EL DEFENSOR DE
SU ENEMIGO
Apreciados compañeros, amigos y
oyentes de El Club de la Pluma. Desde Colombia los saluda Mauricio Ibáñez, con
nuestro acostumbrado abrazo por la unidad latinoamericana.
En la columna de hoy me he
tomado la libertad de trabajar sobre un texto que recibí por las redes
sociales, y cuyo autor desconozco, de manera que me permito expresar mi
reconocimiento por su publicación que leo con admiración y complemento con
algunas ideas propias.
En Colombia existe un personaje
trágico y fascinante: El que defiende con pasión un sistema que jamás lo ha
defendido a él.
Ese que vive en el sótano del condominio,
pero cree que pertenece al penthouse porque el dueño (rico, poderoso e
intocable) le sonríe cada cuatro años.
Ese personaje es el pobre de
derecha. Y antes de juzgarlo, hay que entender algo:
no nació así. Lo fabricaron.
1. El miedo fabricado
Durante décadas, una maquinaria
política, empresarial y mediática repitió palabras hasta convertirlas en
reflejos automáticos:
•
“Comunismo.”
•
“Castrochavismo.”
•
“Nos
vamos a volver como Venezuela.”
•
“El
socialismo trae miseria”
No importaba que la mayoría no
entendiera esos conceptos: lo importante era usarlos para generar temor.
La repetición constante
convierte cualquier miedo emocional en una “verdad” interna. Hoy hay miles de
personas con pánico al comunismo sin poder definirlo, sin saber qué es, y eso
no es casualidad: fue estrategia pura.
2. Les enseñaron a odiar antes
de aprender a pensar
El objetivo de las élites no
era formar ciudadanos críticos, sino soldados emocionales. Se les inculcó que:
•
Quien
piensa distinto es enemigo.
•
Quien
pide derechos es “guerrillero”.
•
La
violencia “si la producimos desde las élites” es justificable.
•
Cuestionar
al poder es una traición.
•
Lo
diferente es peligroso.
De esa manera se construyó un
reflejo emocional: El rechazo automático a lo desconocido, y el apoyo inmediato
a lo que se les ordena defender.
El odio se volvió identidad.
3. Les inculcaron que reaccionar
es más fácil que pensar
Pensar exige silencio, lectura,
cuestionar creencias, no tragar entero. Reaccionar con rabia es rápido, cómodo
y da sensación de pertenencia. Por eso es más fácil gritar “¡comunista!” que
abrir un libro o verificar la información. Por eso es más fácil atacar que
escuchar.
Esa reacción no surgió sola:
fue cultivada.
4. El portero de la edificación
Aquí aparece el pobre de
derecha: el portero ideológico de un país. Defiende el edificio desde el sótano,
repite los miedos que le enseñaron.
Cree que pertenece a una élite
que, en realidad, ni sabe que existe, y si lo sabe, lo desprecia, lo ignora, le
fastidia.
Y sí, es víctima:
·
Es
víctima de desinformación,
·
Es
víctima de medios manipuladores,
·
Es
víctima de pobreza educativa,
·
Es
víctima de una narrativa diseñada para mantenerlo temeroso y obediente.
Comprender esto no significa
justificar su conducta, pero sí entender su origen.
Y algo importante:
Este análisis no busca que nos
odiemos entre clases sociales o económicas. La intención no es confrontar al
pobre con el rico, ni crear bandos entre ciudadanos.
Lo que se busca es que quien ha
sido manipulado pueda crecer, pensar, decidir y mejorar sin miedo, sin cadenas
mentales, sin un relato político que lo use como herramienta.
Un país solo avanza cuando su
pueblo, especialmente los pobres y la clase media dejan de ser instrumento y
empieza a ser protagonista.
5. Comprender NO es justificar
Comprender no es callar ni
aceptar. Es reconocer que detrás de cada insulto hay años de manipulación
emocional.
Las víctimas también pueden
hacer daño cuando no saben que lo son.
6. ¿Qué hacemos nosotros?
La respuesta no es gritar más
fuerte, sino ser más conscientes. Nuestra herramienta es:
•
leer,
•
estudiar,
•
investigar,
•
comparar
información,
•
desarrollar
pensamiento crítico.
La ignorancia se combate con
conocimiento; el miedo, con claridad; la rabia, con inteligencia.
Hasta la próxima semana
compañeros, un abrazo.
MAURICIO
IBÁÑEZ – Desde Colombia -Biólogo
Especialista
En Estudios Socio-Ambientales

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