SI
TODOS LOS PAÍSES ESTÁN ENDEUDADOS, ¿QUIÉN ES EL ACREEDOR DE LA DEUDA GLOBAL? LA
DEUDA, PRIMER PRODUCTO DE EXPORTACIÓN DE LOS ESTADOS.
Un cálido abrazo a toda la querida audiencia
de EL CLUB DE LA PLUMA. Otro día más, nos encontramos aquí en este espacio de
reflexión compartida. ¡Quédate, lo de hoy también te va a interesar! ¡Los
secretos del mundo financiero!
Todos hablan de deuda, pero casi nadie
entiende lo que significa vivir en un planeta que debe más dinero del que
existe. Estados Unidos supera los treinta ocho billones de dólares, la Unión
Europea, 14 billones y hasta países ricos en petróleo como Arabia Saudí o
potencias exportadoras como Alemania y China deben sumas enormes, todos los
países viven del peso de la deuda. Y aquí llega la pregunta que nadie se atreve
a hacer: si prácticamente todas las naciones del planeta están endeudadas, ¿a
quién le deben exactamente? ¿Quién está del otro lado cobrando los intereses
del mundo entero? Es que la deuda no sólo está en manos de otras naciones, sino
de sus propios ciudadanos de cada estado.
Y la deuda no es sólo una carga, sino la
arquitectura del mundo moderno: controla guerras, gobiernos, mercados y el
destino de cada país. Cada crisis, cada rescate, cada auge y cada caída se
sostiene por ese andamiaje invisible de pagarés para que la deuda nunca
desaparezca y cuando sigues la cadena de acreedores hasta el final, descubres
algo perturbador: el mundo no le debe dinero a alguien en particular, el mundo
se debe a sí mismo, pero eso no significa que todos ganen por igual. Existen
pocos jugadores que diseñan las reglas y millones que sólo pueden obedecerlas y
para entender cómo llegamos a este punto, a un planeta ahogado en más de
trescientos quince billones de dólares en deuda total, casi tres veces el
tamaño de toda la economía global, hay que volver al principio.
En el año 1694, la idea de la deuda pública
nació en Inglaterra que se encontraba inmersa en un conflicto costoso contra
Francia. Para sostener la guerra, el rey acudió a los comerciantes más
influyentes del país, aquellos que tenían experiencia y liquidez manejando
grandes sumas de dinero. A cambio de obtener un flujo constante de pago de
intereses, respaldado por impuestos futuros, esos comerciantes aceptaron
financiar a la monarquía. Así cambió para siempre el funcionamiento del Estado:
podía gastar dinero que aún no tenía. Para ello se creó una institución, el
Banco de Inglaterra: institución que permitió que se gastaran recursos que
todavía no existían, utilizando el futuro como garantía. Ya hemos hablado del
Banco de Inglaterra que hunde sus raíces en la nobleza negra veneciana. Los
prestamistas obtuvieron algo que no tenía precio: una promesa oficial del
gobierno, un documento que representaba la deuda del Estado que podía ser comprado,
vendido o intercambiado. Así nació el bono gubernamental, la semilla del
sistema financiero moderno que domina la economía mundial.
El bono se convirtió en un indicador de
credibilidad económica, un símbolo de poder, es la prueba de que un país tenía
capacidad de gobernar, crecer y proyectar poder más allá de sus fronteras.
Durante siglos, los imperios conquistaron territorios para extraer recursos
naturales, pero a partir de entonces, los nuevos imperios empezaron a emitir
bonos para extraer intereses del trabajo, los impuestos de su propia población
y de los inversionistas. El campo de batalla ya no era el campo físico donde se
peleaban las guerras, se transformó en el balance financiero de las naciones:
las cifras que determinan quién domina, quién depende de los demás. Tres siglos
después de los primeros bonos, la deuda se ha convertido en el principal
producto de exportación de los países: es la base del capitalismo global. Hoy,
lo que mueve a la economía global no es solamente el comercio de bienes
físicos, la droga, sino a la promesa constante de pago futuro. La deuda mundial
crece a alrededor de un billón de dólares cada cien días, lo que muestra que
este sistema no se detiene nunca. Tú también eres parte de esta red, porque tu
trabajo, tu consumo financiero depende de este ciclo. La deuda sigue un camino
circular: sale del gobierno, pasa por instituciones financieras y vuelvo al
pueblo como forma de ahorros futuros. Existe un intercambio de deudas que
recorre el planeta en múltiples direcciones. Cada nación posee los bonos de
otra y espera que la cadena nunca se rompa. Lo que pasa de mano en mano son
promesas de pago: la única regla del juego es que nadie se retire. Néstor
cuando pagó toda la deuda externa rompió esa cadena que sostiene toda la
economía mundial. El sistema financiero necesita deudas impagables, eternas:
vive de las deudas nacionales. La deuda moderna no está hecha para ser pagada,
sino para ser refinanciada.
