RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

domingo, 28 de febrero de 2021

NO HAY FORMA?

NO HAY FORMA?

 

Con “Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese que se yo…” comenzaba Balada para un Loco de Horacio Ferrer. No sólo las tardecitas, las calles de Bs.As. tienen ese que se yo que podríamos encuadrar dentro del término “odio de clases”, herencia del coloniaje destructor que se ha perpetuado sin interrupción hasta nuestros tiempos.

Muestra de ello, como para no ir muy lejos en el tiempo, han dado con, por ejemplo, el bombardeo a la Plaza de Mayo en 1955.

 

Ese odio de clases ha sido puesto de manifiesto por un sector de esa sociedad capitalina, en cada ocasión que han podido y en cada elección en que han optado por criminales, corruptos, estafadores y vendepatrias. No digan que nadie los voto…

 

Cuando la colonia pretendió instalar en esas costas una representación de la ostentación europea, no sólo lo hizo desde lo arquitectónico, trasplantó ese espíritu prepotente con el que subyugaba y sometía a toda manifestación de vida que consideraba inferior. Un caballo era tratado con más “humanidad” que una persona a su servicio –esclavo, esclava, sirviente, sirvienta, etc.-

Tamaña actitud miserable ha persistido y se mantiene, casi inalterable, a pesar de centenarios transcurridos.

 

No podemos ignorar que ese deplorable modelo ha sido calcado en cada capital provincial del territorio Argentino, ejemplo de ello a considerar sería la denominada “sagrada familia” cordobesa.

 

Son sectores de la actual sociedad que, en cada oportunidad a su disposición, muestran las garras del odio, la discriminación y esa terrible sed de sangre. ¿Exagerado? Recorran nuestra historia y podrán comprobar que, lamentablemente, es así.

 

Son los mismos sectores de la sociedad que miraban detrás de las ventanas cuando secuestraban o fusilaban personas en las décadas de los 60 y 70. Son las mismas personas que guardaban silencio, cuando la destrucción de todo patrimonio nacional era concretada junto a la imposición del fin de las ideologías.

Son las mismas personas que defendían la paridad uno a uno, cuando el hambre se paseaba en las casas de los más humildes y desplazados.

Son los mismos horribles sectores de la sociedad que colgaban muñecos tratando de representar sus nefastas ideas de libertad.

Son los mismos sectores reaccionarios de la sociedad, que simulan sembrar cadáveres en las calles para representar hasta dónde son capaces de llegar, a fin de demostrar, cabalmente, ese odio de clases visceral.

 

Son peligrosos y tienen conducción y representatividad. No podemos ignorar ni su existencia, ni su influencia en otros sectores de la sociedad que repiten, sin análisis, las consignas cargadas de ese aborrecer a todo lo que se crea diferente.

Para esos sectores de la sociedad, la denominación “Nacional y Popular”, es sinónimo de contaminación. Están convencidos que lo importante es su inmaculada perversidad.

 

Y no están solos, cuentan, como desde los tiempos de la colonia, con la complicidad de sectores de la justicia y la comunicación, serviles al poder depredador.

 

Enarbolan en sus discursos, términos como democracia, libertad, independencia, cuando sólo practican la exclusión y el autoritarismo. Son la representación fidedigna que lo que denomino “dictocracia” –dictadura camuflada de democracia-

 

¿Qué hacer con esto? Intentar incluirlos es imposible, convencerlos menos. ¿Qué hacemos?

 

Hay formas, hay métodos, hay estrategias que puedan lograr modificar esas formas de concebir la sociedad.

 

Hay una tarea titánica por delante. Debemos tener el control de todos los medios de comunicación para direccionar los mensajes hacia una real y auténtica inclusión, reconvirtiendo conceptos y consignas. Debemos lograr un poder judicial totalmente independiente, pero democrático. Necesitamos imperiosamente que todos los factores que influyen en la producción y distribución de bienes y servicios respondan al poder popular.

El sistema educativo también debe responder a lineamientos orientados hacia las auténticas raíces que hacen a nuestras identidades, desplazando, revirtiendo todo lo inoculado desde aquella falsa historia oficial.

 

Hay formas, estrategias, métodos para dar vuelta la tortilla, es sólo cuestión de decisión.

Y si bien los poderes foráneos son condicionantes para cada determinación en nuestros pueblos, debemos conseguir que ello no prosiga.

¿Qué es duro, complicado, casi imposible? Lo realmente imposible es aceptar que no hay forma de transformar, de cambiar tanto nuestra historia como nuestro destino. Y de nosotros depende que ello ocurra.

Nuestras fuerzas populares son capaces de ello y mucho, mucho más…

 

Que así sea.

 


NORBERTO GANCI –DIRECTOR-

El Club de la Pluma

elclubdelapluma@gmail.com –elclubdelapluma@hotmail.com

http://elclubdelapluma.wordpress.com

28-2-2021

 

 

 

 

 

 

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