RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

domingo, 30 de junio de 2024

La historia de Bolivia, la lejana, pero aun más la reciente, es revuelta y convulsionada. - Christian Cirilli

 La historia de Bolivia, la lejana, pero aun más la reciente, es revuelta y convulsionada.

El país, rico en recursos naturales, especialmente en minerales y gas natural, tiene altísimas potencialidades (incluso habiendo sufrido el cercenamiento de su salida al mar durante la Guerra del Pacífico de 1879-1884), pero se ha visto constantemente horadado por pésimas administraciones, la gran mayoría de facto, ligadas a los intereses económicos extranjeros
Con la llegada del aymara Evo Morales, Bolivia ha hecho un verdadero salto cuántico social, cultural y económico, que finiquitó - al menos durante un tiempo - el 𝑙𝑜𝑜𝑝 de infiernos neoliberales que asolaron el país desde el golpe militar de 1970, marcando a fuego con su figura controversial - amada y odiada - los acontecimientos recientes.
El ocaso boliviano obtuvo su máximo esplendor con el advenimiento a principios de los años '70s del alumno de la Escuela de las Américas, el general Hugo Banzer. Su subida mediante un golpe militar estuvo enmarcada en el ámbito del Plan Cóndor, y su huella fue tan honda que el país quedó atravesado por la marginación, la mano dura y la expoliación, creando ricos muy ricos y pobres extremadamente pobres, situación que se fue naturalizando como un hecho inamovible.
Dentro del gobierno de Banzer se encontraban miembros de la Falange Boliviana, de carácter fascistoide, e increíblemente también del MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario), que había sido el pilar de la «Revolución de 1952», y que ahora institucionalizaba su viraje hacia la extrema derecha con tal de sobrevivir a los tiempos.
Irónicamente, el MNR se había constituido en los años '50s sobre tres pilares (1) la Reforma agraria, que buscaba redistribuir la tierra en manos de grandes terratenientes entre los campesinos sin tierra; (2) la nacionalización de las minas, fundamentalmente, del estaño, principal recurso económico en ese momento, y (3) Reformas sociales en educación, salud pública, condiciones laborales y derechos sindicales.
Pero en los años de plomo de la década del setenta daba la vuelta la página y abogaba por las privatizaciones y por la aniquilación de la «anarquía sindical» (como dijera el mismísimo Víctor Paz Estenssoro en su nueva faz 𝑝𝑜𝑠𝑡 𝑟𝑒𝑣𝑜𝑙𝑢𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑟𝑖𝑎)
No obstante, el ejemplo original estaba allí.
EL MNR, al menos el radical y primigenio, no el traicionero y acomodaticio, quedó incorporado en las retinas y el inconsciente colectivo: sus reformas y su defensa irrestricta del Estado serían retomadas (metabolizadas) por el MAS de Evo Morales, cuando a principios de la década del 2000, llegó al poder en el marco de una oleada latinoamericana de gobiernos soberanistas.
La chispa revolucionaria de Evo y sus apoyos - opacada durante muchos años de propaganda «modernista» neoliberal, de «𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒𝑛𝑑𝑒𝑑𝑜𝑟𝑖𝑠𝑚𝑜» y de loas al mercado - surgió con 𝐿𝑎 𝐺𝑢𝑒𝑟𝑟𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝐴𝑔𝑢𝑎 y 𝐿𝑎 𝐺𝑢𝑒𝑟𝑟𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝐺𝑎𝑠.
Corrían los tiempos de Gonzalo Sánchez de Lozada, los dorados años 90' y sus estelas del 2000. Lozada era un empresario educado en Estados Unidos, educado en la Universidad de Chicago, que acostumbrado a hablar en inglés, modulaba muy mal el español. Su padre había sido asesor de David Rockefeller.
