COMPLOT AL DESCUBIERTO
Hola, compañeros, amigos y oyentes de El Club de La Pluma. Desde
Colombia los saluda Mauricio Ibáñez, como ya es costumbre, con un abrazo por la
hermandad latinoamericana.
El 29 de junio pasado, el Periodista Juan Diego Quesada, del diario El
País de España, en su sección dedicada a noticias de América, denunció que el
excanciller Álvaro Leyva Durán venía trabajando en un complot para tumbar al
Presidente Gustavo Petro, y estaba buscando el apoyo del gobierno de los
Estados Unidos para lograrlo.
Álvaro Leyva Durán, de 82 años de edad, es un curtido político militante
en el Partido Conservador Colombiano que inició su carrera como miembro del
concejo de Bogotá en 1974 y ascendió por las escaleras del poder legislativo
hasta que pasó a ser ministro de Minas y Energía durante el gobierno del también
Conservador Belisario Betancur. Fue miembro de la asamblea Nacional
Constituyente de 1991 en representación de la Alianza Democrática M-19 (antigua
guerrilla desmovilizada) y, aunque no volvió a tener ningún cargo público, fue
interlocutor en diferentes diálogos de paz con las guerrillas de las FARC, el
ELN y los paramilitares.
Como un reconocimiento por su aparentemente desinteresada búsqueda de la
paz, independientemente de su ideología política, y el interés democrático del
Presidente Petro de incorporar diferentes corrientes políticas en su gobierno
como parte de su búsqueda de un gran acuerdo político nacional, Leyva fue
invitado a hacer parte del gobierno como Ministro de Relaciones Exteriores
desde 2022.
A principios de 2024, Leyva fue investigado por la Procuraduría General
de la Nación por la suspensión de una licitación irregular para la contratación
del servicio de emisión de pasaportes del Ministerio, apartado de su cargo y
castigado con una inhabilidad para ejercer cargos públicos, decisión que el
Presidente Petro aceptó por respeto a la institucionalidad. El ahora excanciller
esperó algún tipo de retribución de tipo político que nunca llegó. Esperaba que
se le hiciera algún nombramiento en algún cargo público, pero debido a la
inhabilidad impuesta por la Procuraduría, eso no fue posible. Leyva también
solicitó el nombramiento de su hijo como canciller o embajador, a lo que el
Presidente se negó tajantemente.
Desde entonces, la relación entre Gustavo Petro y Álvaro Leyva se
resquebrajó, y éste inició una serie de maniobras de venganza personal contra
el presidente, algo que coincide con una reputación que ya tenía de conspirador
e intrigante desde hace varios años, y que sembró dudas sobre su rol como
intermediario entre los gobiernos anteriores y los grupos ilegales en una serie
interminable de procesos fallidos de paz.
Como ya lo habíamos visto en pasadas ediciones de este programa, la
guerra sucia que se viene adelantando en contra del Presidente Petro desde el
crimen organizado, oculto detrás de políticos corruptos, empresarios y su
prensa corporativa, se ha venido acentuando con la explotación infame del
atentado al senador – candidato Miguel Uribe Turbay, y con el reciente
descubrimiento de este complot para derribar al presidente por medios
antidemocráticos, expuesta en los audios y declaraciones del señor Leyva Durán.
El asunto viene de más atrás, cuando Leyva escribió dos cartas al
Presidente Petro señalándolo de “enfermo y drogadicto” e invitándolo a
renunciar a su cargo, y las hizo públicas con el fin de generar una crisis
institucional, algo que de inmediato fue aprovechado por todos los políticos de
la oposición para continuar con su ataque sistemático con la ayuda de la prensa
corporativa nacional y los precandidatos del uribismo que encontraron, en estas
acusaciones, una excusa perfecta para dirigir sus campañas, nuevamente, a
generar rechazo contra el actual presidente, en lugar de hacer alguna propuesta
que los permitiera posicionarse en una plataforma democrática.
A pesar de la gravedad de las acusaciones y la mezquina explotación
política de la oposición, el tema de las cartas de Leyva cayó rápidamente en el
olvido al descubrirse que se trataba de una reacción infantil basada en
resentimiento. Al menos, quienes creímos que esto era un asunto superficial,
dimos este episodio por terminado.
Pero vino el atentado contra el Senador Miguel Uribe Turbay.
La temperatura anti-petrista de la oposición se elevó nuevamente, y
todas las baterías de la sedición, el desconocimiento de la autoridad del
presidente y el deseo de “tumbarlo” se reactivaron en medio de la explotación
mezquina y miserable del atentado para favorecer a los precandidatos de la
derecha y posicionarlos ante la opinión pública sin propuestas: únicamente acusaciones
contra el presidente.
Aunque las investigaciones sobre este atentado continúan y arrojan cada
vez mayor certeza sobre un crimen perpetrado desde el narcotráfico con el
objetivo de desestabilizar al gobierno y restablecer el control de los políticos
aliados a las mafias, cada vez hay mayores dudas sobre la naturaleza del
atentado, que han afectado la credibilidad de la oposición.
Así que, ante el debilitamiento de las estrategias anteriores, Álvaro
Leyva y otros políticos (incluyendo a Álvaro Uribe, El presidente del congreso
Efraín Cepeda, la aspirante a periodista y política Vicky Dávila y otros
opositores), organizaron una serie de reuniones en Estados Unidos con el
congresista republicano Mario Díaz-Balart, gran amigo de Álvaro Uribe y férreo
enemigo de Gustavo Petro, para gestionar ante el Secretario de Estado Marco
Rubio el apoyo del gobierno Trump para tumbar al presidente y poner en su lugar
a la Vicepresidenta Francia Márquez quien, según Leyva, estaba enterada de la
conspiración. En la grabación obtenida también aparecen los nombres de Vicky
Dávila y Miguel Uribe Turbay, así como la posibilidad de que el ELN y el Clan
del Golfo, operadores del narcotráfico, se unan en algo que Leyva llama “un
acuerdo nacional” para sacar a Petro del poder.
El presidente Petro tenía conocimiento de estas grabaciones que habían
sido obtenidas por los servicios de inteligencia del Estado a partir de una
fuente anónima que grabó la conversación de Alvaro Leyva con un interlocutor
cuya identidad se desconoce por el momento, pero con la publicación del
periódico español las reacciones no se han hecho esperar: toda la prensa al
servicio de los empresarios colombianos ha hecho grandes esfuerzos por
subestimar, minimizar o incluso ridiculizar la noticia; los políticos de la
oposición han tratado de distraer a la opinión pública con todo tipo de
acusaciones y anuncios para tratar de reducir el impacto de este hallazgo, y el
silencio casi sepulcral de los expresidentes más influyentes en Colombia es un
fuerte indicador de que Alvaro Leyva fue solamente un mensajero, un
intermediario en un complot con raíces mucho más profundas y ramas muy largas,
que se viene gestando desde el momento en que fue claro que Gustavo Petro sería
elegido como presidente de Colombia.
Las demandas penales, civiles y políticas ante las autoridades
judiciales y de control ya están puestas, y las investigaciones ya están en
curso. Leyva huyó a España y quienes están nombrados en su complot no han hecho
más que negarlo todo. Ya veremos qué sigue.
Hasta la próxima semana, compañeros.
MAURICIO IBÁÑEZ – Desde Colombia -Biólogo
Especialista
En Estudios Socio-Ambientales
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