LAS
OLIGARQUÍAS PLUTOCRÁTICAS GOBIERNAN OCCIDENTE
FILOSOFÍA
DE LA ESPERANZA
VOCES
DESDE IRÁN
Un cálido abrazo a
toda la querida audiencia de EL CLUB DE LA PLUMA. Otro día más nos encontramos
aquí en este espacio de reflexión compartida con múltiples temáticas y
aproximaciones a reflexiones filosóficas.
Decir que tanto
Estados Unidos como la Unión Europea son democracias haría reír hasta las mascotas
si comprendiesen lo que estamos diciendo, porque ambas estructuras son
gobernadas por “oligarquías plutocráticas”. Hace más de dos siglos, Thomas
Jefferson rechazó la democracia porque el Estado quedaría en manos de la plebe
y Estados Unidos adoptó la forma republicana: sin rey. Estados Unidos es lo que
podríamos llamar “una democracia censitaria” porque gobiernan los ricos, es
decir, en rigor, es una plutocracia, un gobierno de los ricos y, en las democracias
censitarias el sufragio universal es “controlado”.
¿Por qué hablamos de
“sufragio controlado”? Porque a través de la manipulación de los medios y de la
industria cultural, los pobres terminan pensando lo que los ricos quieren. Ese
axioma es la base de lo que ocurre en Estados Unidos y en la Unión Europea que la
élite corporativa planetaria está destruyendo, la Unión más aniquilada aún que
Estados Unidos, porque la Unión Europea tiene una doble dependencia: de la
élite corporativa y de Estados Unidos y así han tomado el control de las
democracias europeas.
Vamos, esto ocurre
también en América Latina y Caribeña. ¡A ver en Argentina, si despiertan un
poco! Los pobres votan lo que los ricos desean. ¿De qué libertad están
hablando? Recordemos que “democracia” significa, etimológicamente, “gobierno
del pueblo” y lo que surge de un análisis racional es que ni Estados Unidos ni
la Unión Europea gobiernan para sus pueblos. La Unión Europea fue un invento de
Estados Unidos, es otro “patio trasero”. Recordemos la columna de mayo cuando
fueron las elecciones de los eurodiputados y del presidente de la Comisión
Europea, y votamos, pero lo importante ya se había conversado en otra parte.
El montaje está
concebido para hacer creer que el guion de la farsa, ya escrito de antemano
surge, inesperadamente, de la voluntad popular. Siendo puristas, no existe en
el planeta ningún país que sea una democracia porque todos están supeditados a
las decisiones de las grandes corporaciones de forma más que evidente.
Por más que haya elecciones,
el sistema está manipulado de tal manera que la opinión pública está controlada
por las grandes corporaciones, financian a los grupos de políticos, controlan a
los gobiernos, es decir, en la práctica, no hay democracias, o sea, gobiernos
que tiendan a trabajar por el interés general de sus pueblos y defendiendo esos
intereses generales.
Obviamente, para
llegar a esa conclusión, hay que conocer la verdad, necesitamos un análisis
racional que es lo que permite analizar precisamente cuál es la realidad, poner
la verdad sobre la mesa, pero lo que ocurre es que los intereses particulares
de la élite corporativa que domina el mundo necesita deformar esa realidad para
que los ciudadanos no perciban la mentira, darse cuenta de que las cosas no son
como nos dicen los medios de comunicación y cuando percibimos las cosas como en
verdad son, hay que actuar en consecuencia lo cual nos llevaría a denunciar y
destruir esos intereses particulares corporativos.
Estas reflexiones tan
fuertes, al inicio de la columna, no tiene que llevarnos al pesimismo porque
existe un espacio-tiempo precioso que es el de la esperanza.
Y ahora seguiremos
las líneas conceptuales del filósofo coreano-germano Byung-Chul Han sobre la
cuestión de la esperanza.
La esperanza tiene
mucho que ver con la trascendencia, la fe y el amor, pero hoy trabajamos, producimos,
consumimos y vivimos un tiempo sin trascendencia, sin fiesta, sin esperanza.
Vivimos un tiempo desprovisto de fiesta y un tiempo desprovisto de fiesta es un
tiempo sin esperanza.
¿Estamos hoy en
condiciones de alegrarnos en nuestra sociedad del rendimiento? ¿Somos capaces de
alegrarnos, de festejar, de celebrar? El tiempo de la fiesta ha desaparecido
por completo y se disuelve en el tiempo del trabajo, pero la esperanza se
orienta hacia lo que-no-es.
La esperanza se abre
a lo venidero, hacia lo posible. La esperanza es dar crédito a la realidad como
portadora de futuro.
La esperanza nos
convierte en creyentes en el futuro.
La esperanza es un
estado del espíritu, una dimensión trascendente, una dimensión del corazón que
trasciende, no es un pronóstico, se encuentra en algún lugar de lo
trascendente, trasciende el mundo de la experiencia, algo muy diferente a estar
satisfecho porque van bien las cosas, hunde sus raíces en la capacidad de
trabajar por algo que es bueno, por eso, la esperanza no es lo mismo que el
optimismo. La esperanza es la certeza de que algo tiene sentido, independientemente
del éxito, algo tiene sentido más allá del resultado.