Como Menem (con el peronismo) y De La Rúa (con el radicalismo), dos partidos que surgieron en Argentina como revolucionarios pero se habían 𝑎𝑔𝑔𝑖𝑜𝑟𝑛𝑎𝑑𝑜 (o sea, subordinado vergonsozamente) al Consenso de Washington, «Goni» Sánchez de Losada buscó el MNR para trasvestirse de defensor de la justicia social, y llevar la «modernidad» al país, utilizando sofisticadas técnicas de marketing (como las de Jeffrey Sachs, el cerebro de los «golpes suaves»).
«Goni» convenció a la sociedad boliviana que apoyasen su «Plan de Todos», que prometía un crecimiento del PIB al 10% anual, 500.000 nuevos empleos, reformar las jubilaciones (AFJP) y atraer inversión extranjera productiva mediante privatizaciones. Esas recetas eran el paradigma del éxito según él y se lo hizo saber al pueblo boliviano, que encantado con sus cantos de sirena, apoyó... ¿Historia conocida, no? (tanto... tanto... que en el supuestamente culto pueblo argentino se repite sin fin...)
Pero como suele ocurrir en la realidad sudamericana, la modernidad prometida por las «doctrinas de shock» se expresó en algunas 𝐹𝑒𝑟𝑟𝑎𝑟𝑖 en las que circulaban las elites empresariales y políticas, y un manojo de cybercafés, que vendían el espejismo de la globalización. La sociedad quedó mucho más desahuciada que antes, con hambre, postergación, miseria y un futuro imposible.
En el año 2000 se despierta el descontento popular y la conflictividad en las calles, cuando comienzan los bloqueos en el Altiplano para exigir salud, educación y desarrollo de parte del Estado y en Cochabamba se declara 𝐿𝑎 𝐺𝑢𝑒𝑟𝑟𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝐴𝑔𝑢𝑎 a la empresa estadounidense 𝐵𝑒𝑐ℎ𝑡𝑒𝑙, que había subido las tarifas del agua potable. El pueblo boliviano no podía consumir... ¡ su agua !
La rebelión social tenía un sustento: casi el 90% de la población estaba por debajo de la línea de la pobreza. Un récord absoluto. Todas las cifras macroeconómicas del país eran delirantemente pésimas. Las exportaciones bolivianas de 2003 eran iguales a las de 1980: USD 1300 millones. ¡En 23 años no habían crecido un dólar!
La obscenidad de los capitales foráneos, y sus colaboracionistas burguesías-compradoras, había llegado a niveles de gula absoluta... a costa de las penurias de toda la sociedad, empobrecida hasta el tuétano.
Como señalé arriba, la Revolución Nacional de 1952 fue el chispazo que retomó Evo Morales en la conformación de su movimiento anti-neoliberal. Con aquélla Revolución, los indígenas pasaron a ser considerados ciudadanos, concediéndoseles el derecho al voto. Pero no participaban de la vida política. Eso era un reducto de las clases blancas/mestizas progresistas universitarias y algunos sectores combativos mineros. Este dato es importante, porque la inmensa mayoría de los bolivianos, los indígenas del Occidente, NO TENÍAN REPRESENTACIÓN real. No había gente de los suyos discutiendo el porvenir de su nación.
Poco a poco, mineros echados de las minas empiezan a organizarse en la siembra de coca, inaugurándose el movimiento cocalero en 2002, mirado con recelo por Estados Unidos. De allí nació el partido Movimiento al Socialismo (MAS), que representaba a todos los marginados del sistema... que eran una abundante mayoría. Se le sumaron, asimismo, los movimientos aymaras, que también se habían reagrupado. Así irrumpe en el Parlamento la representatividad indígena... y todo empieza a cambiar.
Lozada y sus patrocinadores estadounidenses, no obstante, redoblan la apuesta: privatizan el gas natural boliviano, del que se habían descubierto nuevos y enormes yacimientos, dándoselo por 30 denarios al consorcio hispano-angloestadounidense 𝑃𝑎𝑐𝑖𝑓𝑖𝑐 𝐿𝑁𝐺 (compuesto por 𝑅𝑒𝑝𝑠𝑜𝑙, 𝐵𝑟𝑖𝑡𝑖𝑠ℎ 𝐸𝑛𝑒𝑟𝑔𝑦 𝑦 𝑃𝑎𝑛𝑎𝑚𝑒𝑟𝑖𝑐𝑎𝑛 𝐸𝑛𝑒𝑟𝑔𝑦). El saqueo se disfraza de 'exportación'. Al no tener mar, Bolivia exportaba su gas, licuado, a través de puerto chileno de Mejillones (en Antofagasta). Antofagasta fue territorio boliviano...
