RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

viernes, 17 de noviembre de 2023

EL CLUB BILDELBERG - Conspiración médica planetaria y despoblamiento - Parte XXIV - PROF. VIVIANA ONOFRI

 

EL CLUB BILDELBERG

LA ÉLITE QUE DOMINA EL PLANETA

RED TAVISTOCK

LAVADO DE CEREBROS A ESCALA PLANETARIA

Conspiración médica planetaria y despoblamiento

El cártel de la medicina

Parte XXIV

 

 Un cálido abrazo a la distancia a toda la querida audiencia de EL CLUB DE LA PLUMA. En una extensa y profunda reflexión, iniciada hace varios meses, continuaremos indagando sobre cuestiones ocultas y desconocidas, de la mano de los libros del Dr. Daniel Estulin: LA VERDADERA HISTORIA DEL CLUB BILDELBERG, EL INSTITUTO TAVISTOCK y METAPOLÍTICA.

 

 El tema de hoy será la conspiración médica planetaria: el cártel de la medicina.

 El sistema sanitario es un meganegocio al servicio del poder. Estados Unidos tiene el sistema de salud más peligroso y, al mismo tiempo, más caro del mundo. Es la causa del 60% de las bancarrotas del país. Para manejar el conjunto de la creciente población mundial, el plan a largo plazo es hacerlo a través de las autoridades médicas y psiquiátricas.

 

 En los últimos cien años, empezando por la dinastía Rockefeller, la medicina farmacéutica ha establecido el monopolio sobre la salud del planeta.

 La toxicidad de las drogas es tan grave que puede puede afirmarse que millones de personas están siendo asesinadas cada año y muchos millones más quedan afectados para siempre.

 

 A mucha gente le resulta difícil creer en la existencia de un cártel médico que se extiende desde Estados Unidos por todo el planeta. ¿Qué es y cuál es su objetivo?

 El objetivo global de las farmacéuticas y del cártel de la medicina es el control de las poblaciones. En otras palabras, debilitar la capacidad de la gente para pensar, para sentir, para tener experiencias vitales, para comprender lo que se le está haciendo y quién se lo hace. Evidentemente, es el sistema perfecto para hacerse con la gestión y control global del mundo. Porque el objetivo de la globalización es un sistema de gestión global. Políticamente hablando, lo que algunos llaman un Nuevo Orden Mundial.

 

 Pero, ¿cómo poner semejante venda a las personas, si son libres y están atentas, si son independientes? Lo que se necesita son poblaciones tan débiles como sea humanamente posible y resulta que la manera más eficaz de conseguirlo es drogándolas masivamente.

 Y esto es exactamente lo que está ocurriendo en todo el mundo. El medio para hacerlo es la medicina farmacéutica. Las estadísticas están ahí para demostrarlo: la cifra de muertos a causa de los medicamentos con receta en los Estados Unidos es de 225.000, pero si tuviéramos que contabilizar la cantidad de afectados o de personas que sufren reacciones adversas graves ante algunos medicamentos, estaríamos hablando de entre 30 y 40 millones de personas. Esa gente no puede pensar, no puede funcionar, se la engaña fácilmente, presta oídos a lo que le dicen las autoridades, sigue sus órdenes.

 

 Como siempre, la dinastía Rockefeller ha jugado un papel clave en la creación de un

monopolio médico global. La familia Rockefeller, alrededor de 1908, decidió que podía ganar mucho dinero con la incipiente industria farmacéutica. Es más, ¿por qué detenerse ahí? Lograron convertir la práctica de la medicina en su integridad, en Estados Unidos, en medicina farmacéutica basada en la industria petroquímica. Como ya estaban en el negocio del petróleo parecía lógico. De modo que encargaron un estudio, en cuyas conclusiones atacaban todas las formas tradicionales de medicina que se practicaban por entonces en el país, afirmando que carecían de valor y que no eran

científicas. Por supuesto, se trataba de un ataque comercial con el fin de reemplazarlas por la medicina farmacéutica de los Rockefeller.

 

 Esto hizo que las facultades de medicina homologadas desde entonces enseñaran únicamente medicina farmacéutica. Fue una conquista comercial del sistema médico.

 

 Otro de los elementos claves en el control de la población es el uso de las vacunas por parte de la élite. Se habla muy poco acerca de los efectos que tienen en la población. Un ejemplo: A mediados de los años setenta del siglo pasado, la Organización Mundial de la Salud, que pertenece a la ONU, anunció que había eliminado la viruela de África. Casi diez años después, obtuvimos información exclusiva de una fuente absolutamente fiable sobre una reunión secreta en Ginebra, que se dio poco después de que la Organización Mundial de la Salud anunciara su victoria. En ese encuentro se decidió que nunca se volvería a usar la vacuna de la viruela. ¿Por qué? La respuesta es evidente: porque en muchos casos provocaba viruela. Era una vacuna altamente peligrosa. De hecho, este ha sido un secreto a voces durante décadas. Recordemos que en los últimos años la Organización Mundial de la Salud pasó a ser una organización privada, o sea, que responde a intereses privados.

