EL CLUB
BILDELBERG
LA ÉLITE
QUE DOMINA EL PLANETA
RED
TAVISTOCK
LAVADO DE
CEREBROS A ESCALA PLANETARIA
Proyectos
globales - Sistema de significados - Sistema de valores
Parte XXXI
Un cálido abrazo a
toda la querida audiencia de EL CLUB DE LA PLUMA.
Mi columna de este
domingo será la continuidad de una serie de reflexiones que comenzaron hace
varios meses, de la mano de las conceptualizaciones del Dr. Daniel Estulin, en
sus libros LA VERDADERA HISTORIA DEL CLUB BILDELBERG, EL INSTITUTO TAVISTOCK y
METAPOLÍTICA.
Hoy me referiré a las
nociones de proyectos globales, ejemplificando en el proyecto “Occidental” y en
el proyecto comunista y su significación a lo largo de la Historia Universal.
No es ningún secreto
que el proyecto “Occidental” y el proyecto comunista, “Rojo”, tenían sistemas
de valores sumamente distintos, pero esto no significa que el sistema de
valores occidental fuera mejor que el sistema de valores de la Unión Soviética.
Por supuesto, podemos usar la palabra “totalitarismo” para referirnos al
soviético, pero el mismo sistema occidental les prohibió a los miembros del
Partido Comunista o inclusive a gente con ideas socialistas involucrarse en
ciertas profesiones, como en Alemania en los setenta, en los Estados Unidos en
los cincuenta.
Pero desde mediados
de los ochenta, algo cambió en la Unión Soviética.
El sistema de
significados, mejor diremos por ahora, el sistema de valores, bajo la
influencia occidental se dejó llevar hacia Occidente, pero esa tendencia no se
dio por casualidad. La gente sentía que, desde finales de los setenta, el
antiguo sistema de valores doméstico no respondía a sus necesidades y deseos.
El resultado fue
altamente significativo: la Unión Soviética y el bloque socialista dejaron de
existir hacia 1991. Actualmente, el colapso económico global está afectando a
todo el mundo y los problemas financieros en Occidente se han convertido sólo
en una parte de un proceso total que cada vez nos recuerda más al principio del
derrumbamiento soviético.
Por ejemplo, uno de
los términos más importantes del sistema de valores “occidental” es “libertad”,
pero en los hechos reales, ¿qué ocurre con Julián Assange y con Edward Snowden?
¿Acaso vemos en la
prensa de la cultura dominante una crítica global al falso ataque químico en Douma,
Siria? No, ¿y por qué? Porque se les considera “herramienta de propaganda de
Putin contra la democracia y las libertades occidentales. Otro aspecto a tener
en cuenta.
Según el economista ruso
Mikhail Khazin, en lugar de mandamientos bíblicos, el mundo occidental ofrece
su propio sistema de mandamientos, cuyo cumplimiento es necesario e incluye
términos como “libertad”, entendida como el rechazo del sistema de valores de
eras históricas previas y “corrección política” como una proscripción del
debate de estos sistemas de valores.
También están los
términos “democracia”, la “ley sagrada” de la propiedad privada, “derechos humanos”
y muchos más. Dentro del marco de la corrección política, el sistema occidental
prohíbe la discusión pública de la diferencia entre el fenómeno del
protestantismo y la ortodoxia o el catolicismo. Asimismo, hace un tremendo
esfuerzo para dejar bien paradas a las actividades bancarias y por presentarlas
como parte de una profesión valiosa a lo largo de la historia de la Humanidad,
a pesar de que durante 1500 años de dominación cristiana y de una dominación
parcial musulmana en Europa, al banquero, al usurero, no se le pudo considerar
como un miembro respetable de la sociedad porque violaba de forma abierta y
pública los mandamientos bíblicos que estaba obligado a cumplir.
El rechazo fundamental
de dogmas bíblicos, característico del protestantismo, hace que se acerque más
al paganismo que al cristianismo, de ahí en Occidente, la elección de la
tradición de Grecia y de las derivaciones de la “democracia” de Atenas. Vamos,
que una democracia como la griega permitiera que existan esclavos no es como
para hablar de una “civilización” de la que sentirse orgulloso.
