RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

lunes, 5 de febrero de 2024

EL CLUB BILDELBERG - RED TAVISTOCK - Parte XXXI - PROF. VIVIANA ONOFRI

 

EL CLUB BILDELBERG

LA ÉLITE QUE DOMINA EL PLANETA

RED TAVISTOCK

LAVADO DE CEREBROS A ESCALA PLANETARIA

Proyectos globales - Sistema de significados - Sistema de valores

Parte XXXI

 

 Un cálido abrazo a toda la querida audiencia de EL CLUB DE LA PLUMA.

 Mi columna de este domingo será la continuidad de una serie de reflexiones que comenzaron hace varios meses, de la mano de las conceptualizaciones del Dr. Daniel Estulin, en sus libros LA VERDADERA HISTORIA DEL CLUB BILDELBERG, EL INSTITUTO TAVISTOCK y METAPOLÍTICA.

 

 Hoy me referiré a las nociones de proyectos globales, ejemplificando en el proyecto “Occidental” y en el proyecto comunista y su significación a lo largo de la Historia Universal.

 

 No es ningún secreto que el proyecto “Occidental” y el proyecto comunista, “Rojo”, tenían sistemas de valores sumamente distintos, pero esto no significa que el sistema de valores occidental fuera mejor que el sistema de valores de la Unión Soviética. Por supuesto, podemos usar la palabra “totalitarismo” para referirnos al soviético, pero el mismo sistema occidental les prohibió a los miembros del Partido Comunista o inclusive a gente con ideas socialistas involucrarse en ciertas profesiones, como en Alemania en los setenta, en los Estados Unidos en los cincuenta.

 Pero desde mediados de los ochenta, algo cambió en la Unión Soviética.

 

 El sistema de significados, mejor diremos por ahora, el sistema de valores, bajo la influencia occidental se dejó llevar hacia Occidente, pero esa tendencia no se dio por casualidad. La gente sentía que, desde finales de los setenta, el antiguo sistema de valores doméstico no respondía a sus necesidades y deseos.

 El resultado fue altamente significativo: la Unión Soviética y el bloque socialista dejaron de existir hacia 1991. Actualmente, el colapso económico global está afectando a todo el mundo y los problemas financieros en Occidente se han convertido sólo en una parte de un proceso total que cada vez nos recuerda más al principio del derrumbamiento soviético.

 

 Por ejemplo, uno de los términos más importantes del sistema de valores “occidental” es “libertad”, pero en los hechos reales, ¿qué ocurre con Julián Assange y con Edward Snowden?

 ¿Acaso vemos en la prensa de la cultura dominante una crítica global al falso ataque químico en Douma, Siria? No, ¿y por qué? Porque se les considera “herramienta de propaganda de Putin contra la democracia y las libertades occidentales. Otro aspecto a tener en cuenta.

 

 Según el economista ruso Mikhail Khazin, en lugar de mandamientos bíblicos, el mundo occidental ofrece su propio sistema de mandamientos, cuyo cumplimiento es necesario e incluye términos como “libertad”, entendida como el rechazo del sistema de valores de eras históricas previas y “corrección política” como una proscripción del debate de estos sistemas de valores.

 

 También están los términos “democracia”, la “ley sagrada” de la propiedad privada, “derechos humanos” y muchos más. Dentro del marco de la corrección política, el sistema occidental prohíbe la discusión pública de la diferencia entre el fenómeno del protestantismo y la ortodoxia o el catolicismo. Asimismo, hace un tremendo esfuerzo para dejar bien paradas a las actividades bancarias y por presentarlas como parte de una profesión valiosa a lo largo de la historia de la Humanidad, a pesar de que durante 1500 años de dominación cristiana y de una dominación parcial musulmana en Europa, al banquero, al usurero, no se le pudo considerar como un miembro respetable de la sociedad porque violaba de forma abierta y pública los mandamientos bíblicos que estaba obligado a cumplir.

 

 El rechazo fundamental de dogmas bíblicos, característico del protestantismo, hace que se acerque más al paganismo que al cristianismo, de ahí en Occidente, la elección de la tradición de Grecia y de las derivaciones de la “democracia” de Atenas. Vamos, que una democracia como la griega permitiera que existan esclavos no es como para hablar de una “civilización” de la que sentirse orgulloso.