Se sabía que Bolivia exportaba a 0,7 centavos de dólar el millar de pies cúbicos, y a Brasil a 1,7 dólares... pero el precio de mercado oscilaba entre 2 y 4,5 dólares. La subyugación era total.
Este asunto ríspido movió cuestiones nacionales hondas y le dio entonces a la izquierda soberanista - luego de 𝐿𝑎 𝐺𝑢𝑒𝑟𝑟𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝐴𝑔𝑢𝑎 - una nueva bandera: la exigencia de que el gas vuelva a manos del Estado, no se exporte vía Chile, y mucho menos, a Chile.
Se inaugura así la 𝐿𝑎 𝐺𝑢𝑒𝑟𝑟𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝐺𝑎𝑠.
Estos antecedentes marcaron el camino de la asunción a la presidencia, el 18 de diciembre de 2005, de Evo Morales, con un 53,7% de los votos. Se trataba de un cocalero indígena, el primero en Latinoamérica en conseguir tan alto honor. Ello significaba el fin del apartheid racial (a pesar que desde los años '90 la nación se asumía pluriétnica y multicultural) y de la invisibilización de la Bolivia profunda.
Evo Morales tuvo tres mandatos consecutivos completos. Su resultado en cifras duras es indudable: la nación tuvo un crecimiento económico constante entre 2006 y 2019, con un PIB con promedio anual superior al 4%; la pobreza se redujo sensiblemente (del 38% en 2005 al 15% en 2018), se introdujeron programas para redistribuir la riqueza y se nacionalizaron los recursos naturales estratégicos (gas, petróleo, dentro de YPFB) o se aumentaron las regalías e impuestos a la exportación.
No obstante, las oligarquías regionalistas insistieron en la idea de las «dos Bolivias»; una andina, «caótica, inculta y conflictiva» (y agregaría, coya), y otra oriental, «moderna y productiva» (y agregaría, blanca), fundamentalmente cruceña.
Esta polarización abusa del modelo autonómico: la «Media Luna» (departamentos de Santa Cruz, Pando, Beni y Tarija), tienen vocación capitalista, derechista y elitista. Continuamente agitan sus banderas departamentales y reniegan de la boliviana o la Whipala, hablan del «comunismo» del gobierno central, enarbolan la Biblia y amenazan con la guerra civil.
Son departamentos «ricos» - Santa Cruz aporta casi el 30% de PIB boliviano - cuyas economías reposan sobre el agrobusiness. Muchos dirigentes cruceños son, a la vez, terratenientes (o representantes de).
Estas élites intentaron bloquear el cuarto mandato de Evo a través del "NO" en el referéndum de la reforma constitucional en 2016. Al principio lo lograron, por un estrechísimo margen. Pero un año después, el Tribunal Constitucional Plurinacional falló a favor de la reelección indefinida. Justo ese año, en 2017, Evo crea la estatal Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) con el claro objetivo de que las ganancias por la explotación sirvan al desarrollo nacional.
El 20 de octubre de 2019, en oportunidad de las elecciones presidenciales donde Evo Morales ganó con holgura nuevamente, la OEA (la «administración estadounidense de colonias», como la definiera Fidel Castro), en la firma de su infame secretario general Luis Almagro, lanzó un informe lapidario de «irregularidades».... sin ningún sustento. Esto dio el puntapié para que surgieran acusaciones de «fraude», aparecieran montoneras (especialmente en el Oriente) y que las cámaras de la Asamblea Legislativa (Parlamento) aprobaran por unanimidad anular las elecciones.
La «crisis institucional» había sido un éxito.
Se dirimía UNA VEZ MÁS el modelo soberanista de desarrollo popular contra el modelo entreguista de «desarrollo sectorial» y empresarial.
Las burguesías-compradoras orientales estaban de lleno sumergidas en una triple apuesta: las barricadas civiles (𝑔𝑢𝑎𝑟𝑖𝑚𝑏𝑎𝑠, organizadas por Luis Fernando Camacho), la represión policial-militar y la carta parlamentaria. Bajo amenazas directas de muerte, forzaron la renuncia de los máximos cuadros ejecutivos y legislativos del MAS, incluyendo a Evo Morales.