Y es así que la
elección de Atenas como modelo de “democracia” es un intento por oscurecer el
rechazo del cristianismo y de los valores bíblicos en general.
A los historiadores
occidentales les encanta hablar del siglo XVI porque les agrada que una parte
de la población de Europa abrazara el protestantismo y su “Ética protestante”,
su derivado ideológico. Y aquí se produce una falsificación estupenda porque
esa ética se describe magníficamente, pero no menciona que es inaceptable desde
el punto de vista del sistema previo bíblico; es inaceptable la usura, los
banqueros, los bancos. Sólo con el auge del protestantismo se aceleró su
desarrollo de manera significativa.
Y ahora vayamos al
sistema de valores de las ideas socialistas. Si examinamos los sistemas de
valores que existieron en la Unión Soviética, veremos que en el siglo XX
ocurrieron dos de sus cambios fundamentales.
El primero, en
febrero de 1917, cuando se rechazó el sistema de valores del “Imperio
Ortodoxo”, el cual había sido adoptado por Bizancio y había existido con
ligeros cambios, en Rusia, desde por lo menos el siglo XV. Esto es evidente a
partir de, en primer lugar, el entendimiento de quien contribuyó realmente a la
revolución bolchevique. Hay varias razones serias para creer que fue organizada
por agentes de Francia y de Inglaterra, sobre todo, que tenían miedo de una
tregua unilateral entre Rusia y Alemania, en la Segunda Guerra Mundial y de
quien, como resultado, llegó al poder.
En segundo lugar, a
partir de la lectura de la propaganda de la prensa. Las diferencias entre el
sistema de valores ortodoxos y occidental resultaron ser demasiado pronunciadas
y Rusia no pudo imponer este modelo en ese momento. Tradicionalmente, la ortodoxia
precedió al sistema de valores occidental y el socialismo apareció más adelante
como un intento por volver a poner las cosas en su lugar a una parte del dogma
bíblico rechazado en la infraestructura del modelo occidental. Es por esta
razón que el sistema de valores cristiano es muy cercano en varios aspectos al
socialista. ¿Escucharon bien, no?
El sistema de valores
cristianos se muy cercano en varios aspectos al socialista. Dicho lo anterior,
la URSS diseñó su versión de la historia basándose, naturalmente, en su sistema
de valores. La experiencia de los últimos treinta años y desde el colapso de la
Unión Soviética ha mostrado que el sistema de valores occidental contradice de
manera fundamental muchos de los códigos culturales de la gente soviética y
rusa. En
síntesis, si recordamos la versión socialista de la
historia, la descripción de los países capitalistas también sufrió de un serio
sesgo que en ningún caso fue accidental.
En cuanto el autor de
un texto histórico, cultural, sociológico, etc. elige un sistema básico de
valores como su punto de referencia, se ve forzado a interpretar todos los
sucesos descritos y las consecuencias de los mismos, dentro de ese marco. Esto
es algo que lo podemos ver con claridad en el ejemplo de la entrevista que
concedió hace algunos años Vaira Vike-Freiberga, presidenta norteamericana de
Letonia, quien sinceramente cree en el triunfo del fascismo sobre el comunismo
y propaga este punto de vista con impunidad en la infraestructura del paradigma
occidental.
En particular, la
crisis de años recientes se vincula con el hecho de que es imposible convencer
a los rusos de que Estados Unidos e Inglaterra, “aliados” soviéticos en la
Segunda Guerra Mundial, vencieron al fascismo; de que las condiciones de vida
en la antigua Unión Soviética eran atroces, ahora la gente vive infinitamente
peor, o de que bajo el régimen socialista era posible que los individuos recibieran
educación “gratuita” o tuvieran acceso a la cultura.
La palabra
“civilización” es adorable. Y la combinación de las palabras “civilizado” y “países”
ha sido relacionada con algo más bien banal como ejemplo fulgurante de
conceptos como los negocios exitosos, las políticas y las condiciones
correctas, así como las circunstancias de vida de los representantes de la
élite. Pero si dejamos de lado el aspecto emotivo, emerge a la superficie un
nuevo tema que, como otros, fue vigorizado con una palabra de origen latino
“globalización”.
