RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

viernes, 14 de noviembre de 2025

FUERA DEL PODER, TODO ES ILUSIÓN - PEDRO RODRIGUEZ

 

FUERA DEL PODER, TODO ES ILUSIÓN 


Pretendemos hoy comenzar a abordar un problema que no está taxativamente discutido en la mayoría de la población: el problema del poder. Algunos pocos planteamos que uno de los significados no explicitados en la consigna Nunca más, en esa marca nuestra desde el genocidio, es "nunca más... lucha por el poder", un problema que estaba en el centro de la escena hasta que se consiguió la eliminación de los que encarnaban esa lucha. Y bien, creemos necesario retomar algunas preguntas, aunque lo hagamos como podemos. Sabido es que en ciertos ámbitos de la militancia suelen rechazarse pensamientos o posiciones que se oponen o contradicen a las preferidas.

 

 Por nuestra parte, elegimos confrontarlas o encontrar aquellos puntos en los que no hay graves desencuentros que, por lo demás, a veces son apenas imaginarios. Vamos a leer  fragmentos de una entrevista realizada a Foucault en 1980. En ella el filósofo dice: "En cierto sentido, soy un moralista , en la medida en que creo que una de las tareas, uno de los sentidos de la existencia humana, aquello en lo que consiste la libertad del hombre, es jamás aceptar nada como definitivo, intocable, evidente, inmóvil. Nada de lo real debe erigirse para nosotros en una ley definitiva e inhumana.

 En esa medida, puede considerarse que debemos alzarnos contra todas las formas de poder, pero no entendido simplemente en el sentido restringido de poder de un tipo de gobierno, o de un grupo social sobre otro; eso no es más que un elemento entre otros. Llamo «poder» a todo lo que tiende de hecho a hacer inmóvil e intocable lo que se nos ofrece como real, como verdadero, como bien. ¿Si el poder siempre es represivo? Claro que no, puede adoptar unas cuantas formas y, después de todo, puede haber relaciones de poder que sean abiertas.


A lo que se le pregunta: —¿Cómo pueden los marxistas criticarlo? Usted no es ortodoxo, qué duda cabe, pero al parecer se alinea con las posiciones marxistas.


—¿Me alineo? No sé. Vea, no sé qué es el marxismo. Además, no creo que exista, en sí y para sí. En realidad, la mala suerte —o la buena suerte, como se quiera— de Marx fue que siempre hubo organizaciones políticas que hicieron suya su doctrina. Y de un modo u otro es la única teoría histórica —y filosófica, en última instancia— cuya permanencia, a lo largo de hace ya un siglo, siempre estuvo ligada a la existencia de organizaciones sociopolíticas extraordinariamente fuertes y combativas, e incluso vinculadas a aparatos de Estado en la Unión Soviética. Por eso, cuando me hablan del marxismo, yo diría: ¿cuál? ¿El que se enseña en la República Democrática Alemana, el Marxismus-Leninismus? ¿Son los vagos conceptos desmañados e híbridos que utiliza alguien como Georges Marchais? ¿Es el cuerpo de doctrina al cual se remiten algunos historiadores ingleses?

 En fin, no sé qué es el marxismo. Intento debatirme con los objetos de mi análisis y cuando en efecto me parece que hay un concepto que puede encontrarse en Marx o en un marxista, [un concepto] que va bien, lo utilizo. Pero me da completamente lo mismo, nunca quise, siempre me negué a considerar que la conformidad o no conformidad respecto del marxismo podía ser o podía constituir un criterio de diferencia para aceptar o suprimir lo que yo estaba diciendo. Me tiene absolutamente sin cuidado.

 

 Entonces, cuando los marxistas rechazan una serie de cosas de las que, sin embargo, sé perfectamente, porque las encontré en Marx […]; cuando los marxistas me critican en relación con puntos en los que soy justamente quien más cerca está de lo que dijo Marx, me río y me convenzo, una vez más, de que entre las muchas personas que no conocen a Marx [están aquellos que es oportuno]  poner en la primera fila de los marxistas. Eso es todo, eso es todo. Si agregamos que, como buenos militantes políticos, desde luego, jamás presentan la posición del adversario de manera correcta, sincera, auténtica y objetiva, atribuyen cosas que uno nunca ha dicho, construyen caricaturas, etc., no veo por qué tendría que entrar en esas discusiones. 

 

 En fin, las condiciones de establecimiento de un cierto poder no pueden definirse a priori: siempre son resultado de relaciones de fuerza dentro de una sociedad; así, en esa situación, en ese estado de cosas, resulta que tal o cual desequilibrio que permite la existencia de relaciones de poder, en suma, es tolerado por quienes son sus víctimas, por quienes durante un tiempo están [en la] posición más desventajosa. Entonces, ¡vaya a decirles que eso es aceptable! Después uno advierte muy rápido, y de hecho siempre (a veces al cabo de algunos meses, a veces al cabo de varios años y eventualmente siglos) [que] la gente resiste, [que] ese compromiso ya no funciona. Eso es. Pero no hay que dar una fórmula óptima y definitiva del ejercicio del poder. 

 

 El poder tal como es, las relaciones de poder tal como existen en alguna o alguna otra sociedad, jamás son otra cosa que las cristalizaciones de relaciones de fuerza, y no hay razón para que esta cristalización pueda o deba formularse como teoría ideal de las relaciones de poder en una sociedad dada.... es un poco como si un gramático viniera a decir: «Y bien, así es como debe ser la lengua, así es como deben hablarse el inglés o el francés». ¡Pero no! Puede decirse cómo se habla una lengua en un momento dado, qué es lo que se comprende y qué es inaceptable, incomprensible, y eso es todo lo que puede decirse de ella. Sin embargo, esto no significa que ese trabajo sobre la lengua no permita innovaciones.

 El bien no existe en un cielo intemporal, con personas que sean como los astrólogos del bien y puedan decir cuál es la coyuntura favorable de los astros. El bien se define, se practica, se inventa. Pero es un trabajo, es un trabajo no sólo de muchos, [sino] un trabajo colectivo.

 

Hasta aquí la entrevista a Foucault. La idea es continuar con el tema la semana que viene. Veremos si conseguimos ordenar un poco nuestras ideas, algo desparramadas y distraídas en medio de tanta confusión general, atrapados en la política de la confusión que hoy nos imponen.

 

 

 

PEDRO RODRIGUEZ

 Desde Rosario- Militante Social

 

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