El presidente (saliente y electo a la vez) salvó su pellejo de milagro gracias a la intervención de Argentina (Alberto Fernández) y México (Manuel López Obrador). Mauricio Macri, y el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, habían colaborado especialmente con el golpe, enviando material no-letal represivo.
Evo había anunciado en múltiples ocasiones que se preparaba un Golpe de Estado orquestado por poderes internacionales. Asimismo, también había denunciado que querían matarlo. No tan lejos tenemos un antecedente: el «atentado indirecto» perpetrado por la OTAN cuando se le impidió reaprovisionarse en Francia, España y Portugal, y el avión presidencial, casi ya sin combustible, tuvo que aterrizar de emergencia en Austria... Evo regresaba de... Rusia. Allí encima fue abordado ILEGALMENTE y requisado, vulnerando toda inmunidad diplomática. Se buscaba a Edward Snowden, al que se creía (supuestamente) fugado en el avión presidencial boliviano.
La autoproclamada nueva presidente de Bolivia, Jeanine Áñez, fue rápidamente avalada por Estados Unidos y la UE, mientras era custodiada, en su despacho y en las calles, por el ejército boliviano.
Bolivia había sufrido una guerra contra Paraguay (1932-1935, Guerra del Chaco, básicamente una guerra montada en favor de los intereses de 𝑆𝑡𝑎𝑛𝑑𝑎𝑟𝑑 𝑂𝑖𝑙), una serie de golpes militares que privatizaron sus recursos mineros y gasíferos, una 𝑚𝑒𝑛𝑡𝑖𝑟𝑜𝑐𝑟𝑎𝑐𝑖𝑎 (Sánchez Losada) que privatizó hasta el agua, y ahora... un golpe que procuraba saquear el nuevo recurso del Siglo XXI: el litio.
En 2009, Barack Obama ya había emprendido una intentona golpista, ‎frustrada por Evo Morales y cuyo resultado fue la expulsión de varios ‎funcionarios estadounidenses...
Pero en 2019, no lo pudo evitar. Poco antes, la empresa china TBEA Group había sido autorizada a explotar las principales reservas de litio bolivianas. Apenas sube Áñez, suspende el contrato.
Argentina, Bolivia y Chile conforman el llamado 𝑻𝒓𝒊𝒂́𝒏𝒈𝒖𝒍𝒐 𝒅𝒆𝒍 𝑳𝒊𝒕𝒊𝒐, que concentra más de un 60% de las reservas mundiales del mineral estratégico, con alrededor de 54 millones de toneladas.
Las torpezas del gobierno ilegítimo de Áñez hicieron inevitable que se organizaran nuevas elecciones, que se llevaron a cabo en octubre de 2020. En estas elecciones, Luis Arce, del MAS, el partido de Evo Morales, resultó ganador y asumió la presidencia en noviembre de 2020.
En junio de 2023, Luis Arce hizo un convenio entre YLB y Uranium One Group, filial de Rosatom (Rusia) para construir un complejo industrial de extracción y producción de carbonato de litio en Potosí, en una inversión de USD 1.500 millones para producir 50.000 toneladas del metal anualmente. Adicionalmente, en enero 2024, firmó otro acuerdo con CBC para avanzar con la industrialización del mineral.
China y Rusia, lo recuerdo, son miembros fundadores del BRICS.
En fecha tan reciente como el 6 de junio, Luis Arce voló hacia San Petersburgo para reunirse con Vladimir Putin en el importante Foro Económico desarrollado anualmente en esa ciudad, con el objeto de incrementar la cooperación bilateral, fundamentalmente en cuanto a la transformación de litio en baterías y asimismo, compatibilizar los pasos hacia el ingreso del país del Altiplano al BRICS Plus.
Apenas 18 días después, el comandante de las Fuerzas Armadas, Juan José Zúñiga, anunció que no permitiría una candidatura de Evo Morales a la presidencia. Arce pensaba destituirlo por su «inadecuada declaración». Entonces, dos días después, Zúñiga se anticipó y organizó un golpe de Estado, sacando a las calles su Regimiento Especial Challapata «Méndez Arcos» e intentando invadir el Palacio Quemado (nombre de la casa de gobierno).