La deuda se convirtió en el sistema de
control más poderoso de la historia. Desde Babilonia a Wall Street; del Imperio
romano al Fondo Monetario Internacional; de la culpa religiosa al crédito
digital: es la línea cronológica de cómo la humanidad fue domesticada no con
cadenas, sino con intereses. Durante siglos, los imperios aprendieron que no
hacía falta conquistar territorios para gobernar, bastaba con endeudar
conciencias. Aquí se desnuda el espíritu del poder. Esos hilos invisibles desde
las tablillas de arcilla en la antigua Mesopotamia llegaron hasta la colonización
financiera del siglo XXI, hasta los algoritmos digitales y los sistemas de
crédito, hipotecas. El dólar se convirtió en el nuevo dios del mundo moderno;
América Latina y Caribeña fueron laboratorios de esclavitud financiera; el
sistema transformó la culpa en virtud y la deuda en moral. Quizás el futuro de
la libertad humana dependa de romper la obediencia del acreedor. Y el verdadero
poder no se impone, se cree. Y el día en que el deudor deje de creer, todo
caerá. La deuda no es un error del sistema, sino su verdadera esencia. La deuda
es un arma de dominación mundial: paga, obedece y calla.
Desde hace tres mil años, la humanidad carga
con una cadena invisible y se llama “deuda”. La deuda no es un accidente de la
economía, sino un instrumento de control que ha moldeado imperios, religiones,
culturas y hasta la vida cotidiana de cada uno de nosotros. La deuda no nació
como un acto de cooperación, sino como un instrumento de poder para ganar la
obediencia y limitar la libertad. Estas reflexiones sobre las deudas nacionales
nos involucran directamente: la Unión Europea, como ya dijimos, tiene una deuda
de 14 billones de dólares. Argentina obtuvo su primer préstamo del Fondo
Monetario Internacional en 1957; en la última dictadura militar, Argentina
recibió numerosos desembolsos y solicitó un préstamo de 300 millones de dólares
en 1976; durante el Macriato, con un préstamo de 57.000 millones dólares en
2018, impagable, absolutamente, y, otra vez, y en forma de préstamos
reiterados, con Milei.
¿Y qué relación existe con esos bonos que se
intercambian y hacen circular la deuda por todo el planeta? Cuando tú tomas un
préstamo, esperas devolverlo; un país, en cambio, emite nuevos bonos para pagar
los anteriores. Es un círculo que nunca se acaba. La Reserva Federal de los
Estados Unidos es como el banco de los bancos del país. Una cosa que puede
hacer es crear dinero, pero no lo hace imprimiendo dinero, sino que utiliza una
serie de herramientas de política monetaria para influir en la cantidad de
dinero disponible. Una de ellas, son las operaciones de Mercado Abierto, donde
la Reserva Federal compra y vende bonos del Gobierno Federal. Cuando el
gobierno necesita dinero para financiar sus actividades, puede obtenerlo a
través de la emisión de bonos.
Los bonos son una especie de papel donde te
dicen que te pagarán el bono en una fecha determinada, que suelen ser diez
años. Y hasta ese plazo, te pagará un interés anualmente. Este proceso de
emitir bonos y obtener dinero a cambio, se conoce como deuda del gobierno. El
gobierno invierte ese dinero de los bonos, pero ¿cómo hace para devolver el
dinero si ya se lo ha gastado? Aquí se pone interesante. Los bancos son los
principales compradores de bonos del gobierno. Cuando el gobierno compra de
nuevo los bonos que le devuelven, no utiliza dinero existente: crea dinero
nuevo, como cuando un banco otorga un préstamo a una persona, no saca dinero de
una caja fuerte en efectivo. Lo que hace es cambiar unas cifras en su cuenta de
manera digital. Algo así es lo que hace la Reserva Federal con los bancos, y
cuando la Reserva Federal compra esos bonos no usa dinero existente, crea
dinero nuevo, pero no imprime billetes físicos, solamente aumenta el saldo en
las cuentas de los bancos en el sistema de la Reserva Federal. Este es el dinero
nuevo que el gobierno le está dando a los bancos para que puedan seguir
prestando para otorgar créditos a las empresas, a las personas. Así se estimula
la economía, pero el problema es que aumenta la cantidad de dinero total que
hay y, de esa manera, cada dólar vale menos. La cantidad en tu cuenta bancaria
no cambia, pero debido al dinero nuevo que el gobierno acaba de crear, tu
dinero ya no vale como antes. Esa maquinaria de emitir bonos y hacer circular
las deudas por todo el planeta te oculta una verdad incuestionable: el dinero
circulante pierde valor día a día y, aquí, ya el euro es pura basura.
Me despido de nuestra querida audiencia,
agradeciendo su amable atención e invitándola a otra nueva emisión de EL CLUB
DE LA PLUMA, el próximo domingo. ¡Hasta la victoria siempre, compañeros!
¡Palestina libre!
PROF.
VIVIANA ONOFRI
Desde Islas Canarias
Profesora
en Letras, ex catedrática de la Universidad Nacional de Mar del Plata

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