No te van a  perdonar tus visitas a Chávez, o que tengas al Ché tatuado en tu  hombro…
Carta  abierta al señor Diego Armando Maradona
29 Junio 2010  Carlos Malbrán
PARA EL CASO DE  QUE  NO GANEMOS ESTE CAMPEONATO DEL MUNDO
QUERIDO DIEGO,  “PELUSA”, “PIBE DE ORO”, “DIEZ”, “DIOS”, “GORDO”:
Quiero hacer  memoria, para que no se te olvide a vos, ni a ninguno de los  argentinos.
Eras un pibe de la  villa miseria de Fiorito. Uno de esos asentamientos informales,  insalubres y  laberínticos, de viviendas precarias en las que se hacinan los  desplazados.  Síntoma brutal de la marginación y la pobreza, del que los políticos  prefieren  no hablar porque es poner en duda toda la estructura legal del  sistema.
Jugabas porque el  fútbol es la expansión de los humildes, un acto atemporal que los saca  de las  desdichas cotidianas. La vida te había negado casi todo, y vos, como  miles de  chicos argentinos, con tus zapatos rotos, te desquitabas a  patadas.
En 1973 alguien te  dijo:
- Che pibe, vamos a  armar un equipo para jugar en el “Torneo Evita”, ¿Entrás?
Con tus piernas  flacas y tu rostro de “negrito”, te convertiste en la pesadilla del  torneo,  nadie quería enfrentarte. “Los Cebollitas”, (así se llamaban), se  llevaron la  copa y al año siguiente ganaron el Campeonato de la 8ª División. El  conjunto se  mantuvo invicto 136 partidos y gracias a que “Los Cebollitas” se  convirtieron en  una sensación, conociste Perú y Uruguay, donde los invitaron a jugar. No  tenías  12 años y ya eras campeón.
A alguien se le  ocurrió hacerte debutar en las inferiores del Club Argentino Juniors.  Resultó  fácil, fue el primer acto ilícito de tu vida: te cambiaron el nombre y  mintieron  la edad, agregándote dos años para que te aceptaran. Algo completamente  inútil  porque tu brillo era tal que cuando te vieron jugar, todos preguntaban:  ¿Quién  es ese pibe? ¿De dónde salió ese prodigio?
Entonces decidieron  que era mejor ponerte en el entretiempo de los partidos de la Primera  División  para que entretuvieras a la hinchada haciendo malabares con la pelota.  Naciste  mago. Siempre la pelota ha hecho todo lo que querés, ¿O será al  revés?
Llegaste a la villa  eufórico:
- ¡Mamá, me  pagaron!
Doña Dalma te dio  un beso y tu padre Diego te regaló una sonrisa y una palmada afectuosa.  Hasta  hay un viejo comercial de Coca Cola, donde se ve a aquel muchachito  haciendo  maravillas.
La primera vez que  figuraste en los diarios, (esos que cada vez que pueden, intentan  destruirte por  tus ideas), tenías diez años. El Clarín decía: “Había un pibe con porte y  clase  de ‘crack’…”. Este periodista no sabía que aún faltaban por llenar  muchas  páginas hablando del “Pibe de Fiorito”. Porque en dos años ascendiste  ocho  divisiones en Argentinos Juniors, de novena a primera, y comenzaste a  dibujar tu  historia con goles: en 1978, aunque te consagraste como el goleador del  Metropolitano, el flaco Menotti te dejó fuera de la Selección que ganó  el  campeonato porque eras muy niño, pero al año siguiente nos trajiste la  Copa del  Mundial Juvenil.
Por ese tiempo,  aunque River te quería contratar y te ofreció lo mismo que ganaba Ubaldo  Fillol,  el jugador  mejor pagado de entonces, decidiste jugar para Boca, que  estaba  en serios problemas económicos y no podía comprar tu pase. Nos hiciste  campeones, pero duraste poco. Europa siempre ha pagado mejor y te fuiste  al  Sevilla y después al Nápoles.
El Mundial de  México 86, siempre será recordado como “el Mundial de Maradona” y podría   escribir muchas páginas con las emociones que nos hiciste vivir, porque  cada vez  que mandaste la pelota al fondo de la red, no era un gol de Maradona,  era un  tanto de desquite de todos los humildes de tu pueblo.