Con esta palabra se
dio por sentado que llegaría una nueva “Era Dorada” y la gente por fin podría empezar
a vivir felizmente, con igualdad. El concepto central que es la base para
describir las tendencias globales en el desarrollo de los Estados, sus
coaliciones y civilizaciones es el PROYECTO GLOBAL.
Un proyecto global es
una Idea Supranacional que, en principio, puede convertirse en la base para
determinar el sistema de valores de cualquier persona sobre la Tierra. El punto
crucial es la elección voluntaria que hace cada persona al participar en un
proyecto global particular, viva donde viva. El concepto básico de cualquier
proyecto debe implicar necesariamente la condición de que sus valores, su
universalidad y su atractivo, seduzcan a cualquier persona y que esta lo elija
de manera voluntaria.
Esa tal civilización
que se esfuerza por formular su propio proyecto global, debe tener a su disposición
la “Gran idea supermundana” como base para crearlo. Debe ser una “idea”
genuina, capaz de explicar los mundos, visible e invisible, de los que se
derivan constantemente las reglas éticas y de comportamiento y la lógica de
seguidores en una sola dirección y que les permite sentir y formular la base de
su unidad y de sus objetivos comunes.
Algo así como decir:
“Nosotros tenemos el mejor producto que puedes comprar”. Pero esa idea no
basta, es necesario que se conecte en la práctica de la vida cotidiana, que
incorpore costumbres, que formule reglas con las que cada individuo y toda la
comunidad pueda existir. Es decir, que desarrolle la “Norma”.
El desarrollo de esa
“Norma” es una circunstancia común para cualquier Estado en el sentido de que
es necesario reunir un “denominador completamente unificado” con los grupos de
gente cuya historia y cultura sean totalmente disímiles.
Esta es una de las
diferencias entre el comunismo y el fascismo: el Proyecto “Rojo” no sólo
proclama, sino asegura la igualdad de las naciones. El fascismo, sin embargo,
es una forma extrema de nacionalismo que simplemente destruye a cualquier país
excepto al propio.
En la Idea cristiana
se desprecia la usura, pero en la vida normal de los Estados cristianos se la
tolera, sobre todo en aquellos donde el cristianismo se ve debilitado por la
propaganda de la “Ética protestante”. La “Norma” no es algo escrito, más bien,
es un complejo sistema de significados, objeto de acuerdos tácitos. Y aquí es
donde yace la diferencia entre “sistema de significados” y “sistema de
valores”.
El sistema de valores
es el sistema básico de los dogmas del proyecto. Es suficientemente robusto y
no se adapta con facilidad a las condiciones predominantes.
El sistema de
significados es la adaptación a la vida real de una nación particular y es con
lo que lidiamos todos los días. En el sistema de significados ruso hay una
expresión de respeto que muestra la actitud del Estado hacia ciertos tipos
sociales como los veteranos, los discapacitados, los niños, etcétera.
Se puede decir que el
proyecto global toma forma precisamente en la “Norma” de la
sociedad.
Después de Cristo, el
cristianismo no fue reescrito, sino creado, un proceso que duró unos ciento
cincuenta o doscientos años, tiempo en el que produjo su literatura y construyó
una estructura territorial de acuerdo con el modelo del Imperio Romano. También
se desarrolló un proyecto bíblico para la nueva era. Siguiendo al economista
Mikhail Khazin, el proyecto comunista “Rojo” se desarrolló también como el
cristianismo en forma de redes, en el siglo XIX, cuando miles de seguidores les
presentaron a las masas un nuevo sistema de valores que se oponía al
capitalismo.
En cuando el número
de seguidores se vuelve significativo, el componente político se formula inevitablemente.
Además, debe primeramente establecerse en un país que debe ser grande y tener poder
económico y militar.
Sólo un país fuerte
que sea el líder reconocido del proyecto puede evitar que otros Estados tenga
conflictos continuos entre sí y puede asegurar que se una al proyecto más y más
naciones.
Me despido de todos
ustedes agradeciendo su amable atención, no sin antes invitarlos a una edición
más de EL CLUB DE LA PLUMA.
VIVIANA ONOFRI
Profesora en Letras
ex catedrática de la
Universidad Nacional de Mar del Plata
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