DE FANATISMOS, NADIE ESTÁ EXENTO…
Se dice sobre fanatismo: “…apasionamiento, exaltación, intolerancia, intransigencia…”
“…El fanatismo añade a estas ideas la cualidad de desmedido y ciego…”
Toda nuestra historia está atravesada por luchas, entregas, compromisos, valentía, traiciones. Nuestra condición humana, imperfecta pero perfectible, nos hace ir en varias direcciones, más allá de la intenciones, fuertes o débiles…
Lo que iguala es el grado de fanatismo, aditamento más que perjudicial a la hora de validar opciones.
En Argentina, las disputas y enfrentamientos entre river-boca, peronismo-radicalismo, clericales-anticlericales, como por citar sólo algunos de los más emblemáticos, han estado y están en boga, con diferentes intensidades, en relación al “momento”. En estos primeros meses del 2013 el fanatismo popular se concentró, mayoritariamente, en messistas-cristinistas-francisquistas…
No son pocas las oportunidades en que, desde oficialismos y oposiciones, se esgrimen de manera muy vehemente diferentes formas expresivas, que rayan en el odio, la visceralidad y hasta el deseo de destrucción del otro que está en otra vereda…
Ahora bien, sobre fundamentalismo, que en teoría es otra cosa, encontramos que:
“…Fundamentalismo, según lo define el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, es un término derivado del adjetivo fundamental, es decir, aquello que sirve de fundamento; lo más importante; si nos referimos a un edificio, la piedra fundamental. Podría hablarse de varios tipos de fundamentalismos: vital, político y cultural y, dentro de este, el fundamentalismo religioso. Referido a la religión, se trata de un movimiento intensamente antimodernista, que se manifiesta en todas las religiones, especialmente en las llamadas religiones del libro: cristianismo, islamismo y judaísmo. Por ello, más que de fundamentalismo, debemos hablar de fundamentalismos, porque son muchos y variados, además de ser un fenómeno con el que tienen que convivir casi todas las culturas. Hace alusión a la reacción de las religiones frente a los procesos de modernización, reacción provocada por el miedo que producen los cambios culturales y sociales y la pérdida de referentes simbólicos y míticos del sistema de valores. En cualquier caso, propicia una ideología de la intolerancia y del fanatismo…” 1)
Y también encontramos, como para cerrar la definición: “…Movimiento o actitud que se contrapone a cualquier evolución respecto a las doctrinas que se consideran esenciales en un sistema religioso. El concepto fue aplicado en principio a movimientos ultraconservadores dentro del protestantismo, aunque después ha extendido su significado hacia determinadas tendencias dentro de la Iglesia católica y sobre todo del islam…” 2)
De todos modos, la irracionalidad, sea con el nombre que sea, se manifiesta en diferentes momentos.
Cuando éramos “derechos y humanos”, allá por la década del setenta, por un lado estaban quienes defendían a rajatabla los “postulados militaristas” y, hasta en el mejor de los casos, justificaban los asesinatos y secuestros con la tan conocida como detestable frase “algo habrán hecho”.
El fanatismo, el fundamentalismo uniformado, se manifestaban sin obstáculos fuertes, con un modelo de explotación y expolición que presagiaba lo que luego fue, la destrucción de todo el aparato industrial nacional como de las construcciones colectivas que propugnaban por la integración y el fortalecimiento nacional y regional.
Hay en Nuestra Patria Grande algunos “fanatismos” que podríamos considerar como necesarios, ejemplo de ello el “chavismo” con el que, desde hace 14 años, se está construyendo la necesaria transformación de inclusión y equiparación social, destruyendo el analfabetismo, por ejemplo.
El “fidelismo” y su bienaventurada y bienvenida “revolución”, que marcó el camino para las otras naciones que le siguieron en la adopción y adaptación del modelo socialista.
Fanatismos necesarios…
Están los otros fanatismos que nunca han mostrado con pruebas contundentes la legitimidad y veracidad de sus expresadas intenciones, ya que las ocultas fueron las que prevalecieron y dieron cuenta de crueldad, despotismo, etc.
En estos últimos tiempos las mutaciones fanáticas y fundamentalistas se producen con tal vertiginosidad y virulencia que, en algunos momentos, se hace difícil seguirles los trayectos.