Pero, como quien dice, «se cortó solo». Sus camaradas de armas no se sumaron... por ahora. ¿Se trató de una cuestión de [falta de] coordinación o un respeto por las instituciones? La historia del ejército boliviano me inclina por la primera causa.
Paralelamente, y esto es muy importante, Bolivia sufre una crisis política dentro del MAS (un enfrentamiento directo entre Evo y Arce) por cuestiones de liderazgo y de estilo ejecutivo.
No obstante, también en la derecha tiene problemas de representatividad: la golpista Áñez y el terrorista Camacho están en prisión.
Como los militares son fuerza de choque, pero no tienen, en los tiempos de hoy, legitimidad, necesitan de su «pata civil» y de la excusa del «pueblo oprimido» para sacar sus tanques. Es por ello que Zúñiga exigió la liberación de Áñez y Camacho como una suerte de «pacificación social».
Bolivia tiene un grave problema en sus fuerzas armadas: no las puede purgar ni convertir. No tiene líderes populares en las instituciones totalitarias. Solo una comandancia cooptada por las agencias extranjeras - CIA, DEA, Mossad y MI6 - además de una ideología conservadora arraigada. Esto explica por qué Washington no condenó el golpe (y hago una suma de almacenero, está implicado en la formación del próximo).
Zúñiga, quizás sin saberlo, fue una «prueba» de la capacidad de reacción del gobierno y de la población. Obviamente, supongo, no hubiese sido tan tonto de hacer esta movida ridícula sin creer que no sería acompañado. O sea, hay comunicaciones encriptadas y un complot golpista en cartera.
A la vez, Zúñiga no hubiera hecho esta jugada si no advirtiera un frente quebrado y difícilmente reparable en el MAS.
Una vez llegado al poder, y para favorecer su estilo propio, Arce ha intentado «jubilar» a Evo Morales y sacarle toda influencia en el partido. Evo resistió esos embates y lo tomó como una cuestión de traición personal. Ahora, ambos pretenden postularse en las próximas elecciones presidenciales... pero sólo uno de ellos puede hacerlo (por el MAS). Este dilema y esta puja hace que «si entre ellos pelean los devoren los de afuera» (𝑀𝑎𝑟𝑡𝑖́𝑛 𝐹𝑖𝑒𝑟𝑟𝑜 dixit). Están avisados. Deberían bajar la guardia, buscar puntos de encuentro y así sobrevivir. Pero es improbable la coincidencia...
El golpe en Bolivia, que preanuncia posiblemente uno mejor organizado a futuro, es parte de un plan continental que ya triunfó en Argentina (con el anglosionista Milei) y Ecuador (con el bananero Noboa) y que tiene como objetivo final Brasil, poderoso miembro del BRICS y el control total del subcontinente, en momentos en que Eurasia se ha rebelado.
Así las cosas, nada nuevo bajo el sol...
Tuvo lugar la intentona N° 37 del ejército boliviano, esta vez, con un estrepitoso fracaso (o una prueba satisfactoria, ya se verá).
Detrás de escena, una crisis de representatividad en el partido gobernante, con acusaciones cruzadas entre Morales y Arce, el líder del MAS sin cargo, y el cargo del MAS sin liderazgo. Uno acusa al otro de ser agente estadounidense, pero el acusado hace contratos con empresas rusas y chinas...
Tras cartón, una derecha que se reorganiza en las sombras, manipulando a los militares mientras finge ser democrática y expele tweets repudiando perversamente el golpe.
El litio, y otras riquezas, están allí, como botín pretendido. La historia nos demuestra que unos son más laxos al momento de entregarlo, y otros pretenden acuerdos más justos y menos leoninos.
Y más allá, la pulseada al BRICS, luego de la exitosa defección argentina, que evitó el tándem con Brasil. Los coqueteos de Bolivia con Moscú para sumarse al grupo, deben ser detenidos a tiempo. Y los uniformes verdes están siempre dispuestos para la faena.