La FIFA, aún a  regañadientes, (los oligarcas del fútbol no te quieren Diego) tuvo que  elegirte  como al mejor jugador del siglo XX. Para nosotros significas mucho más.  Siempre  recordaré cuando como consecuencia de haber caído en los abismos de la  droga, te  tuvieron que internar de urgencia y una multitud angustiada hizo  intransitable  cuadras enteras en torno al hospital. Alguien puso un gran cartel: “El  cielo  tiene que esperar”, otro decía: “Siempre vivirás, Dios no quiere  competencia.”,  otro: “Jesús resucitó una vez. Vos, miles.”, y quizá el más  significativo  rezaba: “Diego, no aflojés que vas a salir. No podés perder. No te  olvides que  Maradona juega para vos.”
Saliste de la droga  como también te levantaste de cada golpe que te dieron en la cancha,  pero los  medios internacionales siempre magnificaron tu adicción a las drogas y  cada  error que cometías, porque lo que no te perdonan es que a pesar del  dinero, la  fama y la gloria, nunca olvidaste al pibe de la villa de Fiorito y que  cada uno  de tus mensajes políticos mueva la conciencia de los pobres y explotados  del  mundo.
El mercado puede  aceptar que seas un genio del fútbol, pero no que te hayas convertido en  la  compensación para una sociedad frustrada por varias dictaduras militares  y  desgastada por el accionar de políticos corruptos.
Se acepta, ¿qué  otro remedio les queda?, que seas un campeón, más no que reflejes los  sentimientos de los despojados que necesitan creer que Dios no está tan  lejos.
Eso no te lo van a  perdonar nunca Diego.
La FIFA no te puede  perdonar que promuevas la sindicalización de los jugadores, a los que  llamas  “los obreros del fútbol”, porque eso echaría por tierra un negocio que  mueve  millones de dólares cada cuatro años.
Si Maradona dona  una escuela, o promueve una colecta para los niños pobres con parálisis,  no  saldrá en la primera plana de ningún periódico del mundo, porque lo  imperdonable  no son estos actos en sí, sino que lo hagas siempre diciendo que sólo  estás  devolviendo algo de lo que los poderosos roban a la gente.
Demagogo,  populista, oportunista, drogadicto, son los calificativos aconsejados  por los  señores de la SIP para poner junto a tu nombre. Como también aconsejan  destacar  siempre las declaraciones del señor Pelé, porque ese si es “bueno”. Se  coloca  debajo de un cartel de alguna firma de productos deportivos, que por  supuesto le  paga, para reivindicar siempre al sistema y defender sus intereses. De  eso  vive.
No te van a  perdonar tus visitas a Chávez, o que tengas al Ché tatuado en tu  hombro.
La única vez que te  tuve cerca fue cuando en noviembre de 2005, con motivo de la Cumbre de  Presidentes de Mar del Plata, nos invitaste a ir a repudiar la presencia  de Bush  en la Argentina.
Los grandes diarios  del mundo, no publicaron en estos días la foto de la Selección Argentina   despidiéndose rumbo a Sudáfrica con una gran pancarta que decía:  “Apoyamos a las  abuelas de Plaza de Mayo para el Premio Nobel de la Paz”. Ni tampoco la  noticia  de que recibiste en Pretoria a Estela Carlotto con un gran  abrazo.
Eso no se perdona  Diego.
El fútbol, vos lo  sabés mejor que nadie, es un juego impredecible y como bien declaraste:  “No hay  favoritos. Cualquiera te puede clavar la pelota en el ángulo y todo lo  que  hiciste… Chau”. Todo es posible, pero por todo esto y mucho más quiero  decirte  que si eso sucede, no te hagas ningún problema, porque con nosotros ya  cumpliste.
Gracias por ser  Maradona.
Gracias por ser  nuestra alegría y nuestra esperanza.
Gracias por no  olvidar al pibe de Fiorito.
Gracias por  representarnos siempre a todos con dignidad.
Gracias  campeón.
URL del artículo :  http://www.cubadebate.cu/ opinion/2010/06/29/carta- abierta-al-senor-diego- armando-maradona/
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