EL CLUB
BILDELBERG
LA ÉLITE
QUE DOMINA EL PLANETA
RED
TAVISTOCK
LAVADO DE
CEREBROS A ESCALA PLANETARIA
Conspiración
médica planetaria y despoblamiento
El cártel
de la medicina
Parte
XXIV
Un cálido abrazo a la
distancia a toda la querida audiencia de EL CLUB DE LA PLUMA. En una extensa y
profunda reflexión, iniciada hace varios meses, continuaremos indagando sobre cuestiones
ocultas y desconocidas, de la mano de los libros del Dr. Daniel Estulin: LA VERDADERA
HISTORIA DEL CLUB BILDELBERG, EL INSTITUTO TAVISTOCK y METAPOLÍTICA.
El tema de hoy será
la conspiración médica planetaria: el cártel de la medicina.
El sistema sanitario
es un meganegocio al servicio del poder. Estados Unidos tiene el sistema de
salud más peligroso y, al mismo tiempo, más caro del mundo. Es la causa del 60%
de las bancarrotas del país. Para manejar el conjunto de la creciente población
mundial, el plan a largo plazo es hacerlo a través de las autoridades médicas y
psiquiátricas.
En los últimos cien
años, empezando por la dinastía Rockefeller, la medicina farmacéutica ha
establecido el monopolio sobre la salud del planeta.
La toxicidad de las
drogas es tan grave que puede puede afirmarse que millones de personas están
siendo asesinadas cada año y muchos millones más quedan afectados para siempre.
A mucha gente le
resulta difícil creer en la existencia de un cártel médico que se extiende desde
Estados Unidos por todo el planeta. ¿Qué es y cuál es su objetivo?
El objetivo global de
las farmacéuticas y del cártel de la medicina es el control de las poblaciones.
En otras palabras, debilitar la capacidad de la gente para pensar, para sentir,
para tener experiencias vitales, para comprender lo que se le está haciendo y
quién se lo hace. Evidentemente, es el sistema perfecto para hacerse con la
gestión y control global del mundo. Porque el objetivo de la globalización es
un sistema de gestión global. Políticamente hablando, lo que algunos llaman un Nuevo
Orden Mundial.
Pero, ¿cómo poner
semejante venda a las personas, si son libres y están atentas, si son
independientes? Lo que se necesita son poblaciones tan débiles como sea humanamente
posible y resulta que la manera más eficaz de conseguirlo es drogándolas masivamente.
Y esto es exactamente
lo que está ocurriendo en todo el mundo. El medio para hacerlo es la medicina
farmacéutica. Las estadísticas están ahí para demostrarlo: la cifra de muertos a
causa de los medicamentos con receta en los Estados Unidos es de 225.000, pero
si tuviéramos que contabilizar la cantidad de afectados o de personas que sufren
reacciones adversas graves ante algunos medicamentos, estaríamos hablando de
entre 30 y 40 millones de personas. Esa gente no puede pensar, no puede
funcionar, se la engaña fácilmente, presta oídos a lo que le dicen las autoridades,
sigue sus órdenes.
Como siempre, la
dinastía Rockefeller ha jugado un papel clave en la creación de un
monopolio médico global. La familia Rockefeller, alrededor
de 1908, decidió que podía ganar mucho dinero con la incipiente industria
farmacéutica. Es más, ¿por qué detenerse ahí? Lograron convertir la práctica de
la medicina en su integridad, en Estados Unidos, en medicina farmacéutica basada
en la industria petroquímica. Como ya estaban en el negocio del petróleo
parecía lógico. De modo que encargaron un estudio, en cuyas conclusiones
atacaban todas las formas tradicionales de medicina que se practicaban por
entonces en el país, afirmando que carecían de valor y que no eran
científicas. Por supuesto, se trataba de un ataque comercial
con el fin de reemplazarlas por la medicina farmacéutica de los Rockefeller.
Esto hizo que las
facultades de medicina homologadas desde entonces enseñaran únicamente medicina
farmacéutica. Fue una conquista comercial del sistema médico.
Otro de los elementos
claves en el control de la población es el uso de las vacunas por parte de la
élite. Se habla muy poco acerca de los efectos que tienen en la población. Un
ejemplo: A mediados de los años setenta del siglo pasado, la Organización
Mundial de la Salud, que pertenece a la ONU, anunció que había eliminado la
viruela de África. Casi diez años después, obtuvimos información exclusiva de
una fuente absolutamente fiable sobre una reunión secreta en Ginebra, que se
dio poco después de que la Organización Mundial de la Salud anunciara su
victoria. En ese encuentro se decidió que nunca se volvería a usar la vacuna de
la viruela. ¿Por qué? La respuesta es evidente: porque en muchos casos
provocaba viruela. Era una vacuna altamente peligrosa. De hecho, este ha sido
un secreto a voces durante décadas. Recordemos que en los últimos años la Organización
Mundial de la Salud pasó a ser una organización privada, o sea, que responde a intereses
privados.