Los continuos cambios de veredas, empujados por el oportunismo determinante, se producen ya con total desparpajo que producen, por no decir vergüenza, espanto…
Hoy somos todos A, mañana seremos B, pasado mañana tendremos que volcarnos a C y probablemente tengamos que retomar el fanatismo hacia A porque hay intereses que nos obligan y es el momento de posicionarse para alcanzar…vaya uno a saber que…
Se trata de convicciones, las convicciones de acomodar el discurso y la acción al momento y la oportunidad. Y en ese acomodar se exacerban los fanatismos que “obligan” a alinearse o padecer el escarnio, la difamación y hasta algún que otro golpe…
Desde las posiciones fanáticas se impiden las nuevas ideas, las nuevas estrategias, las nuevas posibilidades para cambiar realidades.
Tanto fanatismo como fundamentalismo adolecen de la creatividad para repensar en relación a los procesos cambiantes. No se quiere o no se permite “ver” desde la perspectiva de la integralidad y las diferencias…
Se alejan de “las personas”, no hay adhesión a las personas y se adhiere a formatos, slogans, consignas, imágenes y la contienda frenética de si fue o no fue, si estuvo o no estuvo, si es el momento o no lo es…etc.
Decía Pablo Picasso: “…Todo acto de creación es en primer lugar un acto de destrucción…”
Para construir toda alternativa alejada de fanatismos y fundamentalismos, precisamente hay que destruir esas dos formas de alienación, como primera medida. ¿Desde dónde?, desde el reconocimientos de las diferencias y las potencialidades de cada ser.
Con ello, se iniciaría el camino a desintegrar cualquier posibilidad de dominación y control. Reconvirtiendo la comunicación y la educación en construcción colectiva, a diferencia de las imposiciones de hoy.
Pero primero tenemos que entender que: “…La competencia del hombre con el hombre reacciona directamente, como no lo hiciera jamás con anterioridad a ella ningún otro factor biológico, contra «la fuerza eternamente estimulante, curativa», y destruye todos los valores creados más o menos por ésta con un puño tan diabólico e impávido que su tarea se atiene exclusivamente a las consideraciones comerciales, ciegas ante los verdaderos valores…” 3)
Decía José Saramago: “No tengamos la inocencia o ingenuidad de creer todo lo que nos dicen; tenemos que ser críticos. No tenemos la democracia, tenemos la Plutocracia, el poder de los ricos. El poder real lo tiene el dinero, las multinacionales”.
Y ese poder real es el que impone fanatismos y fundamentalismos para enfrentarnos, unos contra otros, dividir y reinar…
Y si de repente nos despojamos de banderas, emblemas, consignas y con diferentes idiomas, con múltiples ideas replanteamos el mundo en el que vivimos, haciéndolo el espacio que a todos nos contenga, en donde todos lo “habitemos”, sin condicionamientos, sin imposiciones ni represiones?
Las diferentes variantes de dominación, de poder, se infiltran en cada uno de los posibles avances que la humanidad intenta para revertir la sumisión y exclusión.
Fanatismo y fundamentalismo son explotados al máximo para, no solamente enfrentar, sino para impedir esa posibilidad de mirar, de “ver” al ser, al individuo y el conjunto, el colectivo en sus diferentes humanidades.
Habrá que romper definitivamente con los modelos impuestos de exclusión, dominación y exterminio, insertos en todos los ámbitos de la vida: educación, política, comunicación, y que promueven el fanatismo, el fundamentalismo, la xenofobia, la intolerancia.
Para recuperar la posibilidad del pensar, sentir, discernir diferente. Para aceptar que lo opuesto no es enemigo, que lo opuesto es “la otra parte” del conjunto, que es “el otro lado”, pero no es el enemigo.
El enemigo es el que ha “impuesto” que lo diferente es un error y que “fanáticamente” hay que “destruirlo”; y lo ha impuesto entre los que amamos la vida. Entre nosotros lo diferente es sólo eso, diferente y de seguro, necesario para la construcción, para la implementación. Pero ellos quieren enfrentarnos para debilitarnos.
Es entre quienes amamos la vida que hemos de proponernos la conciliación de los opuestos, el encuentro de los opuestos, porque cada una de las partes forman el todo. La mañana no es enemiga de la noche, ambas son partes del día, integran el día.
Anteponer al fanatismo una concepción integradora debería ser el planteo para avanzar en la consolidación de nuestra especie, en pos de una humanidad relacionada consigo misma y su posibilidad constructora…
Que así sea…
NORBERTO GANCI –DIRECTOR-El Club de la Pluma
elclubdelapluma@gmail.com –elclubdelapluma@hotmail.com
DOMINGOS DE 10 A 13 HS
POR FM 103.9 RADIO INÉDITA
Diferencias entre fanatismo y fundamentalismo:
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