 Y es así que la elección de Atenas como modelo de “democracia” es un intento por oscurecer el rechazo del cristianismo y de los valores bíblicos en general.

 

 A los historiadores occidentales les encanta hablar del siglo XVI porque les agrada que una parte de la población de Europa abrazara el protestantismo y su “Ética protestante”, su derivado ideológico. Y aquí se produce una falsificación estupenda porque esa ética se describe magníficamente, pero no menciona que es inaceptable desde el punto de vista del sistema previo bíblico; es inaceptable la usura, los banqueros, los bancos. Sólo con el auge del protestantismo se aceleró su desarrollo de manera significativa.

 

 Y ahora vayamos al sistema de valores de las ideas socialistas. Si examinamos los sistemas de valores que existieron en la Unión Soviética, veremos que en el siglo XX ocurrieron dos de sus cambios fundamentales.

 El primero, en febrero de 1917, cuando se rechazó el sistema de valores del “Imperio Ortodoxo”, el cual había sido adoptado por Bizancio y había existido con ligeros cambios, en Rusia, desde por lo menos el siglo XV. Esto es evidente a partir de, en primer lugar, el entendimiento de quien contribuyó realmente a la revolución bolchevique. Hay varias razones serias para creer que fue organizada por agentes de Francia y de Inglaterra, sobre todo, que tenían miedo de una tregua unilateral entre Rusia y Alemania, en la Segunda Guerra Mundial y de quien, como resultado, llegó al poder.

 

 En segundo lugar, a partir de la lectura de la propaganda de la prensa. Las diferencias entre el sistema de valores ortodoxos y occidental resultaron ser demasiado pronunciadas y Rusia no pudo imponer este modelo en ese momento. Tradicionalmente, la ortodoxia precedió al sistema de valores occidental y el socialismo apareció más adelante como un intento por volver a poner las cosas en su lugar a una parte del dogma bíblico rechazado en la infraestructura del modelo occidental. Es por esta razón que el sistema de valores cristiano es muy cercano en varios aspectos al socialista. ¿Escucharon bien, no?

 

 El sistema de valores cristianos se muy cercano en varios aspectos al socialista. Dicho lo anterior, la URSS diseñó su versión de la historia basándose, naturalmente, en su sistema de valores. La experiencia de los últimos treinta años y desde el colapso de la Unión Soviética ha mostrado que el sistema de valores occidental contradice de manera fundamental muchos de los códigos culturales de la gente soviética y rusa. En

síntesis, si recordamos la versión socialista de la historia, la descripción de los países capitalistas también sufrió de un serio sesgo que en ningún caso fue accidental.

 

 En cuanto el autor de un texto histórico, cultural, sociológico, etc. elige un sistema básico de valores como su punto de referencia, se ve forzado a interpretar todos los sucesos descritos y las consecuencias de los mismos, dentro de ese marco. Esto es algo que lo podemos ver con claridad en el ejemplo de la entrevista que concedió hace algunos años Vaira Vike-Freiberga, presidenta norteamericana de Letonia, quien sinceramente cree en el triunfo del fascismo sobre el comunismo y propaga este punto de vista con impunidad en la infraestructura del paradigma occidental.

 En particular, la crisis de años recientes se vincula con el hecho de que es imposible convencer a los rusos de que Estados Unidos e Inglaterra, “aliados” soviéticos en la Segunda Guerra Mundial, vencieron al fascismo; de que las condiciones de vida en la antigua Unión Soviética eran atroces, ahora la gente vive infinitamente peor, o de que bajo el régimen socialista era posible que los individuos recibieran educación “gratuita” o tuvieran acceso a la cultura.

 

 La palabra “civilización” es adorable. Y la combinación de las palabras “civilizado” y “países” ha sido relacionada con algo más bien banal como ejemplo fulgurante de conceptos como los negocios exitosos, las políticas y las condiciones correctas, así como las circunstancias de vida de los representantes de la élite. Pero si dejamos de lado el aspecto emotivo, emerge a la superficie un nuevo tema que, como otros, fue vigorizado con una palabra de origen latino “globalización”.

