EL ESTADO DE LA CATÁSTROFE
Hoy
leeremos buena parte de un artículo firmado por el premio nobel de la paz
argentino, Adolfo Pérez Esquivel, entendiendo que desde distintos sectores
politicos o ideológicos pueden hacerse diagnósticos muy similares.
Argentina
está en peligro de desintegración, de desguace por un gobierno al servicio de
grupos empresariales y buitres —internos y externos— que saquean el país con
total impunidad. El costo social es devastador:
hambre, pobreza extrema, cierre de pymes y fábricas, retroceso en el
desarrollo, desfinanciación de la ciencia, la educación y la salud. Todo esto
evidencia el riesgo de colapso que enfrentamos.
La
política de este gobierno es destruir el Estado y las organizaciones sociales.
Ataca a la agricultura familiar y a los pueblos originarios, mientras los
despidos masivos aumentan y miles terminan en la calle, revolviendo basura para
comer. Los niños son víctimas de un Estado ausente y perverso que busca bajar
la edad de punibilidad para criminalizarlos, en lugar de reconocer que son
fruto de una sociedad injusta.
Diputados y diputadas votan DNUs sin saber qué
aprueban, ignorando las cláusulas que el FMI impone al país, no tienen
responsabilidad. Traicionan al pueblo y son brutos y brutales (el sistema
necesita que no puedan juntar dos palabras con mínima coherencia, y la mejor
forma de asegurarse de ello es que, sencillamente, sean imbéciles).
El
gobierno reprime a jubilados que reclaman sus derechos, y el poder judicial es
unánime con elpoder político.
La
historia la escriben las víctimas y el pueblo, no un gobierno dictatorial como
el de Milei y Villarruel, que abusa del poder y degrada la política. Si un
gobierno no sirve al pueblo, está contra el pueblo.
Vivimos
tiempos de incertidumbre, pero también de resistencia, rebeldía cultural,
social y política en defensa de la Patria, sus instituciones y la recuperación
de un Poder Judicial independiente del poder político.
El
gobierno está destruyendo el país con el silencio cómplice de legisladores,
jueces, medios de comunicación y empresarios.
Los
feudos provinciales ponen en remate el territorio nacional con total
impunidad,Gobernadores entregan bienes y recursos naturales —como la
megaminería y las tierras raras— que pertenecen al pueblo. Nadie sabe quién
vendió las tierras a empresas extranjeras y gobiernos, dónde está el dinero de
esas ventas o en qué se invirtió.
El
saqueo del país se hace con total impunidad.
El
oro del Banco Central fue secuestrado sin explicaciones: nadie sabe su paradero
ni sus motivos. Los fondos buitre acechan ese “tesoro escondido” para
embargarlo, mientras la Corte Suprema, el Poder Judicial y los legisladores
guardan silencio cómplice.
En
la Cámara de Diputados hay cinco pedidos de juicio político contra Milei por
ilícitos y abuso de poder. Su gobierno busca destruir el Estado y sus
instituciones. El escándalo internacional por la estafa de las criptomonedas ya
genera juicios en EE.UU., pero aquí los legisladores hacen oídos sordos.
Mienten
sobre la pobreza: dicen que baja, pero el hambre crece en todo el país. Los
despidos masivos y la indigencia golpean a millones. Según UNICEF, más de un
millón de niños se acuestan sin comer, mientras el gobierno recorta fondos a
comedores comunitarios y organizaciones sociales, y la oposición se enfrasca en
luchas internas, ignorando las urgencias del pueblo. Despertemos antes de que
sea tarde. No se trata de repetir errores ni de asistencialismo, sino de
construir propuestas concretas: trabajo genuino, desarrollo nacional y unidad
popular.
Hasta
aquí Pérez Esquivel. Decíamos que se hacen diagnósticos similares desde
distintos espacios. Necesitamos también, como señala el premio nobel, construir
propuestas concretas y organización
propia.
Desde Rosario- Militante Social

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