La esperanza es lo
que nos da fuerza para vivir y para intentar algo una y otra vez,
aunque las condiciones de la experiencia no son las
esperadas. Quien tiene esperanza no vive de forma pasiva. ¿Es deseable una vida
carente de sentido? La vida sin sentido, se resume en una pura supervivencia, a
la pura inmanencia del consumo. Solamente deseos de satisfacer, puro presente,
sin futuro.
El capitalismo se
ocupa de maximizar las necesidades y los deseos y es por eso que la esperanza
no forma parte del capitalismo, porque quien espera no consume. Por eso el
capitalismo aniquila la esperanza y nos convierte en un rebaño de consumidores.
La esperanza tiene un núcleo activo que da alas a nuestra acción. No es una
espera pasiva, es actuar para lo nuevo, es estar alerta para lo que todavía no
nace.
La esperanza es
visionaria y profética, agudiza nuestros sentidos. El avenir se refiere a los
acontecimientos inesperados, permite que aparezcan otros mundos en el horizonte.
El avenir es la llegada de lo otro, incuba la posibilidad.
Es un error pensar
que el optimismo es lo opuesto al pesimismo, porque no se diferencian
esencialmente. El optimista vive convencido de que las cosas de alguna manera
irán a mejor. El tiempo está cerrado porque contempla un futuro como asunto
zanjado. También para el pesimista: es igual. Están atrapados en el tiempo.
Ambos están ciegos ante lo posible. El optimista y el pesimista están quietos;
la esperanza se mueve, avanza hacia lo desconocido, hacia lo abierto. La
esperanza no es algo natural,
debe ser invocada porque supone un compromiso activo.
Optimismo y pesimismo
carecen de la pasión por lo posible, sólo la esperanza nos permite escapar del
tiempo. La esperanza cuenta con lo inesperado e incalculable. El optimista
carece de capacidad para la crítica, sólo quien espera tiene esa capacidad. El
optimista se somete al sistema sin esperanza. No cuestiona las estructuras
sociales que determinan el futuro. Sólo quien espera tiene capacidad crítica.
La esperanza se mueve para buscar y avanza hacia lo desconocido e intenta
encontrar una dirección, yendo más allá, hacia lo que aún no ha nacido. Sin
esperanza no hay revolución ni futuro.
Para finalizar, como
un gesto de hermandad entre los Estados del mundo, escucharemos desde la
República Islámica de Irán parte del discurso y la respuesta del pueblo iraní
invocando al líder ya mártir de Hezbolá, Hassan Nasrallah, asesinado por el
régimen de Israel en uno de los ataques aéreos sobre Beirut, capital del
Líbano. No comprendemos ni una palabra de lo que dicen, están hablando en
persa, pero podemos imaginar perfectamente las emociones que se despiertan entre
la multitud.
Israel confirmó que
uno de sus enemigos más poderosos, temidos y conocidos de las últimas décadas
no pudo sobrevivir a las 83 bombas de una tonelada cada una que destrozaron su
cuartel general situado, según Israel, en varios edificios residenciales. Los
peregrinos congregados en el mausoleo del Iman Reza, corean lemas antiEstados
Unidos e Israel en condena del atentado terrorista lanzado el viernes 28 de
septiembre por el ejército israelí, apoyado directamente por Estados Unidos, en
el que cayó mártir el secretario general del Movimiento de Hezbolá libanés.
¡El Líbano, presente!
Las élites
corporativas que dominan los medios hegemónicos de comunicación de todo el
planeta y la industria cultural quieren aniquilar la historia de los pueblos quienes
tienen sus héroes y sus mártires y es nuestra obligación que permanezcan
presentes en
nuestra memoria. ¡Siempre la memoria!
Y como última reflexión
quizás no han percibido la crucial importancia de este momento histórico:
estamos asistiendo a una crisis civilizatoria de Occidente, el hecho más
significativo desde la irrupción del capitalismo hace unos cuantos siglos. Lo
estamos viviendo y padeciendo en cada Estado del planeta.
Me despido de nuestra
querida audiencia, agradeciendo su amable atención e invitándola a una nueva
emisión de EL CLUB DE LA PLUMA, el próximo domingo.
El tema musical que escucharán
a continuación requiere una explicación. Se llama “DANCING IN THE DARK”, bailar
en la oscuridad. Cuando la oscuridad nos acecha, cuando las fuerzas el Mal nos
hunden cotidianamente con una realidad que nos avasalla y nos despedaza debemos
buscar dentro de nosotros mismos ese espacio-tiempo de la esperanza, bailando
hasta agotar nuestras fuerzas.
¡Hasta la victoria,
siempre, compañeros!
PROF. VIVIANA ONOFRI
Profesora en Letras
ex catedrática de la
Universidad Nacional de Mar del Plata
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