 Con esta palabra se dio por sentado que llegaría una nueva “Era Dorada” y la gente por fin podría empezar a vivir felizmente, con igualdad. El concepto central que es la base para describir las tendencias globales en el desarrollo de los Estados, sus coaliciones y civilizaciones es el PROYECTO GLOBAL.

 

 Un proyecto global es una Idea Supranacional que, en principio, puede convertirse en la base para determinar el sistema de valores de cualquier persona sobre la Tierra. El punto crucial es la elección voluntaria que hace cada persona al participar en un proyecto global particular, viva donde viva. El concepto básico de cualquier proyecto debe implicar necesariamente la condición de que sus valores, su universalidad y su atractivo, seduzcan a cualquier persona y que esta lo elija de manera voluntaria.

 

 Esa tal civilización que se esfuerza por formular su propio proyecto global, debe tener a su disposición la “Gran idea supermundana” como base para crearlo. Debe ser una “idea” genuina, capaz de explicar los mundos, visible e invisible, de los que se derivan constantemente las reglas éticas y de comportamiento y la lógica de seguidores en una sola dirección y que les permite sentir y formular la base de su unidad y de sus objetivos comunes.

 Algo así como decir: “Nosotros tenemos el mejor producto que puedes comprar”. Pero esa idea no basta, es necesario que se conecte en la práctica de la vida cotidiana, que incorpore costumbres, que formule reglas con las que cada individuo y toda la comunidad pueda existir. Es decir, que desarrolle la “Norma”.

 El desarrollo de esa “Norma” es una circunstancia común para cualquier Estado en el sentido de que es necesario reunir un “denominador completamente unificado” con los grupos de gente cuya historia y cultura sean totalmente disímiles.

 Esta es una de las diferencias entre el comunismo y el fascismo: el Proyecto “Rojo” no sólo proclama, sino asegura la igualdad de las naciones. El fascismo, sin embargo, es una forma extrema de nacionalismo que simplemente destruye a cualquier país excepto al propio.

 

 En la Idea cristiana se desprecia la usura, pero en la vida normal de los Estados cristianos se la tolera, sobre todo en aquellos donde el cristianismo se ve debilitado por la propaganda de la “Ética protestante”. La “Norma” no es algo escrito, más bien, es un complejo sistema de significados, objeto de acuerdos tácitos. Y aquí es donde yace la diferencia entre “sistema de significados” y “sistema de valores”.

 

 El sistema de valores es el sistema básico de los dogmas del proyecto. Es suficientemente robusto y no se adapta con facilidad a las condiciones predominantes.

 El sistema de significados es la adaptación a la vida real de una nación particular y es con lo que lidiamos todos los días. En el sistema de significados ruso hay una expresión de respeto que muestra la actitud del Estado hacia ciertos tipos sociales como los veteranos, los discapacitados, los niños, etcétera.

 Se puede decir que el proyecto global toma forma precisamente en la “Norma” de la

sociedad.

 

 Después de Cristo, el cristianismo no fue reescrito, sino creado, un proceso que duró unos ciento cincuenta o doscientos años, tiempo en el que produjo su literatura y construyó una estructura territorial de acuerdo con el modelo del Imperio Romano. También se desarrolló un proyecto bíblico para la nueva era. Siguiendo al economista Mikhail Khazin, el proyecto comunista “Rojo” se desarrolló también como el cristianismo en forma de redes, en el siglo XIX, cuando miles de seguidores les presentaron a las masas un nuevo sistema de valores que se oponía al capitalismo.

 En cuando el número de seguidores se vuelve significativo, el componente político se formula inevitablemente. Además, debe primeramente establecerse en un país que debe ser grande y tener poder económico y militar.

 

 Sólo un país fuerte que sea el líder reconocido del proyecto puede evitar que otros Estados tenga conflictos continuos entre sí y puede asegurar que se una al proyecto más y más naciones.

 

 Me despido de todos ustedes agradeciendo su amable atención, no sin antes invitarlos a una edición más de EL CLUB DE LA PLUMA.


VIVIANA ONOFRI

Profesora en Letras

ex catedrática de la Universidad Nacional de Mar del Plata


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