jueves, 27 de junio de 2024

Frente Antifascista de Argentina - Gacetilla de Prensa

 Frente Antifascista de Argentina                                                   

                                                          


Gacetilla de Prensa

El Frente Antifascista de Argentina fue creado en 2023 por un conjunto de instituciones y organizaciones comunitarias, políticas, sociales y culturales, que en su mayoría tienen una historia que abarca varias décadas de actividad en el país.

El 13 de noviembre del año pasado, en la Sala Osvaldo Pugliese del Centro Cultural de la Cooperación, se llevó a cabo la presentación pública del FADA. 

 https://www.norsevan.com/post/se-presento-el-frente-antifascista-de-argentina  

A lo largo de estos meses, el Frente fue sumando a su estructura nuevos colectivos y también recibió, y recibe, la adhesión de numerosas personalidades y referentes de los distintos ámbitos de nuestra sociedad.

La situación nacional e internacional trajo nuevamente la lucha antifascista como una de las principales tareas de la militancia política y social, que adscribe a las distintas identidades que conforman el espectro político-partidario nacional.

El FADA tiene como objetivo principal unir de manera transversal toda esa lucha en un mismo espacio. Y la realización del 1º Foro Internacional "Fascismos en el siglo XXI, desde el Sur Global" suma en esa dirección.La jornada de apertura del Foro será el próximo viernes 5 de julio, a partir de las 17:00 horas, y se llevará a cabo en el Salón Montevideo de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, Perú 160, CABA.

La inauguración estará a cargo de un panel integrado por Victoria Montenegro, Legisladora de la Ciudad; Atilio Borón, sociólogo; Rocco Carbone, filósofo; Paola Renata Gallo Peláez, abogada; y Jorge Elbaum, sociólogo.

El sábado 6 de julio, a partir de las 10:00 horas (acreditación, desayuno, inscripciones que no se hayan

hecho con anticipación) se estará dando inicio a la Segunda Jornada del Foro, que se llevará a cabo en la Universidad Madres de Plaza de Mayo, sede Hipólito Yrigoyen 1584, CABA.

La segunda jornada será para la presentación de ponencias, debate y elaboración de conclusiones en las cuatro comisiones de trabajo.

De 10:30 a 12:00 horas, en cada comisión, presentarán sus ponencias los expositores. Luego del intervalo para el almuerzo, de 13:00 a 16:00 horas será tiempo para debates abiertos y elaboración de conclusiones, que serán leídas en el acto de clausura del Foro, que dará inicio concluida la labor en comisiones.La inscripción es abierta, libre y gratuita.

Los temas a debatir en cada comisión son los siguientes:Comisión 1: “¿Fascismos en el Siglo XXI? Continuidades y discontinuidades entre el viejo fascismo del Siglo XX y las nuevas formas de fascismo”Comisión 2: “Las formas actuales de la violencia. Actores, estrategias y formas particulares de la violencia contra los pueblos en el Siglo XXI”Comisión 3: “Identidad y procesos de subjetivación en la intersección entre fascismo y neoliberalismo. Sentido común, hegemonía y resistencias”.Comisión 4: “Las organizaciones del campo popular, resistencias a los fascismos y la construcción de alternativas”.


Para mayor información e inscripciones -como asistentes o expositores- deberán ingresar al siguiente enlace es https://www.mopassol.com/i-foro-internacional-fascismos-en-el-siglo-21-desde-el-sur-global 

Contactos:

Paola 15 2456 4351

Marcelo 15 3066 7949

Adrián 15 6132 3030

domingo, 23 de junio de 2024

MANUEL BELGRANO: LA MEMORIA CONTRA LA HISTORIA OFICIAL - PROF. LIDIA INÉS RODRIGUEZ OLIVES

 

MANUEL BELGRANO

LA MEMORIA CONTRA LA HISTORIA OFICIAL

 

 

 

 Hola. Soy Lidia Rodríguez Olives y, desde Buenos Aires, saludo a todos los que están escuchando El Club de la Pluma.

 

 El 20 de junio se cumplieron 204 años de la muerte de Manuel Belgrano, creador de la bandera, izada por primera vez a orillas del Paraná el 27 de febrero de 1812. Su figura aparece también vinculada al “Éxodo Jujeño”. Es que, en el mismo año, Belgrano enfrentaba a los españoles en la frontera norte. Y cuando los ejércitos realistas se encontraban cerca de Jujuy, ordenó a toda la población abandonar la ciudad, llevarse lo que podían y quemar el resto, para que el enemigo sólo encontrara “tierra arrasada”. Mucho se habla de los heroicos jujeños, pero poco de la férrea voluntad y la firmeza de quien los dirigió.  En el bando que dictó el 29 de julio se puede leer: “Entended todos que al que se encontrare fuera de las guardias avanzadas del ejército, o que intente pasar sin mi pasaporte será pasado por las armas inmediatamente, sin forma alguna de proceso. Que igual pena sufrirá aquel que por sus conversaciones o por hechos, atentase contra la causa sagrada de la Patria, sea de la clase, estado o condición que fuese. Que los que inspirasen desaliento, estén revestidos del carácter que estuviesen, serán igualmente pasados por las armas con sólo lo deposición de dos testigos. Que serán tenidos por traidores a la patria todos los que, a mi primera orden, no estuvieran prontos a marchar y no lo efectúen con la mayor escrupulosidad”. Con estos antecedentes, Belgrano ingresará en la Historia como el general de la heroica gesta jujeña y creador de la bandera.

