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viernes, 7 de noviembre de 2025

SI TODOS LOS PAÍSES ESTÁN ENDEUDADOS, ¿QUIÉN ES EL ACREEDOR DE LA DEUDA GLOBAL? LA DEUDA, PRIMER PRODUCTO DE EXPORTACIÓN DE LOS ESTADOS. -PROF. VIVIANA ONOFRI

 

SI TODOS LOS PAÍSES ESTÁN ENDEUDADOS, ¿QUIÉN ES EL ACREEDOR DE LA DEUDA GLOBAL? LA DEUDA, PRIMER PRODUCTO DE EXPORTACIÓN DE LOS ESTADOS.

 

 



  Un cálido abrazo a toda la querida audiencia de EL CLUB DE LA PLUMA. Otro día más, nos encontramos aquí en este espacio de reflexión compartida. ¡Quédate, lo de hoy también te va a interesar! ¡Los secretos del mundo financiero!

 

  Todos hablan de deuda, pero casi nadie entiende lo que significa vivir en un planeta que debe más dinero del que existe. Estados Unidos supera los treinta ocho billones de dólares, la Unión Europea, 14 billones y hasta países ricos en petróleo como Arabia Saudí o potencias exportadoras como Alemania y China deben sumas enormes, todos los países viven del peso de la deuda. Y aquí llega la pregunta que nadie se atreve a hacer: si prácticamente todas las naciones del planeta están endeudadas, ¿a quién le deben exactamente? ¿Quién está del otro lado cobrando los intereses del mundo entero? Es que la deuda no sólo está en manos de otras naciones, sino de sus propios ciudadanos de cada estado.

 Y la deuda no es sólo una carga, sino la arquitectura del mundo moderno: controla guerras, gobiernos, mercados y el destino de cada país. Cada crisis, cada rescate, cada auge y cada caída se sostiene por ese andamiaje invisible de pagarés para que la deuda nunca desaparezca y cuando sigues la cadena de acreedores hasta el final, descubres algo perturbador: el mundo no le debe dinero a alguien en particular, el mundo se debe a sí mismo, pero eso no significa que todos ganen por igual. Existen pocos jugadores que diseñan las reglas y millones que sólo pueden obedecerlas y para entender cómo llegamos a este punto, a un planeta ahogado en más de trescientos quince billones de dólares en deuda total, casi tres veces el tamaño de toda la economía global, hay que volver al principio.

 

 En el año 1694, la idea de la deuda pública nació en Inglaterra que se encontraba inmersa en un conflicto costoso contra Francia. Para sostener la guerra, el rey acudió a los comerciantes más influyentes del país, aquellos que tenían experiencia y liquidez manejando grandes sumas de dinero. A cambio de obtener un flujo constante de pago de intereses, respaldado por impuestos futuros, esos comerciantes aceptaron financiar a la monarquía. Así cambió para siempre el funcionamiento del Estado: podía gastar dinero que aún no tenía. Para ello se creó una institución, el Banco de Inglaterra: institución que permitió que se gastaran recursos que todavía no existían, utilizando el futuro como garantía. Ya hemos hablado del Banco de Inglaterra que hunde sus raíces en la nobleza negra veneciana. Los prestamistas obtuvieron algo que no tenía precio: una promesa oficial del gobierno, un documento que representaba la deuda del Estado que podía ser comprado, vendido o intercambiado. Así nació el bono gubernamental, la semilla del sistema financiero moderno que domina la economía mundial.

 

 El bono se convirtió en un indicador de credibilidad económica, un símbolo de poder, es la prueba de que un país tenía capacidad de gobernar, crecer y proyectar poder más allá de sus fronteras. Durante siglos, los imperios conquistaron territorios para extraer recursos naturales, pero a partir de entonces, los nuevos imperios empezaron a emitir bonos para extraer intereses del trabajo, los impuestos de su propia población y de los inversionistas. El campo de batalla ya no era el campo físico donde se peleaban las guerras, se transformó en el balance financiero de las naciones: las cifras que determinan quién domina, quién depende de los demás. Tres siglos después de los primeros bonos, la deuda se ha convertido en el principal producto de exportación de los países: es la base del capitalismo global. Hoy, lo que mueve a la economía global no es solamente el comercio de bienes físicos, la droga, sino a la promesa constante de pago futuro. La deuda mundial crece a alrededor de un billón de dólares cada cien días, lo que muestra que este sistema no se detiene nunca. Tú también eres parte de esta red, porque tu trabajo, tu consumo financiero depende de este ciclo. La deuda sigue un camino circular: sale del gobierno, pasa por instituciones financieras y vuelvo al pueblo como forma de ahorros futuros. Existe un intercambio de deudas que recorre el planeta en múltiples direcciones. Cada nación posee los bonos de otra y espera que la cadena nunca se rompa. Lo que pasa de mano en mano son promesas de pago: la única regla del juego es que nadie se retire. Néstor cuando pagó toda la deuda externa rompió esa cadena que sostiene toda la economía mundial. El sistema financiero necesita deudas impagables, eternas: vive de las deudas nacionales. La deuda moderna no está hecha para ser pagada, sino para ser refinanciada.

