RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

viernes, 19 de diciembre de 2025

¿HAY RAZONES PARA LA ESPERANZA? - MAURICIO IBÁÑEZ – Desde Colombia -Biólogo

 

¿HAY RAZONES PARA LA ESPERANZA?



 

Queridos compañeros, amigos y oyentes de El Club de La Pluma. Desde Colombia los saluda Mauricio Ibáñez, con nuestro acostumbrado abrazo por la unidad de la patria grande.

 

En los últimos meses pareciera que se han sumado todos los males en torno a nuestro continente, y que en este momento tenemos el sol a la espalda.

 

Por un lado, el dictador anaranjado que basa su régimen fallido en la acumulación de mentiras y abusos ante un mundo que lo observa con una impotencia que desafía toda la lógica global, ya no solo asesina muchachos en las aguas del mar caribe y el océano pacífico sin pruebas, sin juicios, porque sí y porque él lo ordena. Ahora usa sus descomunales fuerzas navales para secuestrar tanqueros venezolanos y robarse su petróleo.  Ahora, el payaso convertido en dictador propaga otra de sus grandes mentiras: El petróleo venezolano ha sido robado por los venezolanos a los estados unidos, y él lo está recuperando. Si no fuera tan grave la situación, tan oscura la amenaza, nos estaríamos riendo.

 

Pero no, no nos reímos: el abusador está diciendo y haciendo lo que quiere y ni Europa, ni la ONU, ni la OEA hacen nada, o aún peor, sacan una declaración aséptica “rechazando” las acciones unilaterales del gobierno de los estados unidos, pero redactada de tal manera que no vayan a ofender al monstruo, para que no los muerda.

 

El dictador no lee, no estudia, no analiza, no reflexiona. Dice y hace lo que sus consejeros leales, escogidos por él; le digan en medio de adulaciones. Entre J.D. Vance, Pete Hesgeth, Kristy Noem y otros fanáticos religiosos que lo acompañan, las decisiones que toma son inspiradas por las series y películas de espionaje que ven, donde los americanos se llevan por delante mil enemigos como si tuvieran el derecho divino de asesinar a quien les de la gana, en un mercado cinematográfico que ha sido estimulado por, ¿adivinen quién?  Nosotros, los espectadores.

 

Tal vez por esa misma razón parecemos ser impermeables ante los abusos cinematográficos del gobierno de los Estados Unidos, porque desde sus orígenes, todo el cine y la televisión que nos ha vendido cuenta la misma historia: que ellos no solo tienen razón, sino que tienen el derecho divino de asesinar a cualquiera porque son ellos los que definen quien es “el malo” donde ellos siempre son “los buenos”. Tal vez por eso, como decimos en Colombia, nos “tragamos ese sapo”.

 

Ya ellos mismos aceptan y reconocen que llevan 100 años interviniendo ilegalmente en las democracias reales, para proteger su concepto de “democracia”, el falso, donde son ellos quienes gobiernan, quienes compran políticos locales serviles y arrodillados, y quienes protegen los intereses oscuros y siniestros de una economía de mercado que enriquece a su país mientras llena los bolsillos de las élites locales, los patéticos aristócratas de nuestro cono sur, hechos millonarios a costa de la sangre y el sudor de un pueblo resignado que ha sido convencido, por sus curas y pastores, de que eso es la justicia divina. Ellos lo reconocen y nosotros también somos conscientes de sus abusos, y ahí queda la cosa.

 

Paralizados, hemos visto cómo el dictador payaso dice encabezar una guerra contra el narcotráfico para acusar a Nicolás Maduro e invadir a Venezuela, país que insignificante en las estadísticas globales del tráfico de drogas, pero le otorga indulto presidencial al narcopresidente Juan Orlando Hernández, quien había convertido a Honduras en el puerto de abastecimiento del narcotráfico hacia los Estados Unidos.