 

 La Historia como sinónimo del pasado, de lo ocurrido y de lo que fue, es una e inalterable. Son los discursos hechos sobre ese pasado los que presentan luces y sombras, errores y omisiones, recuerdos y olvidos. Y ninguno es neutral. Porque no existe la “historia objetiva”. Toda narración sobre el pasado está atravesada por un marco ideológico, que selecciona el objeto y dirige la mirada. El discurso histórico es, entonces, un campo de lucha permanente por la construcción de sentido. Y los que en algún momento ganaron, decidieron cómo los argentinos recordaríamos a Belgrano y qué cosas de él era mejor olvidar.

 

 Porque Belgrano fue un intelectual brillante, una usina permanente de ideas y propuestas, que resultaban necesarias para construir una Nación.  No es neutral ni objetivo entonces que los que forjaron el mito del “general que creó la bandera” hayan omitido su perfil más relevante. De no hacerlo, deberían rendir cuentas; explicar por qué la lucidez de un hombre licenciado en Filosofía, elegido en 1789 presidente de la Academia de Derecho Romano, Práctica Forense y Economía Política de la Universidad de Salamanca, bachiller en Leyes y Abogado, políglota, lector de autores condenados y de libros prohibidos, fue desperdiciado en guerras que consumieron su vida. Deberían explicar por qué nos privaron de él. Y por qué desecharon sus escritos haciendo exactamente lo contrario.

 

 No voy a referirme entonces al Belgrano general; ni a sus campañas militares ni a la creación de la bandera. Quiero referirme al Belgrano de más difícil acceso, al intelectual, al hombre que pensó la economía desde y para la periferia.

Manuel Belgrano fue Secretario Perpetuo del Consulado de Buenos Aires, cargo que asumió el 21 de septiembre de 1794. Desde allí, produjo una serie de informes que condensan su pensamiento económico. También fundó, en 1810, el Correo de Comercio, y colaboró con publicaciones en el Telégrafo Mercantil y en el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, de Hipólito Vieytes. Estas, junto con sus traducciones del francés de la obra de diversos economistas, son las fuentes que deberíamos, los argentinos, conocer mejor.

 

 Su pensamiento económico fue clasificado indistintamente como el de un fisiócrata, un mercantilista o un liberal, según los intereses de quien lo analizaba. Pero estas etiquetas puestas sobre su obra en algunos momentos sobran, en otros resultan insuficientes y, en los más, son contradictorias. Y es que, en materia económica, Belgrano fue un ecléctico, un pragmático más que un teórico. Siempre sostuvo que ninguna teoría económica, pensada para una realidad determinada, puede aplicarse, sin más, a otra muy distinta. Para él, las particularidades de cada lugar debían conocerse si se querían tomar medidas eficientes. Y así lo expresaba en su primer informe al Rey: “He dicho al principio de mi discurso que no conozco el país (…). Así, por ahora, no puedo hacer presente a VVSS los medios más oportunos y adecuados (para el desarrollo) de los países que debe atender”.

 

 Aquellos que lo vinculan con la fisiocracia basan su consideración en la importancia que dio a la agricultura. Sin embargo, sus escritos arrojan más diferencias que semejanzas. En primer lugar, rechazaba el latifundio, tanto por sus consecuencias económicas como políticas y así lo manifestó: “No ha habido quien piense en la felicidad del género humano que no haya traído a consideración la importancia de que todo hombre sea un propietario para que se valga a sí mismo y a la sociedad. Por eso se ha declamado tan altamente a fin de que las propiedades no recaigan en pocas manos”.  Sus análisis lo acercan entonces a la escuela clásica de David Ricardo cuando afirmaba: “El interés del terrateniente siempre es opuesto al de las demás clases de la sociedad. Su situación nunca es tan próspera como cuando los alimentos están escasos y caros, mientras que para todas las demás gentes es un gran beneficio tener alimentos baratos”.

