BASTA DE TIMBA
Luis Caputo es un operador de mesa de dinero, lo que se llama
un “timbero” que hace diferencias astronómicas con sus tejes y manejes
financieros. Por supuesto, con plata ajena.
Es lo que ha hecho en el gobierno de Macri y ha venido
haciendo en el gobierno de Milei. Una operatoria de tasas altas, dólar bajo,
para ofrecer a sus patrones del banco J. P. Morgan y fondos de inversión de
diverso origen, fabulosos negocios basados en la especulación financiera. Todo,
bajo el supuesto argumento de bajar la inflación.
Pues bien, en el día de ayer se
produjo la intervención directa del dueño del casino.
El secretario del Tesoro de los EEUU, Scott Bessent, en una
intervención directa en el mercado argentino, salió a auxiliar a su crupier
favorito para que el plan económico (o, mejor dicho, el plan de negocios de un
sector de la oligarquía financiera), no terminara volando por los aires.
Dicha intervención resultó en una compra de pesos, como
afirman todos los portales de noticias
del país y del mundo. En realidad, para entenderlo mejor, lo que hizo el tesoro
norteamericano fue vender dólares en la plaza argentina para sostener el precio
de esa moneda, ante la casi nula reserva de dólares que exponen el Banco
Central y el Tesoro de Argentina.
En una entrevista en la cadena Fox, el propio Bessent
declara: «Hace cuarenta años que trabajo en los mercados,
especialmente con monedas. El secreto es comprar barato y vender caro, el peso
argentino esta subvaluado». Luego, también hizo referencias
políticas acerca del papel de Argentina en la región como aliado de EEUU, la
intención de que Argentina “se deshaga de China”, las elecciones del próximo 26
de octubre en las que a Milei “le va a ir bastante bien y va a dejar al
peronismo atrás”, entre otras.
Quedan así expuestas, entonces, las motivaciones de Estados
Unidos para “salvar” del naufragio al gobierno de Milei, pero, en realidad, es
salvar a los especuladores que apostaron en la “bicicleta financiera” armada
por Caputo.
En una nota del New York Times, se afirma que, en
realidad, la intervención busca evitar pérdidas de “inversores
ricos cuyas apuestas en Argentina podrían tambalearse si su economía se hunde”. Y
señala que los beneficiarios de la jugada son los fondos BlackRock, Fidelity y Pimco.
En síntesis, tal intervención va dirigida directamente a
lograr una salida ordenada de los capitales que apostaron en la timba de
Caputo. Agotados los dólares del FMI y los que liquidaron las cerealeras en los
días que se eliminaron las retenciones al sector agroindustrial, los grandes
capitales trasnacionales quieren que se les garanticen sus dividendos
multimillonarios.
Las consideraciones “geopolíticas” no dejan de tener
importancia, pero son, en definitiva, el disfraz discursivo que Bessent y el
gobierno de Trump utilizan para acallar las críticas de sectores internos de
Estados Unidos y de otras facciones del capital monopolista.
El después, nadie lo puede garantizar. ¿Por qué? Porque los
efectos de todas estas jugadas financieras seguirán recayendo sobre las
espaldas del proletariado y demás sectores oprimidos. Espaldas que ya están dobladas
soportando el deterioro de las condiciones de vida que se viene sufriendo.
Situación que viene alimentando una sostenida resistencia de la clase obrera y
del resto del pueblo trabajador, resistencia que no ha
podido ser doblegada por el gobierno de la burguesía ni por sus instrumentos de
contención, como los sindicatos, los partidos del sistema o la
represión.
Ese es el Talón de Aquiles de cualquier maniobra que la
burguesía monopolista intente llevar a cabo. El proceso de lucha de clases (que,
en gran medida, ha sido el factor determinante del agravamiento de la situación
para la clase dominante) seguirá condicionando la estabilización de la economía
y la política que la oligarquía financiera reclama a un gobierno incapaz de
retomar la iniciativa política que genere nuevas expectativas en la porción
mayoritaria de la población que ya le ha bajado el dedo.
Importantes sectores del proletariado, y de la clase obrera
en particular, han llegado a la conclusión de que los
problemas que alega la burguesía son de la burguesía. Los problemas que
aquejan a la clase son de la clase y se deben resolver con la acción de
enfrentamiento directo a sus medidas.
Este es un proceso de sostenida ruptura que se viene
manifestando en las bases trabajadoras, y es necesario demostrar cuáles son los
intereses enfrentados. Por lo tanto, nuestra tarea es aportar a que ese proceso
se consolide con tácticas claras de lucha y organización, independientes de
toda maniobra o encorsetamiento que el poder intente para frenar el ímpetu de
la confrontación clasista.
Sostenemos con convicción que la
lucha de clases seguirá su camino ascendente. Las acciones del
enfrentamiento pueden, y deben, ser cada vez más contundentes, en la medida que
serán más contundentes las medidas que la burguesía intentará aplicar contra
las deterioradas condiciones de vida y de trabajo.
En ese camino, aparecen condiciones para que puedan surgir
explosiones de masas, espontáneas o no, que comiencen a manifestar toda la
bronca y la impotencia acumuladas en este último período.
La unidad debería surgir desde las bases, NO desde los partidos. Lo vemos a diario en nuestros lugares de trabajo, pero también en la crisis institucional de los partidos políticos: nos toca ponernos de pie y luchar sin instituciones. Una unidad desde abajo que desarrolle las metodologías de democracia directa y la independencia política respecto de cualquier variante que apunte a salvar al gobierno y al régimen de dominación.
Desde Rosario- Militante Social
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