 

 Esto nos dejará pensando acerca de las acciones que tomaron los Estados con respecto a las vacunas durante la pandemia. Y me detengo aquí en esta cuestión que daría para muchas reflexiones.

 Lo cierto es que cuando les dieron esa vacuna contra la viruela a tantos millones de personas, ya no mostraban abiertamente ni los síntomas, ni las señales exteriores de la enfermedad, pero comenzaron a desarrollar nuevas enfermedades en el Tercer Mundo que carecían de nombre.

 

 Aparecían, por ejemplo, posibles meningitis. Incluso muchos a quienes les diagnosticaron sida en el Tercer Mundo habían recibido la vacuna contra la viruela, pero se le llamaba SIDA. Esta es la

tapadera que oculta el gigantesco crimen de la Organización Mundial de la Salud, en concreto, en África.

 

 El Estado global y el cártel de la medicina van tomados de la mano. Son una misma cosa, están en el mismo equipo, porque a los más altos niveles, ellos saben que el efecto general del imperio farmacéutico es destruir, debilitar y atrofiar la vida humana.

 El Estado global necesita poblaciones débiles. En 1974, Henry Kissinger lanzó un proyecto llamado Memorándum de seguridad nacional 200 cuyo objetivo era adoptar un plan de control drástico de la población mundial, con el objetivo de reducirla en 3000 millones de personas para el 2050. Estados Unidos lideró el esfuerzo, que funcionó de la siguiente forma: se hizo un control de la natalidad en los países en desarrollo, lo que era un requisito previo para recibir ayuda estadounidense.

 Kissinger lo resumió así: “Si estas razas inferiores se ponen en el camino de los recursos naturales y las materias primas, entonces tenemos que encontrar la manera de deshacernos de ellos”. Los nazis también apuntaban en esa dirección.

 

 La droga es poder. Sedantes, tranquilizantes: millones de personas que no son más que la cáscara de lo que eran.

 

 David Rockefeller en la reunión del CLUB BILDELBERG de 1991 expresó: “La soberanía

supranacional de una élite intelectual y banquera es absolutamente preferible a la autodeterminación nacional practicada durante los siglos pasados.” Tal estructura funciona mediante los mismos mecanismos financieros y comunicativos que pusieron a Tony Blair y George Bush Jr. en el poder dándoles la mayoría de los votos.

 

 Las corporaciones transnacionales han llevado a cabo una publicidad muy potente y han financiado a estos líderes políticos para asegurarse la cautividad de los Estados. Los gobiernos ya no pueden gobernar para el interés común sin infringir las nuevas leyes de comercio e inversión que sólo benefician a las corporaciones transnacionales, como se lee en WHY IS THERE A WAR IN AFGHANISTAN?, de John McMurtry, en el Forum sobre cómo debería responder Canadá al terrorismo y a la guerra, en diciembre de 2001.

 Lo que sorprende es por qué los demás no ven este peligro, si existe un poder mucho más potente que la presidencia, que el Papa, un poder invisible que controla el aparato militar mundial y el sistema de inteligencia, que controla el sistema bancario internacional, que controla el sistema de propaganda más eficiente de la historia; entonces debemos concluir que la democracia es, en el mejor de los casos una ilusión y,

en el peor, el preludio de una dictadura que se conocerá como el NUEVO ORDEN MUNDIAL y que nos conducirá a una esclavitud total.

 

 Si los miembros de EL CLUB BILDERBERG parecen ahora más discretos que nunca es, entre otras cosas, porque sus propuestas, llevadas a cabo por sus serviles agencias, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, han causado más devastación en los últimos años que todos los desastres de la Segunda Guerra Mundial juntos.

 

 Con toda la evidencia en sus manos, la mayoría aún cree que tiene demasiados problemas personales para molestarse con teorías conspirativas. Eso es exactamente lo que el Instituto Tavistock de lavado de cerebros a escala planetaria perseguía y continúa persiguiendo.

 

 Me despido de nuestra querida audiencia, agradeciendo su amable atención y deseando que volvamos a encontrarnos en otra edición más de EL CLUB DE LA PLUMA.

 


VIVIANA ONOFRI

Profesora en Letras

ex catedrática de la Universidad Nacional de Mar del Plata

 

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