Esto nos dejará
pensando acerca de las acciones que tomaron los Estados con respecto a las
vacunas durante la pandemia. Y me detengo aquí en esta cuestión que daría para muchas
reflexiones.
Lo cierto es que
cuando les dieron esa vacuna contra la viruela a tantos millones de personas, ya
no mostraban abiertamente ni los síntomas, ni las señales exteriores de la
enfermedad, pero comenzaron a desarrollar nuevas enfermedades en el Tercer
Mundo que carecían de nombre.
Aparecían, por
ejemplo, posibles meningitis. Incluso muchos a quienes les diagnosticaron sida
en el Tercer Mundo habían recibido la vacuna contra la viruela, pero se le
llamaba SIDA. Esta es la
tapadera que oculta el gigantesco crimen de la Organización
Mundial de la Salud, en concreto, en África.
El Estado global y el
cártel de la medicina van tomados de la mano. Son una misma cosa, están en el
mismo equipo, porque a los más altos niveles, ellos saben que el efecto general
del imperio farmacéutico es destruir, debilitar y atrofiar la vida humana.
El Estado global
necesita poblaciones débiles. En 1974, Henry Kissinger lanzó un proyecto
llamado Memorándum de seguridad nacional 200 cuyo objetivo era adoptar un plan
de control drástico de la población mundial, con el objetivo de reducirla en
3000 millones de personas para el 2050. Estados Unidos lideró el esfuerzo, que
funcionó de la siguiente forma: se hizo un control de la natalidad en los países
en desarrollo, lo que era un requisito previo para recibir ayuda
estadounidense.
Kissinger lo resumió
así: “Si estas razas inferiores se ponen en el camino de los recursos naturales
y las materias primas, entonces tenemos que encontrar la manera de deshacernos
de ellos”. Los nazis también apuntaban en esa dirección.
La droga es poder.
Sedantes, tranquilizantes: millones de personas que no son más que la cáscara
de lo que eran.
David Rockefeller en
la reunión del CLUB BILDELBERG de 1991 expresó: “La soberanía
supranacional de una élite intelectual y banquera es
absolutamente preferible a la autodeterminación nacional practicada durante los
siglos pasados.” Tal estructura funciona mediante los mismos mecanismos
financieros y comunicativos que pusieron a Tony Blair y George Bush Jr. en el
poder dándoles la mayoría de los votos.
Las corporaciones
transnacionales han llevado a cabo una publicidad muy potente y han financiado
a estos líderes políticos para asegurarse la cautividad de los Estados. Los
gobiernos ya no pueden gobernar para el interés común sin infringir las nuevas leyes
de comercio e inversión que sólo benefician a las corporaciones
transnacionales, como se lee en WHY IS THERE A WAR IN AFGHANISTAN?, de John
McMurtry, en el Forum sobre cómo debería responder Canadá al terrorismo y a la
guerra, en diciembre de 2001.
Lo que sorprende es por
qué los demás no ven este peligro, si existe un poder mucho más potente que la
presidencia, que el Papa, un poder invisible que controla el aparato militar
mundial y el sistema de inteligencia, que controla el sistema bancario
internacional, que controla el sistema de propaganda más eficiente de la
historia; entonces debemos concluir que la democracia es, en el mejor de los
casos una ilusión y,
en el peor, el preludio de una dictadura que se conocerá
como el NUEVO ORDEN MUNDIAL y que nos conducirá a una esclavitud total.
Si los miembros de EL
CLUB BILDERBERG parecen ahora más discretos que nunca es, entre otras cosas,
porque sus propuestas, llevadas a cabo por sus serviles agencias, como el Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial, han causado más devastación en los
últimos años que todos los desastres de la Segunda Guerra Mundial juntos.
Con toda la evidencia
en sus manos, la mayoría aún cree que tiene demasiados problemas personales
para molestarse con teorías conspirativas. Eso es exactamente lo que el
Instituto Tavistock de lavado de cerebros a escala planetaria perseguía y
continúa persiguiendo.
Me despido de nuestra querida audiencia, agradeciendo su amable atención y deseando que volvamos a encontrarnos en otra edición más de EL CLUB DE LA PLUMA.
VIVIANA ONOFRI
Profesora en Letras
ex catedrática de la
Universidad Nacional de Mar del Plata
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