 

Caída la máscara del dictador y su supuesta lucha contra el narcotráfico, aún paralizados, presenciamos entonces su descarada intervención en la política de toda américa latina, metiendo mano en las elecciones de Ecuador en favor del narco bananero Noboa, metiendo dólares en el proceso electoral legislativo de Argentina, haciendo jugadas para intervenir en Honduras, organizando a la serpiente Corina Machado en Venezuela, metiendo mano en las elecciones presidenciales de Chile y manteniendo los regímenes corruptos de Perú y Bolivia en una agenda intervencionista que justifica con una nueva “Doctrina Trump” con la que desea erradicar “el comunismo” en nuestra patria grande.

 

¿Logrará Trump unir a America Latina contra la izquierda?

 

Pareciera que las cosas se están dando en esa dirección, y que Claudia Sheinbaum, Nicolás Maduro, Gustavo Petro y Luiz Inácio Lula da Silva se están quedando solos en una lucha titánica que cuenta con el silencio cómplice de Europa, por miedo al Bully y porque tiene sus propios problemas por resolver, la pasividad rusa, que todavía tiene que lidiar con su interminable problema con Ucrania, y con un gobierno Chino que está ocupado reacomodando sus fichas comerciales para beneficiar, primero que todo, al pueblo chino.

 

Pero lo que menos ocurre bajo las alas del dictador Trump es la unidad: ya lo hemos visto en los propios estados unidos, donde si los políticos demócratas no reaccionan, pronto estarán enfrentando una guerra civil donde la anarquía será la gran protagonista. No, no habrá unidad: los países gobernados por la derecha entrarán en un proceso de canibalización, compitiendo unos con otros por las migajas del dictador a cambio de sus recursos naturales, y el pueblo, el gran sacrificado de siempre, se levantará de nuevo. Ese levantamiento puede ser producto de un cansancio feroz, como el de la revolución francesa, o una movilización popular para volver a poner la democracia, la de verdad, en el lugar que le corresponde. Aunque la ultraderecha está celebrando sus más recientes victorias electorales, sólo es cuestión de tiempo. Regresaremos al momento en que el dictador anaranjado, recién posesionado en su segundo mandato, declaró públicamente sobre América Latina: “ellos no nos importan, no los necesitamos”.  

 

La razón para la esperanza es que hoy es inocultable que a las economías de México, Colombia y Brasil les está yendo bien, y que la economía Venezolana muestra signos de recuperación, y esto no es afirmado por analistas de bolsillo sino por entidades internacionales como la OCDE, el FMI, el Banco Mundial, o medios especializados como The Economist. Por mucho que se esfuerce la prensa corporativa de la guerra sucia en ocultarlo, el mundo reconoce que estos gobiernos han aplicado modelos exitosos de desarrollo económico y prosperidad popular.

 

Tuvimos retrocesos en Ecuador, Argentina, Chile y Bolivia. Pero eso es lo nuestro: la resistencia, la resiliencia, el aguante y el aprendizaje. La gran lección aprendida es que debemos movilizar al pueblo en contra de los políticos corruptos y hacia la votación masiva en las elecciones legislativas. Ya tenemos claro que la clave no es elegir a un presidente, sino un congreso. No importa quien se siente en esa silla, si es un gran líder o un payaso, sino quien le asegura su gobernabilidad.

 

Ese es nuestro propósito para el nuevo año: no bajar la guardia, mantenernos en pie de lucha y que nuestras armas sean la educación, la información, el diálogo permanente y la neutralización de la mentira. Hay un pueblo desinformado y desorientado que nos necesita, y es nuestra responsabilidad enseñarle a reconocer al enemigo, y cómo resistirlo.

 

Les deseo a todos nuestros amigos y escuchas de El Club de La Pluma un fin de año lleno de conciencia y un nuevo año lleno de esperanza. No vamos a retroceder ante dictadores payasos enfermos que pronto serán desenmascarados y desterrados. Vamos para adelante sin perder el impulso.

 

Un fuerte abrazo, compañeros. 

 

MAURICIO IBÁÑEZ – Desde Colombia -Biólogo

Especialista En Estudios Socio-Ambientales

 

 

 

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