira del presidente ucraniano Volodimir Zelenski por New York, en oportunidad de apertura del 78º periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde también pudo dirigirse, antirreglamentariamente, en el Consejo de Seguridad. La misma receta que tanto éxito diplomático le dio durante todo 2022 y gran parte de este año parece ya no tener el encanto de ayer.

 Y eso obedece solamente a una causa: la ofensiva ucraniana en el frente sur y frente este no solamente no ha dado los frutos esperados, sino que ha demostrado ser un colosal fracaso, agotando las fuerzas humanas, materiales y, a pesar de la propaganda del régimen banderista, morales de la sociedad ucraniana.

 

 Si bien todavía los apoyos de Occidente están allí, se puede percibir cierto punto de inflexión.

 Es que su utilidad tiene fecha de vencimiento, aun cuando esté desesperadamente movilizando a todos los hombres del país y enviándolos a morir en el frente, sin esperanzas de vencer ni sobrevivir. Zelenski sigue insistiendo en una victoria final porque está embebido de una ideología que va por el todo o por nada, arrastrando (y arruinando) vidas en pos de su objetivo… y es por esa cualidad que fue justamente elegido. Zelenski pasó de ser nombrado «Persona del Año» por la Revista TIME por «sus inspiradoras decisiones e inhabitual coraje»; intitulado «Moisés de la Modernidad», y vivado – en diciembre pasado- hasta la vergüenza ajena por el Congreso norteamericano, quien lo aplaudió de pie mientras Nancy Pelosi, entonces la presidente de la Cámara de Representantes gritaba frenéticamente «¡𝐵𝑎𝑗𝑚𝑢𝑡 𝑑𝑜𝑒𝑠 𝑛𝑜𝑡 𝑓𝑎𝑙𝑙𝑠!» - , a no ser ni siquiera recibido por este Congreso por “razones de agenda”.

 

 Es verdad, ahora el presidente es el relativamente más ecuánime Kevin Mc Carthy, republicano él, y no la belicista demócrata Pelosi. Esa dosis de desatención, es una indudable muestra de escepticismo. El periplo del ucraniano, en realidad, comenzó en la Asamblea General, donde más allá de los straussianos de turno y sus vasallos, no tuvo la recepción esperada. Tal fue así que la televisión oficial ucraniana hizo inserciones entre el primer plano de su presidente en pleno monólogo y una sala repleta a pleno que NO obedecía a la realidad… pues aparecía el mismísimo Zelenski sentado escuchando. En la Asamblea, Zelenski entonó un discurso en idioma inglés – marcando su metamorfosis identitaria – con el único objetivo de denigrar y cancelar a Rusia.

 

 Se refirió a que Rusia «militarizaba la escasez de alimentos en el mercado mundial a cambio del reconocimiento de los territorios capturados», lo cual la hacía confrontar con ‘otros países europeos’ (en cara alusión a Polonia), a que «utilizaba el reactor de Zaporozhie como arma», a que «secuestraba niños para ser reeducados en el odio a Ucrania», a que era una amenaza latente «para los países del Báltico y Asia Central» y en definitiva, a que Rusia debía ser castigada una y otra vez para reimpulsar el famoso (o infame) “orden mundial basado en reglas”, esto es, la hegemonía occidental basado en los pilares de la violencia, el endeudamiento, la coacción y la vulneración del Derecho Internacional por la Realpolitik del poderoso.

 

 En definitiva: Zelenski solamente se dedicó a subrayar algunos de los temas que están poniéndolo en graves aprietos. La retirada de Rusia del acuerdo de granos, suspendido unilateralmente solo tras esperar el vencimiento de la renovación por no cumplir occidente lo pautado, ha erosionado profundamente la única capacidad de generar ingresos que le queda a Ucrania (descartando, por supuesto, la de ser un régimen limosnero por sus servicios militares y descartando que gran parte de los mismos están en manos de multinacionales estadounidenses). Por si fuera poco, el corredor terrestre le ha sido negado por sus «aliados» de Europa del Este, Polonia particularmente, que no lo aceptan para no alterar sus producciones nacionales.

 

 Respecto del «secuestro de niños», simplemente es un golpe bajo que busca recordar que Vladimir Putin tiene una “orden de detención” por parte de la Corte Penal Internacional impulsada impúdicamente por los líderes del G7, bajo esta excusa, cuando claramente la intención es preservar la vida de los niños y sacarlos de las zonas de combates. En cuanto a la central nuclear de Zaporozhie no resiste la más mínima apreciación. Está en manos de las tropas rusas desde la primera semana de la OME y ha resistido gracias a la Providencia varios ataques ucranianos que no acabaron en un desastre nuclear por pura casualidad.

 

 El asunto del “expansionismo ruso” es básicamente un eslogan desgastado, que tiene solamente arraigo en las mentes más paranoicas.

 ¿Acaso Rusia no dio enorme cantidad de muestras que evitó esta guerra todo lo posible?

 ¿Fue Rusia quien promovió un golpe de Estado en Kiev en 2014?

 ¿Fue Rusia quien saboteó el plan de paz de Minsk, violando la Carta de la ONU?

 ¿Fue Rusia quien ignoró propuestas de garantías de seguridad mutuas?

 ¿No fue acaso Washington quien insiste desde 2008 por la membresía de Ucrania en la OTAN, luego de 7 oleadas de expansión hacia las fronteras rusas?

 ¿No fue Washington quien instaló baterías de misiles de crucero y un escudo antimisiles balístico en Polonia y Rumania?