 

   La deuda se convirtió en el sistema de control más poderoso de la historia. Desde Babilonia a Wall Street; del Imperio romano al Fondo Monetario Internacional; de la culpa religiosa al crédito digital: es la línea cronológica de cómo la humanidad fue domesticada no con cadenas, sino con intereses. Durante siglos, los imperios aprendieron que no hacía falta conquistar territorios para gobernar, bastaba con endeudar conciencias. Aquí se desnuda el espíritu del poder. Esos hilos invisibles desde las tablillas de arcilla en la antigua Mesopotamia llegaron hasta la colonización financiera del siglo XXI, hasta los algoritmos digitales y los sistemas de crédito, hipotecas. El dólar se convirtió en el nuevo dios del mundo moderno; América Latina y Caribeña fueron laboratorios de esclavitud financiera; el sistema transformó la culpa en virtud y la deuda en moral. Quizás el futuro de la libertad humana dependa de romper la obediencia del acreedor. Y el verdadero poder no se impone, se cree. Y el día en que el deudor deje de creer, todo caerá. La deuda no es un error del sistema, sino su verdadera esencia. La deuda es un arma de dominación mundial: paga, obedece y calla.

 

 Desde hace tres mil años, la humanidad carga con una cadena invisible y se llama “deuda”. La deuda no es un accidente de la economía, sino un instrumento de control que ha moldeado imperios, religiones, culturas y hasta la vida cotidiana de cada uno de nosotros. La deuda no nació como un acto de cooperación, sino como un instrumento de poder para ganar la obediencia y limitar la libertad. Estas reflexiones sobre las deudas nacionales nos involucran directamente: la Unión Europea, como ya dijimos, tiene una deuda de 14 billones de dólares. Argentina obtuvo su primer préstamo del Fondo Monetario Internacional en 1957; en la última dictadura militar, Argentina recibió numerosos desembolsos y solicitó un préstamo de 300 millones de dólares en 1976; durante el Macriato, con un préstamo de 57.000 millones dólares en 2018, impagable, absolutamente, y, otra vez, y en forma de préstamos reiterados, con Milei.

 ¿Y qué relación existe con esos bonos que se intercambian y hacen circular la deuda por todo el planeta? Cuando tú tomas un préstamo, esperas devolverlo; un país, en cambio, emite nuevos bonos para pagar los anteriores. Es un círculo que nunca se acaba. La Reserva Federal de los Estados Unidos es como el banco de los bancos del país. Una cosa que puede hacer es crear dinero, pero no lo hace imprimiendo dinero, sino que utiliza una serie de herramientas de política monetaria para influir en la cantidad de dinero disponible. Una de ellas, son las operaciones de Mercado Abierto, donde la Reserva Federal compra y vende bonos del Gobierno Federal. Cuando el gobierno necesita dinero para financiar sus actividades, puede obtenerlo a través de la emisión de bonos.

 

 Los bonos son una especie de papel donde te dicen que te pagarán el bono en una fecha determinada, que suelen ser diez años. Y hasta ese plazo, te pagará un interés anualmente. Este proceso de emitir bonos y obtener dinero a cambio, se conoce como deuda del gobierno. El gobierno invierte ese dinero de los bonos, pero ¿cómo hace para devolver el dinero si ya se lo ha gastado? Aquí se pone interesante. Los bancos son los principales compradores de bonos del gobierno. Cuando el gobierno compra de nuevo los bonos que le devuelven, no utiliza dinero existente: crea dinero nuevo, como cuando un banco otorga un préstamo a una persona, no saca dinero de una caja fuerte en efectivo. Lo que hace es cambiar unas cifras en su cuenta de manera digital. Algo así es lo que hace la Reserva Federal con los bancos, y cuando la Reserva Federal compra esos bonos no usa dinero existente, crea dinero nuevo, pero no imprime billetes físicos, solamente aumenta el saldo en las cuentas de los bancos en el sistema de la Reserva Federal. Este es el dinero nuevo que el gobierno le está dando a los bancos para que puedan seguir prestando para otorgar créditos a las empresas, a las personas. Así se estimula la economía, pero el problema es que aumenta la cantidad de dinero total que hay y, de esa manera, cada dólar vale menos. La cantidad en tu cuenta bancaria no cambia, pero debido al dinero nuevo que el gobierno acaba de crear, tu dinero ya no vale como antes. Esa maquinaria de emitir bonos y hacer circular las deudas por todo el planeta te oculta una verdad incuestionable: el dinero circulante pierde valor día a día y, aquí, ya el euro es pura basura.

 

       Me despido de nuestra querida audiencia, agradeciendo su amable atención e invitándola a otra nueva emisión de EL CLUB DE LA PLUMA, el próximo domingo. ¡Hasta la victoria siempre, compañeros! ¡Palestina libre!

 

 

 

PROF. VIVIANA ONOFRI

 Desde Islas Canarias

Profesora en Letras, ex catedrática de la Universidad Nacional de Mar del Plata

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