 

 Pero ya dijimos que Belgrano era un ecléctico, que pensaba la economía no solo en términos teóricos sino también prácticos. Y esto implicaba el esfuerzo por distinguir qué medidas eran las más apropiadas para aplicar en este contexto, no en otro. En un país donde está todo por hacer, consideraba imprescindible la presencia reguladora del Estado, especialmente para saldar el conflicto distributivo entre productores y consumidores. Y esto queda claro cuando leemos: “Lo que parecería más ventajoso sería entretener continuamente el precio de los granos cerca de aquel punto justo en el que el cultivador está animado por su ganancia en tanto el artesano no se ve obligado a aumentar su salario para poder alimentarse (…) La policía general del Estado puede conducirlo al punto”. También pensaba que una agricultura eficiente necesita de la aplicación de las más modernas tecnologías. Para ello, recomendó la fundación de una Escuela de Agricultura. Su modelo es, entonces, el de pequeños y medianos productores, que abastecen el mercado interno, con precios regulados por el Estado. No es un fisiócrata ni tampoco un liberal. El apuro con que se presentó esa imagen de Belgrano resultó muy conveniente a la hora de mostrar un modelo agroexportador como único camino al desarrollo. Argentina fue, durante casi 80 años, exclusivamente ganadera, actividad que él rechazaba porque demandaba poca mano de obra, no impulsaba el cambio tecnológico, concentraba la riqueza en pocas manos, desalentaba el poblamiento del territorio y fomentaba el latifundio. Se entiende entonces por qué los liberales decidieron enterrar sus escritos económicos.

 

 Y se comprende mejor aun cuando más ahondamos en su lectura: “Ni la agricultura ni el comercio serían casi en ningún caso suficientes para establecer la felicidad de un pueblo si no entrase a su socorro la oficiosa industria”. Es que Belgrano, al igual que San Martín, fue industrialista. En la Memoria al Consulado de 1802 sobre el desarrollo de las curtiembres en el Río de la Plata escribió: “Todas las naciones cultas se esmeran en que sus materias primas no salgan de sus estados a manufacturarse, y todo su empeño es conseguir, no sólo darles nueva forma, sino aún atraer las del extranjero para ejecutar lo mismo y después venderlas”. De Adam Smith tomó la importancia de la industrialización y de la división del trabajo como generadoras de empleo, como impulsoras del cambio tecnológico y como bases de la riqueza. Sin embargo, también como San Martín, rechazó el libre comercio: “La importación de mercancías que impiden el consumo de las del país o que perjudican al progreso de sus manufacturas, llevan tras sí necesariamente la ruina de la Nación”. Industrialista y proteccionista, todo lo opuesto a lo que un reducido grupo de mediocres extranjerizante hizo de la Argentina.

 

 Parte de su pensamiento se dirige también a denunciar la corrupción de los empresarios. Y tenía para esto un ejemplo muy concreto: el de su padre, próspero comerciante y gran contrabandista. La evasión resultante de esta actividad, tan arraigada en nuestras clases dominantes, resultaba ser, para Belgrano, la principal causa de la destrucción del Estado. “Veo empresarios empapados de codicia, que se vuelcan al contrabando acelerando la destrucción del Estado. Jamás han podido existir los Estados luego de que la corrupción ha llegado”. Una afirmación que, seguramente, Paolo Rocca prefiere olvidar…

 

 Nuestro país vive hoy tiempos nefastos, donde la violencia del Estado se utiliza nuevamente para imponer un modelo de exclusión. La brutal represión en el Congreso, los detenidos ilegales y los heridos, tiene un claro objetivo: amedrentar a la población, inhibir la protesta y someter al pueblo. Porque no es otra cosa que sometimiento la aprobación de la Ley de Bases que impulsa el gobierno. Son tiempos para recordar que nuestra bandera no es un simple símbolo: también condensa y representa las ideas de su creador. No bajemos los brazos y hoy, más que nunca, recordemos al Manuel Belgrano que dijo: “El miedo sólo sirve para perderlo todo y el camino de la libertad es la lucha por la libertad social”.

 

 Desde Buenos Aires, saludo a todos los que escuchan El Club de la Pluma.

 

 


PROF. LIDIA INÉS RODRIGUEZ OLIVES

Profesora de Historia

 Posgrado en Ciencias sociales por FLACSO