 ¿No fue la OTAN quien hizo del ejército ucraniano una potente maquinaria militar desplegada en la línea de contacto en el Donbás lista para invadir o incitar a Moscú a una acción preventiva?

 ¿Acaso no es EEUU quien instaló más de 20 laboratorios de guerra biológica en Ucrania, encargados de estudios de determinados biotipos eslavos?

 ¿O no fueron los miembros de la OTAN quienes ni se inmutaron cuando el mismo Zelenski anunció su próxima provisión de armamento nuclear en la Cumbre de Seguridad de Múnich de 2022, profetizando que se retiraría del Pacto de Budapest de 1994?

 

 En fin, mucha hipocresía.

 

 Es que Zelenski no pretende un llamado a la paz, no pretende tampoco salvar a su nación de una destrucción segura o de un futuro incierto. Zelenski ha rechazado la paz en al menos 5 oportunidades, incluso, habiendo firmado un papel en mayo de 2022, en Estambul. Volvió a renunciar a la paz ninguneando las misiones de China y la Unión Africana. Zelenski no quiere la paz. Zelenski quiere la victoria total de Washington y sus vasallos… incluyéndose a él mismo en esa fila.

 Ese hecho se evidenció aún más cuando llegó al Consejo de Seguridad, donde interpeló al resto de los estados permanentes por el respeto al veto ruso (en una prosecución 𝑖𝑛 𝑒𝑥𝑡𝑟𝑒𝑚𝑖𝑠 de la política de cancelación de todo lo ruso...) y dijo tener un plan de paz de 10 puntos… que lo único que hace es ignorar las razones rusas y solamente imponer condiciones.

 

 Las bravuconadas de Zelenski, más allá de las muestras solidarias de Gabriel BOric y Justin Trudeau, del que hablaremos al final cual epílogo, parecen manotazos de ahogado de un tipo que va perdiendo luminarias y ya no es vivado ni escuchado. La declaración final del G-20 de New Delhi demostró el estado de las cosas: no nombraron a Rusia como el “causante de la guerra” y la declaración fue tan tibia y anodina que – en términos diplomáticos – quedó claro que las argumentaciones rusas están siendo admitidas y comprendidas.

 Por otra parte, Polonia, claramente uno de los países más encarnizadamente rosófobos, que ha colaborado intensamente en esta guerra, empieza a mostrar signos de recule: no solo marcó un récord en la compra de fertilizantes nitrogenados rusos, sino que se ha negado rotundamente a pasar por su territorio el grano ucraniano (a precio de dumping).

 

 La tensión ha llegado a tal nivel que Polonia ha declarado que ¡¡¡ NO enviará más armas a Ucrania una vez que termine la provisión comprometida!!! El mismo presidente polaco Andrzej Duda declaró sin sutilezas: «Ucrania es como una persona que se está ahogando y que se agarra de todo lo posible con lo cual puede arrastrar al fondo a quien busque ayudarla». No lo dijo el húngaro Orbán... Lo dijo el fiel aliado de Intermarium. A eso sumémosles el hartazgo en la ciudadanía europea: En Chequia hubo masivas manifestaciones en contra de la continuidad de la guerra y en pos de relaciones con Rusia. Estamos hablando del país de la “Primavera de Praga” …

 

 Un tanto desanimado, Zelenski voló hacia el norte y aterrizó en Otawa, Canadá. Allí fue recibido por un Parlamento efusivo donde sí fue vitoreado hasta la afonía. Canadá y el partido liberal que lo gobierna, tiene la extraña característica de ser enfermizamente antirruso, casi a la par de Reino Unido y seguramente por debajo del mismísimo Estados Unidos. El colaboracionismo de Canadá, y su binomio Justin Trudeau – Chrystia Freeland, con el régimen banderista bien desde 2004, en oportunidad de la Revolución Naranja. Sin embargo, si uno indaga en la historia, Canadá ha sido un gran receptor de banderistas acérrimos, incluso, ex combatientes de las Waffen-SS Galizien, el cuerpo especial ucraniano encargado de combatir contra los rusos y hacer “limpieza” de judíos.

 Un gran propagandista del extremismo nazi, Mykhailo Khomiak –que en Canadá se hizo llamar «Michael Chomiak»–, recibió asilo allí, sin ocultarse y se vinculó con asociaciones antibolcheviques fomentadas por el gobierno. Su nieta es justamente Chrystia Freeland, la actual viceprimera ministra y alguna vez candidateada como futura secretaria genreal de la OTAN.

 

 Ella, Justin Trudeau, el jefe del Estado Mayor general Wayne Eyre, y el presidente del Parlamento, Anthony Rota, le prepararon a Zelenski un regalo como si se tratara de un caramelo. Le presentaron al anciano de 98 años Jaroslav Hunka, un «héroe ucraniano y canadiense que luchó por la independencia contra los rusos» durante la Segunda Guerra Mundial, quien también fue ovacionado de pie por todos los presentes.

 El problema es que ese señor había sido un soldado de la 14º División de Granaderos Waffen SS Galizien, muy comprometida en crímenes contra la Humanidad, lo que provocó un escandaloso problema diplomático con cantidad de asociaciones judías y con el mismo gobierno polaco, que ahora pide su extradición.

 Por supuesto, no hubo ningún error allí: al nazi honrado es simplemente el hilo conductor de una política exterior canadiense para Ucrania que enlazaba pasado con presente.

 

 Les habló Christian Cirilli, espero hallan disfrutado esta columna internacional. Los espero la próxima semana en una nueva entrega, siempre aquí, por el Club de la Pluma.

 


LIC. CHRISTIAN CIRILLI

Analista Internacional

Licenciado en administración UBA De ciencias económicas

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